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España vence 3-1 a Kosovo, disipa dudas y endereza el rumbo hacia Catar 2022

miércoles, marzo 31st, 2021

La Roja se jugaba enderezar su camino hacia el Mundial de Catar 2022, tras el inopinado traspié del pasado jueves en casa ante Grecia en el estreno de esta fase, y el  triunfo al extremo ante Georgia.

Por Curri Carrillo

Sevilla, 31 mar (EFE).- La selección española ganó con claridad a la de Kosovo (3-1) en el estadio sevillano de La Cartuja y disipó las dudas surgidas en la tercera jornada del grupo B de la fase de clasificación para el Mundial, tras dominar a un rival que sólo se estiró en la segunda mitad, ya con un 2-0 adverso, y enderezar así el rumbo hacia Catar 2022.

Tras un buen primer tiempo, España se puso por delante con sendos goles en sólo dos minutos de Dani Olmo y Ferrán Torres, que también marcaron en el triunfo por 1-2 en Georgia, superada la primera media hora, mientras que tras el descanso Kosovo acortó distancias tras un grave error en una salida del meta Unai Simón, luego enjugado con el 3-1 de Gerard Moreno a un cuarto de hora del final.

La Roja se jugaba enderezar su camino hacia el Mundial de Catar 2022, tras el inopinado traspié del pasado jueves en casa ante Grecia (1-1) en el estreno de esta fase, y menos mal para los de Luis Enrique que el extremo del Leipzig Dani Olmo arregló lo que hubiera sido un desaguisado mayor con su gol del triunfo ‘in extremis’ en Georgia (1-2).

El seleccionador varió de nuevo su once para una cita más trascendente de lo que a priori se hubiera pensado ante un rival de discreto nivel como Kosovo, y lo hizo con cuatro cambios. Marcos Llorente volvió al lateral derecho por Pedro Porro; Íñigo Martínez entró en la zaga por Diego Llorente: Koke en el medio con Busquets y Pedri, por Fabián; y Olmo por Bryan Gil, el descartado de los 24, en el tridente ofensivo junto a Ferrán Torres y Morata.

La gran sorpresa fue la ausencia de la alineación, por segundo partido consecutivo, del capitán Sergio Ramos, que cumplió 35 años este pasado martes y el jugador con más internacionalidades con España, con 179.

La selección española salió con fuerza, con cierta urgencia por intentar dejarle las cosas claras al combinado dirigido por el suizo Bernard Challandes, y pronto, sin aspavientos, inquietó con un centro atrás de Ferrán Torres que no halló rematador y, tras el despeje, con un centrochut de Jordi Alba que se marchó fuera.

España se adueñó del balón en el medio campo y los laterales Marcos Llorente y Jordi Alba siempre miraron hacia adelante, aunque cerca del área kosovar no tuvo la precisión necesaria para sacar pases claros o tiros que pusieran en problemas a la zaga de cinco de Kosovo, un tanto nerviosa y la línea más débil del rival.

La posesión del balón fue, con mucha diferencia, del combinado español, pero le faltó un punto más de claridad y profundidad en ataque ante un ordenado equipo balcánico, condenado a defender con disciplina y que arriba no creó peligro alguno, mientras que la Roja tiró de paciencia para seguir con su acoso, hasta que recogió los frutos.

Fue, de nuevo, Dani Olmo, protagonista con su tanto en la sufrida victoria por 1-2 del pasado domingo en Tiflis, el que abrió la ‘lata’ con un golazo a los 34 minutos, al recibir en el área un servicio de un activo Jordi Alba, perfilarse y, con un certero y ajustadísimo disparo con el interior del pie derecho, batir por su escuadra izquierda a Samir Ujkani.

El delantero de la selección española Álvaro Morata pelea un balón con el centrocampista de Kosovo Besar Halimi. Foto: España

Esta demostración de talento del jugador del Leipzig dio nuevos bríos a España, que dos minutos después, en el 36, aumentó su renta con el 2-0 de Ferrán Torres, con un fortísimo tiro cruzado, también con la derecha y tras abrir el balón a su banda Pedri, que se coló sin remisión en la meta de un conjunto kosovar que había empezado a flaquear.

En la reanudación, y después de que la Roja, dominadora absoluta del choque, pudiera irse con un marcador más amplio al descanso si hubieran tenido más tino Morata, desde la frontal, y Eric García, en un cabezazo, el guión no varió.

Con todo bajo control, Morata en una ocasión, un activo Ferrán Torres en dos y Olmo en otra pudieron marcar en el primer cuarto de hora del segundo tiempo, pero la falta de acierto y las intervenciones de Ujkani lo evitaron.

