La COVID redujo ingresos de trabajadoras sexuales en CdMx, pero trajo más violencia
PorValeria González Cervantes
26/06/2022 - 7:30 pm
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En la muestra poblacional a la que el Consejo recurrió para realizar la encuesta, un 54 por ciento eran mujeres transgénero, contra un 40 por ciento de mujeres cisgénero. Sólo el 5 por ciento correspondió a hombres cisgénero y el uno por ciento a hombres transgénero. Del 100 por ciento de las personas trabajadoras sexuales encuestadas, 2.8 por ciento de las participantes fueron personas adultas de 60 años y más, el 64.9 por ciento corresponde a personas adultas de entre 30 años a 59 años-, y el 32.3 por ciento de personas participantes fueron jóvenes de 18 a 29 años.
Ciudad de México, 26 de junio (SinEmbargo).– Luego de dos años de la pandemia de COVID-19, el 93 por ciento de las trabajadoras sexuales de la Ciudad de México tuvieron en una caída en sus ingresos a causa de que el confinamiento las hizo pasar menos tiempo en las calles para ejercer su trabajo, pese a que un 76.5 por ciento cuenta con personas dependientes económicas de ellas, mayoritariamente familia.
Según la «Segunda encuesta trabajo sexual, derechos y no discriminación«, llevada a cabo por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred), un 45.2 por ciento (o cinco de cada 10 personas) dedicadas al trabajo sexual ganan entre mil y 3 mil pesos a la semana, es decir, que ganan entre uno y 3 salarios mínimos semanales; mientras que alrededor de 26.3 por ciento de la población gana entre 3 y 5 salarios mínimos en el mismo periodo. En contraste, un 15.6 por ciento de la población gana por debajo del salario mínimo semanales (de 0 a 500 pesos por semana).
El informe de resultados expuso que sólo el 3.7 por ciento de las trabajadoras sexuales encuestadas ganan más de 5 mil pesos semanales (5 veces el salario mínimo semanal). El Copred también diferenció entre las mujeres cisgénero y las mujeres transgénero, donde mientras de las primeras el 15.9 por ciento tiene un salario por debajo del mínimo semanal, el porcentaje de las mujeres trans ascendió a 16.7 por ciento.
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Entre quienes ganan de uno a tres salarios mínimos semanales, las mujeres cis se ubicaron en 40.2 por ciento y las mujeres trans 47.7 por ciento. El 19.5 por ciento de las mujeres cis ganan entre 3 y 5 veces el salario mínimo semanal, en comparación un 29.2 por ciento de las mujeres trans tienen ese mismo nivel de ganancias. Para quienes tienen un salario mayor a 5 veces el salario mínimo semanal, se contabilizó un 6.8 por ciento de las mujeres cis y un 1.7 por ciento de las mujeres trans.
Pese a que los porcentajes revelan un mayor número de mujeres transgénero que tienen ingresos por encima de mil pesos, la encuesta mostró que ellas trabajan más días que las mujeres cisgénero, pues en promedio el 55.7 por ciento de las mujeres trans trabajan de 5 a 7 días, contra un 40.2 por ciento de mujeres cis.
Los datos de la encuesta también permitieron ver que pese a que un 70.1 por ciento trabaja más de 20 horas semanales –28.6 por ciento de 20 a 30 horas, 16.6 por ciento de 30 a 40 horas, y 24.9 por ciento más de 40 horas–, son nuevamente las mujeres transgénero quienes tienen las jornadas laborales más largas, pues la media de trabajo de las mujeres cis se ubicó de 20 a 30 horas (con un 43.6 por ciento), pero en las mujeres trans la media se ubicó en más de 40 horas (con un 33.6 por ciento)
«Hubo poblaciones que sufrieron de manera mucho más grave las consecuencias de la Jornada de Sana Distancia, de la suspensión de actividades no esenciales y del confinamiento en los hogares de muchas personas. […] Esto tuvo impactos muy graves en las vidas de las personas que se dedican al trabajo sexual en calle, pues su labor requiere de contacto con el cliente y, además, se realiza en hoteles, moteles o vapores. Ante la emergencia sanitaria, las PERTS no pudieron salir a trabajar y aunque se lo hubieran propuesto, como muchas otras personas que viven al día y no pueden quedarse en casa, la clientela bajó considerablemente por el riesgo de contagio de la COVID-19», suscribió la presidenta del Copred, Geraldina González de la Vega.
