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Óscar de la Borbolla

30/11/2015 - 12:01 am

Esquirlas de La verdad

Parece mentira pero la verdad nunca ha sido unánime. De hecho, más que la verdad lo que ha existido siempre son verdades, una diversidad de opiniones que se enfrentan, se agrupan, se desbancan, se desarrollan, se sintetizan, se complementan y rara vez se ignoran para crecer pacíficamente unas al lado de las otras. La verdad, […]

Hoy La Verdad Es De Todos Y Para Los Efectos Prácticos Ha Desaparecido Ese Supremo Tribunal Capaz De Dirimir El Conflicto De Las Opiniones Foto Tomada De Internet
Hoy La Verdad Es De Todos Y Para Los Efectos Prácticos Ha Desaparecido Ese Supremo Tribunal Capaz De Dirimir El Conflicto De Las Opiniones Foto Tomada De Internet

Parece mentira pero la verdad nunca ha sido unánime. De hecho, más que la verdad lo que ha existido siempre son verdades, una diversidad de opiniones que se enfrentan, se agrupan, se desbancan, se desarrollan, se sintetizan, se complementan y rara vez se ignoran para crecer pacíficamente unas al lado de las otras. La verdad, la verdad..., ¿qué es la verdad? Si es cierta la afirmación con la que empieza este párrafo, entonces, tampoco puede haber consenso en lo relativo a la definición de "verdad", y de hecho no lo hay y quizá nunca lo ha habido.

Tomemos una de las versiones, la occidental que pone el énfasis en el nacimiento de la filosofía y particularmente en la presocrática. Ahí, en esa extraordinariamente rica pedacería de frases que es cuanto sobrevive de los primeros filósofos, hay un fragmento de Heráclito que resume lo que me interesa destacar, el B 50: No es que lo diga yo, lo dice la razón... ("Escuchando no a mí, sino al LOGOS es sabio convenir en que todo es uno"). Hay muchos decires, muchas opiniones y entre ellas surge una opinión peculiar que no depende de ningún yo, sino que intenta decir lo que la cosa es en sí misma.

(Dejemos de lado el hecho de que la historia de la filosofía e incluso de la ciencia ha sido un proceso: un constante cambio de verdades y que, por lo mismo, nunca ha hablado EL LOGOS, sino que quien ha hablado es el filósofo o el científico, quienes por muy metodológicos que sean, o por muy objetivos, o por muy sistemáticos, o por muy demostradas que parezcan sus palabras no han logrado esa última palabra que sería la del logos.)

Lo que supuestamente ofrece este decir especial es la verdad: no el "me parece", sino "el es"; no lo que la cosa es para mí, sino lo que la cosa es en sí misma. Atinado o no, el planteamiento filosófico consiguió desgajar el mundo las opiniones: de un lado quedaron las opiniones que comenzaron a llamarse "meras opiniones" y del otro una opinión especialísima: la filosófica. A las primeras se les calificó de subjetivas, arbitrarias, dispersas, ilógicas, indemostradas... Y en cambio, a la opinión especial, filosófica o científica (me estoy brincando siglos), se le vistió con las características contrarias: objetiva, sistemática, racional, demostrada; una opinión con método, pues, muestra el camino a través del cual se llega a ella, que es lo que etimológicamente significa método: a lo largo de un camino.

El nacimiento de la filosofía, o si se prefiere el que haya aparecido una opinión especial, marcó en la historia humana un nuevo régimen: "el Régimen de la Verdad", decía mi maestro Eduardo Nicol; la razón, el logos se conviertió en la instancia suprema para dirimir el conflicto de las opiniones: con la filosofía se instaura el tribunal de la razón. En ese nuevo régimen ya no se trata de gritar más fuerte o de ser el más fuerte para imponerse, sino que la razón se impone, porque el logos es el garante de la verdad.

Esta noción fue el fundamento del mundo durante muchos siglos, al menos oficialmente, pues la mera verdad no siempre, ni en todas partes, se consideró el logos como El tribunal para dirimir las diferencias. Estuvo y está la fe en la verdad revelada, estuvo y está el echar mano de la fuerza para imponerse y estuvo también el logos, al menos entre los filósofos y entre los científicos, que buscaban, confiando en la razón, que habrían de encontrar el en sí del universo, la verdad dicha no por nadie sino por el logos; pero con tantos dichos y sobre todo con tantas Críticas de la razón, el logos terminó por revelarse si no tan endeble como el resto de las opiniones, sí, al menos, nunca definitivo, nunca cabal y, en nuestro tiempo posmoderno, el logos se desplomó. Ya ni sus fieles defensores, filósofos o científicos, están dispuestos a meter las manos al fuego por él, pues ni siquiera se trata de un logos, sino muchos logos. El logos es hoy el logotipo de alguna de las muchas metodologías o epistemologías que existen.

La verdad prometida por la filosofía o la ciencia ha sido sustituida por algo más razonable, por "la verdad dependiente del modelo" como la nombró Stephen Hawking o por "una hipótesis que se mantiene en el juego mientras no resulte falsificable", como muchos se refieren hoy a "la verdad", justamente para evitarse el descrédito que en nuestros días atrae esta palabra.

Hoy la verdad es de todos y, para los efectos prácticos, ha desaparecido ese supremo tribunal capaz de dirimir el conflicto de las opiniones. Ahora todas las opiniones son igualmente válidas y nos encontramos en la democracia de todos los discursos. Ya no se apela por tanto a la razón, al logos; se apela a la tolerancia. Pareciera un mejor régimen el de la relatividad, lástima que haya un problema que no ha logrado resolverse: el de la "verdad" más primitiva: esa "verdad" que no conoce más metodología que la violencia. El periplo de la filosofía concluyó, ella misma se derribó a sí misma. Lástima, insisto, que en el Régimen de la Tolerancia el afán inclusivo se vea orillada a imponerse también por la fuerza.

Tw @oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."
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