Jorge Zepeda Patterson
05/12/2021 - 12:05 am
Tres años de López Obrador
Por donde se le mire, un gobierno singular y extraordinario, aunque unos y otros lo piensen así por razones diametralmente distintas.
No es fácil hacer un balance de la administración de Andrés Manuel Lopez Obrador considerando que México parece ser un país habitado solo por dos tipos de personas: los que lo odian apasionadamente y los que lo aman con desmesura. Por consiguiente, las opiniones sobre su gobierno suelen decantarse entre la satanización y la beatificación absoluta. Intuimos que la realidad está en algún lugar entre estos dos extremos, el problema es determinar en qué punto, a partir de un análisis que no esté comprometido de antemano con el resultado.
Parte de la dificultad reside en el punto de partida. Si lo comparamos con lo realizado en administraciones anteriores, a mi juicio el balance tiene muchos más aciertos que desaciertos, sobre todo de cara a las mayorías que exigían un cambio. Se agradece el esfuerzo por cambiar los usos y costumbres de la vida pública, caracterizada por la corrupción, la frivolidad, el gasto suntuario y la apropiación indebida del patrimonio público. Lo mismo podría decirse de la atención a regiones largamente abandonadas en el pasado; con todos los peros que puedan ponerse al Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o el proyecto Transístmico se ubican en territorios que han carecido de escasa viabilidad económica hasta ahora. Podemos criticar la manera accidentada en que se construye una sucursal bancaria en cada municipio, pero tendríamos que imaginar lo que eso representa para una población que nunca la ha tenido. El incremento en el salario mínimo, muy por encima de la inflación, puede significar muy poco para la clase media y alta, pero mejora el poder adquisitivo de millones de mexicanos que año con año lo venían perdiendo. En fin, las derramas a los ancianos, a los sembradores de vida, a los jóvenes por un futuro, están plagadas de imprecisiones además de que no siempre las reciben los más pobres, pero representa una diferencia sustancial para aquellos que las obtienen. Las élites asumen que la aprobación popular de AMLO obedece a la manipulación o la ignorancia; pero más allá de discursos y propaganda, la población de escasos recursos tiene motivos para asumir que, pese a las insuficiencias, este gobierno es preferible que los anteriores. Y, por lo demás, sucede que la mayoría de los mexicanos se encuentra en tal situación.
Ahora bien, si el punto de partida para evaluar a la 4T no es lo que hicieron el PRI y el PAN, sino la capacidad del gobierno para cumplir sus promesas, el resultado de la valoración podría ser diferente. No hay duda de que en materia de seguridad o de salud pública los resultados han sido muy inferiores a las buenas intenciones. La política de “abrazos no balazos” y el despliegue de la Guardia Nacional, han conseguido que las estadísticas de criminalidad no sigan aumentando, pero tampoco han disminuido. Lo mismo podría decirse de los temas de salud. El gobierno apostó por sanear lo concerniente a la adquisición y reparto de medicinas, un sector plagado de prácticas viciadas, pero subestimó la magnitud de las tareas y provocó un lamentable desabasto. Algo similar pasa con el intento de otorgar salud gratuita universal, para lo cual se suprimió la cobertura que se ofrecía a través del Insabi. El resultado neto es que la red hospitalaria y las clínicas han sido insuficientes para ofrecer un servicio aceptable y hoy tenemos varios millones de mexicanos adicionales que carecen de cobertura. Ciertamente la pandemia presionó brutalmente la infraestructura médica y hospitalaria, lo cual matizaría una reprobación categórica. Pero queda la impresión de que el gobierno resultó desbordado por la magnitud de su ambicioso objetivo.
Independientemente del punto de partida, me parece que hay acciones encomiables y hay acciones cuestionables en lo que llevamos de sexenio. Se agradece, por ejemplo, el sentido de responsabilidad con el que el gobierno se ha conducido en dos áreas fundamentales para la estabilidad económica. Por un lado, la prudencia en materia de finanzas públicas: la aversión de AMLO al endeudamiento, el equilibrio entre ingreso y gasto público sin incremento de impuestos, el control de la inflación o la relativa solidez del peso. Por otro lado, el cuidado en la relación con Estados Unidos en general y la firma del nuevo tratado comercial en particular. Un comportamiento muy lejano a la etiqueta populista nacionalista que se le atribuye.
En contraste, frente a este meritorio y para muchos inesperado comportamiento, hay otros aspectos preocupantes o de plano condenables. Tal es el caso de su fascinación con el ejército. Si bien puede reconocerse que las fuerzas armadas constituyen un recurso para mejorar la gestión, acelerar proyectos e incluso abaratar el costo de obras públicas, el presidente ha abierto puertas y ventanas que difícilmente podrán cerrarse. Parte del éxito de los gobiernos priistas durante el desarrollo estabilizador residió en su habilidad para mantener a los generales al margen del poder político. Hoy AMLO está rompiendo esta ley no escrita, y las consecuencias quedarán en el aire cuando él se vaya.
