Jorge Zepeda Patterson
09/08/2020 - 12:05 am
TikTok o la carnicería del elefante
Nos estamos envenenando y odiando por razones que tienen menos que ver con la razón y más y más con el resentimiento manipulado, el exceso de desinformación, la mezquindad y la ceguera.
El perfil que ofrece Facebook para poder definirnos se limita a 160 caracteres, alrededor de 25 palabras, muy poco para construir la imagen que deseamos proyectar de nosotros mismos. Basta ver el perfil de amigos y parientes para darnos cuenta de lo mucho que esas descripciones se alejan de la persona que realmente son. Presunciones aparte, lo cierto es que tres líneas resultan insuficientes para entender la riqueza y complejidad de un ser humano. Eso, que resulta obvio, no parece importarnos cuando tal precariedad se convierte en la fuente a partir de la cual construimos una visión del mundo y formamos una determinada opinión pública.
La vida es eterna en cinco minutos decía la canción de protesta de los años setenta “Te recuerdo Amanda” y en efecto es una eternidad considerando que hoy en día se destruyen reputaciones y personas en 30 segundos de TikTok o 40 palabras de Twitter. El problema es que la conversación pública y la manera en que transcurren los debates a través de los cuales la comunidad construye una perspectiva de sí misma está gravemente comprometida. No hay manera de abordar realidades complejas a través de la retacería de mensajes fragmentados que hoy consumimos.
No solo se trata de que por lo general cada mensaje es una lamentable reducción de un argumento o un sentimiento más complejo, también porque ni siquiera damos a ese mensaje la reflexión necesaria toda vez que va seguido de un verdadero zapping de muchos otros mensajes.
Lo cual nos lleva a la alegoría de los elefantes y los ciegos, que no por manida es menos ilustrativa de lo que estamos diciendo. Según una versión simplificada de la historia, se le pidió a seis ciegos que determinaran cómo era un elefante palpando diferentes partes del cuerpo del animal. El hombre que tocó la pata dijo que el elefante era como un pilar; el que tocó su cola dijo que el elefante era una cuerda; el que tocó su trompa dijo que era como la rama de un árbol; el que tocó la oreja dijo que era como un abanico; el que tocó su panza dijo que era como una pared; y el que tocó el colmillo dijo que el elefante era como un tubo sólido. Seis versiones ciertas que arrojan una visión falsa de lo que es un elefante como tal.
La anécdota, de origen budista, circula desde hace milenios lo cual demuestra que esta fragmentación distorsionada de la realidad no es cosa nueva. Lo que sí es nuevo es la celeridad, la masificación, el zapping incesante, la intensidad del odio y la polarización que propician las redes sociales. Si el fenómeno que describen los ciegos ya es preocupante, lo convierte en algo mucho más feo la manipulación sofisticada y el déficit de atención colectiva provocada por la adicción al scrolling compulsivo. En conjunto es un atentado a la posibilidad de una conversación madura y responsable de nuestras diferencias. Una cosa es hablar de la fiesta según la vimos y otra es creer que todos tienen que haberla visto igual, asumir que no hay posibilidad de que las fiestas sean de otra manera y, peor aún, calumniar a todo el que no coincida con nosotros. Una cosa es constatar que la percepción del elefante como un pilar es distinta de la visión del elefante como un abanico, y otra dar cuchillos a los seis ciegos para que destruyan a sus colegas porque se trata de imbéciles o corruptos que no piensan como ellos.
Escribo esta columna desde hace más de 25 años y se publica en una veintena de diarios en el país. Desde siempre mis textos, como el de cualquier otro, han generado reacciones a favor y reacciones en contra de los argumentos expuestos, en función de la parte del elefante que a cada cual le ha tocado palpar, incluyendo al autor, por supuesto. Pero de un tiempo acá las cosas han cambiado. El medio a través del cual llegan esas reacciones ha modificado el mensaje, literalmente. Antes se trataba de “cartas a la Redacción” y, más tarde, de correos electrónicos. En ambos casos consistían en ideas o sensaciones a favor y en contra generadas por la lectura e iban destinadas al autor. Cuando los diarios digitales empezaron a publicar estas reacciones cambió el destinatario; ahora los comentarios iban dirigidos a otros lectores: personas que deseaban compartir sus propias ideas con un público más amplio. Un avance importante.
