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A Dany lo hallaron en una fosa de Coahuila. Su mamá lleva 8 años esperando que saquen su cuerpo

domingo, diciembre 8th, 2019

El pasado jueves 5 de diciembre, hacia el mediodía, concluyeron, después de más de dos semanas, los trabajos de la primera exhumación masiva en Coahuila con la recuperación de 52 indicios de la fosa 2 del panteón municipal de La Paz. 46 corresponden a cuerpos completos y seis a fragmentos de restos óseos. Se ignora cuánto tardará la identificación de estos cuerpos.

“Si vieras m’ijo que ya son horas y horas las que he pasado aquí,
debajo de este toldo, esperando, esperando, esperando”.

Por Jesús Peña

Coahuila, 8 de diciembre (Vanguardia).– Rodeada de puras tumbas y cruces, soportando el calor y el polvo.

Ya son días y días los que llevo aquí m’ijo y la verdad es que estoy muy cansada, desesperada, pero no importa porque esta vez sí vengo por ti, quiero llevarte conmigo a Piedras Negras.

¿Sabes?, ya hasta tu hermana la mayor está pensando en prepararte una bienvenida con globos blancos y todo.

Yo quiero que haya globos blancos.

Y he pensado, m’ijo, que regresando voy a llevarte a descanses al panteón de la Villa, en Piedras.

“No sabes m’ijo el martirio, la tortura, el dolor, que he vivido mirando detrás de la cinta amarilla esperándote”. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Te voy a llevar para Piedras, te quiero llevar para allá, tenerte más cerca m’ijo.

La verdad es que no sé cómo me sentiré, si me voy a sentir bien o mal. Si por fin voy a descansar de esta espera.

Dice tu abuelita “que ya termine tu calvario m’ija, pa que ya estés tranquila, que ya descanses ”.

Y ya yo les dije a tus hermanos que cuando ya Dios me llame, m’ijo, me pongan contigo, a tu lado, para estar siempre juntos y ya no separarnos más.

No sabes m’ijo el martirio, la tortura, el dolor, que he vivido en estos días mirando detrás de la cinta amarilla a esos hombres vestidos, de la cabeza a los pies, con esos raros trajes blancos, escarbando, escarbando en esa fosa que está junto a una palma, en la parte oriente del panteón, pegada a la barda, cribando, cribando los montones y montones de tierra que sacan de la fosa.

Y luego ese golpeteo del pico en el suelo que retumba en mis cienes, y luego ese sonido seco de la tierra sobre la criba.

Hace tiempo, ocho años ya, Dany, que las autoridades de la Fiscalía me informaron que estabas acá: sepultado, con otros 34, 37 o 40 cuerpos, ya nadie sabe cuántos son, en esta fosa común del panteón de La Paz, en Saltillo.

Y desde entonces m’ijo yo no he dejado de venir un sólo año, cada 2 de Noviembre, a ponerte tus flores arriba de esa tumba de tierra donde dicen que yaces con otros.

Él era bebé inquieto, travieso y muy consentido por su papá. Era su mundo. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Ha sido difícil para mí porque el panteón donde te trajeron está muy alejado m’ijo y yo tengo que pagar taxi de la central para acá, y regresarme caminando un buen trecho por la orilla de una carretera hasta la ciudad.

Y siempre es lo mismo m’ijo: me pongo a gritar, a llorar, yo sola en este panteón, por todo lo que siento en ese momento.

No tienes idea m’ijo lo fuerte que es para mí poner flores donde no hay una tumba, una cruz, sólo un montón de tierra…

Y hoy estoy otra vez aquí, contigo, Dany.

Pero, ¿sabes?, hoy no he venido sola m’ijo…

Me acompañan muchas personas: son madres, padres, hermanos, hijos, que, igual que yo, andan buscando a sus desaparecidos y tienen la esperanza de encontrarlos aquí, en esta fosa común.

Nomás las miro que están allá, debajo de aquella carpa, entre tumbas y cruces, esperando, esperando, esperando, como yo.

No entiendo, m’ijo, por qué tuvieron que pasar tantos años, ocho largos años de llanto, de angustia, para esto.

Para que por fin las autoridades judiciales hayan decidido rescatarte de esta fría, profunda y oscura fosa para entregarte conmigo.

Ni se imaginan Dany el suplicio, la pena, el tormento que he vivido todo este tiempo.

Tuve que llegar al grado de hacer una protesta en agosto m’ijo, plantarme en el panteón, en esta fosa para que me hieran caso, ¿tú crees?

Y hace unas semanas me llamaron a la casa m’ijo que ahora sí ya te iban a sacar, junto con los cuerpos de otras personas, en una exhumación masiva, según esto, la más grade que ha habido en Coahuila.

Christian era integrante de los Indios, metió un home run para ganar un juego. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Y aquí me tienes, esperando, esperando, esperando, En los días que tengo aquí he visto a unos señores altos y fornidos, vestidos de civil, con pistolas a la cintura, de pie, observando, parecen policías ministeriales o algo así.

Y, ¿sabes?, esa escena me intranquiliza.

Quiero que sepas, m’ijo, que desde que tú desapareciste, que te fuiste, que ya no regresaste, yo no he parado de llorar por ti un solo día.

Me ha afectado tanto lo de tu ausencia, Dany, que me he enfermado y muchas veces han tenido que internarme en el hospital.

Desde que desapareciste, al poco tiempo, empecé a caer al hospital.

El doctor dice que tengo hipertensión, ¿sabes?

Y hasta una vez que me operaron de la vesícula tuvieron que entubarme m’ijo, me imagino que porque me subió o me bajó la presión.

“Usté es hipertensa señora”, me dijo el doctor, le digo “no doctor”, dice “sí”.

Que tenía que controlarme, dijo el médico cuando le conté de lo tuyo.

“Tienes que salir adelante, tienes que aprender a vivir con ese dolor porque si no, no vas a poder seguir”.

Contra su voluntad, le realizaron una fiesta de quince años. Queda el recuerdo y la nostalgia. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Y es lo que he estado haciendo todo este tiempo m’ijo, seguir adelante, pero nomás yo sé cómo ando, Después empecé con los antidepresivos, tenía que tomar uno diario Dany, si no, no podía seguir.

Ya nomás pasaba el efecto y me volvía a poner muy mal.

Poco a poco tu papi me los fue quitando.

Como quiera mi sufrimiento no se acaba m’ijo.

Aquí sigue.

Es de tarde.

Todo el día hizo mucho viento y en el cielo hay nubes grises.

A ratos caen algunas gotas de lluvia, pero no llueve.

Mientras estoy aquí, esperando, he mirado volar por entre las tumbas a una parvada de esos pájaros negros, como zopilotes, que van y vienen, acechantes.

Ay m’ijo, si supieras lo mal que me siento.

Me siento fatal.

Cuando le decía “te amo” a su bebé, Lorena no mintió. Lo esperó diario en un panteón, muy lejos de casa. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Sin capacidad, sin ánimo, de hablar con nadie.

Durante todos estos días he visto a lo lejos a los periodistas con sus cámaras y sus micrófonos, esperando detrás de la cinta amarillas, para pedir informes, para pedir hablar con los familiares que están acá, como yo, buscando a sus desaparecidos.

Ya les he mandado decir, Dany, que me disculpen, porque no he hablado con ellos.

Lo que pasa es que no me siento bien para hacerlo m’ijo.

Y hasta otras veces he preferido quedarme en el hotel para no tener que ver ni hablar con nadie.

No sé por qué, pero desde que llegué aquí me he estado acordando de la última vez que nos vimos, que te vi.

Llegaste a casa, me abrazaste, me besaste, como siempre…

Pero traías tu cara.

Te vi tu cara triste, no sé qué.

A lo mejor ya presentías que era el último día que me ibas a ver o algo.

La madre de Dany. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Tu pareja, la muchacha con la que vivías, me dijo que no estabas, que habías desaparecido.

Yo no entendía, le digo, “¿cómo que desapareció?”.

No me explicaba yo qué era lo que estaba pasando.

Y le preguntaba a tu mujer que dónde estabas, “¿dónde está?, ¿dónde está?, ¿cómo que desapareció?”.

Y ella, “no sé, de repente desapareció. No sé dónde está. No llegó a casa”.

No recuerdo exactamente el día, sólo sé que fue los últimos de octubre de 2011.

Entonces tenías 18 años.

Ahorita tuvieras 26.

Eras el mayor.

Vivías con tu pareja y una nena, Danielita, de un año.

Trabajabas en el taller de enderezado y pintura que está cerca de la casa.

En ese tiempo había mucha desaparición de jóvenes en Piedras Negras y de volada se me vino a la mente lo peor.

Se me derrumbó todo m’ijo.

Cribando cadáveres con tierra de panteón, es el trabajo diario de estos hombres quienes tienen la labor de recuperar a los seres queridos que alguien espera en casa. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Y desde ese día, m’ijo creeme, no he parado de llorar.

Fue terrible para mí.

Tu papi iba a la delegación y no sé, yo en ese momento no sabía nada.

Nomás les decía que te buscaran.

Que tenías que aparecer m’ijo y nada…

Anduvimos por las calles, buscándote con amistades.

Yo iba y venía y preguntaba por ti y nada.

Donde quiera andábamos preguntando por ti.

Nadie sabía nada.

Salíamos a buscarte y nada.

Después pasó lo de los soldados m’ijo.

Que llegaron unas trocas del Ejército y rodearon la casa.

Después de “entregar” el cuerpo casi después de una década faltan estudios de ADN. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Fue el 18 de diciembre de 2011, recuerdo, casi dos meses después que desapareciste.

Los soldados andaban haciendo un chequeo de rutina, dijeron, y me preguntaron que si podían checar la casa.

“¿Nos permite pasar a checar, señora?”.

Les dije que sí.

“Sí, claro que sí”.

Me pidieron los nombres de todos.

Que quiénes vivíamos aquí.

Les di los nombres de tu papi, de tus hermanos, el tuyo, de todos.

“¿Quién es el mayor?”, me preguntaban.

Y les di tu nombre: Cristhian Daniel Mundo Vallejo.

“Pasen”, les digo.

Pero no entraron.