Bernard Challandes, seleccionador de los kosovares, hizo cambios ofensivos al entrar Lirim Kastrati por Rashica y Zeneli por Kololli. Su equipo dio un paso adelante y, aunque España siguió con su claro dominio y apenas pasar apuros, adoleció de más agresividad en ataque y ello dio pie a que los balcánicos, en cierta medida, se crecieran.

Tras un aviso de Kastrati al aprovechar un resbalón de Eric García, que desvió Busquets hacia la portería y obligó a intervenir a Unai Simón, Kosovo sorprendió en una acción extraña en la que el meta del Athletic salió de su área a cortar un balón y, tras controlar mal, se alejó hasta casi el medio campo dejando libre su portería.

Este grave fallo propició el 2-1 de los kosovares a los 70 minutos, al quitarle la pelota Besar Halimi y, de primeras y por alto, marcó un gran gol desde lejos y sin Simón en la meta, pese al vano intento de Marcos Llorente de despejar a la desesperada. Sin embargo, España, ya con Fabián y Gerard Moreno en el campo, reaccionó.

Así, el delantero del Villarreal, en su primer partido de esta ventana internacional por estar recién salido de una lesión, redondeó el claro triunfo de la selección española con el 3-1 definitivo al cabecear en el primer palo un saque de esquina a falta de un cuarto de hora para la conclusión.

En este tramo final, Luis Enrique también sacó a Canales y Rodri, por Olmo y Busquets, y a Sergio Ramos -alcanzó su partido 180 con España- por Eric García, y la Roja buscó más goles, pero sin éxito, en parte debido a su menor intensidad y acierto en el segundo tiempo de un partido en el que exhibió una mejor imagen.

Dani Olmo resucita a España de último minuto ante Georgia y evita un segundo tropiezo consecutivo

domingo, marzo 28th, 2021

España obtuvo su primera victoria en las eliminatorias europeas rumbo al Mundial de Catar 2022, luego de que empatara como local en la primera jornada ante Grecia.

Por Roberto Morales

Redacción deportes, 28 mar (EFE).- Un derechazo de Dani Olmo en el minuto 92 evitó el segundo tropiezo consecutivo de España camino del Mundial de Catar 2022 y le dio un triunfo repleto de sufrimiento por 1-2 en Tiflis ante Georgia, con remontada agónica en la segunda parte ante un rival que, a base de casta, tuvo contra las cuerdas a la selección de Luis Enrique.

Abocada a unos problemas tan inesperados como reales, la selección española sintió cómo en Tiflis se le complicaba de golpe la clasificación al próximo Mundial. De vapulear a Alemania para sentirse de nuevo candidata a todo, a ser vulnerable ante selecciones varios escalones por debajo. Todo es posible en el fútbol a base de motivación y Georgia la tuvo para llevar al extremo a la Roja.

La defensa a ultranza de Luis Enrique del equipo que empató ante Grecia fue un gesto de protección hacia el exterior. Al siguiente encuentro cambió a siete de los once titulares, síntoma inequívoco de que al que menos le gustó lo que ocurrió en Granada, fue a él. Debía encontrar soluciones a la posesión estéril y lo hizo apostando por extremos, Ferrán Torres y Bryan Gil pegados a las bandas, dando paso y responsabilidad a los más jóvenes.

Con Pedri asumiendo galones de forma natural. En meses ha pasado de crecer en la división de plata del fútbol español a ser titular en el Barcelona y ejercer liderazgo en la absoluta con 18 años. El poco peligro de España en el primer acto surgió de su visión y calidad entre líneas. A Ferrán le faltó eficacia en el desenlace.

En su zurda estuvo la oportunidad de evitar el sufrimiento que vendría con un latigazo raso que sacó con una buena mano Loria a los once minutos. España no gestionó bien las ganas de hacer olvidar el traspié ante Grecia. Sus dos primeras faltas fueron castigadas con amarillas, a Diego Llorente y Pedro Porro, que sufrió en su debut con el marcaje a un encarador nato como Kvaratskhelia.

El rugir de las gradas se echaba de menos y lo sintieron los futbolistas españoles en cada intento de contragolpe de los caucasianos. Su dibujo de partido estaba definido. Máxima intensidad defensiva y fútbol directo cada vez que pudieron correr. A España le faltó la firmeza de su última cita, el que definió Luis Enrique como el mejor partido defensivo de su carrera como técnico.

Fallaron las ayudas defensivas y los marcajes en acciones a balón parado. Así rozó el gol Georgia, que primero avisó y luego golpeó. Unai Simón salvó un testarazo abajo de Kashia, libre de marca en un saque de esquina. La ambición de una selección que ya derrotó a España en el último precedente se imponía.

