“No desaparecerá la pulsión editorial. Somos orgullosos e irreductibles”: Jorge Herralde

“El gran ingeniero editorial”. Homenaje a Jorge Herralde. Máster en Edición de la Universidad Pompeu Fabra

Ciudad de México, 21 de julio (SinEmbargo).-Editores, escritores, agentes literarios, libreros y jóvenes estudiantes se han reunido esta tarde en Barcelona para participar en el homenaje a Jorge Herralde, “el gran ingeniero editor”, que ha organizado el Máster en Edición de la Universidad Pompeu Fabra, donde también ha impartido cursos.

Considerado uno de los mejores editores literarios del mundo, Herralde fundó hace 49 años editorial Anagrama, con un catálogo de unos 4.000 títulos y fue su director entre 1969 y 2017, cuando pasó el testigo a Silvia Sesé, tras haber llegado a un acuerdo con el grupo italiano Feltrinelli, que actualmente es el propietario.

El acto ha empezado con la intervención del director del Máster, Javier Aparicio Maydeu, quien ha glosado la figura del homenajeado y ha destacado su “matemático equilibrio entre lo que hay que leer y lo que hay que vender”.

Por problemas familiares, no ha podido asistir Carlo Feltrinelli, quien, sin embargo, ha hecho llegar un escrito sobre su “gran amigo” y “un gigante de la cultura europea contemporánea”.

“En este contexto -ha proseguido Feltrinelli- la obra de Herralde representa aún más una brújula para continuar una aventura necesaria e ineludible”.

Antes de que Herralde tomara la palabra, la subdirectora del Máster, Carlota Torrents, ha rememorado aquel mes de mayo de 1997 cuando se inició el proyecto y el creador de Anagrama protagonizó una clase magistral en la que expuso cómo debía ser un proyecto editorial.

Según el documento, que Torrents guarda plastificado, tiene que ser “coherente, reconocible y riguroso, aunque sin rigor mortis” y también ha de saber “resistir a la ganancia inmediata” y saber decir que no “mejor a un primer libro que a un segundo o a un tercero”, actuando el editor como un “Doctor No”.

No olvidaba en ese escrito la importancia de la promoción, de los agentes literarios, de los cambios tecnológicos y acababa aseverando que es “incompatible” ser a la vez escritor y editor.

Su esposa Lali Gubern, quien le ha acompañado a lo largo de los años, también ha intervenido y ha rememorado cómo en estas casi cinco décadas han tejido relaciones de amistad con otros editores y escritores como Tom Wolfe, Charles Bukowski, con quien vivieron una “desopilante” cena en Los Ángeles, Sergio Pitol, Ricardo Piglia, Patrick Modiano, Kazuo Ishiguro y Richard Ford.

Afiche de la Pompeu Fabra. Foto: Especial

Los estudiantes del último curso del máster han iniciado entonces un turno de preguntas en las que Herralde ha hecho gala de su particular ironía y británico sentido del humor aseverando que nunca se ha arrepentido de haber escogido este oficio y tampoco ha dejado pasar que está “absolutamente vacunado contra las peripecias del ego, viendo y sufriendo el de los escritores, con dimensiones descomunales”.

Ha dejado caer que escoger a Silvia Sesé ha sido uno de los mayores aciertos de su vida editorial”, ha mostrado su preocupación por Amazon, ha negado que Anagrama haya publicado nunca un libro malo y ha bromeado que el consejo que da a un joven que quiera ser editor es que pase antes como becario por Anagrama.

Ya al final, se ha mostrado muy honrado y emocionado con el homenaje, recordando a otros editores con los que ha mantenido una relación de amistad, desde Juan Manuel Lara a Núria Cabutí, y ha reflexionado: “Atravesamos tiempos de incertidumbres en los que todo conspira contra la lectura, las librerías, con concentraciones editoriales cada vez más concentradas, en una sociedad del algoritmo, pero hay más editoriales que nunca”.