“No, – dicen -, se ve que es una familia bien, una familia buena, no vamos a entrar”.

Y me empiezan a preguntar por cada uno de ustedes, de mis hijos.

Que si los podían ver.

La primera exhumación masiva de Coahuila fue un acto doloroso del que se obtuvieron 52. Foto: Jessica Nieto y Jesús Peña, Vanguardia

Les dije que sí.

Me preguntaron que si les permitía tomarles fotos a mis hijos.

“Sí”, les dije.

Toman las fotografías y me empiezan a hablar y hablar y hablar, me dicen, “¿y Daniel?”.

“Dany no está”, les digo.

Me hacen más y más preguntas y otra vez.

– ¿Y Daniel?

– Mire Daniel no está. – les digo -, está desaparecido, no se encuentra.

– ¿Cómo que está desaparecido?

– Sí, – les digo-, fuimos a poner una denuncia de que está desaparecido mi hijo, no lo encontramos.

– Pero por qué está desaparecido, me dicen.

– Es lo que quisiera yo saber, no lo encontramos a mi hijo.

Para ese momento yo tenía la esperanza de que tú estuvieras bien Dany.

Entonces me sacan una copia de tu credencial.

“¿Es él?”.

Al momento de que yo miré la copia se me derrumbó todo m’ijo…

“Sí, es él, – les digo-, ¿por qué lo traen ustedes?”.

Si supieras, si pudieras ver que estoy llorando m’ijo, nomás de acordarme….

– No le traemos buenas noticias, pero tampoco le traemos malas, me dicen los soldados.

– Díganme la verdad, ¿qué pasó con mi hijo?, les decía yo.

– Señora no le podemos decir nada, lo único es que está a tiempo de recuperar a su hijo…

Las balaceras en Saltillo han estado muy fuertes, búsquelo.

Y fue todo lo que me dijeron m’ijo.

Cuando ya se iban me dicen “como vimos que ustedes son una familia buena, vamos a borrar las fotos que les tomamos para que se quede tranquila, pero vayan a buscar a su hijo”.

En ese momento yo ya no supe nada de mí.

Ya hasta después tu papi fue al Ejército de Piedras Negras para preguntar por qué habían venido a buscarte esos soldados, que le dijeran la verdad, qué era lo que estaba pasando.

En el cuartel le dijeron que no habían mandado a ningún grupo, que no sabían porqué esos solados habían venido y que no tenían ningún reporte, que no podían decirle nada.

Tú desapareciste los últimos de octubre de 2011.

Y los soldados vinieron a la casa el 18 de diciembre de ese mismo año.

Después supimos que habías fallecido tres días antes, el 15 de diciembre, en una balacera que hubo acá en Saltillo.

Que habías muerto en una balacera, nomás fue lo que me dijeron.

M’ijo, ya llevamos tres días en este panteón y los hombres de blanco han logrado, apenas, sacar un cuerpo, uno apenas.

Dicen que, porque la tierra de la fosa está demasiado dura, muy compactada y ya hasta metieron una retroexcavadora.

Que la tierra está muy dura, dicen.

Ve a saber.

Lo único que entiendo es que esto hace más lenta, más larga la espera para los que estamos aquí, esperando.

Hace calor acá afuera m’íjo.

Y aunque el cielo es azul, luminoso, aquí todos es silencio, lágrimas, soledad.

Si vieras m’ijo cuántas tumbas de tierra sin nombre ni cruz ni flores, he visto por todas partes.

Abandonadas completamente, Dany.

Sin alguien que venga a decirles una oración.

Y eso me pone mal.

Mi’ijo hubieras visto a papi después que desapareciste, sufriendo y luchando conmigo.

Desesperado, llore y llore, gritando y todo…

Cómo te quería m’ijo.

Bastante.

Para él eras todo.

Como fuiste el primero pos bien feliz todo te tenía, de todos los juguetes, de todos los juguetes.

Y cuando salió la primera colección de la Coca – Cola ái anda buscándote todos los carritos.

Y pos tú feliz de que tu papá te trajo la colección esa.

Y así fue siempre tu vida, “papi, papi…”.

¿Te acuerdas m’ijo del día que te habló pa decirte que él no era tu papá de sangre?

Es que yo…

Bueno él te agarró bebito.

De un año.

Tendrías 11 – 12 años cuando te habló

– Ven m’ijo.

– Qué papi

– Mijo, ¿cómo te llamas?

– Cristhian Daniel Mundo Vallejo.

– ¿Y yo?

– No pos tú eres Gilberto Esquivel Rodríguez.

– Por qué no te apellidas igual que yo.

– Sabe.

– ¿Si sabes que tú tienes otro papá verdad, que yo no soy tu papá?

– No.

– Tú tienes otro papá.

– Tú eres mi hijo porque te agarré chiquito y para mí siempre vas a ser mi hijo. Yo te quiero mucho, ya sabes, pero te estoy diciendo esto por si quieres conocer de dónde viniste, por si quieres conocer al que es tu papá.

– No papi, pa qué quiero otro si aquí lo tengo a usté.

Tu papi hasta lloró de la emoción m’ijo.

A tu verdadero papá nunca lo conociste ni él te buscó y ni a ti te interesó saber de dónde venías.

Tu papi se puso bien feliz.

Luego que desapareciste, que ya no regresaste, sufrió mucho.

Yo me alejé un poquito de tus hermanos porque pensaba que decía “si llega a desaparecer otro de mis hijos que ya no me duela igual”, pero ideas que uno se da.

Cuando vio que en Piedras Negras nadie nos hacía caso ni el Ejército ni las fiscalías, y al contemplar mi desesperación, tu papi resolvió que viniéramos a Saltillo, a buscarte.

Era enero de 2012.

Anduvimos preguntando, preguntando, preguntando.

Hasta que fuimos a dar al Semefo.

Tu pareja entró a identificarte.

Yo no pude m’ijo…

Ya dentro le mostraron unas fotos.

Eras tú…

Salió llorando, desgarrada de ver aquellas fotografías.

Mi desesperación y mi impotencia, m’ijo, es porqué si llevabas identificación no me avisaron a tiempo.

Allí nos dijeron que sí, que al día siguiente te podríamos llevar con nosotros.

Y no.

Me hicieron todo el papeleo donde te entregaban, pero qué crees m’ijo, salubridad no quiso, dijo que no, que tenía yo que esperar seis años.

Seis años m’ijo,..

S-E-I-S

¿Te das cuenta?

Durante mucho tiempo estuve viniendo a Saltillo.

Siempre con mi impotencia y mi desesperación.

Hasta que, al ver cómo andaba, los de la PGR me trajeron a este panteón para que supiera dónde habías quedado y me quedara tranquila.

Ellos mismos me trajeron y me dijeron que aquí estabas.

De la PGR mandaron a una persona que nos trajera.

Y sí, se miraba la fosa donde la habían abierto.

De eso hace ya ocho años.

Y desde entonces, m’ijo, cada 2 de Noviembre vengo a traerte tus flores.

En ese entonces me dijeron que había 11 cuerpos y que por eso no la podían abrir.

Después que había 20 y ahorita que hay 40.

Por eso fue mi desesperación mi’jo, de que dije “no pos nunca me lo van a dar”, y en agosto vine a hacer el plantón y les dije ”si no me lo entregan, me voy a venir a vivir aquí con él, pase lo que pase, y aquí que me entierren”, y fue por eso de que ya me empezaron a hacer caso.

Y aquí estoy, contigo otra vez m’ijo.

Yo creo que tiene poquito, más del año, que vi tus fotografías Dany.

Habíamos ido a la PGR para que le entregara tu expediente a la Fiscalía de Coahuila.

Cuando vi al licenciado que venía con el documento, le pregunté, “¿es el expediente de Dany?”, dijo “sí”.

Y no sé m’ijo, sentí esa ansiedad de querer verte y le dije al licenciado “enséñemelo”, dice “no”, le digo “enséñemelo”, dice “¿lo quiere ver?”, le digo “sí”, dice, “no lo mire”.

Dijo “la voy a dejar que lo mire, pero nomás la cara” y sí, te miré y le pedí que me dejara ver las demás fotografías y es difícil porque estabas muy mal, muy mal m’ijo.

Y eso es lo que me tiene que no dejo de pensar en todo lo que vi ahí.

Las recuerdo y no, no, no comprendo por qué tuviste que pasar todo eso.

No creo que tu hayas sido capaz de causarme este dolor y menos porque estabas tan apegado conmigo.

Todos los días venías a verme, todos los días.

Yo era todo para ti m’ijo.

Llegaba yo de mi trabajo y venías a buscarme.

A veces yo me estaba bañando y nomás escuchaba que decías, “¿y mami?”.

Y pasaron los días desde tu desaparición…

Hasta que tu papi se empezó poner mal.

Él ya tenía azúcar y poco a poco se fue decayendo y pos imagínate Dany, a veces venía yo a Saltillo, regresaba a Piedras y directo al hospital con tu papá Y ahí me la pasaba, semanas con él.

Y cuando ya se puso muy malito pos le dije “ya no te pude traer a m’ijo”.

Nomás se ponía triste.

Esa vez que vi tus fotografías llegué llorando y tu papi me pidió perdón porque no me pudo acompañar.

Él anduvo un tiempo conmigo.

Las últimas veces que me iba yo sola, regresaba llorando y él me decía, “perdóname, Lorena porque no te puedo acompañar, tienes que andar sola”, le decía yo “no, está bien, yo sé que no puedes, pero sí me haces mucha falta en esto en este proceso que estoy viviendo”.

Y ya se iba y se acostaba bien triste.

Ya estaba enfermo.

Duró en la cama como unos serían unos dos meses, de repente ya no quiso nada, ya no quiso luchar.

Y falleció hace un año m’íjo.

Se murió esperándote.

Mucha gente me dice m’ijo, “Lorena en verdad que te admiro por la fuerza, por la fortaleza que tienes”, nomás Dios sabe cómo me ha ayudado a seguir adelante porque pasó lo tuyo y luego lo de tu papi.

¿Tu mujer?

Ella ya hizo su vida m’ijo.

Seguimos en contacto.

De repente viene a la casa.

Se está un rato y se va.

Siempre va a tener las puertas abiertas de mi casa.

