Posts Tagged ‘Kyoto’

“Hay una vida de los muertos y ellos viven a través de nosotros”, dice Muriel Barbery

sábado, septiembre 4th, 2021

Muriel Barbery, que este día participa en el Hay Festival Querétaro, comparte en entrevista con SinEmbargo una serie de reflexiones entorno a su novela Una rosa sola, una travesía a través del mundo natural y místico de Japón.

Ciudad de México, 4 de septiembre (SinEmbargo).– La escritora Muriel Barbery explora en su más reciente novela Una rosa sola (Seix Barral, 2021) la trascendencia del mundo natural y espiritual sobre el humano, y lo hace a través de un recorrido por Kyoto, Japón, a donde su protagonista Rose viaja para enfrentar el duelo de un padre que no conoció al tiempo que revisa hacia su interior y pasado.

“Cómo se enfrenta uno a la pérdida y cómo se vive después con estos seres que se fueron. Lo descubrí en conjunto con Rose, porque no sabía cómo iba a enfrentar ese duelo. Es algo extraordinario. Cuando se escribe, nuestros personajes nos enseñan cosas sobre nosotros mismos. Entendí, y Rose también lo entendió, que hay una vida de los muertos y ellos viven a través de nosotros”, comenta la autora, que este día participa en el Hay Festival Querétaro, en entrevista con SinEmbargo.  

Barbery ahonda además en su novela sobre la influencia que tiene en las personas su linaje. De hecho, comparte que es una cuestión en la que ha indagado y sobre la cual seguirá pensando durante mucho tiempo más: “Escribo novelas precisamente para intentar responder a esa pregunta”. 

“Durante mucho tiempo pensé que nuestras raíces importaban poco, pero con la madurez me he dado cuenta de todas las herencias invisibles que recibí. Una fuerza de la transmisión muy importante que descubrí con el tiempo es que lo que es invisible o lejano no por ello tiene menos fuerza, todo lo contrario”, señala.

En Una rosa sola, Muriel Barbery introduce cada capítulo con una parábola que bien podría formar parte de la mitología japonesa, pero que en realidad fue ideada por la propia escritora como parte de un dinámica en la cual logra mostrar la transformación de Rose a través de la metáfora de las flores.

“Crecí en el campo, en medio de la naturaleza, por lo que gran parte de mi inspiración viene de ahí. Siempre he pensado que la escritura es una manera de relacionarme con la naturaleza. Cuando llegué a Japón viví una relación con la naturaleza muy distinta que la de los occidentales, lo que me trastocó mucho. Mi relación con la naturaleza es estética, pero también espiritual, lo cual es muy fuerte en Japón”, menciona.

Una rosa sola. Foto: Cortesía Grupo Planeta.

***  

—Es notable la claridad con la que describes a Japón. Tengo entendido que viviste un par de años ahí. ¿Volviste a estas tierras para escribir Una rosa sola o cómo es que lograste hacer una descripción tan vívida de Kyoto?

–Viví allá en 2008 y 2009, dos años estuve, y luego seguí regresando con cierta frecuencia. Me gusta mucho sacar fotos, tengo centenares de fotos de mis lugares favoritos en Kyoto. Usé fotos también para recordar ciertos lugares, pero los sitios que describo en el libro los conozco muy bien porque estuve ahí decenas de veces. 

—En Una rosa sola los textos que introducen a cada capítulo parecieran mostrar la trascendencia ancestral de la naturaleza sobre el ser humano, incluso la misma Rose en su viaje a Japón queda cautiva ante esta fuerza natural. ¿Qué hay detrás de esta relación con el mundo natural, incluso espiritual, en tu novela?

