A pesar de haber contenido por mucho tiempo la transmisión de la COVID-19 en Hong Kong, la llegada de la variante Ómicron los ha superado, reportando cifras de casos históricamente altos; el intenso aumento de contagios comienza a colapsar los centros de salud.

Por Shirley Lau

Hong Kong, 18 feb (EFE).- En una tarde lluviosa y fría en Hong Kong, docenas de pacientes mayores y algunos jóvenes yacen en camillas a las puertas de un hospital público de Kowloon, con semblantes inexpresivos y sus cuerpos envueltos en mantas.

Un visitante de más de 50 años llega con algo de comida para su hijo, que tiene una discapacidad mental y se encuentra entre los que esperan a la entrada. «Tiene fiebre. Los trabajadores del hospital no se atreven a darle comida porque tiene un problema en el habla. Estoy preocupado», explica el hombre a EFE.

La misma escena se ha repetido en varios hospitales durante los últimos días ilustrando el colapso del sistema hospitalario de Hong Kong ante el peor rebrote de COVID-19 sufrido en toda la pandemia y causado por la llegada de la variante Ómicron.

Pacientes en camillas de hospital mientras esperan en una zona de espera ante el Centro Médico Caritas en Hong Kong. Había indicios visibles de que la nueva ola de COVID estaba sobrepasando a los hospitales hongkoneses, con pacientes en camillas y carpas atendidos por personal médico fuera del hospital de Caritas. Foto: Vincent Yu, AP.

ACUMULACIÓN DE POSITIVOS

Durante las últimas tres semanas, los casos acumulados en Hong Kong se han disparado más de un 60 por ciento, desde los 13 mil hasta los 37 mil, algo insólito en la excolonia británica, que logró durante meses mantener los contagios diarios por debajo de 100 y ahora supera los mil en algunas jornadas, como los tres mil 629 de hoy.

Aunque el número total de fallecimientos por COVID se mantiene bajo (242), el sistema sanitario se encuentra al límite. Este jueves, la tasa de ocupación de 17 hospitales con servicios de urgencias era del 95 por ciento y siete de ellos ya han alcanzado o superado su capacidad total.

«Nos enfrentamos a un problema de magnitud y gravedad en esta quinta ola. Nos ha superado», explicó esta semana la jefa del Ejecutivo hongkonés, Carrie Lam.

Según el médico y profesor honorario de la Universidad de Hong Kong David Owens, la baja proporción de inmunizados del territorio (66.7 por ciento) y su sobrecargado sistema hospitalario están empeorando la situación.

«El virus cuenta con mucha gente a través de la cual viajar en Hong Kong. El sistema sanitario, ya bajo presión y los escasos niveles de vacunación entre los más vulnerables, son factores que empeoran el daño provocado por la ola de Ómicron», expone a EFE.

Hasta este rebrote, Hong Kong había conseguido mantener la pandemia bajo control, aunque a un alto precio: con restricciones de viaje entre las más estrictas del mundo, el aislamiento del centro de negocios asiático ha causado el éxodo de numerosas empresas extranjeras.

Ahora, la quinta ola amenaza los cimientos de esa estrategia, y tambalea también los de la subsistencia de sus 7.5 millones de habitantes y su estatus de centro financiero internacional.

En su esfuerzo por alinearse con la política de tolerancia cero contra el virus de Pekín, se han dado escenas de caos: en las últimas semanas, decenas de miles de residentes en viviendas de protección oficial han sido confinados por tiempos que van desde horas hasta semanas.

Las PCR obligatorias han hecho que numerosos hongkoneses hayan aguardado en fila hasta seis horas y aunque las autoridades han pedido a los positivos con síntomas leves que se queden en casa por la escasez de camas de cuarentena, muchos han acudido a los hospitales.

«Están colapsando el sistema de urgencias. Imaginen qué pasaría si alguien tiene un infarto, es preocupante», comenta a Efe una enfermera que dijo llamarse Yeami.

Curva de casos en Hong Kong. Gráfico: Our World in Data.

NUEVAS MEDIDAS

Para luchar contra la quinta ola, el Gobierno anunció el 8 de febrero las medidas antipandémicas más estrictas, que incluyen reducir las reuniones sociales a dos personas y un «pasaporte de vacunación» que entrará en vigor el próximo 24 de febrero vetando la entrada a centros comerciales, supermercados o peluquerías a los no vacunados.

Las medidas están dirigidas a combatir la reticencia a vacunarse, especialmente pronunciada entre los ancianos: solo el 27 por ciento de mayores de 80 ha recibido al menos dos dosis, aunque tras el mencionado anuncio de nuevas medidas, un creciente número de personas de la tercera edad ha decidido vacunarse.

«Antes no tenía ningún incentivo para vacunarme porque no viajo y me preocupan los efectos secundarios. Ahora no tengo elección», dice la jubilada May Cheung, de 79 años.

AYUDA DE PEKÍN

China continental también ha tomado cartas en el asunto. Desde Pekín se ha comprometido ayuda para construir más instalaciones de cuarentena, ampliar la capacidad de pruebas PCR y proporcionar equipos médicos.

Dentro del Gobierno hongkonés, pocos se atreven a mencionar la posibilidad de convivir con el virus, que ha sido criticada por los medios estatales y los comentaristas de China continental, pero con los casos alcanzando nuevos máximos, no escasean personas en la excolonia británica con dudas sobre la posibilidad de lograr el «cero COVID».

“La respuesta a la pregunta de si el ‘cero COVID’ es realista o no, ya está ahí. La realidad es que la quinta ola viene como un tsunami. El ‘cero dinámico’ queda desmentido”, dice a EFE el comentarista y empresario Lau Mon-hung.