Yo nunca he querido que ella deje de venir porque pos yo le digo que cuando la miro que viene, me imagino que vienes tú con ella.

He pasado ya cinco días en este panteón y los hombres de blanco han recuperado sólo siete cuerpos de la fosa común.

Hoy amaneció fresco Dany.

Aunque hace sol.

No sé si comprendas m’ijo el dolor que es para mí ver a esos hombres de blanco trasportando en la camilla aquellas bolsas blancas con forma humana.

Nomás le pido a Dios que me dé salud y paciencia para aguantar esto y para que ya se cumpla mi deseo de llevarte conmigo y tenerte cerca.

Me haces mucha falta m’ijo.

¿Sabes Dany?, ahorita sí ando un poco sensible.

Todo porque para mí es como si acabara de suceder mi desgracia porque estoy pasando por todo lo que no pasé en su momento.

Antes de venir para acá pensaba Dany “ya quiero tener a mi hijo, pero a la vez, no quisiera pasar por eso”.

¿Ya te conté m’ijo que la otra noche soñé contigo?

Bueno, la verdad es que desde que desapareciste, que ya no volviste más, cada que logro ganarle al insomnio, te sueño.

Pero es que éste fue un sueño tan lindo… Dany.

Siempre le pedía yo a Dios que te dejara venir a despedirte de mí.

Y todas las noches se lo pedía.

Siempre al acostarme decía, “yo sé que hoy lo vas a dejar venir, Dios mío, tú vas a dejar que él venga a despedirse de mí”.

Y de tanto que le pedí, una noche soñé que estaba yo en un patio muy oscuro.

En eso volteo y miro una puerta blanca, muy blanca.

Vi que abriste la puerta y en el momento en que te hablé, “Dany”, quisiste cerrar la puerta, pero yo corrí, te alcancé, te agarré la mano y te dije “mijo, ¿por qué no vienes?, ¿no me quieres ver?”, dijiste “sí, mami”.

“¿Por qué no vienes?”, te decía yo y nomás te quedabas muy callado, no decías nada.

Entonces me preguntaste por tu niña, “¿y Daniela?”, te dije “Está bien m’ijo”.

Yo te abrazaba y me recargaba en tu pecho y te tenía agarrado de las manos, y al momento que me acercaba contigo pensaba “¿por qué está calientito si él ya no está aquí?”.

Y así estuvimos un buen rato, abrazados.

De repente desperté y me desperté contenta, ¿sabes?, porque yo sé que fue real.

Y ya le di gracias a Dios de que te dejara venir, que vinieras a despedirte de mí…

El otro día fueron unos periodistas a la casa y les enseñé tu álbum de fotografías.

La foto donde ganaste el campeonato de beisbol.

Te gustaba mucho el beisbol, siempre te traía yo en los equipos.

Esa vez tu equipo estaba perdiendo el campeonato por tres carreras, había casa llena, y te tocó batear, volaste la pelota, salieron las carreras y todos los niños gritando y llorando y tú también a llore y llore, nosotros gritando todos contentos.

¿Te acuerdas?

M’ijo, ye llevamos una semana de estar acá, esperando, y los hombres de blanco han sacado 13 cuerpos de los 34 o 40, ve a saber cuántos muertos más hay en esta fosa.

Varias veces he visto cómo meten aquellas bolsas en una ambulancia refrigerante y se las llevan.

M’ijo, ya tenemos una semana en este panteón y empiezo a desesperarme, a inquietarme.

Sólo Dios sabe cuántos días más se prolongará esta espera, mi espera.

¿Sabes?, he oído decir que después que te saquen de aquí va a pasar todavía otro tiempo, meses tal vez, antes de que me entreguen tu cuerpo y puedas regresar a casa conmigo.

Hablan de muestras de ADN, de estudios, que la identificación, que las pruebas genéricos y una bola de cosas que yo francamente no entiendo Dany.

Pero como siempre te digo, m’ijo, aquí estoy contigo y nunca te voy a dejar…

EPÍLOGO

Mi’jo ya es viernes otra vez.

Llevamos aquí como 12 días.

Y ya ves que no te he dejado Dany.

A pesar de que estoy muy cansada y desesperada m’ijo.

Más de 12 días de estar fuera de casa.

Y otra vez, como siempre, tuve que dejar a tu hermanita.

A mi niña.

Ella tenía dos años cuando desapareciste, que ya no te volvimos a ver.

Sabes mi’jo todo este tiempo ha sido bien pesado para mí.

De repente me venía a Saltillo, regresaba a Piedras y al segundo o tercer día otra vez a regresar y así, porque tenía que ver acá a las autoridades y que Fiscalía y que tenía a mi niña chiquita y pos hasta ahorita siempre la he tenido que dejar.

Que me la cuiden.

Ahorita tu hermanita tiene ya 10 años…

Dany es sábado en el panteón.

¿Sabes mi’jo?, he visto que ya no hay tanta gente como al principio en este como campamento con todos que nos montaron las autoridades.

Poco a poco se han estado retirando.

Como quiera no deja de haber gente aquí, acompañándome y se los agradezco.

M’ijo, de pronto se me vinieron a la mente tus cumpleaños.

Tu papi te festejaba con carne asada, ¿te acuerdas?, y los vecinos del barrio te regalaban un pastel.

Cómo te querían Dany, te querían mucho.

Y cuando cumpliste quince años, que no querías fiesta, pero tu papi empeñado en que quería festejarte…

Ya luego estabas bien contento y bailaste el vals conmigo, con tu papi y con tus tías.

Hasta ahora nadie cree ni se explica por qué pasó esto contigo, no se lo explican.

Mi’jo ya es martes.

Hoy se cumplen dos semanas desde que llegamos aquí.

Y según nos han informado los hombres de blanco se han recuperado ya como 37 cuerpos.

Dicen que está por termina este tormento.

Que mañana se acaba todo aquí.

Que mañana, que mañana.

Pero, ¿sabes Dany?, yo no estoy bien, y no voy a estar bien hasta saber que ya me van a entregar a m’ijo.

LA BARBARIE SIN FIN

El pasado jueves 5 de diciembre, hacia el mediodía, concluyeron, después de más de dos semanas, los trabajos de la primera exhumación masiva en Coahuila con la recuperación de 52 indicios de la fosa 2 del panteón municipal de La Paz. 46 corresponden a cuerpos completos y seis a fragmentos de restos óseos. Se ignora cuánto tardará la identificación de estos cuerpos.

LA FOSA COMÚN

– En la Región sureste existen dos panteones con fosa común, el de La Paz en Saltillo y el de San Ignacio en Ramos Arizpe.

– En San Ignacio hay cerca de 38 fosas individuales con igual número de cuerpos- En La Paz se calcula que hay unos 150 no nombres inhumados en más de cinco fosas comunes compartidas o múltiples.

– En su mayoría son personas que han fallecido en accidentes, hospitales, enfrentamientos, las calles, y que no han sido identificadas.

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“Ya le lloré a mi hijo todo lo que pude”: historias de duelo, lucha, amor y desaparecidos en México

domingo, diciembre 23rd, 2018

La ausencia de un ser querido por una desaparición provoca un dolor profundo y un duelo ambiguo en las familias. Semanario de Vanguardia documenta los escalofriantes testimonios de madres y esposas que no pararon hasta dar con la ubicación de sus familiares.

Por Jesús Peña
Fotos: Marco Medina
Video: Estefan Baltezan/Jesús Peña

Saltillo, Coahulia (Vanguardia/SinEmbargo).- Lo último que María de Jesús Reyes Vázquez alcanzó a ver de su hijo Hugo fue su mano, una mano todavía con piel que salió de la bolsa blanca en la que lo habían depositado dentro de una fosa común del panteón Jardín del Recuerdo, en Zacatecas.

Era su hijo ni duda cabía, lo supo por el brazalete que colgaba de su muñeca derecha y en el que venían inscritos sus datos de identificación.

María de Jesús, “Maru”, que había llorado tanto hasta desecar sus ojos tras la desaparición de Hugo, su hijo, no derramó una sola lágrima.

Durante la ausencia de Hugo, que se había prolongado por seis Navidades, como seis siglos, algunas noches que conseguía vencer el insomnio “Maru” soñaba que desde algún lugar remoto su hijo le decía “mami, ven por mí”, y ella le contestaba “ay Hugo, si aquí estás conmigo, a mi lado”.

Solo en sueños. Maru soñaba que desde algún lugar remoto su hijo le decía “mami, ven por mí”, hasta que dio con sus restos. Foto: Marco Medina, Vanguardia

Entonces despertaba y recordaba el día en que escuchó por última vez la voz de Hugo, al otro lado del teléfono.

“Maru” no estaba en la casa, había salido un momento a la tienda, cuando sonó su celular:

“‘Mami, dejé la ropa en la lavadora, ¿la sacas?, ya me fui”, le dijo Hugo, “¿a dónde?, vente mijo, ¿para dónde vas?’, preguntó “Maru”, “no, no puedo regresar”, respondió Hugo y colgó.

Cuando “Maru” volvió a la casa su hijo ya no estaba,

“Se va o se lo llevan, no sé, para qué le voy a decir, yo no estaba en casa”.

“Maru” lo cuenta afuera de su pequeño puesto de Hamburguesas en la Plaza principal de Zaragoza Coahuila, con su iglesia del Sagrado Corazón enfrente.

Hace un mediodía fresco y nublado, “Maru”, tiene en las manos la fotografía de Hugo, aquella que se tomó en el patio de alguna de las cárceles de Estados Unidos por las que pasó, antes de ser deportado.

“Tal vez ustedes dirán: ¿por qué no se me quiebra la voz? Ya pasó mucho tiempo, ya le lloré a mi hijo todo lo que yo pude”, dice “Maru” y no, no llora.

Hugo, era un adolescente de 14 años cuando migró sin papeles a la Unión Americana con la esperanza de trabajar y ayudar a “Maru”, que había sido padre y madre a la vez, desde que dejó a su esposo, el papá de sus cinco hijos, por problemas con el alcohol.

Entonces Hugo contaba apenas nueve meses.

A Hugo no le gustaba la secundaria, prefería corrérselas con sus amigos y gastarse el dinero que “Maru” le daba para la escuela en funciones de cine.

