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RESEÑA | Jenisjoplin: una joven activista en búsqueda de pasiones extremas descubre que tiene VIH

sábado, diciembre 12th, 2020

Nagore o “Jenisjoplin”, como la llama su padre, vive en un pueblo industrial vasco y a sus 28 años lucha con pasión contra la autoridad. Siempre amando con prisa y dispuesta a todo, cuando descubre que es seropositiva deberá negociar consigo misma y con el mundo para deconstruir su idea de lucha y de placer.

Con una escritura ágil y gran destreza en los diálogos, esta es una apasionante novela sobre el País Vasco en un contexto sociopolítico cambiante, a través de los ojos de una joven de izquierdas, y también un análisis del VIH/Sida desde el cuerpo de una mujer llena de vitalidad.

Por Ricardo Martínez Llorca

Ciudad de México, 12 de diciembre (Culturamas).- El realismo puede resultar lo menos creíble. Existe un alto riesgo de no tomarnos en serio lo que le sucede a nuestro vecino del piso de arriba cuando lo vemos reflejado en una narración. Unos días normales, agitados por una serie de sucesos que arrancan de la realidad y que son los mismos que la sacuden, pueden hacernos pensar que no, que esas cosas no suceden.

Como pueden no estar sucediendo esos diálogos que parten de algo que uno puede llamar miedo -miedo a la enfermedad crónica, a la que llevó a la muerte a tanta gente pero que en el año 2010 no tenía el mismo rostro-, en los que la generosidad de la autora da voz a los protagonistas.

Son conversaciones a pie de calle, sin ánimo de deslumbrar, de buscar esa frase que cierre cualquier diálogo, ese aforismo que nos deje con la pregunta destrozada en la mano. A veces hay que programar con cuidado los momentos en los que se sustituye la voz del narrador por los instantes de conversaciones, pues no resulta sencillo salir de ellas no transformados, y que los personajes no sean los mismos al final de la diminuta tertulia. Aunque en este caso, en Jenisjoplin, esa impresión obedece a un deseo de profundizar en un retrato, que es lo que pretende Uxue Alberdi (Elgoibar, 1984) en esta novela.

Con una sencilla estructura itinerante, entre unos escenarios urbanos que no son los que invierten la acción, pero sí los que condicionan, y con una redacción en la que se impone la versión correcta antes que cualquier alarde gratuito de prosa, asistimos a una construcción de la identidad minuto a minuto.

Porque las circunstancias, el entorno, no ofrecen ocasión de descanso y necesitamos afirmarnos sobre unos cimientos que nos cuesta tanto mantener, unos cimientos que deberían ser morales. A la hora de la verdad somos construcción social y la sociedad en la que vivimos no ofrece registros de consuelo. Los sofás donde descansa la convivencia están colocados junto a los verdaderos amigos, que se reducen a media docena si uno ha tenido suerte o se ha forjado buena suerte.

Uno tiene la impresión de que esta joven Jenisjoplin está poseída por un malestar social que no sabe identificar y cuya cura es descubrir que no hemos dejado de ser naturaleza. Se mueve en un mundo artificial, falso, en una farsa, y lucha, constantemente, por mantener la cordura.

El sida será el detonante, una bomba que tiene algo de anacrónico. Pero es que los anacronismos balsámicos son la fuente de la que beben los personajes, unos seres, sobre todo la protagonista, que sienten nostalgia por un mundo que no conocieron…

Ella se define como alguien con espíritu de los ochenta, como alguien que debería haber sido joven en esa década, un tiempo donde España intentaba recuperar los años sesenta del mundo occidental. Se nos remite así a un tiempo doblemente fuera del presente, como demuestra ese afán por liberarnos sexualmente, una culpa que sigue agarrada a nuestra nuca como si de verdad floreciera el pecado original al nacer .

Jenisjoplin busca pasiones extremas. Tiene una edad complicada, una edad en la que a uno le presiona demasiado esa necesidad de hacerse mayor, de tomar las riendas de la propia vida, de dar por finalizada la adolescencia, que todavía nos acaricia con el rabo de Satanás, para bautizarse en el mundo adulto. Es posible que esa sea la clave de esta novela: que podría estar sucediendo en el piso de arriba.

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PERFIL | Arantxa Urretabizkaia: Historias de la infancia cuando Franco era eterno

sábado, enero 30th, 2016
Miembro de una generación sometida a todo tipo de reglas. Foto: Especial

Miembro de una generación sometida a todo tipo de reglas. Foto: Especial

“Mi generación vivió una sociedad absolutamente reglada, con prácticamente cero libertad, cero opción. Todo estaba determinado por leyes escritas y por leyes no escritas, pero que había que seguir a rajatablas como si estuvieran escritas”, dice la autora sobre su libro Retratos en blanco y negro

