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México y Chile saben qué es construir una sociedad sobre una fosa de muertos: Nona Fernández

sábado, junio 6th, 2020

A través de un collage de recuerdos de infancia, la autora Nona Fernández Silanes tejió una narrativa para darle sentido a los años del horror durante la dictadura de Agusto Pinochet. El resultado de este ejercicio de memoria se titula Space Invaders, novela que salió en Chile en 2013, y que ahora llega a México con el Fondo de Cultura Económica.

Esta obra finalista en los National Book Awards 2019, relata la historia de un grupo de amigos que convivieron con la hija de Guillermo González Betancourt, el oficial de Carabineros que en 1985 orquestó y ejecutó el secuestro y asesinato de dirigentes comunistas. Para Puntos y Comas, charlamos con la autora.

Ciudad de México, 6 de junio (SinEmbargo).- A través de un collage confuso de recuerdos de infancia, la autora Nona Fernández Silanes tejió una narrativa para darle sentido a los años del horror durante la dictadura de Agusto Pinochet (1973-1990). El resultado de este ejercicio de memoria se titula Space Invaders, obra finalista en los National Book Awards 2019, en la categoría de Literatura Traducida.

“Yo fui niña en dictadura y estuve expuesta, como muchos de mi generación, a un momento súper rudo, y no teníamos consciencia de la magnitud […] En esos días nos enfrentamos, sin entenderlo, al horror más absoluto: desde haber convivido con un criminal sin saberlo hasta exponerse a las manifestaciones y los golpes en la calle a una corta edad”, cuenta la también guionista y actriz chilena.

La novela relata la historia de un grupo de amigos que crecen en la dictadura, y que conviven con Estrella González, hija de Guillermo González Betancourt, el oficial de Carabineros que en 1985 orquestó y ejecutó el secuestro y asesinato de los dirigentes comunistas José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino.

“Aunque siempre pensé que era un libro tan chileno que fuera de mi país nadie lo entendería, ahora lo veo: América Latina tiene un historial de violencia que tristemente compartimos. Hay una similitud, un lenguaje en común que nos unifica, el monopolio del horror”, señala Nona, y agrega que más que un ejercicio terapéutico, al escribir el libro buscó instalar preguntas y reflexiones sobre temas importantes.

Space Invaders —publicada en Chile en 2013, pero recientemente traducida al inglés por Natasha Wimmer y lanzada en Estados Unidos— llega a México en edición de bolsillo por el Fondo de Cultura Económica (FCE). Esta es la entrevista para Puntos y Comas.

Entre sueños y recuerdos, las voces de un grupo de niños reconstruyen los años de oscuridad y lo atroz de la dictadura chilena, reviven, ya como adolescentes, las normas que en aquél momento regían sus vidas, la desaparición inexplicable de algún hermano mayor y se centran en la repentina partida a Alemania de una compañera del liceo. Nona Fernández presenta a estos compañeros de primaria como testigos conscientes, protagonistas involuntarios y participantes políticos que se comunican formando una memoria donde “no hay palabras, ni nombres, sólo un cuerpo de muchas patas y manos y cabezas”.

***

—En el horror de las dictaduras, la infancia es trastocada, pero no siempre se presta atención este grupo vulnerable. ¿Es por esto que decidiste darle voz a un grupo de niños en tu novela?

—Voy a ser honesta, no es esa la razón primordial por la que escribí el libro. El libro se escribió porque había una vivencia, una experiencia muy particular porque estaba hablando de mí. Yo fui niña en dictadura y había una historia ahí. Ese fue el objetivo inicial, querer recuperar esa historia e investigar a propósito de ella para fijarla en un libro, para que no quedara en el olvido.

Cuando empecé a escribir el libro empezaron a aparecer otras misiones, otras cosas a investigar. Y una de esas cosas es lo que mencionas: cómo vivimos ese tiempo adultocentrista donde las vulneraciones a los niños no son erradicadas como debieran ser. Cada vez que vulneramos un niño, vulneramos el futuro, lo golpeamos. Entendí cómo habíamos sido vulnerados sin estar en una primera línea más feroz. Es decir, ahora estoy conversando contigo, no fui herida o detenida cuando era joven, pero sí fui expuesta, como muchos de mi generación, a un momento súper rudo, y no teníamos consciencia de la magnitud.