“Yo trabaja tanto para él, para que gastara y andaba ahí, buscándolo: ‘si no vas a la escuela, ya sabes’. Llegaba yo y ‘Hugo, la tarea’, decía ‘no me encargaron, no me encargaron’, y yo ‘vas a ver, te voy a dar una tunda si no fuiste a la escuela’”.

Hasta que un día Hugo se confesó con su madre: “mami, no me gusta le escuela. Estás perdiendo tiempo y estás gastando. Yo ya no quiero la escuela”.

A los pocos días “Maru” lo vio alejarse de la casa con una mochila a la espalda: que se iba pal’ otro lado, le anunció Hugo y ella lloró.

“Lloré tanto porque me dijo ‘me voy para ayudarte, para trabajar. Mami, tan siquiera dame cinco dólares’. Me acuerdo que le dije ‘no te vayas Hugo, estás chico, cómo te vas a ir…”.

Pero Hugo se fue y no volvió.

Sin descanso. Olga Lidia Saucedo, presidenta de la Asociación Alas de Esperanza acude al memorial de los desaparecidos en Allende, Coahuila. Como ella muchos familiares siguen en la lucha incansable por encontrarles. Foto: Marco Medina, Vanguardia

EL DOLOR DE DICIEMBRE

A lo largo de 15 navidades, que fueron pera ella como 15 siglos, “Maru” miró crecer a Hugo en las fotografías que él le mandaba, junto con dinero y unas cartas en las que le escribía que ella, su madre, era todo para él.

Tiempo después “Maru” sabría por esas mismas cartas que Hugo trabajaba en la construcción, que se había puesto a vivir con una norteamericana y tenía un hijo.

Años después “Maru” recibió una llamada de Hugo.

Le decía que se hallaba preso en una cárcel de Texas, a la espera de ser deportado a México y pensaba regresar a Zaragoza.

Era 2010, uno de los peores años de la guerra contra el narco en el norte de Coahuila.

Zaragoza había dejado de ser el pueblo tranquilo y apacible que Hugo conoció en su niñez, para convertirse en una bomba de tiempo; balaceras a toda hora y toque de queda.

“Le dije ‘acá las cosas están muy feas mijo”, platica “Maru”.

Cuando “Maru”, fue a Ciudad Acuña para recoger a Hugo buscó con la mitrada al niño rebelde que hacía 15 años se había ido de casa pal otro lado, y se encontró con un hombre fornido, de 29 años y de ojos borrados que, al cruzar la aduana, corrió a sus brazos y le dijo “mami”.

A su retorno al pueblo Hugo ayudaba en el puesto de pollo y hamburguesas que “Maru” había abierto en su casa.

Desde muy joven ella se dedicó a la venta de comida para sostener a sus hijos, luego que se hubo separado de su marido, un hombre que padecía alcoholismo.

En aquellos días, los del regreso de Hugo al pueblo, por las calles de Zaragoza irrumpían las balaceras y los rumores sobre secuestros, desapariciones y muchachos que eran enganchados por la delincuencia organizada para “trabajar”.

“A muchos se los llevaban ofreciéndoles fuertes sumas de dinero y ellos se iba por su voluntad, porque nadie se los llevaba a la fuerza, simplemente yo me imagino que ya no los dejaban salir”, dice “Maru”.

En aquellos días fue que Hugo desapareció.

Que ya se iba, dijo a “Maru” por teléfono, y que no podía regresar.

Como en auschwitz El mecanismo para eliminar ejecutados consistía en prenderles fuego en esta parte del Rancho de los Garza. Foto: Marco Medina, Vanguardia

La única testigo fue la lavadora que se quedó jalando con su ropa y el misterio de su desaparición dentro.

“Él se quedó en casa lavando su ropa. Y sí, ahí estaba la lavadora con la ropa y él se fue y ya no volvió. Yo no estaba, andaba en la tienda cuando él me habla y me dice. Y ya no tuvimos contacto con él. Le marqué y ya no me contestó. Le hablábamos y le hablábamos y preguntábamos aquí a otros muchachos”, dice “Maru” y es como si de repente la desesperación que vivió en esos instantes le volviera al rostro.

Sucedió el “Día de la Coneja”, por marzo o abril de 2011, “Maru”, ya no recuerda bien.

Pero no se le olvidan las morgues y ceferesos, de casi todo el país, que recorrió buscado a Hugo.

Su angustia era tal que “Maru” fue a Villa Unión a buscar a un señor adivino para que le dijera dónde estaba su hijo, pero el adivino calló, que tenía prohibido revelar el paradero de Hugo, no dijo por qué ni por quién.

¿Qué harías si un día tu hija no regresa a casa?”. Foto: Marco Medina, Vanguardia

SE PROHIBE LA ESPERANZA

“’Quién le tiene prohibido. Dígame dónde está mijo. Ándele, yo le pago l que sea’, le dije, pero no, dijo que no me podía decir, nunca me quiso decir, decía que mi hijo no estaba aquí, que estaba muy lejos”, relata “Maru”.

¿Denunció usted?

No me dejaron mis familiares, decían que a lo mejor nos iban a matar a todos, no sabíamos qué podía suceder. En realidad no sabíamos en lo que mi hijo andaba. Se lo llevaron, se fue… Conocemos a nuestros hijos de la puerta de la casa para adentro, pero no para afuera, porque se salen y no sabes realmente qué andaban haciendo… Pero yo prefería mil veces que mi hijo estuviera en la cárcel, verlo vivo y no muerto.

¿Cómo era Hugo?

Era una persona buena, muy noble. se quitaba la camisa para dársela a otro.

Una mañana “Maru” vio en la primera plana del periódico la noticia de un enfrentamiento entre la Marina y un grupo de hombres armados en Fresnillo, Zacatecas, que había dejado como saldo varios civiles muertos.

“Maru”, no sabe por qué, pensó en su hijo.

Otra tarde que “Maru” se hallaba en su puesto de hamburguesas de la plaza principal de Zaragoza, vio aparcar una camioneta desde la que alguien le hizo señas a uno sus empleados para que se acercara.

“Le dijeron que mi hijo había muerto y que estaba en Zacatecas. Yo no los conozco ni les vi la cara a esos hombres, nunca dijeron quiénes eran sólo que Hugo antes de morir les dijo ‘si alguien de ustedes queda vivo, quiero que le diga a mi mamá que me haga una misa, un rosario y que la quiero mucho’”, cuenta “Maru”.

Habían pasado más de seis años de la desaparición de Hugo cuando “Maru”, acompañada por Olga Saucedo, la presidente de “Alas de Esperanza”, una agrupación que defiende a familiares de desaparecidos en Allende, Coahuila, fue hasta Zacatecas para reclamar el cuerpo de su hijo.

“Nadie quería acompañarme, tenían miedo. Yo no tenía miedo porque me quitaron lo que más quería”, dice “Maru”.

Lo encontró enterrado en una fosa larga y muy grande del panteón “Jardín del Recuerdo”, sin una cruz, sin una flor, sin una imagen.

Las familias de los 37 mil desaparecidos en el país piden a AMLO “no politice el caso de Ayotzinapa como lo hizo Peña Nieto”. Foto: Marco Medina, Vanguardia

Lo habían metido en una de esas bolsas blancas de nylon con zíper, esas donde suelen meter a los cuerpos no reclamados o sin identificar.

A “Maru” le permitieron ver solamente la mano derecha, aun con piel, de Hugo, de la que colgaba un brazalete con sus generales.

Antes los del Semefo le habían mostrado unas fotografías de su hijo, momentos después de su muerte y ella lo reconoció.

Tenía un balazo en la cabeza, otro en el costado izquierdo del pecho, y otro en un brazo. Sangraba.

“Tenían su credencial de votar y todo y les dije a los de la morgue ‘¿por qué no nos dijeron, si tenían todo?’, y ellos ‘sí, pusimos la noticia…’”.

El cotejo de las pruebas del ADN de “Maru” y las de otro de sus hijos, con las Hugo habían dado positivo.

“Sí, desgraciadamente era mi mijo, 100 por ciento que estaba ahí, en esa fosa común”.

Semanas más tarde, y gracias a las gestiones de la organización “Alas de Esperanza”, Hugo fue trasladado a Zaragoza y sepultado en una tumba sin lápida del cementerio del Sagrado Corazón.

“Nomás lo velamos un ratito, como dos horas, en una capilla de Allende”.

Desde entonces Hugo ya no volvió a aparecer más en los sueños de “Maru”.

“Me imagino que él no quería estar allá donde lo tenían, ahora ya está aquí con nosotros. En casa le tengo un altarcito con su foto, le pongo veladoras y su vasito de agua bendita”.

Por primera vez en muchos años “Maru” se sintió aliviada.

“No sé quién fue, no sé, no quiero problemas, yo nomás quería recuperar a mi hijo, ya qué podemos hacer, no podemos hacer nada. Sí lo extraño, no le digo que no, pero la vida sigue…”.

“¿Qué harías si un día tu hija no regresa a casa?”, Olga, mamá desaparecido.

Solicitan Mecanismos Internacionales contra la Impunidad y de identificación forense , una nueva Fiscalía y una Comisión de la Verdad. Foto: Marco Medina, Vanguardia

LA SANGRE LLAMA

Olga Lidia Ramos González se sorprendió de sí misma cuando un funcionario de la PGR le preguntó si deseaba ver los restos de su hijo, después que le entregó el certificado del ADN, y ella dijo que sí.

Olga lo vio antes de que lo metieran en el ataúd y se lo dieran al de la carroza.

“Por eso mucho gente dice que qué valor el mío, le digo ‘es que si yo quiero saber tengo que ver’ y sí, vi los restos de él”.

Todavía Olga se resistía a creer que de Jorge, el más chico de sus tres hijos, su consentido, hubieran quedado sólo sus huesos.

“Los puros huesitos”, repite Olga sentada en la sala de la casa de una hermana de ella, en el pueblo de Zaragoza, con un árbol de Navidad plantado en una de las esquinas.

Es una mañana anubarrada, gélida, y a pesar de que no hay pronóstico de lluvia para este día en los ojos de Olga no para de llover.