Por José Antonio Monterrosas Figueiras

Ciudad de México, 30 de enero (SinEmbargo).-“Lo que quiero contar en este libro tiene su inicio en 1947 y su final en torno a 1960. El elemento fundamental del relato es mi infancia, pero no es eso lo que quiero contar. Es más, hay muchas cosas concretas de mi infancia que no quiero contar, y no las contaré. Otras, sin embargo, se me han olvidado; mi memoria las ha borrado de los márgenes de mi cerebro. Al fin y al cabo, las cosas las recordamos siempre a nuestro modo, según los caprichos del cerebro de cada cual. Esta es mi intención: he situado en mi infancia un visor, con él he hecho unas fotos al pasado y con esas fotos deseo relatar cómo ha sido educada la generación que hoy está a las puertas de la vejez, cómo fue su vida en aquella época, aquellos años, en torno a una familia euskaldun, euskaltzale, antifranquista, cristiana y trabajadora que vivía en un humilde barrio de las afueras de San Sebastián”, explica Arantxa Urretabizkaia, autora de Retratos en blanco y negro (Editoria Pamiela, 2015)

En mi casa Franco era malo. Yo supe en torno a los cinco o seis  años que en mi casa Francisco Franco era malo y supe paralelamente que eso no se podía decir fuera de casa. Que fuera de casa había que respetar las normas. Mi padre había luchado en la Guerra Civil, había perdido, había estado condenado a muerte, había estado preso durante mucho años. El primer libro que nos regalaron en la escuela había nacido de Franco. Franco estaba en todas partes, en todos los edificios, en las monedas. Franco era omnipresente.Es precisamente a partir de los sesenta donde el armazón empieza a reventar de alguna manera. Aunque Franco murió matando. Pocos meses antes de morir él fusiló a cinco personas, así que hasta el final se mantuvo. Hubo un tiempo en que pensamos que Franco entre sus virtudes tenía el don de la eternidad

Escritora y periodista nacida en el País Vasco, dice que no es muy reflexiva y que “va por intuición”. Para la también guionista de cine hay dos tipos de personas en el mundo de las letras, estos son los pájaros y los ornitólogos. “Yo soy pájaro y no sé nada de ornitología”. Una referencia a que la interpretación de lo que ella escribe se lo deja a los lectores: “Yo canto y que los ornitólogos digan qué le pasa a mi canto”.

Su libro —escrito en euskeda y traducido al español— contiene “la descripción de las personas que son protagonistas o secundarias y la descripción del marco físico en que ocurren los retratos del dictador Francisco Franco (1892-1975), la iglesia, la lengua; también sobre la ropa, las comidas”, como si colocara una cámara y retratara cada una de las parcelas que cuenta.

Un libro estremecedor y necesario. Foto: Especial

Un libro estremecedor y necesario. Foto: Especial

Para la autora de 68 años, el pasado no fue más libre que lo que vivimos hoy. Ella advierte que antes se estaba “absolutamente subordinado a la iglesia y los militares. Tener un hijo fuera del matrimonio, por ejemplo, “era algo que te condenaba a vivir fuera del rebaño”.

“La sociedad en la que viví”, agrega esta mujer madura de zapatos de colores, “era una sociedad mucho más represora que la actual, enormemente sometida al poder militar y religioso”.

“No le veo ventaja ninguna al pasado”, insiste.

“No sé lo que pensarían los jóvenes pero si hubieran vivido en donde viví, no creería que la liberad se ha reducido”, reconoce.

Su padre  fue “un hombre roto por las circunstancias políticas que resistió hasta el final”; resumido en un dicho árabe explica: “siéntate a la puerta de tu casa, ten paciencia y verás pasar el cadáver de tu enemigo”, pero pasó su cadáver antes que el del enemigo; su progenitor murió antes que Franco.

“He pretendido ir más allá de lo político y por eso el cuerpo tiene un capítulo, lo que comíamos tiene un capítulo. He pretendido ir a la vida diaria más allá de la política”, explica.

Retratos en blanco y negro habla de lo que es permisivo y no.

“Mi generación vivió una sociedad absolutamente reglada, con prácticamente cero libertad, cero opción. Todo estaba determinado por leyes escritas y por leyes no escritas, pero que había que seguir a rajatablas como si estuvieran escritas”, afirma.

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Quién es Arantxa Urretabizkaia: Se dio a conocer en el ámbito de la literatura con el extenso poema titulado “San Pedro bezperaren ondokoak” (Consecuencias de una víspera de San Pedro), publicado en 1972. Diez años más tarde fue galardonada con el Premio Nacional de la Crítica por su segundo libro de poemas, Maitasunaren magalean (En el seno del amor). De ambos libros cabe resaltar su lenguaje intimista y su demostración de amor a la naturaleza.

En su faceta de narradora ha cultivado la literatura infantil y juvenil y ha escrito también varias novelas. Zergatik Panpox (¿Por qué, Panpox?), publicada en 1979, es una narración formada por los monólogos de una esposa abandonada, que tiene un hijo al que llama Panpox. Le siguieron Aspaldian espero zaitudalako ez nago sekula bakarrik (Porque te espero desde hace mucho tiempo, no estoy nunca sola, 1983) y Saturno (1987), una melancólica novela sobre los afectos cuya versión en castellano (1990) obtuvo un éxito notable.

Licenciada en historia y miembro de la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia), ha trabajado como periodista en Euskal Telebista y en diversos periódicos y medios de comunicación.