No le falta voluntad a la Roja, pero sí continuidad en una idea. Corrió más, aumentó el ritmo con balón, pero en la desesperación de una posesión improductiva acabó cometiendo desajustes defensivos que costaron caros. Había empezado a abusar del juego al pie, sin encontrar el desborde esperado con Bryan por la izquierda ni el remate de Morata.

Sintiendo inestabilidad por arrancadas de Lobzhanidze desde la derecha y la verticalidad de la estrella georgiana, Kvaratskhelia, que al borde del descanso castigó un despiste de Pedro Porro en la marca con un disparo cruzado imparable para Unai.

Si la obligación a ganar de España existía antes del inicio, al abismo que provocaba una derrota era mejor no asomarse. España demandaba un referente, con Sergio Ramos en el banquillo mascando la impotencia por una rodilla recién recuperada, y Luis Enrique acudía a Dani Olmo. La decepcionante primera parte de España dio paso a una continua búsqueda del gol a base de fe.

Adelantó metros, pisó más el área rival e insistió hasta encontrar el premio del gol. La movilidad de Olmo dejó la banda izquierda libre a las subidas de Jordi Alba, un factor decisivo. Ambos se encontraron para un centro del lateral al que no llegaba Morata, pero sí, con todo, Ferrán para firmar el empate a los 55 minutos.

Se parapetó en su terreno Georgia, siempre intensa en cada balón, una selección que exige que al menos iguales su intensidad. Las fuerzas se rebajaron para lanzar más contragolpes de peligro y se limitó a defender con firmeza cada intento español. Una continua lucha contra la impotencia. Centros laterales que no encontraban remates francos. Thiago intentó meter ritmo, Pedri apareció por todos los lados, la entrada de Marcos Llorente aumentó el físico y la de Oyarzabal la presencia en el área.

A base de córneres lo intentaban sin peligro, con Morata rematando desviado. Marcos Llorente apuraba el campo para poner un centro peligroso que no encontraba rematador. Pedri desde la frontal estrellaba su disparo contra un muro. Y cuando parecía que un nuevo partido se le escapaba a España y quedaba en posición delicada, en el minuto 92 apareció un jugador que chutó desde fuera del área. Al fin.

El descaro de Olmo tuvo el premio de la mala estirada de Loria. Su mano blanda al balón, que acabó mandando a la red y dando la victoria a España.

El Leipzig da la sorpresa, elimina al Atlético de Madrid de Héctor Herrera y avanza a semis de la Champions

jueves, agosto 13th, 2020

El conjunto alemán se convirtió en la gran revelación de esta Champions League luego de eliminar a uno de los favoritos del certamen y clasificarse a su primera semifinal del torneo más importante de clubes.

Por Iñaki Dufour

Redacción deportes, 13 ago (EFE).- Definitivamente, al Atlético de Madrid no le beneficia el papel de favorito, apartado, cuando más responsabilidad sentía y cuando más opciones se le presuponían, de la Liga de Campeones por un rebote en el minuto 87, en el 2-1, y por el Leipzig; un equipo con mayúsculas que causó el fiasco del conjunto rojiblanco, al que doblegó con la determinación del que no tiene nada que perder… Y sí mucho por ganar (2-1).

De forma cruel, quizá sí, con un gol en propia puerta de Stefan Savic en el minuto 87; en el momento más inesperado, probablemente también, porque era cuando el Atlético parecía más entero tras un largo recorrido sometido por su adversario. Pero tampoco nada extraño en el global de todo el partido. Fue mejor el Leipzig.

El Atlético tiene límites esta temporada. Por mucho que Jan Oblak le haya dirigido mucho más lejos de lo que mereció en Anfield, por mucho que haya crecido de forma indudable tras el parón del COVID-19 o por mucho que la increíble irrupción de Marcos Llorente le haya aportado unas posibilidades ofensivas que le han hecho más incisivo.

El año de “transición” que proclamó Diego Simeone apunta en ese sentido. Necesita tiempo, seguro. También necesita otras muchas cosas más el Atlético, que desde hace tiempo ‘vive’ por la ‘Champions’.

Por todo lo que le supone económicamente de forma directa e indirecta en cuanto a ingresos, multiplicados por su estabilidad año tras año en esta competición con Diego Simeone, y por todo lo que genera emocionalmente este torneo, cuyo título es tan anhelado en el equipo como ha sido imposible hasta ahora. Por un minuto, por la prórroga, por goles agónicos, por los penaltis… Inalcanzable.

