Óscar de la Borbolla
09/03/2020 - 12:04 am
El 9 nadie se mueve
El problema está en todos lados: no sólo en el feminicida o en el violador. El problema está en cada acto que refrenda el machismo.
Escribo estas palabras el jueves 5 de marzo por la mañana. Marco la fecha porque desconozco lo que habrá ocurrido ayer, domingo, y hoy lunes estoy a la expectativa de lo que vaya sucediendo. He seguido, como cualquiera, el curso que ha ido tomando el Movimiento Feminista y, en principio, me he declarado simpatizante. Creo que son inobjetables algunos de sus lemas: «ni una menos», por ejemplo, y creo también (lo he escrito en este mismo espacio) que son perfectamente comprensibles ciertos excesos (pintas y destrozos) usados por una buena parte de la prensa para opacar la legitimidad del Movimiento y volver invisibles las incuestionables demandas: un país en el que ninguna mujer sea acosada ni muerta por el hecho mismo de ser mujer.
Creo también que el movimiento está infiltrado sin que esto le reste, en lo más mínimo, su completa legitimidad, el que uno o muchos grupos de intereses se cuelen queriendo sacar provecho político de la indignación femenina no le quita a la protesta de las mujeres ni una micra de autenticidad. Tendríamos que estar ciegos para no ver el clima ominoso que viven, particularmente, las mujeres en este país y no hoy, que se ha vuelto totalmente visible, sino desde… me atrevería a decir, siempre. Una cosa es el fakefeminismo, como se ha llamado, y otra muy distinta los miles o millones de mujeres que no pueden vivir en paz como consecuencia de un machismo light, recalcitrante e incluso asesino.
Por esto, no me parece un Movimiento de coyuntura cuyas integrantes busquen desestabilizar al régimen, ni ninguna otra de las tonterías que he escuchado o leído, sino un Movimiento que señala unas causas reales y que revelan una gravísima injusticia y hacen de México un infierno. Distraer a la opinión pública porque pintan monumentos o existe el fakefeminismo me parecen visiones que no quieren ver lo evidente: el justificado miedo en el que vivimos todos en este país y PEOR las mujeres.
El agresor está en la casa, en la oficina, en las calles, en las escuelas, en los ministerios públicos, en los jueces… en todos y cada uno de los sitios donde hay hombres o mujeres contaminados de machismo; en los padres que agreden a sus hijas y alientan en sus hijos a ser «muy hombres,» y en las madres que no entienden que las canalladas de sus hijos son canalladas aunque sean cometidas por sus hijos. El problema está en todos lados: no sólo en el feminicida o en el violador. El problema está en cada acto que refrenda el machismo: el problema está en todos nosotros. En ti, en mí, en ustedes y en ellos y ellas. Porque la ideología, las costumbres, la moral, la religión, la política… han armado este clima o, si se prefiere: este infierno es responsabilidad de todos. Claro está que hay grados, pero nadie se salva.
Hace medio siglo participé en el Movimiento del 68, queríamos unas simplonadas en comparación con lo que ahora quiere el Movimiento Feminista. Nosotros buscábamos librarnos del monopartidismo; aspirábamos a que hubiera pluralidad, libertad política, una sociedad justa. Han transcurrido 52 años y algunas de las banderas por las que desfilé en el Paseo de la Reforma, y por las que huí, como pude, de Tlatelolco, se han conseguido a medias o de plano no se han conseguido de ningún modo. Hoy las mujeres luchan por una revolución de la conciencia, estas sí son palabras mayores, pues desde la Eva de la Biblia nacida de una costilla, o la Clitemnestra de Homero, el modelo machista ha imperado en nuestra civilización.
El remedio no es fácil, pues tendrán que descoyuntarse las costumbres y las inercias. Cambiar las ideas de una sociedad impregnada de machismo en todos los órdenes, y entender que esa lucha será la más persistente y larga de cuantas se han emprendido, porque es fácil cambiar una ley, es fácil cambiar un régimen; pero cuando las armas son la educación y la cultura, que son las vías para cambiar al ser humano, la tarea es titánica. «El nueve nadie se mueve” me parece un buen arranque para que la gente comience a comprender.
@oscardelaborbol
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