A su juicio, “no desaparecerá la pulsión editorial” porque “somos una secta orgullosa e irreductible”.

Antes de terminar el discurso, ha citado a unas cuantas editoriales barcelonesas, desde Janés y Barral, a Lumen, Tusquets o Edicions 62, afirmando que “Barcelona es la patria de la edición en lengua española y literaria” y ha dicho que no podía terminar sin mencionar a cinco de sus autores, ya fallecidos: Carmen Martín Gaite, Roberto Bolaño, Ricardo Piglia, Rafael Chirbes y Sergio Pitol.

Sin ellos, ha concluido, Anagrama y su vida “no hubieran sido las mismas”.

Entre el público había escritores como Sergi Pàmies, Núria Amat, Milena Busquets, Jordi Puntí, Jordi Gràcia, editores como Juan Cerezo, Claudio López de Lamadrid, Joaquim Palau o agentes literarios como Luis Miguel Palomares Balcells y Anna Soler-Pont.

Discurso de Jorge Herralde con motivo del homenaje que le rindió el Master de Edición de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona

Mi relación con el máster de la Pompeu Fabra viene de lejos, de 1997, año en el que di la charla de clausura del primer Curso de Edición, como entonces, modestamente, se llamaba. A partir de ahí, se ha convertido en un referente internacional bajo la batuta de Javier Aparicio Maydeu, quien había sido un lector secreto de Carmen Balcells y estuvo trabajando en su agencia varios años: es bien sabido que ello pone a prueba y curte el carácter más templado.

Luego he participado cada año en algún evento del máster, en general mesas redondas y he comprobado la atención, la curiosidad e incluso la pasión de los alumnos, cuando se abría el diálogo a ellos. Varios de dichos alumnos han colaborado como becarios en Anagrama. Y puedo decir con satisfacción que la argentina Cecilia Sarthe se ocupa ahora de la prensa de nuestra distribuidora en Buenos Aires y que, con toda probabilidad, Ana María Rodado se incorporará a la plantilla de Anagrama el próximo septiembre, después de su valiosa aportación durante este curso.

Pues bien, Javier me telefoneó hace un tiempo y me dijo que reservara esta fecha para el cierre del curso, que sería una sorpresa. Y el mes pasado le llamé yo para preguntarle si tenía que preparar una conferencia o sería formato tertulia o lo que fuese. Es una sorpresa pero te gustará, me dijo misteriosamente, es un secreto. Punto y aparte.

Debo decir que me dejó algo inquieto. Javier es un buen conocedor de la obra de Nabokov, gran experto en tramas retorcidas. Intenté indagar en la editorial pero me topé con un silencio casi absoluto, aunque, atando los escasos cabos, sospeché que quizá Javier estaba iniciando otro máster al servicio del show business, utilizando un formato algo temible, como un cruce de dos concursos televisivos que, hace décadas, tuvieron un notorio éxito como recordarán algunos veteranos: entre Esta es su vida y otro que oficiaba Mario Cabré, Reina por un día, en el que la que la elegida era colmada de parabienes y agasajos y se pasaba el programa sollozando de felicidad. Preocupante, claro.

Pero debo decir que me siento muy honrado, demasiado honrado, por este homenaje, a cargo de cómplices de la edición, de la lectura, del saber. Me emociona el afecto de mis colegas, con los que siempre he tenido, creo, una relación de amistad, colaboración, respeto, fair play.

También he tenido una relación muy cordial con jefazos de los grandes grupos como José Manuel Lara Bosch, Nuria Cabutí, José Creuheras, Pancho Pérez González e Isabel de Polanco. No así con sus felices corsarios, quienes, inagotable chequera en ristre, incursionan muy predispuestos en puertos editoriales ajenos. Omitamos piadosamente sus nombres en esta fiesta. Y recuerdo una película americana en la que, tras la regañina de un severo senador por alguna tropelía, el jefe de policía se disculpa así: “En nuestro oficio a menudo hacemos cosas que se oponen a la cortesía”.

