Radiografía de la Tragedia

La tragedia, por lo visto, no sólo supone el mandato de un destino, sino también un deseo de ir más allá o en contra de ese destino. La tragedia la integra el binomio: deseo de otra cosa y destino. Foto: Especial.

Hubo en la visión griega una intuición cuya vigencia ha sobrevivido a los dioses con los que originariamente se explicó. Hoy, Zeus y su amplísimo séquito están extintos y, en cambio, la tragedia: el derrotado forcejeo humano contra el destino sigue en pie. No importan las versiones que han venido a reemplazar a las moiras: las circunstancias, los genes, la clase social, el inconsciente…, en todas ellas se mantiene implícito o explícito que cada uno de nosotros aparece con unas determinaciones o con un lote (el que nos tocó en la lotería de la existencia) y que este marca lo que podremos ser.

Para decirlo de manera elocuente: quien nace con anosmia no podrá ser catador de vinos y quien crezca en un ambiente de miseria intelectual, sin más ejemplos y aspiraciones que las de aquellos que componen su entorno, muy difícilmente podrá escapar a esa visión del mundo. Las circunstancias, los genes… son las nuevas moiras y cada uno de nosotros cuando no se pliega empáticamente a lo que le tocó, sino que aspira a ir en contra de su destino manifiesto se las ve negras y en muchos casos ahí se queda. Somos Edipo o Michael Corleone (de la película-novela de Coppola-Puzo), seres trágicos que no conseguimos lo que queríamos, sino lo que teníamos que hacer.

Normalmente se menciona -como acabo de hacerlo- a los héroes trágicos, a quienes forcejean y, por lo mismo, se destacan; pero se olvida a quienes no se oponen a su destino, a quienes se pliegan a él, lo admiten y se entregan sin reparos. Estos no parecen trágicos y tal vez no lo sean, pues quieren lo que tienen, eso que la vida les marca o les va dando les parece bien.

La tragedia, por lo visto, no sólo supone el mandato de un destino, sino también un deseo de ir más allá o en contra de ese destino. La tragedia la integra el binomio: deseo de otra cosa y destino. Querer ir más allá de las capacidades, querer algo mejor de lo que se brinda para uno: querer, aspirar a lo que nos falta es lo que vuelve trágica la vida.

La paradoja es que quien no quiere, sea porque tiene todo lo que le hacía falta o porque no siente la falta de nada es, sin más, como un muerto, pues la vida se caracteriza por ese continuo desear que nos lleva a otra cosa. No son trágicos quienes se conforman con su suerte; trágicos son los inconformes, los que anhelan, los que quieren, pues en el camino de alcanzar su deseo se tropiezan con la inamovible imposibilidad.

Trágico es José K por desear llegar al Castillo, porque si desistiera de su deseo se salvaría del mundo burocrático kafkiano que lo envuelve en una vida donde cada día se experimenta como un fracaso. Trágico es Edipo, pues queriendo huir de su suerte va a cumplirla. Trágicos son aquellos que quieren que los demás entiendan; trágicos son quienes pretenden reunir lo incompatible, trágicos son, sencillamente, quienes quieren.

Los demás no son trágicos pues quieren lo que tienen y no quieren lo que no tienen; son quienes viven en paz. Yo también algún día conoceré la paz, será la paz de los sepulcros.

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@oscardelaborbol

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7 Responses to “Radiografía de la Tragedia”

  1. Abogada Laura Rosette dice:

    Como siempre es un placer leerle, distinguido Óscar. Siendo trágica -100%-esta admiradora suya.

  2. Mar tellez dice:

    Excelente!!! Mi tragedia, me encantaría ser una gran matemática. Me cuesta el pensamiento abstracto. Es como dice la canción nadie es lo que quiere sino lo que puede ser. 🙁

  3. Alma Ordoñez dice:

    Excelente final. La paz de los sepulcros! Muchas gracias maestro!