–Quiero hacer una pequeña introducción sobre las parábolas que introducen los capítulos. Cuando salí de Francia me sorprendió que los lectores pensaban que me había inspirado en la mitología japonesa, pero todo lo inventé yo misma. Lo que quería era poner en escena la transformación de Rose a través de la metáfora de las flores. Crecí en el campo, en medio de la naturaleza, por lo que gran parte de mi inspiración viene de ahí. Siempre he pensado que la escritura es una manera de relacionarme con la naturaleza. Cuando llegué a Japón viví una relación con la naturaleza muy distinta que la de los occidentales, lo que me trastocó mucho. Mi relación con la naturaleza es estética, pero también espiritual, lo cual es muy fuerte en Japón.  

—Tanto el viaje de Rose a Japón, como su posterior travesía espiritual, tienen un punto de partida: el duelo. ¿Cómo se renace a partir de un duelo, cómo se aprende a vivir con la ausencia de nuestros seres queridos? 

–Era precisamente la cuestión a la que quería enfrentarme en esta novela. Es una cuestión muy importante para mí y para todos: cómo se enfrenta uno a la pérdida y cómo se vive después con estos seres que se fueron. Lo descubrí en conjunto con Rose, porque no sabía cómo iba a enfrentar ese duelo. Es algo extraordinario. Cuando se escribe, nuestros personajes nos enseñan cosas sobre nosotros mismos. Entendí, y Rose también lo entendió, que hay una vida de los muertos y ellos viven a través de nosotros.  

—A su vez, tu novela toca otros puntos muy hondos como son la soledad y la nostalgia. Rose por momentos pareciera querer escapar de ellos. ¿Es posible rehuir a todas estos sentimientos, o nuestra misma esencia los requiere para entenderse a sí misma?

–Es el tema de toda una vida para cada uno de nosotros. Es algo extraordinario para Rose porque cambiando de país se transforma ella misma. Piensa si esos cambios importantes en una vida son posibles. 

—Rose recurre constantemente a su pasado, incluso pareciera que lo vive en el presente, con su viaje vive un legado que no es suyo, hablo del de su padre. ¿El pasado de nuestras raíces es determinante en lo que somos?

–Eso me lo he preguntado toda la vida y me lo seguiré preguntando durante mucho tiempo. Escribo novelas precisamente para intentar responder a esa pregunta. Durante mucho tiempo pensé que nuestras raíces importaban poco, pero con la madurez me he dado cuenta de todas las herencias invisibles que recibí. Una fuerza de la transmisión muy importante que descubrí con el tiempo es que lo que es invisible o lejano no por ello tiene menos fuerza, todo lo contrario. 

—Por último Muriel. Pensaba cómo tu narrativa te envuelve en esa dinámica entre el mundo natural y el mundo interior del ser humano. ¿Cómo vivir esta experiencia en carne propia en un mundo cada vez más desapegado de la naturaleza y que con las nuevas tecnologías se rehúsa a ver hacia dentro de cada uno?

–Muy buena pregunta y totalmente actual. Siempre que me alejo de la naturaleza sufro mucho. La modernidad ha ofrecido al ser humano un corte cada vez más grande con la naturaleza. Cuando llegué a Japón me conmovió mucho la relación de los japoneses con la naturaleza. Mucho más en lo tradicional porque el Japón moderno no es muy ecológico. En las tradiciones asiáticas, especialmente las japonesas, el pensamiento no es que la naturaleza nos pertenece, sino que formamos parte de ella. Eso es fundamental para tener una vida humana de verdad.  

FOTOS | Japón, un viaje al otro lado del mundo

viernes, mayo 18th, 2018

Como lo dijo alguna vez Anthony Bourdain, Japón es un país en donde todo habla. El semáforo, los anuncios publicitarios, el Metro… ruido, voces, música, todo el tiempo. Pero es también un país silencioso, desde los templos hasta el transporte público, impera el respeto por el otro.

Es un país de tradiciones arraigadas pero también de oficinistas tirados a media calle después de una borrachera. El país de la perfección y la exactitud que se ha tenido que reconstruir por las guerras y desastres naturales, de los 7 Eleven en cada esquina, de los souvenirs, de los amuletos y los buenos deseos. La potencia mundial que no tiene ni una sola basura en el suelo pero tampoco basureros en las calles. Un país que todo aquel que tenga posibilidad, debería de visitar.

