Óscar de la Borbolla
28/03/2016 - 12:04 am
¿Cómo esclavizar al genio?
Dos de las actividades más complicadas y que todos realizamos a diario (bueno, tal vez estoy exagerando) son pensar e imaginar. Hoy quisiera proponer un juego en el que ambas funciones participan: esclavizar al genio de la lámpara. Es bien sabido que este genio concede tres deseos y que una vez que los cumple queda liberado y no vuelve nunca más. El asunto, entonces, es cómo hacer para que el genio indefinidamente nos conceda cuanto deseo se nos antoje.
Dos de las actividades más complicadas y que todos realizamos a diario (bueno, tal vez estoy exagerando) son pensar e imaginar. Hoy quisiera proponer un juego en el que ambas funciones participan: esclavizar al genio de la lámpara. Es bien sabido que este genio concede tres deseos y que una vez que los cumple queda liberado y no vuelve nunca más. El asunto, entonces, es cómo hacer para que el genio indefinidamente nos conceda cuanto deseo se nos antoje. El matemático Douglas R. Hofstadter, en un libro maravilloso que leí hace muchos años (Gödel, Escher, Bach: una eterna trenza dorada), plantea una de las posibles soluciones: pedir al genio como tercer deseo que nos cumpla cien deseos más, pero como se trata de un genio listo, en vez de cumplir con lo ordenado hace una precisión lógica: califica ese deseo de más deseos como un metadeseo, y dice que él no puede cumplirlo, pues para un metadeseo hace falta un metagenio.
Hoy no me interesa discutir el asunto lógico, sino jugar el juego implícito: pedir algo que haga que el genio se quede para siempre a nuestro servicio o, por lo menos, que su función no termine: la primera posibilidad nos la ha dado Hofstadter; pero estoy seguro de que si se piensa y se imagina, si ponemos a trabajar estas dos facultades, debe haber incontables maneras de lograrlo. Ofreceré algunos casos como muestra e invito a los lectores a que busquen otras.
1- Pedir como tercer deseo que el genio haga otro genio que sí cumpla todos los deseos.
2- Pedir al genio que se vuelva tan generoso con uno que siempre conceda lo que se le pida.
3- Pedir al genio que olvide de que ya concedió los tres deseos y crea estar como al principio.
4- Pedirle que nos vuelva tan poderosos como él para que uno mismo se dé cuanto quiera.
5- Pedir al genio que cumpla todo lo deseable y lo coloque a nuestro alcance para que vayamos tomándolo.
6- Pedirle que se enamore de nosotros para que le nazca darnos todo lo que queramos.
7- Pedir un deseo tan detallado, de hecho un proceso, que para satisfacerlo sea necesario que en cada momento esté con nosotros dándonos lo que vayamos queriendo.
8- Pedirle que haga que en el mundo todo lo que se desee se dé sin más.
Si se repara en cada uno de estos ocho deseos se notará que he tenido que relacionar, pensar, combinar muchísimas cosas para encontrarlos. Y que también ha sido necesario que haya echado mano de la imaginación para dar los saltos de una solución a otra, pues, de lo contrario, me habría visto obligado a una cuasi infinita combinación de elementos que me habría resultado impracticable. Esta extraña amalgama de pensamiento e imaginación es la que nos distingue de las computadoras, ellas no podrían esclavizar al genio, pueden combinar pero no crear ocurrencias. Los invito a desbordar estas ocho posibilidades: ¿qué le pedirían ustedes al genio?
@oscardelaborbol
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