También resultan cuestionables los afanes polarizantes del presidente. Se entiende que existe una disputa entre proyectos distintos de nación y que hay muchos intereses que se oponen y obstaculizan su intención de hacer un cambio de régimen. Pero su belicosidad verbal y el intercambio diario de duras descalificaciones con adversarios reales y supuestos, ha provocado una crispación de tal magnitud que ha terminado por convertirse en un disparo al pie. Paradójicamente, AMLO había hecho lo más difícil en la tarea de construir un ambiente económico estable, al mantener finanzas públicas sanas. Pero el golpeteo continuo generó un clima desfavorable y condiciones inciertas para la actividad empresarial. Por sí solo, el gobierno es incapaz de generar los empleos que requieren las masas para salir de su pobreza. Y esto solo puede conseguirse mediante una decisiva participación de la iniciativa privada (responsable del 80% del PIB nacional); lejos de ello, los dueños del dinero han optado por esperar tiempos mejores. AMLO había convocado a estos sectores a actuar en beneficio de los pobres por el bien de todos, un llamado al que podrían haber sido sensibles, al menos por su propio interés. Pero con su rijosidad, en ocasiones innecesaria, el presidente parecería haber boicoteado su propia convocatoria.
En fin, encontramos a mitad del sexenio, y más allá de apasionamientos, un panorama de claroscuros, que arroja una mezcla de esperanza y de preocupaciones para lo que nos espera en los próximos tres años. Por donde se le mire, un gobierno singular y extraordinario, aunque unos y otros lo piensen así por razones diametralmente distintas.
@jorgezepedap
Un autócrata positivo? Gobierna por decreto porque no es capaz de sentarse y conversar . Deja a los pobres un servicio público hospitalario en ruinas mientras él se atiende en Médica Sur . Vive en un Palacio de oropel con sueños guajiros de Porfirio Díaz .Maicea al ejército abundantemente, a ver si le secunda en un futuro cercano su guajiro sueño . Etcétera, etcétera.
Le va a hacer daño amuinarse, señor Eleuterio. Relájese y deje que lo mediquen. A estas alturas ya no puede ni controlar los espacios entre los signos de puntuación. Saluditos. Jajajajajaja.
Luna , exija a su enfermero que le desazolve el anillo periférico . Porfis , no se atasquen.
Siempre tan finos e inteligentes sus comentarios, señor Eleuterio. No se espera otra cosa de usted. Jajajajajajajaja.
81% del PIB y quieren seguir funcionando sin pagar impuestos, deberían forzar a pagar sobre los capitales sin usar. No se vale.
Me parece una exageración decir que a López Obrador se le odia o se le ama. Puede recibir críticas de quienes crean que está cometiendo errores o apoyo de quienes valoren positivamente su gestión, y en ambos casos habrá razonamientos bien fundados. Obviamente, es una gran mayoría la que está de acuerdo con él, ya que se le percibe como un ciudadano con una gran inquietud social, con una sencillez innata como nunca antes las tuvieron ninguno de los presidentes, ya que únicamente llegaban con la mira de hacerse ricos y ayudar a sus parientes, amigos o socios. Para López Obrador era imposible aceptar que las cosas continuaran como las dejaron los prianistas por lo que decidió cambiarlas. Muchas de ellas aún siguen, porque no es posible quitarlas de un plumazo. Ojalá AMLO no desmaye y continúe ejerciendo su presidencia a cabalidad.
Estoy de acuerdo, no hay dos colores. 1) Parte de los que votaron por él lo idolatran. 2) Parte de los que votaron por él no lo idolatran (yo). 3) Parte de los que votaron por él y se arrepienten pues lo creían un mago o algo así. 4) Parte de los que no votaron por NADIE que quizás lo ahora lo estimen. 5) Parte de los que no votaron por NADIE que sigan igual (MUCHOS abstencionistas de cajón). 6) Parte de los que no votaron por NADIE que ahora lo odien. 7) Parte de los que no votaron por AMLO que se arrepienten y quizás voten por morena. 8) y 9)… por lo menos hay nueve tipos de personas y quiźas me quedo corto.