Ciudad de México, 18 de mayo (SinEmbargo).– Puede sonar a cliché, pero ir a Japón sí parece dar un viaje en el tiempo, no tanto al futuro tecnológico de robots parlantes y gadgets fuera de lo común, sino a un conjunto de ciudades y pueblos que han sabido mantener y si es necesario, reconstruir su historia.

Desde la llegada todo es confuso y difícil de entender, pero la perfección y puntualidad con la que funcionan trenes, autobuses, máquinas y hasta seres humanos, hace todo más fácil. Sin olvidar la amabilidad y disposición para ayudarte de los japoneses. Si hablan inglés o te dan instrucciones en su idioma, al final, por alguna razón, los comprendes.

Ramen, wagyu, taiyaki y más comida japonesa. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Pero no será una crónica del paso de 11 días en algunas ciudades niponas, y aunque mencionaré algunos básicos que se pueden encontrar en cualquier guía de viaje, el objetivo de este texto es compartir algunos consejos que me hubiera gustado que alguien me diera.

Considero que Japón, a diferencia de países europeos o ciertas capitales de Estados Unidos, es un sitio para sorprenderse. Sabes que hay templos, castillos, torres, cocina singular, videojuegos, Hello Kitty, un mundo de gente y anuncios neón por todos lados… pero no hay una Torre Eiffel, una Estatua de la Libertad (un momento, sí hay una) o un Coliseo Romano que has visto en los libros y películas toda la vida. Lo cual le da la gran ventaja de sorprender aun a los más versados en la cultura oriental.

Un little New York en la isla artificial de Odaiba. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Es el tipo de lugar en el que quieres tomar fotos de todo: del mapa del Metro, de los anuncios pegados en las paredes, de la gente, de la comida, de las calles, de las casas, de los coches, de los paisajes. Un lugar en el que te puedes perder sin entender nada y a pesar de eso sentirte seguro.

LO QUE HAY QUE SABER

UN ITINERARIO

Un viaje largo siempre requiere un itinerario bien organizado y en el caso de Japón, sobre todo al momento de visitar Tokio, es necesario. Uno de los recorridos recomendados puede ser ir primero a lo más lejano, o sea Kioto, de ahí a Hiroshima, la isla de Miyajima, Osaka y finalizar en Tokio, con opción de visitar lugares cercanos como Kamakura, Yokohama y Fuji.

La fantasía otaku se encuentra en Akihabara. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

INVESTIGACIÓN PREVIA

Es importante tomar en cuenta los días festivos locales, pues aunque en algunos lugares puede haber eventos especiales, otros pueden permanecer cerrados. También, revisar los horarios de museos, mercados y otras atracciones como la Torre de Tokio o el Sky Tree, dos de los miradores más conocidos.

COMPRAR EL JAPAN RAIL PASS

Esta especie de pasaporte sirve para transportarse por un periodo de siete, 14 y 21 días por las líneas de trenes JR (incluido el tren bala llamado Shinkansen), que recorren todo el país. Se adquiere por internet y llega en cuestión de días vía correo tradicional con un costo de entre 5 mil y 10 mil pesos, según el tiempo adquirido.

El interior de uno de los vagones del Metro de Tokio. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

WIFI PORTABLE

En los mismos sitios donde se compra el JR Pass, está disponible un Pocket Wifi, que es un pequeño artefacto recargable, que dota de internet hasta a 10 dispositivos al mismo tiempo y cuesta en promedio unos mil 500 pesos para 15 días. Ese se recoge en el aeropuerto de Narita y se devuelve en algunos de los buzones de correo del mismo lugar. Es necesario sobre todo para ver direcciones y mapas.