El día que Jorge, 22 años, el hijo de Olga, desapareció, había ido a casa de su madre a dejar un encendedor.

Esa sería la última vez, 25 de octubre de 2014, que Olga lo vería con vida.

Ni un presentimiento ni una corazonada.

Cuando Olga y su esposo Mariano fueron de visita a casa de su hijo, en Manuel Acuña 208, Claudia, su pareja, les contó que Jorge había salido a la tienda por unos fritos y ya no había regresado.

La historia de Jorge se parece mucho a la de tantos muchachos de la región norte de Coahuila, que, en plena guerra contra el narco, salían de su casa a la tienda, a una fiesta, al trabajo, con los amigo, y ya no regresaban, como si se los hubiera tragado la tierra.

En ese momento Mariano, el esposo de Olga, recordó que por la mañana había visto en la calle a una mujer de negro, que después de saludarlo, entró en la casa de Jorge y Claudia.

“Le dijo mi señor a Claudia ‘¿tuvieron visita en la mañana?’, dijo ‘no’, dijo Mariano ‘sí Claudia’, dijo ‘no, no vino nadie’, dijo ‘pos una señora vestida de negro entró aquí y tú le abriste la tela, no hay otra tela blanca nomás que esta de tu casa’, y Claudia que no y él que sí, le digo ‘ya Mariano, no estés diciendo nada’, dijo ‘¿por qué?’, le dije ‘nomás falta que haya sido la muerte la que entró’”.

Vinieron horas y días aciagos para Olga y su familia.

De su hijo Jorge no volvieron a saber más.

Entonces Olga fue donde el Ministerio Público de Zaragoza a denunciar la desaparición de su hijo y después peinó por días enteros las calles del pueblo buscando a alguien que le diera una pista sobre quién se lo había llevado y por qué, pero nadie vio nada.

Por todo Coahuila proliferan los testimonios de madres que, como Olga, salen al monte de sus comunidades gritando, hasta quedarse roncas, los nombres de sus hijos desaparecidos.

Olga llora en silencio con el rostro abotagado por el dolor y un nudo en la garganta que parece a punto de reventar, pero que no reventa.

Lleva puesta una playera naranja, la playera que distingue a las madres de la organización “Alas de Esperanza” de Allende, Coahuila.

En el centro de la playera, justo en el pecho de Olga, está impresa la foto de Jorge con la chamarra de Aeropostal que a él tanto le gustaba.

La foto es de un 24 de diciembre o de un año nuevo, Olga no recuerda.

“Dijo él ‘mami, quiero un chamarra que está en Comercial Roel, es así y así, ¿me la compras?’, le dije ‘sí’ y fui y se la compré”, cuenta Olga.

Y elige acordarse de cando Jorge era un nene, que jugaba con él antes de irse a dormir

“Era un niño que se entretenía con juguetes, se ponía a jugar. En la noche que ya me andaba yendo a acostar me decía, ‘ponte a jugar conmigo un ratito’, le decía yo ‘no mijo porque tú vas a ir a la escuela’, y él ‘no ándale juega un ratito’, y nos poníamos a jugar en la noche…”.

Ya en la adolescencia Jorge desertó del segundo de secundaria porque no le gustaba estudiar.

“Ya no quiso estudiar y le dije ‘pos si ya no vas a estudiar estate en la casa en lo que yo trabajo’. Limpiaba a la casa. Llegaba yo a mi casa y estaba limpia. Decía ‘voy a ver a la novia’, y se iba y luego regresaba y ya no se salía, se estaba aquí con nosotros, pegado a mí, se colgaba de mí…”.

Después vino lo de su desaparición.

Seguido Olga soñaba que Jorge llegaba de la calle, golpeado, y se despertaba asustada.

Unos meses después, el 6 de febrero de 2015, Olga recibió la llamada de una funcionaria de la Procuraduría, le pedía que acudiera a ver las fotos de un muchacho que había sido encontrado en una fosa clandestina del ejido San Fernando, a media hora de Zaragoza, y luego depositado en una fosa común de Ciudad Acuña.

Cuando Olga llegó sola a la Casa de la Cultura de Zaragoza para ver las fotografías, los investigadores se negaron a mostrárselas.

“Dice una licenciada ‘¿no le puede mandar hablar a alguien?’, le dije ‘no, yo sola’, dice ‘señora le puede pasarle algo malo’, le digo ‘no me pasa nada malo de lo que ya me pasó’ y les decía yo ‘vivo o muerto, chueco, renco, tuerto, como sea… yo lo quiero’”, relata Olga.

Olga miró proyectada en la pared de un salón la imagen de una osamenta con las piernas mutiladas hasta las rodillas y dos costillas rotas.

Que era su hijo, dijo sin titubear ante la sorpresa de los funcionarios.

Olga vio también las fotografías de unas ropas: los tenis, el cinto, un bóxer, el pantalón.

Eran las prendas de su hijo.

Dos años más tarde las pruebas del AND que se había realizado Olga, el padre de su hijo y el de su hermano mayor, confirmaron sus certezas.

“Y ya de ahí pues… fui a sepultarlo”.

Olga dice que le entregó su hijo a Dios desde que desapareció, porque sabía que vivo ya no lo iba a encontrar.

¿Por qué?

Porque sí… Yo sabía que no. Qué hubiera dado por haberlo encontrado vivo, pero no. Uno se tiene que hacer a la idea. Le he llorado como no se imagina y le seguiré llorando porque uno no está preparada para perder… y menos a sus hijos en esa forma. Si los pierde por enfermedad pos les llora uno, pero en esa forma, ¿por qué lo hicieron?

Jorge fue enterrado, sin honras fúnebres, en el camposanto del Sagrado Corazón de Zaragoza, al lado de su abuelo, el padre de Olga.

Su madre aun le llora…

“Pos descanso de al tiro no. Cuando me lo entregaron yo soñé que me miraba con sus ojitos, que me decía que le siguiera, que no parara, que le siguiera… Me duele y me va a seguir doliendo mientras yo viva, mientras yo viva y no sepa el por qué se lo llevaron y qué fue lo que pasó. Mi descanso va a ser hasta no saber el motivo… Quiero saber cuál fue el motivo, el por qué lo hicieron, a lo mejor para descansar yo y dejarlo descansar a él…”.

Infierno en ruinas. Tras la masacre perpetrada por un grupo delictivo, los únicos testigos son los restos de esta finca que fue destruida con maquinaria pesada. Foto: Marco Medina, Vanguardia

¿DÓNDE PONER LAS CENIZAS DE ALLENDE?

Irene abrió la pequeña urna de mármol que momentos antes habían puesto en sus manos y comprobó que sí, que eran cenizas.

No eran solamente las cenizas de su esposo Lauro, le dijeron, sino de varias, de todas, las personas que habían sido quemadas en el rancho Los Garza de Allende, a finales de marzo de 2011, en un episodio que en la guerra contra el narco lo nombran “La masacre de Allende”.

“Pos que eran las cenizas donde se habían quemado a todas las personas juntas, pero no eran específicamente de él…”, dice Irene.

La víspera otro alguien le había llamado a Irene para que se presentara en el DIF del pueblo, no le dijo de qué se trataba.

Ella tenía que trabajar en una maquiladora de Piedras Negras para mantener a los cinco hijos que su marido le había dejado al desaparecer, y perder un día de salario sería una catástrofe en su vida, se excusó.

Que fuera, reviró la voz en el auricular, el gobierno le pagaría el turno y lo que hiciera falta.

Irene aceptó.

Ya en el velorio, donde hubo rezos y cantos, Irene se sintió rara; casi tres años de no ver a su marido, pensó, mientras sus hijos, que eran unos niños cuando su padre se fue, le preguntaban “¿qué es eso mamá?, ¿y por qué vino mucha gente?”.

Fue todo normal, como cuando velas el cuerpo en la caja, dice Irene.

Amaneciendo Irene y sus hijos estaban frente a una tumba abierta del cementerio de San Juan de Mata, en Allende, a donde habían llevado a enterar las cenizas de Lauro, en medio de una multitud de familiares que rompió en llanto.

Irene volvió sentir esa como desazón, como extrañeza…

“Empezaron a llorar, todo mundo llore y llore, y nosotros nomás nos quedábamos viendo, ¿por qué?, ¿qué pasa? Al ver a toda a la gente llorando y a los niños pos…no me aguante el sentimiento…”.

Desde la tarde en que Lauro, el marido de María Irene Méndez González, salió de su casa y no regresó, ella comprendió que tenía que ser fuerte.

Irene cuenta que la tarde que cambió su vida, el 18 de marzo de 2011, Lauro, su esposo, estaba cocinando unos pollos asados, cuando timbró su celular. Foto: Marco Medina, Vanguardia

LA NOCHE TRISTE 

Destrucción… En una noche y sin que los cuerpos policiacos de la región intervinieran, el brazo armado de un cartel destruyó una ciudad entera:
“Me ponía a llorar pos de pensar que cuando estaba él nunca anduve batallando que el recibo del agua, de la luz, que se acabó la leche. Llegar a ese grado de que compraste una cosa y se te acabó la otra. De primero me decía mucha gente ‘es que andas como si nada, yo en tu lugar estuviera en el cuarto encerrada’, les decía yo ‘¿y qué voy a ganar con encerrarme?, encerrándome no vamos a sobrevivir, aquí necesitamos trabajar’ y me decían ‘es que es muy feo, dejas a los niños y te vas a trabajar’, les decía yo, ‘no me van a dar de comer los vecinos’. Yo tenía que trabajar, sacarlos adelante como pudiera y pos el mayor tenía 15 años, dónde le iban a dar un trabajo. Dije ‘pos aunque la gente hable o diga yo me voy a trabajar’ y me fui a trabajar”.

Irene cuenta que la tarde que cambió su vida, el 18 de marzo de 2011, Lauro, su esposo, estaba cocinando unos pollos asados, cuando timbró su celular.

“Le hablaron a él por teléfono, dijo ‘orita vengo’, le digo ‘¿quién te habló?’, dijo ‘voy a un mandadío de volada’, pero como a veces así se iba no me extrañó a mí. Se fue y ya no volvió. Le marcaba al celular y no me contestaba, dije, ¿qué le pasaría?, ¿por qué no me contesta?”.