Con las redes sociales cambió el sentido de estos intercambios. Primero se usaron para difundir los materiales que un lector apreciaba; y luego, cada vez más frecuentemente, para atacarlo. En los últimos meses me he dado cuenta de que este proceso ha dado una vuelta más de tuerca. Ahora los textos no son leídos sino simplemente escaneados superficialmente, con el objeto de dictaminar si lo que estoy diciendo es a favor del elefante pilar o del elefante abanico. Es decir a favor o en contra de López Obrador. Una vez dictaminado, se convierte en propaganda por parte de los simpatizantes del tabasqueño o en calumnias y descalificaciones al autor en el caso de sus críticos. Ningún intento de abordar los argumentos, contrastarlos, ampliarlos o rebatirlos. Mi caso es solo un ejemplo, por supuesto. El mismo tratamiento reciben el resto de las columnas, las noticias, los comentarios. Pero también los propios usuarios. Todo el que envía un comentario, tuit u opinión se convierte en objeto de una carnicería. Ya no hay Intercambio de argumentos sino epítetos, párrafos ignorados salvo para descontextualizar una cita capaz de utilizarse como misil. Nos estamos convirtiendo en ciegos dispuestos a ofender y destruir a los que no ven lo que creemos estar viendo. Nos estamos envenenando y odiando por razones que tienen menos que ver con la razón y más y más con el resentimiento manipulado, el exceso de desinformación, la mezquindad y la ceguera.
También depende del medio. En el periódico dedicado a las Fimanzas, el veredicto suele ser el mismo: estamos ante el abismo. El elefante está viejo, chochea y vive de la nostalgia. Su único prodigio es la cantidad de excremento que produce. Lo mismo se puede decir del Deforma, pues de ser un diario equilibrado, ya casi siempre se enfoca en los desechos del régimenen. No hay medios masivos que sean lo contrario, o lo sean de manera categórica (tal vez La Cornada se acerca a esa imagen). Aquí mismo, en SinEmbargo se encuentran los extremos, quizás para ofrecernos una visión plural del elefante. En lo particular, prefiero esta percepción múltiple, aunque algunos articulistas hacen que duela el estómago (hola señor Moreno). Para ver nítidamente a los fanáticos de la 4t acudimos a redes o influencers, como el de las Chapuzas. La que solo ve el marfil ni siquiera las patas, digamos. Y es que es un escenario de guerra maniquea. El articulista lo dice bien: si no estás con uno es que estás en contra. El justo medio, extraviado. La triste decadencia de la moderación que, es justo decirlo, provocó la extirpación del chayote de la vida nacional. Estamos en terrenos inciertos. Cuántos no escriben (¿verdad Riva Palacio?) desde el encono surgido por la ausencia de jugozas prevendas federales para hablar bien o mal del régimen. El caso es que, después de la tolvanera de juicios estridentes aparezca una nación regida por la razón y no por el escarnio gratuito.
Por fortuna aún quedan pocos periodistas como tú, que dan claridad al río revuelto.
Vaya!! Excelente posición!!
Es que estamos en el abismo financiero y sanitario . 52 000 muertos se le hace una cifra de que tienen domada la pandemia ? En Japón llegaron a 1000 defunciones con 126 000 0000 de habitantes . Sú política de contención fue el uso del tapabocas sí y súper sí . Aquí , el machito de palacio nos cotorrea con la tragedia pensando que su chistorete de la corrupción vs el tapabocas es genial . La verdad es que la cuatro t huele a wc desbordado desde hace un año.
¿Sabes la disciplina y cultura que tiene Japón? ¿Sabes la infraestructura médica que tienen Japón? ¿Sabes cuánta gente vive del comercio informal en Japón? Por favor! No veas sólo la cola del elefante para comparar! Tu dicho es el ejemplo perfecto de la descontextualización de los hechos para ponerte a criticar
Es por criterio propio, sino quieres usar tapaboca pues no lo uses pero no culpes a otros.
CGC: Interesante reflexión. No para el agrado de todos los lectores, pero, al menos para mí, sí me parece interesante.
Pues claro, y más si son contratados para campañas de odio, a ellos les pagan por ofender no por argumentar.
Bienvenidos a la nueva neutralidad, cada día se desenmascaran mas personas.
Excelente columna Jorge
Este artículo deberían leerlo todos los «fundamentalistas» que estan en contra y a favor del gobierno. Gracias Jorge, por ayudarnos a tener independencia de criterio. Excelente columna como siempre.
Muy de acuerdo,y agradecido.
Los sabios siempre son buena guía y referente.
