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México tiene pocos datos de las mineras: los abusos, el daño, los pueblos fantasma…

sábado, junio 4th, 2022

Entre los más de mil proyectos mineros registrados en México, se desconoce cuántos de ellos son minas cerradas luego de que las empresas terminan de extraer hasta el último mineral en detrimento del agua, aire y suelo de los poblados que quedan en el abandono; sin ninguna fuente de vida ni restauración, plantea el informe “Y después de la mina, ¿qué?”.

Ciudad de México, 4 de junio (SinEmbargo).– Al no haber normativa clara, no hay un número oficial de minas cerradas o suspendidas ni de los pueblos fantasma que han dejado regados de norte a sur como Pilares de Nacozari, Sonora. Desde 2018, de manera voluntaria se han dado de alta ante la Secretaría de Economía y la Cámara Minera de México (Camimex) nueve proyectos concluidos de mineras canadienses, una estadounidense y una británica en poblados de Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Sinaloa, San Luis Potosí, Estado de México y Guanajuato.

En el informe “Y después de la mina, ¿qué?”, colectivos requieren a las autoridades ambientales una política de monitoreo, manejo de desechos peligrosos, restauración y rendición de cuentas luego de que las empresas terminan la extracción y abandonan tajos abiertos profundos, depósitos de jales con residuos tóxicos en agua, aire y suelo, en algunos casos con daños irreversibles.

La foto muestra especies de plantas exóticas que fueron establecidas en vertederos de jales de la mina La Caridad de Grupo México en Nacozari, Sonora. Foto: Así se ve la minería / Laura Verónica Arvizu Valenzuela

El inventario de la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) ubica 585 registros de presas de jales, lo que es un primer paso para tener un control oficial de cierre de minas nacionales y de capital extranjero, pero falta especificar qué metales pesados albergan.

“El abandono a la población —de la minera y del Estado— no es una condición ineludible de la minería, no es normal; podría tener un plan de retiro. Se quedan residuos tóxicos que no permiten que sobreviva nada y nadie se hace responsable de ello”, dijo la investigadora Letizia Silva, coordinadora del informe publicado por las organizaciones ambientales Fundación Heinrich Böll Ciudad de México y Engenera ante la presencia de representantes de la Semarnat.

Un ejemplo es el semiárido Cerro de San Pedro, en San Luis Potosí. En 1996, la Semarnat (antes Semarnap) le dio autorización a la minera de cielo abierto San Xavier, de la canadiense New Gold, de explorar y extraer plata y oro. Aunque los habitantes solicitaron ante tribunal un juicio de nulidad de la concesión por el posible impacto ambiental, no prosperó por un amparo de la minera.

En 2016, luego de haber devastado al cerro que le da nombre al municipio, bajó las cortinas sin un plan de restauración completo.

“¿Cómo van a volver a construir un cerro?”, se pregunta Don Mario Martínez, uno de los habitantes de San Pedro. La minera canadiense, expuso, les dejó 200 millones de toneladas de materiales sulfurosos y otras 100 millones de toneladas de material con cianuro que pueden traspasarse al acuífero.

La minera San Xavier define “cierre de mina” como una rehabilitación que incluye estabilización física del tajo, desintoxicación de los montones y mantenimiento del sitio. Informa que remedió el patio de lixiviados. Pero Don Mario y Alicia, otra habitante de San Pedro, requirieron a las autoridades una normativa actualizada y obligar a la minera a resarcir todos los daños porque, a seis años del cierre, sólo han tapado una parte de la presa de jales “con piedras y cemento”.

“Les rogamos que vayan a ver que nuestro único acuífero está totalmente abatido”, dijo Alicia, maestra de primaria. “¿Cómo nos devuelven la condición de hace 15 años de nuestro acuífero que ahora está contaminado?, ¿de dónde nos va a llegar la vida?”.

PROYECTOS EN SUSPENSIÓN

El ciclo de una minera implica la prospección, exploración, explotación, beneficio y cierre, que va de la mano de la disponibilidad del mineral y viabilidad rentable de extracción.

