FOTOS: Ríodoce entra a la vivienda #6, en San Simón, donde se ocultaba Caro
PorRedacción/SinEmbargo
21/07/2022 - 8:03 pm
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En la pequeña localidad serrana, que colinda con Chihuahua, conformada por apenas seis casas, Caro Quintero vivió sus últimos días en libertad en una vivienda construida recientemente, la última del caserío. Este es un extracto del reportaje que se publicará en la edición impresa de Ríodoce del próximo domingo.
Por Luis Fernando Nájera
Sinaloa, 21 de julio (Ríodoce).– La captura de Rafael Caro Quintero el pasado viernes fue sin uso de la fuerza ni violencia. El capo no estaba solo, dos escoltas lo cuidaban, pero nada pudieron hacer para defenderlo. Los marinos los sometieron y desarmaron y luego se llevaron al narco de narcos caminando, hasta la vivienda número 6 que habitaba en el poblado de San Simón, en el municipio de Choix.
En la pequeña localidad serrana, que colinda con Chihuahua, conformada por apenas seis casas, Caro Quintero vivió sus últimos días en libertad en una vivienda construida recientemente, la última del caserío. El modesto domicilio consta de tres piezas: la habitación más grande y principal es la recámara, en donde está una cama King Size, dos almohadones, un taburete, dos buros y una cajonera con espejo de media luna. Esta refrigerada. Ahí dormía el capo de 69 años.
Cuando llegaron los marinos en los helicópteros Black Hawk la mañana del viernes 15 de julio a San Simón, Caro Quintero se encontraba en su casa. Y cuando oyó los rotores de las aeronaves salió huyendo y se ocultó en un huerto de aguacates, acompañado de los dos pistoleros que lo cuidaban, pero los marinos dieron con ellos.
De acuerdo con testimonios de residentes y civiles armados, el capo no opuso resistencia y sus guardaespaldas tampoco.
Él no pudo avanzar más hacia sierra arriba porque ya no era ágil y tenía dolencias en las rodillas.
Los testimonios recabados desde Yecorato hasta San Simón, en la parte alta de la sierra de Choix, establecen que tres helicópteros llegaron al lugar, y un cuarto sobrevoló durante toda la operación de la naval.
Uno bajó en un descampado y el comando avanzó a pie, sin correr, entre brechas y el arroyo que ocultaba el camino; otro grupo le llegó por la retaguardia.
Los marinos nunca hablaron con los residentes, a excepción de un rarámuri, a quien le destrozaron la casa con las ráfagas de viento provocados por las aspas de los helicópteros.
Luego de detener al capo y desarmar a sus escoltas, se llevaron a Caro Quintero de regreso a su casa, ahí revisaron todo. Luego se llevaron al capo en uno de los helicópteros lejos de la sierra, donde vivió huyendo durante años.
Redacción/SinEmbargo
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