Óscar de la Borbolla
03/04/2017 - 12:00 am
Recuerdo roto
El poema lo encontró mi hermana Ligia hace más de 50 años en una revista y tanto le gustó que terminó por aprendérselo, y yo con ella
Amanecí con la sospecha de ser el último ejemplar del poema «Epístola superflua» de Esperanza Zambrano. A lo largo de mis años, salvo mi hermana Ligia (ahora desaparecida), no he conocido a nadie que se lo supiera de memoria o que al menos lo conociera. La sospecha se me acentuó, pues lo busqué en internet y salvo una breve semblanza de la poeta no hallé ningún poema suyo. Y me sentí, no exagero, como personaje de Bradbury, de su novela Fahrenheit 451.
El poema lo encontró mi hermana Ligia hace más de 50 años en una revista y tanto le gustó que terminó por aprendérselo, y yo con ella. A lo largo de mi vida lo he compartido oralmente ante innumerables auditorios y el efecto ha sido siempre el mismo: nadie lo conocía y, por supuesto, tampoco a la poeta.
Hace cuatro años que no puedo escucharlo de mi hermana Ligia y tampoco decírselo. Me alarma que no aparezca en Internet, pues es sin duda el banco de información viva más grande que existe. Mi versión de la «Epístola superflua» voy a escribirla a continuación y ofrezco de antemano una disculpa, pues mi memoria siempre adereza lo que recuerda y hoy ya no cuento con mi hermana que normalmente me corregía algún verso, una palabra cambiada o incluso una estrofa completa. Este poema era nuestro patrimonio, aquí va de nuevo al mundo para reparar un hueco importantísimo en la web. Nótese que no menciono su ausencia en las librerías, porque hoy en esos expendios falta todo.
Epístola superflua que se escribe en el viento,
surco nuevas distancias siempre por recorrer.
Y escribo en mí esta noche con tinta de lo incierto
palabras insensatas que no has de recoger.
Por costumbre lirizo, cierta vez lo notaste.
Todo en mí se reviste de fatua inspiración,
aún hoy cuando revivo la frase apasionada
que nos tornó dos astros en plena conjunción.
No sé por qué te escribo
sabiendo que así excito
rencores insepultos y pensamientos ruines
que habían de enconar las amargas rencillas
que hicieron tan distantes nuestras vidas afines.
De modo subconsciente
placer agudo y torvo
por mezclar los cristales de insolubles agravios
al espíritu insano de alcoholes taciturnos
que esta noche cual nunca me suben a los labios,
sólo para decirte
que he visto en nuestro parque amarse otras parejas,
que hallé nuevo símil al color de tus ojos
en la miel ambarina de otoñales abejas.
Oh luna madre perla de eróticos efluvios
que forja insinuaciones en íntimas neurosis.
Y por deshabitado el corazón cavila
un suicidio de luna y amor a fuertes dosis.
Y porque en mí combátense corrientes tumultuosas
que a mi pesar me envuelven en su corriente esclava.
Y por todas las noches que viviré sin verte
sufro esta noche, sufro como cuando te amaba.
Pero hoy de no amarte mi dolor es más triste.
Tengo los ojos llenos de luces apagadas
y mi amargura es sólo por lo que ya no existe.
He quebrantado la tácita promesa de no escribir más versos.
¿Para qué?, ¿para quién?
Y se pierde en el aire con ráfagas de olvido
la epístola superflua que no has de recoger.
@oscardelaborbol
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