Irene pasaba las noches en vela esperando que Lauro tocara la puerta y dijera “ya llegué, pos es que sabes que andaba en tal parte…”, hasta que le ganaba el sueño y se quedaba un rato dormida.

“Los primeros días fue un martirio no verlo llegar nunca”, platica Irene afuera de su casa con la fotografía que Lauro se tomó en una fiesta vestido de vaquero y que Michel, su hija de 15 años, tiene colgada en su cuarto.

Son cerca de la 1:00 de la tarde y en Allende, el pueblo de la matanza, las calles lucen silenciosas y vacías, pero en el aire se respira esa pesadez que dejo el miedo el día de la masacre.

En las esquinas sobreviven, como mudos testigos del horror, las casas quemadas, tumbadas y desmanteladas por los zetas, que ahora están convertidas en basureros con sus arcos y sus chimeneas que antes fueron ostentosos y a la postre no son más que ruinas.

Detrás de las puertas de cada vivienda en Allende se platican bajito las historias de balaceras, asesinatos y desapariciones, consumados por la delincuencia.

La policía nunca vio ni oyó nada.

A Irene la ponían triste las lágrimas de Michel que entonces tenía seis años y no paraba de pregunta por su padre.

“Me decía la niña ‘¿no ha llegado mi papá?’, y yo ‘ahorita llega’, y ella ‘es que me echas mentiras, así me dijiste anche: que ahorita venía’ ya yo le decía ‘es que llegó bien noche, por eso no lo viste’ y luego en la mañana ‘ves no vino me echaste mentiras otra vez’, y yo le decía ‘ahorita llega y ahorita llega’, se ponía a llorar ella y pos yo no me aguantaba…”.

Con el tiempo Irene tuvo la sensación de que Lauro ya no regresaría jamás.

“Y le dije a la niña que no sabía yo qué había pasado, nomás que su papá no había vuelto, le dije ‘no sé qué le pasó o quién se lo llevó o dónde esté’”.

Lauro era mecánico y trabajaba en el rancho de la familia Garza, ubicado en los límites de Allende y Villa Unión, el lugar donde a finales de marzo de 2011 se suscitó una matanza perpetrada por los zetas cuyo móvil fue una vendetta por dinero y droga.

“Mi esposo miraba mucho movimiento y pensaba que probablemente se dedicaban a otra cosa ahí, no específicamente a lo del carbón. Decía que él miraba muchas cosas, que se dedicaban al movimiento de la droga y todo eso, pero pos él nada que ver. A la hora de la hora pos no preguntaron, se los llevaron a todos”.

Irene fue a la presidencia municipal de Allende para denunciar la desaparición de Lauro.

Ahí apuntaron en un cuaderno su dirección, el nombre de él y le dijeron que si llegaban a encontrarlo algún día, le avisaban.

“Yo decía, ‘dudo que esté con vida, pero esperemos en Dios que por ahí esté, que algún día aparezca”.

Y ese día, un día de diciembre de 2014, fue el día en que la citaron en el DIF para entregarle una urna con unas cenizas que, le dijeron, eran las de su esposo revueltas con las de otras víctimas.

“De perdido llega el 2 de noviembre o el día de su cumpleaños y les digo a mis hijos ‘vamos al panteón a llevarle un arreglo a su papá’ o ellos me dicen ‘amá, ¿no le vas a comprar flores a mi papá?, vamos a llevárselas’”, dice Irene.

CAMPOS DE EXTERMINIO

En el rancho Los Garza, el sitio de de la masacre, ubicado, en los límites de Allende y Villa Unión, la maleza ha borrado los caminos y la llanura, como si hubiese querido borrar, ocultar, también el recuerdo de lo que pasó aquel marzo de 2011.

Al fondo se ven todavía las ruinas de las casas de sus antiguos moradores, casas campestres con chimenea y portales que fueron quemadas y desmanteladas por los zetas,

Casas sin ventanas, sin piso, con las paredes desnudas, negras de tizne.

Eran las casas de la familia Garza, que, se dice, tenía nexos con la delincuencia y fue aniquilada, junto sus trabajadores y gente cercana, en este paraje.

Unos dicen que fueron 300 los desaparecidos en Allende, otros que 30, otros que 27 y el secretario de gobierno José María Fraustro Siller, que 70.

Sólo las almas de los que quedaron en este rancho, y que ya no podrán hablar más, tienen la verdad,

El rancho parece una zona de guerra, como si de cielo le hubiera caído un misil, una bomba antiaérea.

Aquí no viene nadie, no hay nadie y a ratos se siente como si alguien te siguiera, que viniera atrás de ti, empujándote.

Dicen que allá en esas como muelles, como como aparcaderos de tráiler, fue donde quemaron los cuerpos.

Todavía en el suelo de cemento se ven las huellas del fuego, restos de cenizas, de carbones.

No hace mucho, de entre estos carbones, los peritos encontraron dientes, molares y colmillos de humano.

De este pedazo de mundo, del que los pobladores de Allende hablan en secreto, no quedaron más que ruinas y cenizas.

LA PÉRDIDA AMBIGUA

A Elizabeth Alfaro, la directora de Atención Inmediata de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (Ceav), el reciente fenómeno de las desapariciones en Coahuila, le cambió la vida.

En la carrera de psicología le habían enseñado sobre el duelo y sus etapas, pero cuando conoció historias como la de Hugo, Jorge y Lauro, comprendió que la realidad había superado lo que sus maestros de la facultad le enseñaron.

Elizabeth cuenta que en 2017 el personal de la Ceav, psicólogos y trabajadores sociales, tomó una capacitación sobre la atención a familiares de personas desaparecidas,

“Y fue aquí donde aprendimos esta diferencia, porque los psicólogos no sabíamos tratar esta problemática. Las familias generaron como cierto rechazo a le profesión de los psicólogos porque ir con un psicólogo significaba decir ‘señora vamos a superar esta situación’ o ‘usted está en esa fase del duelo, pero algún día va a cerrar’ y no se trata de eso. Lo que aprendimos más bien es que toda esta emoción y toda esta sintomatología que presentan las familias de personas desaparecidas puede tener un nombre: se llama pérdida ambigua y busca que las familias de personas desaparecidas puedan vivir con la incertidumbre”.

La pérdida ambigua, dice Alfaro, es completamente distinta a un duelo común cuando hay una pérdida de un ser querido y la familia tiene la certeza real de que ese ser querido descansa en una tumba.

“Es muy distinta la emoción que puede experimentar una familia que tiene una persona desaparecida, porque un día puede levantarse con toda la esperanza de que puede encontrarlo con vida y de que va a hacer todo lo que esté en sus manos para seguir. Pero al siguiente día puede venir un sentimiento de completa desesperanza, de decir ‘yo sé que no voy a encontrar a mi familiar’, pero es completamente normal que vayan de un lado a otro, de la alegría a la tristeza, del enojo al temple, es decir ‘voy a seguir con la búsqueda’”.

La directora de Atención Inmediata del Ceav dice que a partir de entonces esta comisión brinda un acompañamiento psicosocial a las familias de desaparecidos, que busca brindar herramientas de afrontamiento ante una pérdida que es completamente confusa.

“Es ayudarles a entender que es normal que un día se sientan de una manera y otro de otra… Esa persona en el duelo ya no va a regresar y en la pérdida ambigua existe la posibilidad de que regrese, pero a la vez de que ya no vuelvas a ver a esa persona. Entonces es aprender a vivir con la puerta abierta”.

¿Y hay efectivamente un descaso, una paz, en el caso de las familias que han encontrado sin vida a sus desaparecidos y los han llevado a enterrar?

Descansan en el sentido de que existe la certeza de dónde está, sin embargo el camino por recorrer con estas familias todavía es muy largo, porque nos falta acceder a la vedad y a la justicia y por supuesto a la reparación integral del daño. Pero esta búsqueda de respuestas es interminable hasta que no se tenga la certeza de, además, donde está, qué pasó, por qué pasó y quién lo hizo. Hay familias que dicen ‘aquí termina mi proceso, ya no me interesa seguir con la investigación, ya no me interesa nada más porque lo único que quería era recuperar a mi familiar’.

VIOLENCIA INSTITUCIONAL

Eduardo Calderón, psicólogo y psicoterapeuta, colaborador del Centro Diocesano para los Derechos Humanos “Fray Juan de Larios”, habla de las secuelas que puede desencadenar en una persona la desaparición de un familiar.

“Impactos en el cuerpo. Vemos muchas personas con diabetes, colesterol, cáncer y buscamos la manera de trabajarlo psicológicamente”, dice.

Y asegura que él ha observado cómo estos síntomas se agudizan por la no atención de las autoridades.

“Que no sepas nada, que no se den avances de la investigación de tu caso, o que cuando vas a poner tu denuncia ni siquiera quieren recibirte, te dicen ‘no, hasta que pasen 72 horas’. Entonces es, cómo eso, la violencia institucional, genera más impactos en las personas, de diferentes tipos: cognitivos, o sea todos los pensamientos que pueden surgir, las dudas, la inseguridad, la desconfianza; impactos emocionales; ansiedad, depresión, tristeza, enojo, rabia, impotencia y también impactos físicos: desde dolores de cabeza, gastritis, colitis, todo lo que termina en itis y cada quien lo va a ir manifestado de diferentes maneras, hasta enfermedades más graves”.

HOLOCAUSTO COAHUILENSE

En mitad de la carretera 57, justo en el tramo que va de Allende a Zaragoza, hay un obelisco, con un monumento, una alta columna que tiene en la punta una flama y en derredor una plazoleta con bancas.

Es el memorial que en 2015 mandó erigir el gobierno como un recuerdo a los desaparecidos y que fue en su momento blanco de críticas por parte de algunos colectivos de familiares ausentes.

Hoy este memorial se encuentra olvidado, abandonado y vandalizado.

Manos anónimas arrancaron la placa de plástico que contenía el pensamiento dedicado a los desaparecidos y ahora el memorial es sólo una roca en mitad de una carretera.