Evidentemente fue una línea de trabajo exponer cómo era nuestra educación, nuestra vida. Mi idea original era contar la historia de Estrella y su padre, pero después entendí que si bien ella era un sólo individuo, había un circuito de niños que estábamos alrededor de ella que también teníamos una historia. Vimos en un escenario muy particular y estuvimos expuestos, sin saberlo ni entenderlo, al horror más absoluto: desde haber convivido con un criminal sin saberlo hasta exponerse a los golpes y las manifestaciones en la calle a una corta edad.

Foto: Fondo Cultura Económica

—Construyes esta historia a partir de sueños y recuerdos… ¿Podrías destacar algún recuerdo que haya marcado tu vida particularmente? ¿Qué significó para ti ser adolescente en medio de una crisis de tal magnitud?

—En general lo que escribo está vinculado a algún hecho real que pasan por vivencias personales, historias que pasaron cerca de mí o de las que me enteré e investigo. Cada una de esas vivencias se transforma en un libro, y todas están vinculadas a la memoria reciente de mi país. Este recuerdo de haber convivido con Estrella, la hija de un asesino, y haber ido a su casa en un auto donde habían secuestrado gente, todas esas cosas quería escribirlas porque me estaban dando vueltas de manera muy confusa.

Cuando uno escribe le da cierto sentido a las cosas, y finalmente estructurar una historia para que se cuente algo. Creo que con este libro quedé más preocupada porque descubrí cosas mientras iba haciendo la investigación; cuando comencé yo no tenía toda la información, sólo recuerdos en la cabeza y algunas certezas. Sabía que tenía algo que contar, aunque no la tenía muy clara, me perturbaba.

—¿Dirías que el proceso de escritura te hizo sanar?

—No me gusta pensar la literatura como un ejercicio terapéutico, personal, aunque debo decir que de pronto sí funciona un poco así. No no lo veo como un ejercicio tan narcisista, para una mejoría personal, siempre lo intento instalar como un espacio cuya dosis de sanación no sea para uno, sino para un colectivo. Instalar esas historias para un grupo de personas, no sólo para un individuo.

En la investigación, que se basó en entrevistas a mis compañeros de curso preguntando por Estrella, armé una especie de collage con los recuerdos de todos. Después lo contrasté con la investigación judicial del caso. Ahí descubrí cosas que no sabía, como que yo había estado en el mismo auto donde llevaron a los detenidos al asesinato, un Chevy rojo, lo cual lo corroboré con mis compañeros. Por primera vez dije: “Wow, estuve ahí”.

O el tío Claudio, que iba a buscar y dejar a Estrella al colegio, lo cual era raro porque ella vivía como a cinco cuadras del colegio y cualquier niño de 12 años se iba caminando. Todos nos acordábamos de este personaje y no entendíamos bien quién era. Después en el informe judicial leo que este tío Claudio era un personaje más del comando asesino. El mismo tipo que nos regalaba cigarros…

Esas cosas las entendí después, escribiendo. La verdad no sé si eso me hizo sanar, más bien fui profundizando en el horror, fue bien perturbador. Es curioso, es perturbador porque tuve un sentimiento como de maternidad con esos niños que fuimos. ¡Cómo nadie se había dado cuenta de esto! Pero fue interesante como proceso creativo, una se va sorprendiendo así misma.

—En México desaparecen personas a diario. Son pan de cada día los feminicidios y asesinatos, la corrupción y la impunidad. ¿Ves similitudes entre nuestro contexto y el se vivió en Chile por aquel entonces? ¿Actualmente cómo ves el panorama de tu país?

—Cuando una habla de desaparecidos, yo no tengo que explicarle a México qué es esto, es casi un lenguaje común. Tampoco hay que explicarle a México qué es la violencia, ¿cierto? Este es un libro que ha circulado mucho y se entiende muy bien en los países latinoamericanos, aunque yo siempre pensé que era un libro tan chileno que fuera de mi país nadie lo iba a entender. Sin embargo a través de la lectura y el recibimiento de los lectores, voy entendiendo: América Latina tiene un historial de violencia que tristemente compartimos.