Todo es matcha: helados, galletas, dulces, cervezas, panes… Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

LLEVAR EFECTIVO

Sí, es el primer mundo y más allá, pero por cuestiones de cultura para los japoneses es más común usar dinero en efectivo que pagar con tarjeta. No te confíes, incluso en Tokyo hay restaurantes y tiendas donde no las aceptan. Hay muchos donde sí, pero es mejor no quedarse sin yenes.

LA COMUNICACIÓN

No, no todos hablan inglés, pero tampoco ocurre que nadie hable “porque no les gusta”. Los japoneses parecen ser amables por naturaleza y harán grandes esfuerzos para apoyarte, además, con las personas dedicadas a los servicios y que suelen tener contacto con turistas, la comunicación fluirá sin problemas.

Matsubara Dori, el vistoso camino para llegar a Kiyomizu-dera. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

EL CLIMA

Los pronósticos son muy acertados, si dice que habrá un tifón nocturno, lo habrá. Y no es cualquier cosa, son lluvias y vientos extremos, que no durarán más que algunas horas y al día siguiente dejarán el cielo despejado y el sol a su máximo, pero mientras, lo mejor es resguardarse.

LOS ZAPATOS

Es verdad, al entrar a una casa japonesa es necesario quitarse los zapatos, por lo tanto, lleva calcetines decentes y aguantadores.

LOS MUST

El Kinkaku-ji o Pabellón de Oro, en Tokyo. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

En Kioto: Arashiyama (bosque de bambúes), Templo Kiyumizu-dera y las calles de alrededor, Fushimi Inari Taisha, templos de playa y de oro Ginkaku-ji y Kinkaku-ji, estación de Kioto.

Fushimi Inari Taisha, uno de los lugares más famosos de Kioto. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

El museo y parque de la paz de Hiroshima y la isla de Miyajima.

Hiroshima, el antes y el después. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

En Osaka: Castillo de Osaka, Dōtonbori y Shinsekai.

Shinjuku, un barrio comercial y de diversión. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Tokio y alrededores: Buda de Kamakura, Cosmo World de Yokohama. Shibuya, Akihabara (paraíso otaku y gamer), Shinjuku, Estación de Tokio, Ginza, Takeshita Street, Skytree, Tokio Tower, Mercado Tsukiji, templo Senso Ji y Roppongi (¡Godzilla!).

Uno de tantos Budas que se pueden encontrar en los templos. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

LOS HALLAZGOS

Nigiri y sashimi en uno de los restaurantes de la Estación de Tokyo. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

7 ELEVEN

Después de investigar un poco y básicamente, de ver un 7 Eleven en cada esquina, supe que Japón es el país con mayor cantidad de estas tiendas en el mundo y es, desde 2005 una empresa nipona.

A diferencia de en México, allá tienen dos líneas de comida llamadas Seven Premium y Seven Premium Gold, en las cuales impera la calidad y la frescura, no son simples sándwiches congelados, son pan recién hecho, onigiris rellenos o las tradicionales cajas Bento.

Es decir, las tiendas de conveniencia (también está Family Mart y Lawson) son una excelente opción para alimentarse. Ah sí, hay wifi gratuito, cajeros y baños.

HOT CAKES

Hablando de, en el Seven venden un paquete de cuatro pequeños hot cakes (o pancakes) que son los mejores antes probados, pues –siempre un paso adelante– tienen relleno de miel de maple y mantequilla, lo que los hace suaves, dulces y deliciosos.

OSAKA

Osaka, con sus anucions parlantes y enormes animales en las fachadas. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Esta ciudad, específicamente los barrios de Dōtonbori y Shinsekai, me mostraron el Japón que más esperaba. El de los anuncios iluminados que dejan en vergüenza a Times Square, el del bullicio, el ruido, los animales gigantes afuera de los restaurantes, los takoyakis, las tiendas, lo raro.

