Sembrar papas y calabazas

el libro de texto y las monografías sentencian las diferencias entre el campo y la ciudad. Foto: Especial.

el libro de texto y las monografías sentencian las diferencias entre el campo y la ciudad. Foto: Google.

Crecí sin poner atención a la siembra. Este sistema culero y controlador menosprecia a los campesinos, a los granos, al cultivo, al color verde. Aplasta el deseo de ver vida saliendo por la tierra. Aplasta el deseo del que quiera arar con las manos. Condena a quienes vierten semillas y cantos sobre suelo fértil.

La escuela como institución y brazo legítimo del sistema engorda esta idea: el libro de texto y las monografías sentencian las diferencias entre el campo y la ciudad (ver links insertados). Los que viven en el campo son pobres, analfabetas, hediondos, beben leche directo de la ubre de la vaca y visten sombreros de paja. Los que viven en la ciudad usan traje, se bañan con agua caliente, son profesionistas y gastan su dinero en perfumes y leche deslactosada light.

En el salón de clases nadie quiere ser pobre. Nadie quiere corretear pollos y cabras. Nadie quiere trabajar una pala para quitar la hierba mala. Nadie quiere caminar kilómetros para conseguir agua. En el campo no se maquillan ni se peinan y en el salón de clases nadie quiere ser una fodonga incivilizada. Vivir en el campo es ser marginado y nadie quiere ser un marginado.

Nos convencieron de que acosar a la banda por teléfono para venderle préstamos de 30 mil pesos –a 49 cómodos pagos de mil 999 pesos con una tasa del 13%, la mejor del mercado–, es mejor. Nos convencieron de que olor del escape de un vehículo es mejor que el de un granero porque petróleo quemado es sinónimo de progreso. Nos convencieron de que el éxito es un coche caro, ropa de diseñador, el iPhone más nuevo, la selfie en un yate atrancado en la costa de Miami. Nos convencieron de que competir es sano y que tener más el otro está bien. Nos convencieron de que ser mediocre es no desear, pues, ese éxito.

Nos convencieron de que existen fronteras. Nos metieron, durísimo, la idea de que existe un límite, banderas del mundo, guerras ganadas, estratos sociales, colores de piel, himnos nacionales. La división entre el campo y la ciudad. Y les creímos. Me queda, sin embargo, trabajar para ser digna de esta tierra. Quiero, con mis manos, estar bien cerquita de la vida: sembrar papas y calabazas.

10 Responses to “Sembrar papas y calabazas”

  1. Samuel Lechuga dice:

    Es curioso yo crecí en la CDMX y fui infectado con todos estos conceptos que mencionas hasta ue un día fui de vacaciones me a un rancho y estuve en contacto con la naturaleza y en esos años los habitantes de ese lugar abiertos, sinceros y muy simpáticos. En ese momento , tenía 17 años pensé en lo padre que sería vivir así. En fin me tocó vivir otra historia y aterrice finalmente en Zürich en donde viví 21 años. Y ahora vivo en la campaña y puedo decir que el aire y la gente son sensacionales. Todavía trabajo en Zurich y el viaje en bicicleta y tren diario no me afectan en absoluto y cada vez me alegro,de regresar a casa a respirar aire puro. Ojalá y algún día el campo en México sea como fue en mi juventud. Se los deseo,de,todo corazón.
    BIbi muy bonito texto que me llegó, como,de costumbre al corazón.

  2. ¿Quedó cortado el artículo? Dice al final…sembrar papas y calabazas. que
    Punto y luego un que con minúscula.
    Me dio la impresión de quedar cortado,
    ¿O era coma en lugar del punto y termina diciendo que?

  3. Pp. dice:

    Ya poco te leo, tus historias de amor y desamor me aburren y paso el sábado sin leerte, hoy me llamó la atención el título y me gustó mucho tu reflexión; dicen que cuando dejas de llorar por amor y comienzas a llorar por injusticias sociales. Igualdad o simplemente por dinero es que has madurado. Que pena, no debería ser así pero es bueno leer lo que escribes con sensatez.

  4. Edith Lara dice:

    Buenisima reflexión.

  5. Azul dice:

    Traes Esa gran idea de sembrar lo propio, ser vegetariana, consumir lo orgánico , es muy muy bueno. Me encanto tu texto como siempre, Felicidades. Tu fan número UNO Te Amo

  6. Azul dice:

    Eres excelente Escritora!! Gracias

  7. Es justo lo que digo; ¡¡ Hay q formar mas ecoaldeas !

  8. Gerardo dice:

    Lo indignante es que en las ciudades se puede encontrar latero pobreza, allí no hay un árbol al cual hurtar un fruto que calme el rugir del estómago. En mi caso escape al mar, de un lado el desierto del otro el agua, la ciudad plagada de ciencia, arte y vino y cerveza artesanal y un chapuzón que nos aleja del correr, del resto de México, porque hasta el clima es diferente, acá el verano es abrazador mientras que el país se ahoga bajo la influencia de las tormentas y huracanes, el invierno es hostil lluvia, frío y viento quejaba la temperatura unos cuantos grados más, pero libres del neblumo, que atormenta la nariz, los ojos y la cabeza…

  9. david dice:

    Un ser que siempre anda entre pasiones y sexo, dudo que sea genuino cuando escribe sobre la vida y la muerte y menos sobre la madre tierra. Es moda. Te salio muy bien el escrito y para creerte, da el ejemplo. Piensa menos y trabaja mas con tus manos (ayuna con el intelecto). Facil la tarea

  10. yodigo dice:

    Como va: “la tierra no es ingrata, no necesita de ego, vanidad ni narcisismo, solo requiere trabajo, dedicación y creatividad para producir”. Dale luz solar, humedad y nutrientes y producirá como no te imaginas. No cambio la ciudad por el campo. Sentir la tierra, ver transformarse una semilla en una planta, verla florecer, dar sus frutos; hacer esto y sentirlo es estar bendecido por la vida.

Leave a Reply