Óscar de la Borbolla
26/11/2018 - 12:00 am
El barullo interior
Hay veces en que la boruca interna nos impide pensar.
Hay veces en que la boruca interna nos impide pensar. Es ese machacar de un problema que atruena en nuestra alma sin darnos tregua. Uno busca una idea pero al ir a ponerla sobre la mesa resulta que la mesa de nuestras entendederas se ha convertido en un potro que relincha y lo tira todo: yo, literalmente, pienso con las manos, escribiendo y, aunque parezca bobo, voy fijando una palabra y luego otra para construir poco a poco un determinado sentido, pero ¿qué puede hacerse si el fragor del infierno interior se apodera de uno y las palabras vibran y se caen como se caen los libros durante un sismo?
Hace falta silencio, pero no el silencio que obsequia el refugio personal de un cuarto donde se recibe la quietud como un regalo, sino el silencio interior, la paz de adentro que permite tomar una idea y desovillarla poco a poco: hilar un pensamiento.
Pero hay una boruca: los problemas míos, tuyos, nuestros se arrebatan la palabra, gritan en muchos idiomas propios y ajenos, arman una asamblea de locos o de intereses encontrados que para el caso es enteramente lo mismo.
Intento concentrarme, pero las frases se acuchillan unas a otras, se rajan en jirones; las letras se dispersan como aullidos que golpean mi fuero interno. No tengo más recurso que la sintaxis, el orden de las palabras mismas, y veo este pensamiento que va abriéndose paso en medio del caos, describiendo el caos.
No es del todo anormal, me digo, esta columna ha sido siempre así: la batalla del orden contra el caos; aunque hoy, el volumen y la simultaneidad de los problemas atruenan de una forma que no me deja mucha opción, de hecho, no he podido más que articular la gestación de esta idea, la descripción de un pensamiento que nace en la boruca que tengo adentro. Nace y se desenvuelve sin acallar, como otras veces, ese fragor de infierno que me retumba en las entrañas. Veo la inminencia del punto conclusivo de esta nota que por un momento me ha dado orden, y sé que al colocarlo resurgirá el estruendo, pero no tengo más que decir: lo pongo resignado y me entrego a mis demonios. Sólo un mantra para el camino: el Sol también se eclipsa.
Twitter:
@oscardelaborbol
más leídas
más leídas
entrevistas
entrevistas
destacadas
destacadas
sofá
sofá