El distrito de Shinsekai, en Osaka. Antes considerado uno de los más peligrosos de Japón. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

SOUVENIRS

Es necesario mentalizarse que se invertirán varios (muchos) yenes en souvenirs: desde las cajas de Kit Kat de sabores, los amuletos que se compran en los templos, la ropa, los abanicos, las figuras de Estudio Ghibli, el matcha, el Pikachu de recuerdo, los dulces, la sombrilla, las galletas y una lista casi interminable de objetos que se quieren traer de vuelta.

¡SÍ ES BARATO!

El chef muestra un corte Wagyu, en la ciudad de Kobe. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Airbnb vino a facilitar la vida de los viajeros. En el caso personal, el hospedaje en cuatro ciudades a lo largo de 11 días no sobrepasó los 3 mil 500 pesos. Claro, eran espacios reducidos y dormías sobre colchonetas o tatami, pero contaban con lo necesario y estaban bien ubicados.

La comida también es barata, sobre todo porque hay mucha que se vende en las calles o en cadenas de fast food, sin embargo, para comer en restaurantes tampoco es necesario pagar precios exorbitante. Por ejemplo uno de los platillos más costosos fue un plato de carne wagyu, vegetales, ensalada, arroz y una cerveza en un restaurante de la ciudad de Kobe, por alrededor de 800 pesos.

Algunas de las cervezas de las distintas ciudades visitadas. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Las cervezas rondaban entre los 200 y 350 yenes las latas grandes, o sea, entre 35 y 65 pesos.

Lo que puede resultar caro es el Metro de Tokio, pues se cobra por distancia y es una ciudad grande.

MIYAJIMA

Miyajima, una isla donde los venados viven libremente. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

A media hora de Hiroshima (también una ciudad imperdible) está la isla de Miyajima, conocida por los venados que pasean libremente por las calles y por el Santuario Itsukushima, un torii en medio del mar. Es bonito, se sabía, pero también aguardaba algunas sorpresas.

En primera, la casa de huéspedes Mikuniya, un hotel tipo ryokan totalmente tradicional. La habitación parecía salida de una película, los baños retaban al pudor y la amabilidad de los anfitriones era desmedida.

Una de las habitaciones de la casa de huéspedes Mikuniya, en Miyajima. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Luego, parecía el lugar ideal para tener una experiencia kimono y lo fue. Nuestras nuevas amigas de Okeiko Japan se encargaron de vestirnos y arreglarnos con la vestimenta tradicional, para luego pasar a la cocina y enseñarnos a hacer onigiris. Bromearon, hablaron de Teotihuacán y de Cancún, nos tomaron fotos, todo por 4 mil 500 yenes, o sea unos 800 pesos.

Aunque es un lugar muy tranquilo y los restaurantes cierran temprano, había un oasis cervecero, o sea una máquina despachadora de cerveza, pues sí, en Japón este tipo de artefactos se encuentran por todos lados y bien pueden vender café o cigarros, que un helado recién hecho.

La pagoda de cinco pisos.

UNA BULLA SHIBUYA

El famoso barrio de Shibuya. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Este barrio de Tokio es famoso por su cruce, tiendas y anuncios luminosos. Ahí también hay gran cantidad de karaokes, bares y antros. Sin embargo, la fiesta está también en las calles y un viernes en Shibuya implica perder el Metro (que deja de pasar a la 1) y mezclarte con locales y extranjeros que decidieron quedarse ahí hasta las 5 de la mañana del día siguiente.

Hay chicos con letreros de “free hugs”, grupos que bailan en círculo, oficinistas caídos con sus pertenencias intactas, españoles que se fueron a probar suerte y también mexicanos perdidos alrededor de la estatua del perro Hachiko.

Por ahí hay una tienda llamada Don Quijote o Mega Donki, que además de estar abierta las 24 horas, es libre de impuestos. Ideal para comprar cualquier tipo de alcohol, comida, dulces y souvenirs.