Pero ninguna normativa ambiental mexicana especifica claramente una política de cierre para los más de mil proyectos mineros existentes por lo que las mineras lo hacen de manera voluntaria, plantea el informe “Y después de la mina, ¿qué?”.

Otra alternativa es la de “postergación”, cuando la compañía decide irse del país un tiempo y regresar en algún momento con una alianza estratégica cuando las condiciones le sean favorables, aunque sin regulación de por medio.

Un tajo a cielo abierto ha provocado la alteración del ecosistema en Mazapil, Zacatecas, y trasplantación de la biodiversidad endémica, donde opera la minera Peñasquito de Newmont Gold Corporation. Foto: Así se ve la minería / Juan Carlos Machorro Morales

“El número de proyectos en ‘postergación’ pasó de menos del 20 por ciento en 2017 a rebasar el 60 por ciento en 2020, lo que nos habla del aumento en actividades mineras paralizadas. Estas son situaciones a las que se enfrentan poblaciones, que no pueden recurrir a una normativa específica que permita un manejo adecuado del sitio durante este periodo”, expone el documento.

De los mil 210 proyectos mineros actuales, en 757 las empresas tienen suspendida la exploración o explotación de minerales, dicho de otro modo, 21 de 26 entidades tienen al menos la mitad de sus proyectos en postergación, particularmente en Sonora (169), Chihuahua (111) y Sinaloa (87).

Hay pocos ejemplos de intentos de cierre. En Álamos, Sonora, una filial de la canadiense Panamerican Silver explotó oro y plata a tajo a cielo abierto desde inicios de 2000 y 15 años después anunció su cierre progresivo. En su reporte de 2017, detalló que la mina pasó a la etapa de remediación en colaboración con las comunidades locales.

Pero la autora del informe, Letizia Silva, hizo un recorrido en mayo de 2018 en la comunidad aledaña Zapote, donde los pobladores le comentaron que hicieron muy pocas obras de remediación (restauración de la iglesia, por ejemplo) y manifestaron su preocupación laboral y de seguridad por las opciones de trabajo más allá de la minería y el posible regreso del crimen organizado.

En contraste, una mina de Grupo Frisco (Carlos Slim) operó a tajo abierto desde 1982 y cerró en 1994 en Noria de Ángeles, Zacatecas. Tuvo una sanción administrativa por daño ecológico por no tratar los suelos contaminados, pero actualmente su concesión sigue vigente, por lo que, observa el informe, un sitio cerrado sin remediación puede estar durante casi 30 años sin operar y sin la obligación de presentar un plan de cierre con la puerta abierta para retornar.

La foto muestra una de las tantas marchas de resistencia a la instalación del Proyecto Ixtaca de la compañía minera Gorrión de Almaden Minerals en Puebla. Foto: Así se ve la minería / María Fernanda Olvera Bataller

La Ley Minera fue reformada en 1992 durante el salinismo y hace unas semanas volvió a modificarse para estatizar el litio, pero no abordó el proceso de cierre, no disminuyó el número de años de un título de concesión ni eliminó la prioridad a la minería por encima de cualquier otra actividad, como ha recomendado el colectivo Cambiémosla Ya, reconoció la Diputada Adriana Bustamante, secretaria de la comisión de Cambio Climático y Sostenibilidad.

A pregunta expresa de SinEmbargo, dijo que los legisladores dejaron ir la oportunidad de reformar integralmente la Ley Minera porque aún no estaba lista la iniciativa que contempla estos cambios sustanciales, la cual estiman presentar en agosto.

“Era importante de manera rápida rescatar el faltante en la Ley [sobre el litio], que fue lo que hicimos después de que no pasara la Reforma Eléctrica. En este momento, llevamos tiempo trabajando con varias organizaciones de la sociedad civil, que defienden el territorio y tienen un contexto muy amplio sobre lo que falta en la Ley Minera, y estamos preparando legislativamente esa iniciativa; no podíamos adelantar un producto aún no terminado en ese espacio de oportunidad que tuvimos de hacer esa pequeña reforma que sí estaba lista para defender al litio”, aseguró.