Nosotros sabemos lo que es construir una sociedad sobre una fosa de muertos que no tienen nombre, que no sabemos incluso quienes son. En Chile nos pasa esto todavía… la cantidad de gente que todavía no sabemos qué le pasó y ya no lo vamos a saber. Aparecerá tal vez en algún momento los huesos en una fosa, pero ya no lo sabremos. Entonces sí, desgraciadamente hay una similitud, un lenguaje en común que nos unifica tristemente. El monopolio del horror no solamente es chileno.

Foto: Fondo Cultura Económica

—Estas realidades parecen superar a la ficción. ¿La literatura ayuda a comprender nuestro entorno y ser más empáticos con otros contextos?

—Me gustaría pensar que es así, pero escribimos y escribimos libros y el mundo sigue siendo el que es. Por lo menos yo creo en eso; yo misma he leído libros y me ha explotado la cabeza. Los libros me han acompañado, he aprendido de los libros, me han hecho ser mejor persona, o mejor de lo que habría sido si no hubiese leído. Y tengo la fantasía de que no soy la única, que hay mucha gente que lee y entiende cosas. O a mejor no entiende algo, pero se le instalan preguntas sobre temas o se le abren ventanas sobre temas. Yo escribo teniendo esa fantasía de que quizá lo que una escriba puede llegar a salvar a alguien. A mí me ha salvado leer.

También debo incluir las películas, las obras de teatro, la música. Yo creo que el mundo de la creación y del arte en general tiene ese poder, es un bálsamo que nos logra iluminar y entendemos cosas en un reflejo, que no es el nuestro necesariamente. Creo profundamente en ese poder de la literatura. Imagínate cómo seríamos si no existiera el arte.

Foto: Fondo Cultura Económica

—Nona, eres escritora, guionista y actriz. ¿En general buscas transmitir un mensaje social o alguna postura política a través de tu trabajo?

—Cuando comencé no lo tenía muy claro, simplemente seguía una hebra de trabajo por alguna inquietud y la escribía; eran periodos de reflexión muy grande. Empecé a entender que cada vez que salía de esos libros quedaba puesta una interrogante que tenía, mi punto de vista sobre las cosas y el mundo, que es un punto de vista político, sin duda, pero no partidista necesariamente. Creo que la política es el tomar opciones; me tomo un café en el Starbucks o me lo tomo con el caballero de la esquina. Es un ejercicio que estamos haciendo constantemente con o sin consciencia, pero lo estamos haciendo.

Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que sí, que cada ejercicio artístico que he hecho incluso lleva un poco de activismo de por medio porque yo soy así. No se lo exijo a la literatura, yo creo que la literatura no es necesariamente eso, pero a mí me interesa escribir y dejar algo y ojalá ese algo ilumine un espacio y lo vuelva mejor persona.

—“Casi me hizo llorar. Me enamoré tanto de este libro que tuve que volver a la librería y comprar cinco ejemplares”, dijo Patti Smith acerca de Space Invaders durante una charla sobre literatura chilena a mediados de noviembre de 2019, horas antes de ofrecer un concierto en Chile. Cuéntanos qué sentiste con la reacción de la “madrina del punk”.

—¡Fue impactante! Salió la versión en Estados Unidos los primeros días de octubre. Yo estaba en Suecia con poco internet, y de pronto un día revisé mis mensajes y tenía no sé, 2 mil mensajes; eran muchos amigos que habían visto un tuit que ella había hecho y me lo mandaban y mandaban. Y nada, yo muy agradecida, muy feliz.

Estuvimos juntas cuando vino a Chile y fue súper emocionante. En un conversatorio me hizo pasar adelante e intercambiamos palabras. Fue muy bonito porque la sentí honestamente conmovida con el libro. Es una mujer culta y también estaba muy preocupada sobre lo que estaba pasando en Chile y hacía preguntas.