EL MEJOR RAMEN

El buda de Kamakura. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Ese se probó en Kamakura, un pueblo a hora y media de Tokio conocido por su Buda gigante. Además de tener calles y casas pintorescas y vender jabones gelatinosos, tienen un muy buen ramen para aquellos que les gusta el picante.

YOKOHAMA

No está de más pasar por Yokohama. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

Entre Tokio y Kamakura está la ciudad de Yokohama, la más habitada del país después de la capital, la cual fue un excelente hallazgo pues se suele escapar de las guías de viaje. La principal atracción es el Sky Garden de la torre Land Mark, desde donde se puede ver la metrópoli, especialmente el parque de diversiones Cosmo World con una famosa montaña rusa que “desaparece” en el suelo y su rueda de la fortuna que cambia de colores.

GOLDEN GAI

A diferencia de Pontocho, en el barrio de las geishas de Kioto, que se presume como un buen callejón para comer rico y a buen precio (es caro, te cobran por sentarte y en el restaurante que comimos no estaba nada rico). El callejón Golden Gai, en Shinjuku, Tokio, caímos en el Bar Araku.

Esta calle está formada por pequeños bares y restaurantes que los locales frecuentan y suelen saltar entre varios de ellos en la misma noche.

El interior de uno de los bares de Golden Gai, en Shinjuku. Foto: Daniela Medina, SinEmbargo

 

¡Arigato gozaimasu, Japón!

Kyoto en dos días: guía para descubrir la capital espiritual de Japón

viernes, septiembre 23rd, 2016

Templos, antiguos barrios, castillos, palacios, jardines y geishas forman un mosaico que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en la llamada “Ciudad de los mil tiemplos”.

Por Viajar Ahora

Ciudad de México, 23 de septiembre (SinEmbargo/ElDiario.es).– Kyoto es conocida como la ciudad de los mil templos. La antigua capital de Japón aún hoy ostenta el título honorífico de centro cultural y espiritual del país. Su impresionante colección de santuarios sintoístas y templos budistas; sus barrios de geishas repletos de callejuelas encantadoras y recoletos restaurantes, sus palacios y castillos bien merecen un par de jornadas. Pero la mayoría de los viajeros apenas pasan uno o dos días en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. Viajar Ahora te propone un recorrido resumen para dos días en Kyoto que te da pistas sobre lo más destacado; lo que nadie debe perderse.

DÍA 1

9:00 Templos y jardines

Algunos sitios icónicos de kyoto, incluida la Torre (abajo a la derecha). Foto: Wikimedia

Algunos sitios icónicos de kyoto, incluida la Torre (abajo a la derecha). Foto: Wikimedia Commons

Subir a la Torre de Kyoto es una buena forma de empezar a entender la ciudad. Llegar a primera hora de la mañana permite ahorrarse las interminables colas que se forman más tarde. El diseño de esta aguja de 130 metros no casa demasiado bien con el carácter tradicional de la urbe, pero desde las alturas, el viajero disfrutará de una vista única que le ayudará a visionar la singular trama urbana de la antigua capital de Japón y la propia idiosincrasia local donde lo nuevo convive a escasos metros de lo antiguo.

A apenas diez minutos a pie se encuentran dos de los templos más importantes de la ciudad. Del cemento, el acero y el cristal a la madera de la imponente arquitectura tradicional japonesa. El templo de Higashi Hongan Ji, una magnífica manera de meterse de lleno en el Kyoto histórico. El lugar es un complejo sistema de edificaciones de madera y jardines que resumen las líneas generales de la arquitectura local: orden, limpieza y gusto por el preciosismo.

Muy cerca del templo se encuentra el Jardín de Shosei-en, antiguo refugio de monjes que data del siglo XVII. Otra visita imprescindible en la misma calle es el templo budista de Nishi Hongan Ji, uno de los más antiguos y espectaculares de la ciudad.

