Los nuestros

Sí, el nieto 121 es el nuestro: hijo, nieto, hermano, primo, sobrino de esta familia mía que vivió muertes, desapariciones, torturas, exilio, pero que aquí sigue firme, solidaria, cariñosa, convencida de la fuerza de la memoria y de los lazos que teje el amor. Foto: Abuelas de Plaza de Mayo

Sí, el nieto 121 es el nuestro: hijo, nieto, hermano, primo, sobrino de esta familia mía que vivió muertes, desapariciones, torturas, exilio, pero que aquí sigue firme, solidaria, cariñosa, convencida de la fuerza de la memoria y de los lazos que teje el amor. Foto: Abuelas de Plaza de Mayo

“Apareció el nieto 121”, decía el mensaje que me mandó mi primo Ernesto el lunes pasado. “¡Y es el nuestro!”. …el nuestro, dos palabras que resumían cuarenta años de historia. Lo llamé enseguida: “Estoy llorando desde hace dos horas”, me confesó ese hombrón de casi un metro noventa de altura, médico, padre de adolescentes, y que a pesar de eso sigue teniendo la misma cara de asombro ante la vida que cuando era chico, y el mismo corazón. Como se imaginarán, me puse a llorar con él.

Sí, el nieto 121 es el nuestro: hijo, nieto, hermano, primo, sobrino de esta familia mía que vivió muertes, desapariciones, torturas, exilio, pero que aquí sigue firme, solidaria, cariñosa, convencida de la fuerza de la memoria y de los lazos que teje el amor.

En lo primero que pensé fue en esos abuelos que buscaron durante toda su vida al nieto nacido en cautiverio y secuestrado -“apropiado”- por los militares; el nieto al que nunca pudieron abrazar. Los Menna, Irma y Pánfilo, padres de Rina (la mamá de mis primos Ernesto, Esteban y Pablito) y de Domingo (el papá de Ramiro y del nieto recuperado). Los dos asesinados por la dictadura argentina. Los Menna, que se quedaron huérfanos de sus hijos (como se preguntaba el poeta Javier Sicilia, ¿por qué no existe una palabra para nombrar esa orfandad? La más terrible de todas), cobijaron a sus nietos, les dieron tibieza y hogar; a todos, menos al que había nacido en cautiverio. Se sabe que nació en Campo de Mayo, adonde los asesinos de uniforme llevaron a Ana María Lanzillotto, embarazada de ocho meses. A Domingo, el padre, lo torturaron hasta la muerte. A ella la mataron después del nacimiento del bebé. Al pequeño, como a otros muchos –se dice que son más de 500-, le robaron la identidad, le amputaron la memoria, el nombre, la familia. Ahí nació la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Ahí nacieron el dolor y la búsqueda. Pienso en los Lanzillotto, en Ani y su hermana melliza asesinadas, en Albita presa y luego en el exilio. Pero pienso sobre todo en los Menna, porque fueron un poco también abuelos de todos nosotros aquí, en México. Irma y Pánfilo que habían nacido en Palena, un pueblo de menos de mil quinientos habitantes, en la región de Abruzzo en Italia, y llegaron a la Argentina en los años cincuenta con dos niños y un baúl que tenía los hilos, agujas y tijeras del sastre, y toneladas de esperanza.

Siempre me he preguntado qué haríamos en caso de conocer el futuro. ¿Qué hubieran hecho Irma y Pánfilo de haber sabido que ese país que los recibía con generosidad les robaría dos hijos y un nieto? ¿Qué hubieran hecho Rina, Mingo, Ani y los otros 30 mil si hubieran sabido que terminarían asesinados cuando muchos de ellos no tenían aún ni treinta años?

Pero no conocemos el futuro. Afortunadamente quizás. O –y tal vez sea mejor decirlo así- no conocemos nada más allá de la certeza de la muerte.