Escribe JZP en su artículo: “…Pero el golpeteo continuo generó un clima desfavorable y condiciones inciertas para la actividad empresarial. Por sí solo, el gobierno es incapaz de generar los empleos que requieren las masas para salir de su pobreza. Y esto solo puede conseguirse mediante una decisiva participación de la iniciativa privada (responsable del 80% del PIB nacional); lejos de ello, los dueños del dinero han optado por esperar tiempos mejores…”. Muy bien, aceptemos que sea cierta esa aseveración; entonces ¿por qué con los gobiernos del PRIAN, los dueños del dinero tampoco creaban los empleos que se requieren? Para ellos, los tiempos mejores sólo son cuando pueden chuparse todo el presupuesto público, obtener buenos créditos y no invertir nada. Por otro lado, las élites consideran, erróneamente, que la inteligencia está de su lado, y que del lado de nosotros sólo está la ignorancia y el fanatismo. Craso error.
SOBRESALIENTE TU ARGUMENTO . CONCUERDO CONTIGO
Yo tengo otros datos. Me parece que a la mayoría de los mexicanos la «Cuarta Transformación» es algo que ni les va ni les viene. Una forma de verificarlo es contrastar el número de suscriptores en YouTube del presidente comparado con otros personajes públicos.
El canal de YouTube de Andrés Manuel López Obrador tiene 3 millones de suscriptores, que son muchos, pero el canal de la influencer Kimberly Loaiza tiene 34 millones de suscriptores… que son más. Tal vez deberíamos revocarle el mandato a López Obrador y darle la presidencia a Kimberly: en las encuestas su popularidad sería mucho más alta y es probable que sus resultados en materia de seguridad, economía, educación y salud serían mejores.
Por cierto, ¿cuál será el programa matutino con más rating? ¿La conferencia del presidente, Hoy o Venga la Alegría?
Error no se trata de rating se trata de aprovacion y de votos y tiene el 70%. Jaque mate.
¿Jaque mate por qué? Para afirmar esto primero tendrías que hacer un sondeo midiendo los niveles de aprobación de Galilea Montijo para ver si son superiores a los del presidente.
Jajajajaja… Te relato una anécdota, a ver si la entiendes: en la empresa en que trabajé, había un trabajador que muy popular entre la «raza» y siempre estaba organizando pachangas, juegos de futbol, etc. Bueno, una vez se quiso lanzar para líder sindical apoyado en que era «popular», pero lo que la base de trabajadores decía de él es que era bueno para las fiestas y animoso, pero que no serviría como líder sindical. Como era de esperar, casi nadie votó por él. ¿Comprendes?
Sí, comprendo, Andrés Manuel López Obrador es el equivalente al trabajador que era bueno para organizar pachangas pero que no servía como líder, ¿verdad?
Camila, pues no, no entendiste nada.
Camila lo que demuestra tu comentario es que la popularidad es relativa, sobre todo cuando los críticos y los fanáticos obradoristas comparan al presidente con lo peorcito, en este sentido, es el menos pior, pero deja mucho que desear.
Rídiculo tu comentario.
La dizque influencer yoosstop tiene 6 millones de seguidores y solo fueron 5 personas a su marcha.
¿Cómo la ves?
Tal vez la explicación es que YosStop no tiene acceso a recursos públicos para pagar camiones y repartir lonches entre los acarreados.
Comparar a un presidente con una encueratriz? No entiendo. Revócale el mandato, pero no creo que la ley sustituya a un presidente con el sueño húmedo de reguetoneros muy jóvenes como tú comprenderás.
¡Qué tontería de comentario! Entonces mejor poner a Luisito Comunica como presidente. Generalmente los influencers que cuentan con más popularidad son los peores, los más superficiales, pero a mucha gente mediocre les encantan. Confundes las audiencias con la aprobación política. Nada que ver una cosa con la otra. Bajo tu argumento, mejor que nos gobierne el Canelo; ya vimos los resultados con el nefasto de Cuauhtémoc Blanco o con Ana Guevara. Una cosa es la aprobación de un mandato presidencial y otra los likes.
Señor Patterson….muy bueno su articulo…me gusta el 90 por ciento….Lo felicito porque creo que es el que se mantiene más equilibrado….aunque si se determina por un lado u otro…también le felicitaría, aunque no se de que lado estaría mejor…esa es su responsabilidad..jajaja
Voy analizar y comentar su articulo, claro citándolo a usted y al medio digital…
3 años desolación, muerte, alza de precios, inseguridad, ausencia de certeza jurídica, más muerte, narcotrafico, imparable. Aumento de pobres, deuda y nuevos «empresarios». Nepotismo, déspota, amiguismo, tráfico de influencias,
Claro, claro. Por eso la oposición va a ganar con facilidad las elecciones de 2024: jajajajajajajajajajajajajaja. Ah, estos comediantes son buenísimos.
Tres años 500 mil muertos por covid y 100 mío por violencia.