Ella es muy generosa y delicada en su escritura. Es muy dulce también, de hecho eso me impresionó porque siendo ella la diosa del punk, una espera otra cosa, pero era como una tía muy dulce. Para mí ella es un referente de toda la vida, que siempre me ha inspirado, entonces es muy raro y bonito que de pronto me mire. Eso fue impactante.

Nacida en Santiago de Chile en 1971, Nona Fernández Silanes es una guionista, actriz y escritora que ha publicado tanto novela como relato, además de realizar numerosos guiones para telenovelas y escribir diversas obras de teatro. Estudió en la Escuela de Teatro de la Universidad Católica y fundó, como actriz, la compañía Merri Melodys. Junto a su marido, al que conoció en la Escuela de Teatro, dirige la compañía La Fusa. A lo largo de su carrera Fernández ha recibido premios como el Altazor o el Municipal de Literatura de Santiago de Chile. Entre sus obras cabe mencionar Fuenzalida, La dimensión desconocidaChilean Electric Voyager, entre otras.

“No le tengo miedo al amor”, dice Isabel Allende, quien aún se recupera de la muerte de tres familiares

martes, febrero 4th, 2020

Tras las duras pérdidas de su madre, su padrastro y su ex marido, la escritora chilena, de 77 años de edad, sigue creyendo en el amor, afirma en entrevista con AP, a propósito de su novela Largo pétalo de mar, un éxito de ventas en Latinoamérica y España.

Se trata de su tercera novela consecutiva sobre refugiados y migrantes. Y, como en toda su obra, el amor está muy presente. Allende conversó con entusiasmo de su vida, su obra, sus amores y sus recuerdos de Chile.

Por Sigal Ratner-Arias

Nueva York, 4 de febrero (AP).- El último año Isabel Allende se estuvo recuperando de duras pérdidas tras las muertes de su madre, su padrastro “al que adoraba” y su ex marido. Pero no todo fue malo, acota la escritora chilena: “Por otro lado el año pasado me casé también”.

A sus 77 años, Allende sigue creyendo en el amor. “No le tengo miedo”, dice entre risas al mencionar sus terceras nupcias, con el abogado neoyorquino Roger Cukras.

También publicó su 17ma novela (y 24to libro), Largo pétalo de mar, un éxito de ventas en Latinoamérica y España cuya edición en inglés (A Long Petal of the Sea) llegó la semana pasada a Estados Unidos.

El libro sigue a Víctor y Roser, una pareja que escapa de la Guerra Civil española y atraviesa repetidos desplazamientos y revueltas políticas en el curso de sus vidas. Son supuestos pasajeros del SS Winnipeg, el barco que en 1939 arribó a Valparaíso, Chile con más de 2 mil refugiados españoles en un viaje organizado por el poeta y diplomático Pablo Neruda. El título deriva de su poema “Cuándo de Chile”: “Oh Chile, largo pétalo de mar y vino y nieve…”

Se trata de la tercera novela consecutiva sobre refugiados y migrantes de Allende (ella misma una migrante eterna tras haber nacido en Perú, crecido en Chile, vivido exiliada en Venezuela y radicado en California hace unos 30 años) después de El amante japonés y Más allá del invierno.

Y, como en toda su obra, el amor está muy presente. Un amor poco convencional, en este caso: Roser, embarazada, se ve obligada a casarse con su cuñado Víctor para salvar sus vidas huyendo en el Winnipeg tras la desaparición de su marido.

En una entrevista con The Associated Press en Nueva York, donde se encontraba promocionando su libro, Allende conversó con entusiasmo de su vida, su obra y sus amores, incluido el menos convencional, y sus recuerdos de Chile.

En esta imagen difundida por Random House, Isabel Allende, autora de “Largo pétalo de mar”, en Napa, California. Foto: Random House vía AP

AP: Largo pétalo de mar le presenta a una nueva generación lo que hizo Neruda para salvar a 2.000 refugiados españoles en el Winnipeg. Has dicho que Neruda fue quién te aconsejó que dejaras el periodismo y te dedicaras a la literatura, y lamentablemente él no llegó a verte convertirte en escritora. ¿Quisiste rendirle homenaje de algún modo con esta novela?