12:00 Kyoto Imperial

Kyoto-Shi significa “ciudad capital”. Durante siglos, la ciudad fue el principal centro político, administrativo y religioso de Japón, un estatus que queda reflejado en la enorme cantidad de edificios notables que aún guardan sus calles. Kyoto fue la única gran ciudad japonesa que no sufrió bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, algo que preservó su espectacular centro histórico. El Castillo de Nijo es una de las construcciones más impresionantes de la ciudad. Construido en el siglo XVII fue la residencia de la poderosa familia Tokugawa y es uno de los ejemplos paradigmáticos de los castillos-palacio japoneses de la época del shogunato.

Muy cerca se encuentra el Palacio Imperial, un impresionante conjunto de palacios, pabellones y jardines que fue la residencia oficial de los emperadores de Japón hasta el traslado de la capital a Tokio. Para visitar el lugar es necesario pedir permiso con antelación a través de la página web de la Oficina Imperial.

Para los fanáticos de los cómics queda el  Museo Internacional del Manga, que exhibe una de las mayores colecciones del mundo de este singular arte japonés.

El Pabellón Dorado, uno de los templos zen de Kyoto. Foto: Carlos Mateo/ElDiario.es

El Pabellón Dorado, uno de los templos zen de Kyoto. Foto: Carlos Mateo/ElDiario.es

El Pabellón Dorado o Kinkaku Ji es una de las estampas más típicas de la ciudad. Situado al borde de un lago, en un entorno arbolado que hace difícil creer que estamos en plena ciudad, el pequeño templo zen es el único recubierto de pan de oro de Kyoto. Otro lugar de interés de la zona centro de la ciudad es el precioso Santuario Sintoísta de Kitano Tenmangu.

16:00 Un paseo por Gion

Geishas, teatro kabuki, tiendas de parasoles de papel y kimonos, puentes centenarios que atraviesan riachuelos enmarcados por viejas casas de piedra y madera, callejuelas adornadas por farolillos de papel… La Kyoto más auténtica se esconde en el laberinto de callejas de Gion, conocido hoy como barrio de las geishas y, en realidad, uno de los lugares históricos mejor conservados de todo el Japón. Una buena opción para perderse por el laberinto es aprovechar una tarde y dejar que pasen las horas; a partir de las cinco de la tarde no es difícil ver caminar a las geishas y las maikos (aprendices). La sociedad japonesa respeta mucho a estas mujeres; no hay que perseguirlas y no está bien visto hacerles fotos sin permiso.

Casa tradicional del barrio de Gion, uno de los distritos más auténticos de Kyoto. Foto: Carlos Mateo/ElDiario.es

Casa tradicional del barrio de Gion, uno de los distritos más auténticos de Kyoto. Foto: Carlos Mateo/ElDiario.es

La aventura suele empezar en la Estación de Sanjo y las calles de Ontho, un auténtico mercado a cielo abierto de productos tradicionales. Uno de estos centros de cultura netamente japonesa es el Teatro Minami-za escenario habitual de las tradicionales obras de Teatro kabuki. En esta zona del barrio, las tiendas de kimonos alternan con las papelerías o las casas de té (hay más de ochenta en todo el barrio).

En el extremo sur se encuentra el impresionante Kenininji, que es el templo zen más antiguo de todo el Japón. Fundado en el siglo XIII, el edificio cuenta con importantes obras de arte y una de las pinturas murales más impresionantes del país. De obligada visita. Para volver hacia el norte, nada mejor que hacerlo por la famosa Calle Hanamikoji, cuajada de restaurantes de cocina tradicional y casas de té. En esta vía, uno de los lugares más frecuentados por los viajeros es el  Gion Corner, un pequeño teatro donde se muestran diversas ceremonias tradicionales (como la del té), exhibiciones de baile y música. Ofrecen pases diarios a las 18.00 y a las 19.00.