No desiste el Atlético, con esa insistencia irrenunciable. Una fe que le ha transformado en un bloque que jamás da nada por perdido, aunque el tamaño del golpe sea gigantesco, como lo fueron las finales perdidas, y aunque la gloria mundial, la que otorga ser campeón de la ‘Champions’, haya esquivado por milímetros o segundos hasta ahora al club rojiblanco, dos con el ‘Cholo’ como técnico.

No es suficiente. La decepción de este jueves, indudable desde cualquier perspectiva, daña de nuevo al Atlético, que seguirá intentándolo. Ya son tres años sin llegar más allá de cuartos en la Liga de Campeones, que abren el paso a un equipo con mucho futuro y muchísimo presente: el Leipzig, estupendo cuando ataca.

No tiene tanto nombre o ‘publicidad’ el Leipzig, pero el reto que le planteó al Atlético fue de suma exigencia. Porque mueve la pelota para atacar. No tiene la posesión por un mero hecho especulativo. No la tiene por tenerla, sino porque busca un destino invariable: la portería. Y además lo hace con un dinamismo, una precisión y un intercambio casi constante de posiciones que asombra a cualquiera, encima con una colección de futbolistas que juegan muy bien.

El gol del 1-0 de Dani Olmo, allá por el minuto 50, es un ejemplo sensacional de tales cualidades. La movió de un lado para el otro, en uno o dos toques como mucho hasta que halló una vía, el espacio suficiente para el centro desde la banda derecha y el certero cabezazo en llegada, cruzado, imposible hasta para Jan Oblak.

Un golazo por construcción, resolución y determinación. Todo eso combina el Leipzig en su equipo. Lo sufrió el Atlético, que padeció minutos sin ver ni de lejos la pelota; por ejemplo los primeros diez. Resurgió por momentos porque, aparte de su prioridad colectiva, su obsesión táctica y el repliegue al que le conminó su voraz, intenso y contundente adversario, tiene individualidades de talento o recursos para demostrar su presencia ante tal dominio.

Uno es Yannick Carrasco, activo al principio y difuminado al final. Por su ocasión en la primera parte, la mejor -casi la única-, el equipo aligeró el peso de un partido que no iba para el lado que quería. Y por sendos cabezazos de Savic (después sufrió una brecha en un potente golpe con Halstenberg) y de Giménez demostró que el balón parado también es una destreza que puede manejar con soltura.

Hasta ahí. Fue un paréntesis que rehizo un rato al Atlético, que pidió un penalti -riguroso si lo hubiera pitado- a Saúl. Pero no igualó ni mucho menos el partido sobre el terreno. Nada más lo frenó. Kevin Kampl fue el dueño absoluto del medio. Aun así, el bloque de Simeone, casi siempre a la espera de su adversario, sin ocasión de presionar o de contraatacar, incluso con la pelota como un elemento casi ajeno, contuvo bien a su oponente, que no exigió ni una parada de Jan Oblak en el primer tiempo. La mejor noticia.

La peor, por el contrario, estuvo en el sector opuesto del campo durante 50 minutos. En el ataque. Marcos Llorente casi ni tocó la pelota. Y eso en la actualidad es un déficit casi inasumible para el Atlético. Ni entre líneas ni en carrera, su equipo no le encontró, también por la buena presión y posicionamiento de su contrincante. Con Diego Costa conectó algo más, pero cualquier comparación entre su mejor pasado y su presente sólo genera melancolía y frustración.

Hasta el 1-0 en contra, Simeone no movió el banquillo. Entonces sí recurrió a Joao Félix, que, aún con su intermitencia indudable de todo el curso, puede proponer registros que urgen en el Atlético, más aún en partidos como el de este jueves. Tiene 20 años. Pero el fútbol no depende ni de la edad ni de la experiencia. Depende del talento. Y el suyo es innegable. Él cambio el partido, pero no el desenlace.

Desde el primer instante sobre el terreno, su personalidad fue evidente. Reclamó cada balón, desbordó y lideró a su equipo como si hubiera jugado una cantidad de partidos en la Champions que aún no ha disputado. Tiene mucho tiempo para hacerlo. También mucha ambición. Y unas cualidades que se le presuponen a sólo unos pocos.

El 1-1, en el minuto 70, es suyo de principio a fin. Por elaboración y por ejecución. Desde el medio campo hasta el área contraria, previa pared con Diego Costa, hasta que fue derribado por Klosterman, el único que fue capaz de detenerle. La pena máxima la transformó con la misma convicción: un derechazo junto al poste.

No fue suficiente. Un tiro desde fuera de Adams, un rebote en Savic que descolocó a Jan Oblak y un gol que agranda la frustración del equipo rojiblanco en la Liga de Campeones. Al Leipzig le espera el París Saint Germain en las semifinales; al Atlético, la decepción.