  4. Jesus E. Aldana Rivera dice:

    “La marca de una inteligencia de primer plano es su capacidad para concentrarse en dos ideas contradictorias sin perder la posibilidad de funcionar. Por ejemplo, deberíamos poder comprender que las cosas carecen de esperanza, y no obstante estar resueltos a cambiarlas”.
    Francis Scott Key Fitzgerald
    “El que nace pa’ maceta, nunca pasa del zaguán”
    Refrán popular
    Hola señor Oscar. Me gusta más leerlo cuando escribe sobre matemáticas. No se ofenda por el comentario, sólo es eso, un honesto comentario. Lo que pasa es que se me dificulta entender a los filósofos. Al respecto de las matemáticas, quedé extrañado cuando usted aceptó sin rechistar, cuando Miau Miau le afirmó que “hay infinitos más grandes que otros” (como respuesta a su colaboración en La Jornada del 09/01/2017). A mi modesta forma de entender, los infinitos son infinitos y, por definición, no hay unos más grandes y otros más pequeños. También ambos mencionaron al azar y algunas de sus intromisiones en algunos números, pero eso es harina para otro pastel.
    Disculpe por el preámbulo, obviamente fuera del actual tema, lo que pasa es que me quedé con “la espinita” y hoy se dieron las condiciones (sin yo desearlo, sin tragedia) para sacarla.
    En todo caso, no es el tema al que me quiero referir en esta ocasión.
    La frase “el hombre puede hacer lo que quiera pero no querer lo que quiera”, de Arthur Schopenhauer parece resumir su Radiografía de la Tragedia. Sin embargo, la mecánica cuántica nos muestra (sin hacerlo del todo o al menos convincentemente), a pesar del determinismo al que se aferraron Laplace, Einstein, Schrodinger y otros (yo también), que no nomás las antiguas moiras están extintas sino también sus supuestos reemplazos. Según la nueva física todo suceso está sujeto a probabilidades y nada del futuro (y parece que ni del pasado) está escrito.
    En todo caso, en su dicho usted contradice su supuesto determinismo con “lo que nos tocó en la lotería de la existencia”, a menos que sea usted deísta y esté convencido de que su dios, unilateralmente, haya decidido lo “que a usted le tocó”, implicando con ello una contraposición, desde siempre conocida, con el supuesto “libre albedrío”.
    Seamos honestos, la realidad es que todos queremos o tal vez hubiéramos querido “algo más”. Lo que sucede es que “algo más” (ahora sí) en algunos casos puede ser tan grande o tan utópico que es prácticamente imposible de alcanzar. Los más “agarran la onda” y otros, los menos, seguimos soñando trágica y guajiramente.
    En resumen, no creo que haya alguien que verdaderamente “viva en paz”, la paz que usted menciona. Todos somos, según su definición, trágicos, todos queremos o quisimos algo que no podemos o pudimos lograr.
    Sin embargo, esa tragedia a la que usted se refiere no necesariamente se sufre. Sin tener relación alguna con el masoquismo, hay quien (yo mismo) disfruta “el derrotado forcejeo humano contra el destino” que sigue en pie. La lucha persiste, el espíritu del investigador es así, por cada respuesta obtenida surgen mil preguntas más y el deseo también persiste…¿trágicamente?
    Lo saludo con gusto y, por favor, enséñenos más matemáticas.

  5. Marcos dice:

    Aburrido por predecible.
    El mismo rollo cada fin de semana.

  6. apache kid dice:

    Si,correcto es el principio de la ENTELEQUIA de Aristoteles que late en cada organizmo viviente

  7. CGC dice:

    La sabiduría popular resume el dilema de tal radiografía en la ley de Herodes: “O te chingas o te jodes”. Te chingas cuando retas al destino; te jodes cuando lo aceptas sin más. Por eso inventaron los griegos, también, la comedia, que también resulta ilusoria, pues a nadie gusta (que se precie de intelectual) de los finales felices, pero quieren la felicidad (otra manera de desear ser trágico y terminar por dar risa o pena ajena).

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