“No tenemos dónde darles una plegaria a nuestros seres queridos desaparecidos y pensamos en venir a sentarnos aquí. No tenemos un panteón, ni tenemos nada y aquí es donde la gente quiere venir a elevar la plegaria al cielo en honor y a la memoria de los que están desaparecidos y a los que ya no tenemos …”, dice Olga Saucedo la presidenta de “Alas de Esperanza”.

¿Vine la gente?

“Sí, vienen. Una vez una señora me platicó: ‘no sabes de dónde vengo Olga’, le digo ‘no, ¿de dónde vienes?’, dice ’vengo de pedirle a Dios que me regrese a mi hijo. Allá fui al memorial a pedir a Dios que me regrese a mi hijo’, le digo ‘mira, que bueno’, qué le podía decir yo…”.

CINCO MANANTIANLES… DE LÁGRIMAS

En la pared frontal de la oficina de Olga Lidia Saucedo, la presidenta de “Alas de Esperanza”, están pagadas las fotografías de las 110 personas desaparecidas originarias de los Cinco Manantiales que hasta el momento tiene registradas esta asociación.

La mayoría de ellas no están localizadas y sus familiares siguen en la lucha incansable por encontrarlas.

“No sé si darle gracias a Dios porque tenemos gente, yo no quisiera que tuviéramos nada ni una desaparecida, ni una, que no haya desaparecidos…”, dice Olga.

Y dice que los dos últimos años sólo cuatro personas de los municipios de Allende y Zaragoza han sido localizadas sin vida, identificadas y entregadas a sus familias.

Con vida si acaso una, pero tiene miedo habar.

Olga dice que se sabe casi al dedillo todas las historias que guardan estas fotografías, pero hay una que la conmueve sobremanera y es la de su hija Adanari de 22 años, quien desapareció el 18 de diciembre de 2011, junto con su esposo y otras siete personas de un domicilio de Piedras Negras.

Olga había ido a denunciar la desaparición de Adanari a la presidencia municipal de Allende, pero el alcalde de aquel entonces le dijo que no podía hacer nada y ella salió llorando.

“Nos tocó la de perder a mi hija y todavía seguimos en la lucha”.

Según las investigaciones ministeriales Adanari fue una de las víctimas ejecutadas y luego quemadas por los zetas en el penal de Piedras Negras y sus restos arrojados, con los de otras personas, a las aguas del Río San Rodrigo de este municipio.

“Fui cuando ya supe que a mi hija la habían tirado ahí, fui y raspé, porque yo andaba como loca buscando a mi hija. No la iba a hallar porque había inundaciones…De mija nada. Y yo no estoy en paz, yo como madre de Adanari, de desaparecida, no estoy en paz. No quedamos en paz, no quedamos bien, porque yo no tengo unos restos a los que llorarles”, dice Olga que hace apenas unos días se recuperó de un connato de embolia, dice que debido a la presión que implica ser la presidenta de una organización de familiares de desaparecidos.

“Me presiono porque a mí me gusta salir a buscar a la gente cuando se me desaparece…”, dice Olga.

¿Cómo es Adanari?

Mi hija es muy bonita, es delgadita, chiquita, muy inteligente. No le hacía daño a nadie, a nadie. De mi hija no tiene nadie nada qué hablar. Estuvo en el momento y en el lugar equivocado mija.

“Esa soy yo. Ahí me andaba dando la embolia”, dice otra vez Olga y señala una página de periódico donde se ve su fotografía en blanco y negro sosteniendo el retrato de su hija y abajo la pregunta “¿Qué harías si un día tu hija no regresa a casa?”.

Olga la sigue buscando…

Epílogo.

Con el fin de darle un tono esperanza a este reportaje SEMANARIO buscó testimonios de personas desaparecidas que han sido localizadas con vida.

“Sí hay, pero las familias no quieren problemas”, respondió Silvia Ortiz, la presidente del Grupo Vida.

“Sí hay, pero no quieren dar entrevistas”, dijo Maru Arriaga, del Centro Diocesano para los Derechos Humanos “Fray Juan de Larios”.

“Sí, hay, pero ¿tú crees que van a andar tan campantes?”, soltó Griselda Ivonne García Zapata, miembro de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila, Región Laguna.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE VANGUARDIA. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

Los 12 años de saqueo del “Moreirato” le costará al PRI en 2017: ONGs y académicos

jueves, julio 21st, 2016

Coahuila se ha vuelto en un centro de corrupción, aseguran críticos de Humberto y Rubén Moreira, donde una familia se hizo del poder para hacerse millonaria. La apatía de la ciudadanía podría cambiar en las próximas elecciones en el estado en julio del año próximo, tal y como ya lo hizo en los recientes comicios que se celebraron en Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas, bastiones que, como la entidad norteña, el PRI gobernó por más de 70 años. Pero aún hay barreras. La corrupción, la inseguridad y el miedo se mezclan en esa entidad. Y activistas que han encabezado movimientos detallan las dificultades para orquestar las demandas ciudadanas. ¿Qué estado han dejado los dos mandatos de los hermanos Moreira?

Ruben Moreira, Gobernador de Coahuila, no ha agilizado investigaciones sobre violacioens de derechos humanos, dijeron activistas. Foto: Cuartoscuro

El priista Ruben Moreira, Gobernador de Coahuila, no ha agilizado investigaciones sobre violaciones de derechos humanos, dijeron activistas. Foto: Cuartoscuro

PRIMERA DE UNA SERIE

Ciudad de México, 21 de julio (SinEmbargo).– Los índices de violencia en Coahuila han terminado por dejar a la población vulnerable. Expertos en política y seguridad aseguran que estas condiciones deberán ser tomadas en cuenta por los candidatos que compitan en las elecciones del próximo año. Hasta ahora Coahuila no conoce la alternancia. El anterior Gobierno y el actual, correspondientes a los políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), encabezados por Humberto Moreira Valdés y su hermano Rubén Moreira Valdez, han sido cuestionados por corrupción y vínculos con el crimen organizado.

Hace una semana, declaraciones vertidas durante un juicio en San Antonio, Texas, por Rodrigo Humberto Uribe Tapia, un ex miembro de Los Zetas, hicieron hincapié en que el ex Gobernador Humberto Moreira recibía dinero del grupo criminal a cambio de protección. Él mismo afirmó la entrega de 2 millones de dólares. Los movimientos se hacían mediante Vicente Chaires Yañez, asistente personal del otrora mandatario estatal, y a Jesús Torres Charles, entonces Procurador de la entidad, según reportó el diario estadounidense My San Antonio News. 

Durante el juicio llevado acabo en el vecino país en contra de Marciano Millan Vázquez, supuesto ex líder de Los Zetas, Uribe también reveló que el penal de Piedras Negras, Coahuila, fue utilizado como “matadero”. A través de una red de hornos, Los Zetas encubrieron el exterminio masivo y sistemático de personas inocentes durante el periodo que abarca de 2011 a 2013, cuando ese cártel tenía un completo control sobre la mayor parte de Coahuila.

Helicópteros y vehículos oficiales del Gobierno de Humberto Moreira fueron usados por el cártel para evadir operativos de los elementos de la Secretaría de Marina (Semar), según la versión de Uribe Tapia. Humberto Moreira se deslindó de tener relación con el testigo. Los hechos han generado revuelo en la opinión pública, y expertos ya empiezan a preguntarse cómo repercutirán en el futuro político de esa familia y del PRI en esa entidad.

“Yo creo que hay un sentir generalizado entre la ciudadanía que no es reciente. Y que tal vez ahora se ha acentuado más. Sobre todo en los gobiernos estatales, que han estado infestados por altos niveles de corrupción, lo que se combina con la ineficacia para combatir la violencia y para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Y en muchos de esos gobiernos, como el de Coahuila empieza a notarse, que la continuación del PRI no es por méritos propios sino que tiene que ver por mecanismos diversos de inducción del voto”, dijo Ricardo Espinoza Toledo, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La edición 2015 de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) reflejó que 20 mil 350 habitantes de cada 100 mil acusaron haber sido víctimas de corrupción en la realización de algún trámite en dependencias púbicas, pagos o contactos con las autoridades. Durante el sexenio de Humberto Moreira, la deuda del estado pasó de 323 millones de pesos a 36 mil 509 millones de pesos, de acuerdo con los indicadores de obligaciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP); esto significa un aumento de 11 mil 203 por ciento.

¿En qué se usaron estos recursos? Humberto aseguró que fue en inversión pública, especialmente en infraestructura. Por su parte, el Departamento de Estado de Estados Unidos catalogó esa contratación de deuda como un ejemplo de corrupción de México, su vecino del sur, dentro del reporte de Derechos Humanos que publica cada año.

“La indignación sí existe y lo manifiestan a diario las personas. Desde que pagan el servicio del agua y se quejan: ‘qué hizo el hermano del Gobernador que se robó ese dinero, y no lo han metido a la cárcel’”, dijo Raymundo Mendoza Arredondo, ex vocero del extinto Movimiento Indignados Coahuila.

El sucesor de Humberto, su hermano Rubén, ha administrado durante los últimos cuatro años y siete meses el estado. En vez de reducirse la deuda, en el primer trimestre de este año ascendió a 37 mil 777 millones de pesos.

VÍCTIMAS DE VIOLENCIA

Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos es una organización que busca a sus desaparecidos en Coahuila. Foto:Cuartoscuro

Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos es una organización que busca a sus familiares desaparecidos en Coahuila. Foto:Cuartoscuro

En la vida de los coahuilenses endeudados se suma la violencia cotidiana. Durante la administración del ex Gobernador Humberto Moreira se registraron mil 811 homicidios dolosos y 141 averiguaciones previas por secuestro o privación ilegal de la libertad en Coahuila, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

Mientras que durante el tiempo que lleva Rubén Moreira en el poder, los homicidios dolosos han ascendido a 2 mil 984 casos, lo que representa un aumento del 176 por ciento con relación al Gobierno pasado a pesar de que aún resta un año y medio para que acabe la gestión del priista.

En tanto, la cifra de secuestros se ha colocado en 103 casos. Una disminución del 13 por ciento con relación al periodo de Humberto Moreira.