Recuerdo un libro cuyo título se ajusta perfectamente a la realidad actual: » Crónicas de la imbecilidad»
Felicitación especial para Zepeda Patterson por su artículo
No es así en muchos casos. Citas una canción de Víctor Jara: «Te recuerdo Amanda» y no das el nombre del autor. Una falla en el periodismo inexplicable en tus 25 años como articulista. Gran abrazo.
La sociedad se convirtio en borregada y Los llamados intelectuales no son mas que otros borregos mas engordados por El chayote que siguen ordenes de Los pastores ( oligarcas corruptos), nadie tiene la razon, Todo depende del Cristal con que se mire! Los ciudadanos cada vez se ven mas ignorantes.
Lo más interesante de todo es que no se trata de los ataques a las personas sino de una forma de consumir la información que además esta marcando una tendencia. Me parece que en general el consumo de información justo esta provocando o diría fomentando una sociedad carente de empatía lo cual resulta peligroso.
Me encanta que tu columna me apareció justo un segundo después de que daba mi punto de vista de TikTok jajaja
Saludos Jorge.
Excelente artículo. Es una llamada de atención a los irracionales antigobiernistas y a los ciegos progobiernistas
Muy interesante su artículo. Desde hace tiempo leo sus colaboraciones. A veces coincido con sus puntos de vista. A veces disiento, pero no por eso dejó de leerlas. Por lo que usted dice me he rehusado al pequeño mundo de los tuist que transmiten un mensaje reducido de sus visiones al igual que los ciegos de la leyenda que comparte.
Ningún presidente a sembrado tanto odio entre mexicanos como el actual, si no está con su forma de pensar eres enemigo.
Excelente exposición, como muchos de sus textos .
Me parece que la mayor responsabilidad de abrir -franca y honestamente- la discusión de los problemas , es del presidente, como capitán legítimo del barco.
Sus formas han propiciado en buena parte este ambiente de descalificación, que la derecha ha aprovechado para responder en su extremismo.
Sólo hay alguien que se ha encargado de de sembrar odio en la población y dividirnos , sabemos quién es
Gracias por su artículo, necesitamos de llamadas de atención así, no nos damos cuenta la mayoría de las veces y nos dejamos llevar por la corriente, por las opiniones de los «expertos» y no investigamos, confrontamos información, la comodidad nos hace ser seguidores y no analistas de las circunstancias, momentos, características, intereses y tendencias, no pensamos en escenarios posibles. Gracias.
Ajá, y en Noruega la policía no lleva armas y no hay violencia; y la cultura de convivencia en Finlandia es mil veces mejor que la nuestra; y China ha crecido varias veces más que nosotros en los últimos veinte años; y Alemania desarrolla tecnología a un ritmo y con una calidad que nosotros ni siquiera soñamos; y….. ¿y qué aporta tu comparación?; ¿lo que quieres decir es que si el presidente usara más el cubrebocas los mexicanos por ese hecho dejaríamos de hacer fiestas covid, tumultos en las playas, por arte de magia tendríamos los 250 mil médicos y especialistas que nos faltan?; ¿se terminarían solitos los hospitales que se dejaron a medio construir y equipar?; ¿los mexicanos nos comportaríamos como japoneses y obtendríamos sus mismos resultados?. ¿Quién los entiende a ustedes?: paternalistas antipaternalistas; populistas antipopulistas; demócratas autoritarios; liberales o fascistas según el acierto o la falla del gobierno a aprovechar para golpear.
(Mi respuesta pretendía ser para Antonio Alán)
Bájale Jorge, es un fenómeno mundial y como tal se debe de ver.
Sr. Zepeda: Su columna de hoy la veo como una invitación a la autoreflexión, en estos tiempos de Tik Toks y baratijas (¡!) similares…
Sr. Zepeda: Me pareció excelente su artículo de hoy. Una nota musical en tono mayor en medio de la cacofonía de nuestros tiempos…
Comparto plenamente sus palabras. Y así como 6 ciegos «ven» 6 partes diferentes de un mismo animal, así nosotros vemos lo que podemos o/y queremos ver.
Donde la subjetividad queda rebasada es cuando las cifras, cuando las estrategias, demuestran llevar a un mal fin.
Llevo muchos años diciendo que nunca hemos estado mejor, pero nunca hemos estado peor que en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Las redes nos acercan instantáneamente al mundo. A lo mejor y a lo peor del mundo. La posibilidad de decidir qué queremos es nuestra. Mil gracias por su artículo.