Las familias dejan todo y huyen. Hay pueblos fantasma. Y como es la guerra invisible, nadie la para

viernes, enero 24th, 2020

La mayoría de los desplazados coincide en que de “nada sirve la presencia del Gobierno, los armados tienen punteros (halcones) y cuando los guachos ya van, ellos se pierden en los cerros, luego los guachos se van y ellos vuelven a salir, el Gobierno sabe lo que pasa, necesitamos que se queden o los combatan para estar en paz”.

Por Lenin Ocampo Torres

San Rafael, Guerrero, 23 de enero (ElSur).-  Los enfrentamientos entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la Familia Michoacana (FM) por el control de Zirándaro, Guerrero, han provocado el desplazamiento de por lo menos mil 700 personas en los últimos dos meses; son pobladores que por miedo han abandonado sus pueblos y se han convertido en los rostros ocultos de una guerra a la que no pertenecen.

La gente sale sin pensarlo de sus pueblos, deja atrás todo lo que por años ha construido, los niños abandonan las escuelas y los hombres el campo. Los animales quedan solos, los pueblos se hacen fantasmas, nadie quiere regresar y por si fuera poco, las autoridades “sólo van a acompañarlos para que saquen sus cosas, pero no para enfrentar a los grupos que toman los pueblos”, juzga Gerzaín Ríos Contreras, comisario de San Rafael, uno de los últimos en ser abandonados.

A Gerzaín le mataron y decapitaron a su hermano durante la incursión de la Familia Michoacana la semana pasada a su pueblo, “se lo llevaron de ahí y lo dejaron muerto en La Calera (una comunidad que se encuentra a más de una hora de San Rafael y a 5 minutos de Zirándaro)”.

Menciona que los pobladores ya están enojados y ya no van a “confiar en nadie, vamos a bloquear carreteras y nos vamos a partir la madre con esos cabrones. Ya no confiamos en el Gobierno estatal, pedimos ayuda al (Gobierno) federal, pero ya no queremos protocolos de por medio. Tenemos cinco meses que pedimos ayuda al gobierno y no nos hace caso”.

Además exigió que el presidente Andrés Manuel López Obrador también visite sus comunidades como “le hizo (con la familia LeBarón) en Chihuahua, que no nos deje solos, porque nosotros votamos por él”.

https://twitter.com/LPueblo2/status/1220550417744121856

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De San Rafael salieron 700 personas luego de los ataques de la Familia Michoacana el día martes 14 de enero por la tarde, hace un mes los pobladores denunciaron en varios medios de comunicación que los grupos armados los querían desplazar y se armaron para defender su pueblo, además pidieron al Gobierno estatal y federal que les mandara resguardo para que eso no pasara.

Este martes por segunda vez los pobladores y el alcalde de Zirándaro, Gregorio Portillo Mendoza, se dirigieron al medio día a las comunidades de La Piedra y Las Juntas que quedan camino a San Rafael, donde también los pobladores salieron por la llegada del grupo delincuencial.

Todas las casas de los tres pueblos se encontraban abiertas, los vidrios rotos, la ropa tirada, los refrigeradores saqueados y algunos animales muertos. Los comercios de San Rafael fueron destruidos, de las tiendas sólo se llevaron las cervezas y algunos alimentos.

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“Llegaron disparando, sólo se escuchó en la comunidad disparos, no nos dio tiempo de salir con nada y caminamos por los cerros desde las 6 de la tarde y llegamos a Guayameo a las 11 de la noche”, platica una desplazada mientras recoge algunas pertenencias.