Tampoco Ramiro, que buscó durante cuarenta años a su hermano, conoce el futuro. “Te damos tiempo, esperemos que sea más corto que largo. Te amamos y no vamos a poner condiciones”, le dijo en la conferencia de prensa que dieron las Abuelas. Como no lo conoce ese chico que nació en un campo de concentración en 1976 y que creció sin saber quién era, sin el cariño –sin las sonrisas, los apapachos, los cuentos, las complicidades- de su familia verdadera; que creció sin saber que lo buscaban desesperadamente.

No conocemos el futuro aunque nos pasamos la vida imaginándolo, planeándolo o temiéndole. Pero tenemos el pasado para sostenernos y mirar hacia adelante. Tenemos la memoria.

Si en el mensaje de Ernesto, la palabra nuestro resumía cuarenta años de vida: del país, de la familia, de cada uno de nosotros, las lágrimas hablaban de una larga historia de trabajo, de esperanza, de pobreza, de injusticias, de honestidad a toda prueba, de generosidad de esos inmigrantes que llegaron a “hacer la América” -nuestros abuelos, nuestros bisabuelos-, y que fundaron, codo a codo con la amada gente de esta tierra, la estirpe de la que venimos. Una estirpe de gente buena. Ésa es la herencia que recibimos. Ésa es la que hoy le transmitimos a nuestros hijos. Ésa es también la del “nieto 121”, el nuestro.

En una época de “ricos y famosos”, mentirosos y corruptos, cuando “resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”, como dice el tango “Cambalache”, es bueno recordar quiénes somos y de dónde venimos.

Ése es nuestro orgullo. Bienvenido a casa, querido.

20 Responses to “Los nuestros”

  1. Pablo Ramos Suárez dice:

    Para toda tu familia, que ha recuperado parte de su historia y de la familia mi deseo para que sigan viviendo con fe y esperanza. Como miembro de la familia humana un abrazo y que sigan siempre como ya lo han vivido: sin perder nunca la esperanza. Hoy, cuando celebre la eucaristía daré gracias a Dios por todos ustedes y por aquellos y aquellas que se aferran a la esperanza, en todo el mundo y en particular en nuestro país, de encontrar a sus desaparecidos y desaparecidas.

  2. Patricio dice:

    Me dejó picado. Dónde y cómo se encuentra el 121 ?

    • Sandra Lorenzano dice:

      Sabemos que está bien, Patricio. Pero todavía nada más. Él necesita hacer su propio proceso, a si propio ritmo: entender su historia, y decidir cuándo quiere el reencuentro con quienes lo estamos esperando.
      Saludos y gracias por tu lectura!

      • El relato es muy bello. Gracias por hacernos partícipes de la felicidad de esas familias, sobre todo cuando tenemos presentes tantas tragedias como las de Argentina -muchas más y durante más tiempo- aquí en nuestro “democrático” país.

  3. Horacio dice:

    Emotivo. Y qué preguntas tan impactantes, realistas y duras: “Qué hubieran hecho Irma y Pánfilo de haber sabido que ese país que los recibía con generosidad les robaría dos hijos y un nieto? ¿Qué hubieran hecho Rina, Mingo, Ani y los otros 30 mil si hubieran sabido que terminarían asesinados cuando muchos de ellos no tenían aún ni treinta años?” Excelente artículo, escrito desde el corazón y la cruda experiencia y realidad.

  4. Livia Alicia dice:

    Sandra: Me tienes conmovida hasta las lágrimas. Que difícil vida la de quien no encuentra a un familiar arrebatado. Me alegra muchísimo que esta búsqueda tenga una recompensa tan feliz. Me recuerda tanto a quienes siguen buscando a sus familiares en este México convulsionado por la mano de asesinos de la paz, cobijados por el Narco-PRI y sus partidos paleros. Apenas estos días estamos conociendo el destino de estos jóvenes veracruzanos devorados por la violencia que impera en nuestra patria. No puedo entender la violencia de estos esbirros y la indignidad de seguirlos protegiendo por parte de esta oligarquía infame. Solo nos queda seguir en resistencia ante tanto dolor. El camino es largo, pero hay que continuar contracorriente evitando que esto continúe sucediendo impunemente.