Allende: Era imposible no rendirle homenaje, porque toda la odisea del Winnipeg es obra de Neruda. Tanto que en sus memorias él dice en alguna parte: tal vez toda mi poesía pueda ser olvidada, pero el poema del Winnipeg va a ser recordado. Neruda siguió de cerca la Guerra Civil en España porque amaba España, tenía amigos entre los intelectuales y artistas de la España republicana, y cuando vino el drama de medio millón de refugiados en la frontera con Francia, convenció al gobierno chileno que lo dejara traer inmigrantes a Chile, de estos españoles que estaban en campos de concentración en Francia. En Chile había una opinión pública adversa de la derecha y de la Iglesia católica porque esto eran todos izquierdistas, y ateos muchos de ellos, además, y tenían fama de haber quemado iglesias y de haber violado monjas… La narrativa, la retórica antiinmigrante en el año 39 en Chile, es exactamente igual a la que vivimos hoy en los Estados Unidos. Entonces Neruda no solamente convence al gobierno, sino que se va a París, junta el dinero, porque no le dieron dinero, compró un barco de carga más o menos dilapidado, lo transformó en un barco de pasajeros para transportar 2.000 personas a través de dos océanos, ¡y además seleccionó a la gente! Esto no habría sucedido sin él.

“Diría que mis raíces están en la memoria, en los libros que he escrito, y en la gente que quiero”: Foto: Especial

AP: En las notas del libro dice que te enteraste de pequeña sobre el llamado “barco de la esperanza” de Neruda. ¿Cómo recuerdas que esto te afectó?

Allende: Escuché hablar de la llegada de los republicanos españoles a Chile porque _ esto sucedió antes que yo naciera, pero POCO antes de que yo naciera, y algunas de esas personas eran amigos de mi familia, entonces yo los vi venir a almorzar o a comer o qué se yo. No me hizo una impresión tan grande entonces, porque la vida se encargó de borrarlo todo. Pero cuando estaba en Venezuela, llegó entre los miles de exiliados chilenos un señor que se llamaba Víctor Pey Casado, uno de los pasajeros del Winnipeg que estaba viviendo su segundo exilio. Él me contó ahí la historia de lo que pasó, y fue quien realmente me consolidó la historia. Pero pasaron 40 años desde entonces, antes de que yo la escribiera.

AP: Tú misma has sido inmigrante la mayor parte de tu vida. ¿Dónde has encontrado un mayor sentimiento de pertenencia?

Allende: Donde más largo he vivido en mi vida es en California, y sin embargo cuando tú me preguntas de dónde eres, yo te digo chilena. ¡Ni siquiera nací en Chile! Viví unos cuantos años de mi infancia en Chile solamente, pero parece que fueron años que me marcaron mucho como para que yo me sienta chilena. Pero la verdad es que, cuando tú me preguntas por las raíces, yo te diría que mis raíces están en la memoria, en los libros que he escrito, y en la gente que quiero, esa poquita gente que me rodea que son íntimos. Ellos son mis raíces.

AP: Hablando de Chile, parecía uno de los países más estables de Latinoamérica y de repente vemos las calles envueltas en llamas y gases lacrimógenos. ¿Cómo se explica esto?

Allende: Yo creo que la situación chilena, que es tan inesperada, puede traer una transformación muy positiva. Hay una especie de indignación popular que viene acumulándose desde hace muchos años y explotó con la subida del Metro, que son el equivalente a 15 centavos, más o menos. Pero la gente estaba muy indignada y lo ha manifestado. ¿Qué va a pasar? De aquí pueden salir cosas muy buenas, y puede aparecer un líder terrible también, algún personaje que lleve al país al caos. Estamos como en una cuerda floja, uno puede ir en cualquier dirección. Pero es un proceso fascinante porque no hay líderes, no hay partidos políticos, no hay ideología. Es como rabia, no más.

“Me da miedo la situación de Chile ahora, porque puede ir en cualquier dirección”: Foto: Especial

AP: ¿Qué extrañas de Chile, tal vez de tu infancia?