En las calles del pueblo se observan cientos de cartuchos percutidos de AR-15 y AK-47. En una casa a las afueras del pueblo se camina encima de cientos de ellos “de ahí se disparó a una casa de enfrente, nadie dice quién vivía ahí, pero les quemaron todo” cuenta un policía del estado que acompañó a la caravana de al menos 20 camionetas con pobladores que recogieron lo que pudieron.

La casa que señala era techo de lámina, con paredes de ladrillo y sin puertas. Tenía cinco camas y una mesa con cinco sillas, todo quedó incendiado y de los habitantes nadie sabe nada, tampoco saben si el grupo armado se los llevó.

“El grupo se quedó hasta el lunes, estuvieron abriendo todas las casas, nosotros escuchamos los disparos pero como estábamos lejos de las casas nos quedamos solos, fue un infierno, ya no pudimos salir”, reseña una mujer que se quedó hasta ese día con su esposo en la comunidad.

La pareja de alrededor de 70 años de edad, señala que eran al menos cien hombres armados, estuvieron ahí hasta que “llegó el Gobierno, la verdad (los sicarios) no me dijeron nada, no nos hicieron nada, pero el miedo y el no saber qué hacer nos puso mal, se me entumió mi pierna y sentí que mi lengua se hacía nudo”, murmura llorando en la plaza central de Guayameo, donde en los últimos meses han llegado los desplazados de las comunidades de Los Alacranes, Sal Si puedes, Pueblo Viejo, Parajes, Guacamayas, La Barranca, La Piedra, Las Juntas del Manguito, El Poleo, El Guajolote y San Rafael.

La mayoría de los desplazados coincide en que de “nada sirve la presencia del Gobierno, los armados tienen punteros (halcones) y cuando los guachos ya van, ellos se pierden en los cerros, luego los guachos se van y ellos vuelven a salir, el Gobierno sabe lo que pasa, necesitamos que se queden o los combatan para estar en paz”, exclama un desplazado mientras echa gasolina a su camioneta para salir con sus cosas.

San Rafael queda a dos horas de distancia de Zirándaro, para llegar ahí se tiene que pasar Guayameo y subir más de 20 kilómetros de terracería que se convierten en una hora por las malas condiciones del camino. Durante el recorrido se observa a los ganaderos arreando sus animales para sacarlos y poder venderlos “para tener dinero por unos meses”.

En las calles del pueblo se observan cientos de cartuchos percutidos de AR-15 y AK-47. Foto: El Sur

Los pobladores ya están enojados y ya no van a “confiar en nadie”. Foto: El Sur

Otras personas llegaron por su maíz, entre niños, mujeres y hombres llevaban los costales para subirlos a dos Torton que esperaban con el cargamento. “Nos alcanza para dos meses, estos amigos no se los llevaron, prefirieron llevarse las cervezas y el mezcal” comenta un agricultor mientras aplica los nudos a los sacos para aventarlos a los camiones.

San Rafael es “uno de los pueblos más productivos de la región y del estado, producen maíz y ganado; es el que más da en el municipio, si se nos cae habrá otro tipo de crisis” lamenta el alcalde Portillo Mendoza mientras camina por una tienda saqueada que era la más grande y abastecía de vivires a los pueblos vecinos.

La mayoría de los desplazados coincide en que de “nada sirve la presencia del Gobierno”. Foto: El Sur

De San Rafael salieron 700 personas luego de los ataques de la Familia Michoacana. Foto: El Sur

“Estamos viviendo una crisis humanitaria, tenemos cientos de personas durmiendo en el piso, niños menores que no tienen la forma de subsistir, las familias aquí dejaron todo, hay falta de alimentación” y exigió al gobierno federal una base del Ejercito y la Guardia Nacional para que los desplazados regresen a sus comunidades.

Los desplazados regresaron a Guayameo antes de oscurecer, en sus camionetas cargaron colchones, lavadoras, juguetes, ropa, víveres y retratos; muchos llegaron sin la esperanza de regresar a sus casas, “no creen en las autoridades” dice un desplazado y finaliza con un “aquí vamos a dar balazos, no abrazos”.

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