    • Pedro dice:

      De menos recicle su propaganda monotemática.
      Escribe lo mismo diario : que el narcoprí , televisa , Bucareli , el prián , etcétera.
      Acaso no le pagan con suficientes tortas en la delegación Tlalpan ?

      • Livia Alicia dice:

        Por tus comentarios entiendo que te pagan por opinar y que debes rendir pleitesía a los que te llenan el bolsillo, De verdad que el cinismo que te cargas es poco menos que digno de los asesinos a los que sirves. Mira que ignorar los muertos, los desaparecidos, el dolor, la ausencia, la angustia y el sufrimiento de miles de familias que tienen un familiar desaparecido. ¿Por casualidad tienes hijos o todavía viven tus padres? ¿Como te sentirías si mañana aparecieran destazados en una bolsa como los jóvenes en Veracruz apenas ayer? Que bueno que vives en peñalandia, seguro en las Lomas o en Santa Fé, tienes una graaan cuenta bancaria, debes conducir un jaguar y seguro nadaaa te preocupa, que te importan esos pobres desaparecidos y sus familias, total, ¿A quien chingaos le importan? Quien les manda a vivir en Veracruz, en Guerrero, en Tamaulipas, en Ecatepec, Chiapas, en Coahuila, en Chihuahua, Sinaloa, Guadalajara, la ciudad de México… ¿Quien fregados les mando a ser pobres o migrantes o mujeres o niños? Con respecto a tus ideas de que critico al Narco=PRI porque quiero favorecer a el palero favorito de peñita. El quesque opositor tabasqueño figura porque la runfla de ladrones y asesinos a quienes sirves tan alegremente, son aparte de todo un grupo de imbéciles, incapaces de darle solución a cualquiera de nuestros múltiples problemas, porque lo único que les importa es saquear a nuestro país. Deja de hacerte ependejo y de creer que por ignorar los problemas desaparecen. Recuerda que la verdad, no peca, ha pero como te incomoda ¨Pedro¨ ó como te llames.

  5. Maya Aguiluz dice:

    Magnífico encuentro 121! Nuestro afecto se reanima y vive con este relato tuyo, con tu familia y con quienes aún esperan, Sandra.

  6. Mi abrazo y admiración por esa lucha infatigable y dolorosa que compartimos, querida Sandra

  7. Margarita Aguilar dice:

    Sandra, somos miembros de la familia humana y, como tal, participamos de esa alegría que documentas, Un abrazo fraterno con la esperanza de que el nieto 121 se incorpore dulcemente a la tibieza de los lazos familiares.

  8. HA dice:

    Excelente y felicidades por la aparición del 121.. Que no se olvide en Mexico faltan 123,

  9. Manuel Yarto dice:

    Hermoso que la vida pague tanto esfuerzo, con un regalo mayor a lo que uno es capaz de imaginar.

  10. José Sánchez de la Peña dice:

    En la segunda mitad de los años 70 atestigüé la llegada a México de refugiados argentinos y chilenos, de quienes escuché historias terribles y difíciles de comprender. Me alegra leer que ésta en particular se acerca a un desenlace. Ojalá otras tengan el propio.

  11. Ana dice:

    Conmovedora y esperanzadora, bendita realidad!

  12. alma Delia Chávez dice:

    Enhorabuena, y sí, no todo puede ser malo en está vida, siempre habra algo bueno que nos permita seguir viviendo. Un abrazo al nieto de ustedes.

  13. Marta Pasut dice:

    Cada aparición es un festejo, porque es la confirmación de que la verdad, tarde o temprano, sale a flote. Pero enterarme de que esta le pertenece a una familia amiga es una alegría enorme. Un abrazo grande. Marta

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