Jorge Zepeda Patterson nos presenta que las opiniones sobre el presidente se pueden clasificar en dos tipos opuestos quienes lo apoyan y quienes no lo apoyan. Los primeros resaltan que antes estábamos peor y ahora estamos mejor, que existe austeridad, mayores montos y beneficiarios en los programas sociales, que aumentó el salario, que la macroeconomía y las relaciones con EU son estables; el segundo grupo evalúa al gobierno de Amlo por su eficiencia, por no cumplir sus promesas y lo reprueba en seguridad, salud, por la militarización y porque no motiva la actividad empresarial entre otras muchas cosas. Nos dice el autor que el gobierno de Amlo es “singular y extraordinario”.
Empezaré mi comentario en los adjetivos “singular y extraordinario” , los cuales significan que no sigue un molde, que no tiene un modelo de referencia, que es único. Lo cual hay que tomarlo con reservas pues las ideas basadas en la dualidad, son antiguas y principalmente religiosas. En el pensamiento dual, la realidad tiene extremos el correcto y el erróneo, el bien y el mal, no admite puntos intermedios, o eres de derecha o de izquierda. Luego a mi me parece que el gobierno de Amlo, por lo menos en apariencia, sí tiene un molde y es el dualismo, y como es una idea que se funda en la fé, en el dogma y no en la razón , en nuestros tiempos pareciera que sale de todo lo ordinario por ser tan arcaico. Acaso realizar lo debido y evitar lo indebido no es una obligación de todo gobierno? Sin embargo después de haber padecido tanto tiempo a gobiernos tan cínicos los mexicanos nos parece algo raro y casi imposible, escuchar un discurso que condena la corrupción, que promete cambiar y beneficiarnos, por esto el discurso de Amlo es necesariamente polarizador y dual. Para marcar la diferencia.
Por otro lado, para quienes no les basta el discurso y se niegan a dar un valor cualitativo al gobierno federal actual sin antes valorarlo cuantitativamente es decir en base a sus resultados, el gobierno actual, no tiene nada de singular ni de extraordinario es más de lo mismo porque su política se sostiene por la retórica, por el discurso y la publicidad. La ideología es importante si da resultados positivos sino es sólo populismo, un discurso vacio.
Sin embargo un análisis de éste tipo, dualista, es superficial debido a que no señala la estructura que soporta a ambos polos a tal grado estén dispuestos a enfrentarse, excluirse y eliminarse, unos en base a cuestiones de fé y otros en base a la razón. Por lo que me resulta necesario establecer que el poder político y el poder económico desde hace muchos años está vinculado a través de los beneficios mutuos de operar el crimen organizado. La participación de éste en el PIB, la producción total de bienes y servicios de México , supera hoy más del 40%, lo cual es una columna que no puede derrumbarse sin tener consecuencias catastróficas para la economía y la política. Y cuando hablamos de crimen organizado no sólo hablamos de narcotráfico sino de más de 20 actividades ilícitas que viven a expensas de la economía familiar del mexicano como un parásito. Resulta aberrante que las mafias mexicanas sean las más poderosas y prósperas del mundo y que el mexicano viva con salarios de hambre , mendingando los apoyos económicos por parte del estado, siendo que nutre a la delincuencia organizada.
Por lo tanto si ponemos en perspectiva esta realidad parecería necesario que el gobierno de López Obrador necesite militarizarse, y prefiera “los abrazos a los balazos” pues no “dará garrotazos a lo tonto al avispero” . Ese avispero es nada más y nada menos que el PRODUCTO INTERNO BRUTO. Este primero de diciembre el presidente en la celebración de sus 3 años de gobierno volvió a repetir que la riqueza no se distribuye por “osmosis, gravedad o goteo” a hacia los más vulnerables, sin embargo omitió mencionar que esto aplica también para la riqueza del crimen organizado, es decir que la prosperidad de las mafias entre el estado y los delincuentes en nada benefician al ciudadano. Si el crimen organizado es próspero porque no aplica las estrategias de la Convención de Palermo para beneficiar con ella al pueblo? Acaso le conviene ser omiso en eso como sus antecesores que desde 2002 deben aplicar éstas resoluciones de La ONU, pero no quieren?
En base a todo lo anterior el gobierno de nuestro presidente es muy similar a los que le antecedieron, su discurso se basa en actos de fé, no esta soportado por resultados sino por una estructura criminal organizada que como nudo gordiano tiene bien entrelazados los intereses políticos y económicos. En este orden de ideas el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es bastante ordinario y tiene como molde, modelo y paradigma de éxito la producción de miel en colmenas.
¿Tanto rollo inútil para circunscribirte a “afirmar” que este gobierno se sustenta en actos de fe? ¡Ufffff!