La ola desapariciones también ha castigado Coahuila. El 7 de junio pasado un informe de la organización internacional Open Society apuntalaron la participación del narcotráfico, en especial de Los Zetas, en la oleada de desapariciones en México. Y así también lo dice la experiencia de las familias.

Blanca Martínez Bustos, integrante de la organización Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos, enfatizó en esa ocasión los gravámenes que sufre Coahuila.

“Pudimos constatar cómo el desarrollo de esta estrategia y esta práctica de desaparición es uno de los componentes del control de población y de control del Estado, que no se puede dar sino es por la facilitación del Estado. En el Centro Fray Juan de Larios registramos –del 2007 al 2015– 494 personas desaparecidas, en 164 casos registrados. Esto quiere decir que la mayoría de la gente que desapareció en Coahuila lo hizo en grupo”, dijo ante el auditorio durante la presentación el mes pasado.

La tarde del 18 de marzo de 2011 al menos 30 camionetas con hombres armados cerraron las entradas y salidas del municipio de Allende. Cifras extraoficiales apuntan que 300 pobladores de la región conocida como los “Cinco Manantiales” fueron llevados a la fuerza, aunque las autoridades en un principio sólo reconocieron la desaparición de 28, y el asesinato de 11.

“El asunto del narcotráfico se dio gracias a la Reforma Energética que buscaba que se despojara a la gente de la Cuenca de Burgos, así te explicas lo que pasó en Allende. Era una zona estratégica. El narco surgió en el periodo de Felipe Calderón, despojaron a muchas personas de sus tierras”, dijo Mendoza Arredondo.

El Ejército ha participado en distintas misiones de combate al narcotráfico en Coahuila desde el sexenio pasado. Foto: Cuartoscuro

El Ejército ha participado en distintas misiones de combate al narcotráfico en Coahuila desde el sexenio pasado. Foto: Cuartoscuro

Después de casi tres años en los que la violencia de Allende fue ignorada por las autoridades, fue sólo en febrero de 2014 que elementos del Gobierno del Estado, ahora a cargo de Rubén Moreira. Recorrieron el municipio y ranchos siniestrados propiedad de presuntos narcotraficantes, donde encontraron, según se reportó, casi tres mil 500 restos óseos.

Otras tragedias durante el sexenio de Humberto Moreira fueron las acontecidas en el penal de Piedras Negras. En los últimos 3 años de Gobierno de Humberto Moreira —entre 2008 y 2011— más de 150 personas fueron asesinadas en el penal de Piedras Negras.

Una averiguación previa de la Procuraduría de Justicia local indica que en ese periodo algunos integrantes de los Zetas mataron a más de 150 personas que estaban secuestradas en el norte de Coahuila y fueron llevadas al Cereso de Piedras Negras, donde entre reos y personas ajenas que tenían acceso, las asesinaron.

Las declaraciones de Uribe en el juicio que se lleva a cabo en Texas estarían relacionadas con el destino de muchos de los desaparecidos del estado, que fueron terminados de incinerar en el Penal de Piedras Negras. “Ellos [los Zetas] toman estos cuerpos y los llevaban al Cereso para poder destruirlos o desintegrarlos […]. Tenían contenedores de ácido, o no sé qué proceso para desaparecerlos”, acusó.

Antes, información recogida por Breitbart respaldaba esta versión. En Allende, expuso el medio estadounidense, Los Zetas torturarían y ejecutarían a las víctimas usando una variedad de métodos crueles. Dentro de la cárcel, carniceros de Los Zetas desmembraron los cuerpos de los hombres, mujeres y niños que habían sido secuestrados. Las partes humanas fueron colocadas en tambos de 200 litros llenos de diesel y luego se les prendió fuego. Después de varias horas, la mayor parte de los restos humanos desaparecieron, dejando a cientos de familias sin respuestas. Las cenizas fueron arrojadas luego dentro de arroyos locales que conducen al Río Bravo. Mientras que la mayoría de tambos siguen en casilleros de una instalación de almacenamiento utilizada por la oficina del Procurador General en Coahuila, algunos de ellos han sido reutilizados como contenedores de basura en la ciudad, informó Breitbart en febrero.

LOS HIJOS DEL SNTE

Humberto Moreira Valdéz, ex Gobernador del estado de Coahuila y expresidente del PRI nacional, puesto al que renunció en 2011 tras las acusaciones en su contra de desfalco. Foto: Cuartoscuro

Humberto Moreira Valdés, ex Gobernador de Coahuila y ex presidente nacional del PRI, puesto al que renunció en 2011 tras las acusaciones en su contra por el desfalco de su estado. Foto: Cuartoscuro

“Hay un manto de impunidad, y un pacto de impunidad también. El caso de Coahuila es muy revelador, porque hay una familia que ha estado gobernando los últimos sexenios”, explicó el profesor Espinoza.

Humberto Moreira fue profesor de una secundaria técnica desde 1985. Aunque sólo dio clases tres años, fue 27 años comisionado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), tiempo en que, en paralelo, hizo una carrera política como Secretario de Educación Pública de Coahuila en 1999, y más tarde Alcalde de Saltillo en el 2003.

Una vez terminado su gubernatura, Humberto Moreira se lanzó en marzo de 2011 por la presidencia nacional del PRI y la ganó. Se suponía, entonces, que sería quien encabezara el regreso del tricolor a Los Pinos de la mano del candidato Enrique Peña Nieto.

Pero el escándalo por el desfalco financiero de Coahuila le detonó en la Ciudad de México, donde los medios estadounidenses ventilaron detalles de la supuesta defraudación expuesta en una Corte de Texas; la prensa más crítica en la capital del país puso entonces el ojo en el caso y para diciembre de 2011, el político coahuilense terminó por renunciar al cargo y no ser un estorbo a las aspiraciones de Peña Nieto.

Moreira decidió exiliarse en España. Ahí el ex presidente del PRI recibía una jubilación por parte de la Sección 38 del SNTE de 37 mil 129 pesos mensuales.

Detenido por las autoridades españolas el 15 de enero del presente año. Humberto Moreira fue señalado por lavado de dinero, cohecho y organización criminal. Sin embargo, el 2 de febrero un juez ordenó su libertad y que se le devolviera su pasaporte para volver a México.

Previamente, el ex líder del PRI fue acusado de pertenecer a un grupo denominado “Conexión Coahuila” implicado en el delito de lavado de dinero y malversación de fondos públicos.

Entre los integrantes de este grupo se encuentra Rolando González Treviño quien el pasado 28 de mayo del presente año se declaró culpable ante la justicia de Estados Unidos de conspiración para transportar dinero robado del estado de Coahuila, que ascendió al monto de 27 millones de pesos.

Esto además, de la detención y posterior liberación en Estados Unidos de Javier Villarreal Hernández …el ex Tesorero de Moreira– pudieron incidir directamente, dijo Guadalupe Correa-Cabrera, profesora asociada del Departamento de Asuntos Públicos y Seguridad de la Universidad de Texas.

“Terminó preso en San Antonio [Texas], probablemente, dio mucha información. La familia de Moreira tiene varias propiedades relacionadas en el estado de Texas, pero en realidad no se había vinculado directamente. En México quisieron que se olvidarán”, dijo la investigadora.

Otro hermano que maneja el pulso político del magisterio en Coahuila es Carlos Ariel Moreira Valdés, ex dirigente de la Sección 38 del SNTE, quien se ha dedicado a conseguir curules a favor del magisterio dentro del Congreso.

En las últimas elecciones pidió el apoyo de los votantes para el Partido Nueva Alianza (Panal), a pesar de que el SNTE, en teoría, es apartidista.

El dirigente magisterial se ha hecho de una fortuna patrimonial. De acuerdo con el Registro Público de la Propiedad (RPP) tiene registrada la compra de tres casas habitación en Saltillo. Una de las viviendas que está a nombre del líder sindical tiene un valor superior a los 638 mil pesos, informó en el 2013 una investigación del diario Vanguardia.

Carlos Ariel Moreira ostentaba, de acuerdo con los registros, una donación por un terreno ubicado en Lomas de Lourdes, Saltillo. En el 2012, el hermano menor de los Moreira había llegado a la dirigencia del SNTE, junto con la reelección de la entonces cabecilla Elba Esther Gordillo, al frente del Sindicato durante 23 años hasta su detención y captura en marzo del 2013.

POBREZA EN COAHUILA

Piedras Negras ha sido castigado por la pobreza y la violencia. Foto: Cuartoscuro

Piedras Negras ha sido castigado por la pobreza y la violencia. Foto: Cuartoscuro

Durante sus paso por España, el ex Gobernador de Coahuila habitaba un chalet en Valldoreix, un exclusivo barrio de Sant Cugat, el segundo municipio más rico de Cataluña, por el que pagaba al mes 3 mil 500 euros (unos 55 mil 300 pesos), según información de la inmobiliaria AMAT.

En el vecindario se estima que los residentes tiene un ingreso 78 por ciento más altos que el resto de la población de la ciudad española. Sin embargo, en el estado que gobernó la gente vive con escasos recursos.

En el 2010, el 27.8 por ciento de la población se encontraba en situación de pobreza, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Cuatro años después el porcentaje de coahuilenses en esta condición había aumentado al 30.2 por ciento.

“Hay entidades que lograron cristalizar mejores resultados. El asunto pasa por los ingresos. A pesar de que la entidad ha tenido una fuerte generación de empleos eso no se ha logrado cristalizar en los índices de pobreza. Esto seguramente tiene que ver con el costo del a vida, los alimentos y los servicios públicos”, explicó Luis Gutiérrez Flores, director del Centro de Investigaciones Socioeconómicas de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Raymundo Mendoza detalló aún hace falta que la ciudad participe en procesos de cambio. Eso se ha visto reflejado en los niveles de participación de Coahuila durante las pasadas votaciones, en las cuales sólo el 44 por ciento de los ciudadanos acudió a las urnas, de acuerdo con el Programa de Resultados Electorales Preliminares del Instituto Nacional Electoral (INE).

También aseveró que los movimientos sociales no han tenido éxito debido a la cooptación de los intereses políticos. “Siempre terminan invadidos. Y tan es así que indignados Humberto Moreira sigue libre. Sin pagar ninguna cuenta. El problema de raíz es que no vemos hacia dónde estamos caminando”, dijo el activista.