La calle Shijo divide a Gion en dos mitades. Al norte, se concentran las casas de té y las zonas aún frecuentadas por las geishas y maikos. Al final de esta calle se encuentra  el Santuario sintoísta de Yasaka, una de las atracciones turísticas más importantes de la ciudad y, precisamente, el preferido de las geishas. Este santuario, que además da acceso al espectacular Parque Maruyama, se fundó en el siglo VII, pero la construcción actual data del XVII. Está dedicado al dios de la buena salud y la prosperidad y es el epicentro del Festival de Gion, que se celebra en el mes de julio.

Otra de las postales imprescindibles de la zona norte del barrio es el Canal de Shirakawa. En torno al curso de agua se abren calles y jardines de cerezos flanqueados por casas de piedra y madera. Numerosos puentes cruzan el canal; algunos de ellos centenarios. Es uno de los lugares más bonitos de la ciudad. Gion es una buena opción para cenar. Hay multitud de restaurantes por todo el barrio. Para los amantes de los sabores locales recomendamos el  restaurante de cocina kaseki Chihana (tiene tres estrellas Michelín) y el Yangebori, mucho más económico pero espectacular. Una opción económica, justo en la entrada del Santuario de Yasaka, es el Izuju, con auténtico sushi al estilo Kyoto a muy buenos precios.

Hacia el norte, más allá de Gion, se encuentra el Santuario de Heian uno de los más visitados y venerados de la ciudad. Aunque su construcción es relativamente moderna (siglo XIX) está considerado como uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional en madera de todo el país. Y si aún no estamos saturados de tanto templo, se puede terminar esta particular peregrinación en el Ginkakuji o Pabellón de Plata y dejarse sorprender por la belleza del minimalista del jardín del musgo.

23:00 La ciudad después del anochecer

La noche de ciudad imperial no tiene el empuje del potente ocio de Tokio, pero en torno a Gion y la vecina zona de Pontocho hay un par de buenas propuestas para salir por la noche con locales para todos los gustos y colores.

DÍA 2

8:00 El santuario de los torii rojos

Un santuario dentro del complejo del Fushimi Inari. FOto: Wikimedia Commons

Un santuario dentro del complejo del Fushimi Inari. FOto: Wikimedia Commons

El  Santuario Sintoísta de Fushimi Inari es uno de los templos más antiguos e importantes de Japón. Dedicado a Inari, dios de la fertilidad y el arroz, este lugar es considerado como una fuente de éxito; y de ahí los famosos caminos de torii rojos (puertas ceremoniales). Estos arcos, grabados con los nombres de los donantes, buscan propiciar el éxito comercial y empresarial y, en este lugar, forman más de cuatro kilómetros de caminos.

La visita a los jardines y templos bien merecen una mañana tranquila de paseo. De vuelta hacia el centro de la ciudad otros lugares de interés son el Templo de Tofukuji, que presume de tener uno de los mejores jardines de la ciudad. Y a apenas diez minutos a pie de la Estación Central de Kyoto se encuentra el Templo de Toji. El salón Kondo, sala principal del complejo, es una de las construcciones más antiguas de la ciudad, pero este templo es famoso por su espectacular pagoda de cinco pisos que, con sus más de 50 metros, es la estructura de madera más alta de Japón.

16:00 Explorando Higashiyama, Miyagawcho y los templos al norte de Gion

Al este de la Estación central de Kyoto (y al sur de Gion) se encuentra el distrito de Higashiyama. El principal punto de interés del barrio es el espectacular  Templo de Kiyomizu-dera, aupado en un jardín que trepa hacia las alturas y que ofrece un mirador sobre la ciudad. Este templo budista es famoso por su enorme balconada de madera y por la imagen de los 1.000 brazos de Kannon.

La Puerta de Deva es una de las fotos paradigmáticas de todo el Japón y los jardines se cuentan entre los más bonitos de la ciudad. Menos conocido que Gion pero, mucho más tranquilo, es Miyagawcho, uno de los cinco barrios de geishas de la ciudad. El lugar es menos frecuentado por turistas lo que lo convierte en un remanso de paz. Ideal para despedirse de esta ciudad mágica.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ElDiario.es. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.