Allende: Mira, el Chile de mi infancia no existe. Yo escribí un libro que se llama “Mi país inventado” justamente porque el país de la memoria no es el que ya existe. No echo de menos nada porque no tuve una infancia feliz ni mucho menos. Pero los años que yo trabajé como periodista en Chile fueron años en que tuve a mis dos niños, recién casada, años felices en cierta forma en que yo sentía que participaba en el país, que pertenecía. Tenía a mis suegros, tenía a mi abuelo. Era una época feliz. Eso se terminó el día del golpe militar. En 24 horas el país cambió. Y fuerzas que existían siempre allí y no las habíamos visto emergieron. Y se convirtió en una dictadura fascista. ¿Cómo pasó eso sin que lo percibiéramos antes? No sé. Pero por eso me da miedo la situación de Chile ahora, porque puede ir en cualquier dirección.

AP: La historia de amor en Largo pétalo de mar es poco convencional, porque comienza con un casamiento por cuestión de supervivencia. ¿Cuál consideras que hasta ahora ha sido tu amor menos convencional?

Allende: Ay Dios mío, qué pregunta más rara. He tenido tres matrimonios, pero tal vez el amor menos convencional fue cuando me enamoré de un músico argentino y dejé botada a mi familia, dejé botados a mis hijos, mi marido, y me fui detrás de él a España. O sea, eso sí que fue una locura absoluta y me arrepiento mucho de ello. Me arrepiento porque hice sufrir a mis niños, que costó mucho que me perdonaran eso. Eso es lo menos convencional. Pero ahora tengo también una situación poco convencional porque imagínate, enamorarse a los 74, casarse a los 77, es un poco raro, ¿no?

AP: Hace unos años dijiste que te gustaría escribir una novela erótica, pero que lo ibas a hacer sólo después de que tu madre falleciera. Acaba de pasar el 8 de enero y es bien sabido que Isabel Allende comienza a escribir una nueva novela esa fecha. ¿Puedes contarnos de qué se trata y si tiene que ver con ese plan que tenías?

Allende: No tiene que ver con la novela erótica porque mi mamá se demoró mucho en morir y entonces ahora ya tengo demasiados años, ¡ya ni me acuerdo como era el erotismo! (Risas). Me parece un poco ridículo más bien. Empecé a escribir algo, pero no tiene forma todavía porque ando promocionando esta novela.

AP: Largo pétalo de mar ha sido muy bien recibida por los lectores y la crítica en Latinoamérica, España y, ahora, Estados Unidos. ¿Qué sientes cuando ves todos sus logros y ese cariño de los lectores?

Allende: Me conmueve el cariño de los lectores y la forma en que me escriben, me llena de emoción y me da un calorcito por dentro. Pero cuando me dicen, “has vendido 75 millones de ejemplares”, eso pasa en otro círculo, eso pasa en otra dimensión que no toca para nada mi vida privada. El esfuerzo de escribir un libro es el mismo hayas vendido muchos o hayas vendido pocos, lo único que cambia es que cuando escribo algo sé que van a haber editores interesados. Eso es lo único que he ganado con este cuento de la celebridad. ¡Nada más! Yo vivo en una casa chiquitita con un solo dormitorio, manejo un auto chico, tengo dos perros ordinarios de la Humane Society, por supuesto. Mi vida sigue siendo la que fue siempre. De los ingresos que yo tengo, una parte sustancial va a parar a la Fundación (Isabel Allende). El trabajo que hace la fundación que es invertir en el poder de mujeres y niñas es mucho más interesante que comprarte una casa más grande.

“Me conmueve el cariño de los lectores y la forma en que me escriben, me llena de emoción”. Foto: Especial

AP: ¿Cuál es el secreto de tu longevidad y jovialidad?

Allende: Mira, parece que la longevidad viene de familia porque mi mamá se murió de 98, todos los tíos por parte de mi madre han muerto de más de 90, mi abuelo de casi 100, mi padrastro de 102 (risas), o sea que la longevidad sigue en la familia. Yo creo que en el caso mío me ha ayudado mucho tener buena salud, porque yo vengo de una familia llena de achaques: mi mamá vivió enferma siempre, mis hermanos son achacosos, y yo salí sana. ¿Eso de que me levanto en la mañana y no me duele nada? ¡Es fantástico!