Como bien sabemos, atravesamos unos tiempos en los que todo conspira contra la lectura, contra la edición, contra las librerías (esos oasis ciudadanos). Unos tiempos de enormes complejidades e incertidumbres en tantos ámbitos, sociales, políticos, culturales. Concentración editorial cada vez más concentrada, drásticos cambios tecnológicos, etc., etc., en esta inesperada sociedad del algoritmo. En opinión de Roberto Calasso, en un siglo hemos pasado del Dadá al Big Data. De la subversión total al deseo del control total.

Sin embargo, hay más vocaciones editoriales que nunca, y esto también es un fenómeno global, mientras los editores independientes veteranos siguen al pie del cañón. Editores todos ellos que practican la edición , según la famosa fórmula de Giulio Einaudi, que publican en busca de la excelencia, ésta es su única brújula, sin olvidar, claro está, la supervivencia. No desaparecerán, la pulsión editorial persistirá y los encontraremos diseminados aquí y allá en tantas naciones, una secta orgullosa e irreductible. Sísifos felices, quizá.

Otra profecía aboga por otra realidad: así como en el siglo XX hubo la llamada “generación perdida” americana, Faulkner, Scott Fitzgerald, Hemingway y compañía, ahora se habla de otra “generación perdida” bien distinta. En muchos países los libreros constatan que aquellos lectores entre veinte y cuarenta años han desertado de la lectura. Mientras tanto, como dijo recientemente el amigo Gustavo Guerrero, responsable de la literatura en lengua española en Gallimard, “el campo cultural es como un inmenso estadio lleno de gente gritando, los editores, los escritores, la prensa”.

Bien, pese a estas visibles amenazas, en la famosa disyuntiva que planteó Gramsci, “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”, yo he militado durante décadas en el optimismo de forma estentórea. Ahora sigo militando pero, digamos, de forma algo más afónica.

Como es sabido, Barcelona es la capital de la edición en lengua española y también es la capital de la edición literaria. Quiero destacar los nombres de Janés y de Barral, también Destino, desde la posguerra. Luego el trío de editoriales de los años sesenta, Lumen, Tusquets y Anagrama, entonces diminutas pero que nos colamos en los ochenta en la Champions junto a los grandes grupos con total desenvoltura y bastante éxito. Y ya al final de los noventa y principios del siglo XXI Salamandra, Acantilado, Minúscula, Asteroide, Blackie Books y tantas otras. Y en esta ciudad que tiene la suerte de ser bilingüe y así poder disfrutar de ambos idiomas, en el ámbito de la edición en catalán, la Selecta, Edicions 62, con Castellet al frente, y luego Quaderns Crema, Edicions de 1984, La Campana, la resurrección de Club Editor, y así hasta L’Altra Editorial y también tantas otras, a modo de necesaria carrera de relevos.

Gracias por este homenaje, un homenaje que corresponde en gran parte a los autores reunidos en el catálogo, a los colaboradores editoriales y también a la longevidad propia, peleando por encima de mi peso, utilizando la metáfora del boxeo, con los consiguientes topetazos, empezando por la censura franquista: casi cincuenta años on the road y relativamente ileso, no era previsible.

Pero, regresando a los autores de la editorial, no puedo dejar de mencionar, entre tantísimos, a cinco de ellos, extraordinarios escritores y también muy buenos amigos. Por orden no de aparición sino de tristísima desaparición: la española Carmen Martín Gaite, el chileno Roberto Bolaño, el argentino Ricardo Piglia, el español Rafael Chirbes y el mexicano Sergio Pitol. Sin ellos, ni Anagrama ni mi vida hubieran sido las mismas. Gracias de nuevo a todos.

Tags: , , , , ,

Leave a Reply