También se resaltó que de las participantes en la encuesta, 9 de cada 10 personas señaló ejercer el trabajo sexual por motivos económicos, cinco de cada 10 personas afirmó ejercer el trabajo sexual por falta de oportunidades laborales. En este rubro se enfatizó que para mujeres trans, hombres cis y hombres trans prácticamente los motivos económicos y falta de oportunidades son los principales motivos para ejercer el trabajo sexual; mientras que para las mujeres cis el principal motivo para ejercer el trabajo sexual tiene que ver con la percepción de recursos económicos. El Copred agrego que sólo fueron mujeres cisgénero las que señalaron ejercer por ser obligadas, sin embargo, no pudo profundizarse en esta vertiente.
En general, las personas trabajadoras sexuales comentaron que al ver disminuido su empleo durante los primeros dos años de la pandemia, ofertaron servicios sexuales por medio de redes sociales y páginas de anuncios (36.4 por ciento), se autoemplearon por medio de la venta de productos por catálogo o en el comercio informal (25.9 por ciento), obtuvieron trabajo en el comercio formal (16.1 por ciento), o previamente ya contaban con otro empleo como estilista o la venta de productos por catálogo (5.5 por ciento). Sólo un 16.1 por ciento no realizó ninguna otra actividad laboral.
CRECE EL TRABAJO SEXUAL
El 56.7 por ciento de las personas trabajadoras sexuales remarcaron que aunque se registran menos ingresos, hay más personas que se han unido a este tipo de trabajo.
A principios de 2021, la Asociación Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” publicó un comunicado en el que estimó que se había duplicado el número de trabajadoras sexuales independientes en la Ciudad de México, pues mientras que antes de la pandemia de coronavirus había unas 7 mil 700 trabajadoras sexuales, hasta febrero del año anterior el número ascendía a 15 mil 200 tan sólo en la capital mexicana, debido a las difíciles condiciones económicas derivadas de la crisis sanitaria.
El organismo detalló que de este aumento, 40 por ciento son mujeres que habían dejado el trabajo sexual, pero han tenido que regresar a las calles; otro 40 por ciento son mujeres que iniciaron a raíz de la crisis; y el 20 por ciento restante representa a las que no están en un punto específico, es decir, caminan en vía pública buscando clientes.
Arlen Palestina Pandal, representante legal de Brigada Callejera, señaló que estas mujeres están continuamente olvidadas, violentadas y estigmatizadas, además, tienen mayores posibilidades de contagio, no cuentan con apoyos del Gobierno ni con espacios para trabajar como los hoteles.
De hecho, en los resultados de la encuesta hecha por la Copred se mostró que el 52.5 por ciento de las personas trabajadoras sexuales no recibió ningún tipo de apoyo institucional, y un 41.5 por ciento obtuvo apoyo emergente COVID-19 para trabajadoras sexuales de la Secretaría de Gobierno de la CdMx (la tarjeta verde). En comparación, durante los primeros 2 años de la pandemia el 62.2 por ciento de las personas trabajadoras sexuales declararon tener apoyos de organizaciones de la sociedad civil (como despensas, ropa, alimentos, apoyo económico, cubrebocas, gel antibacterial, entre otras cosas).
VIOLENCIA CONTRA TRABAJADORAS SEXUALES
Pese a estas pocas oportunidades de empleo fuera del trabajo sexual, y a que un 67.3 por ciento de las personas encuestadas aseguraron que sí dejarían el trabajo sexual (80.4 por ciento mujeres cis y 67.2 por ciento mujeres trans), las razones principales por las que no lo han abandonado es porque en otros trabajos no se gana lo mismo, porque se les ofrece menor salario y no tienen la ventaja de las prestaciones, y porque además, debido a los horarios, pueden tener independencia de su tiempo y ejercer los trabajos de cuidado con sus hijos o personas adultas mayores.
Aún así, son más las respuestas que consideran que sí dejarían el trabajo sexual si pudieran conseguir un empleo con prestaciones, o en el que contaran con apoyos para sus hijos, y con atención a su salud. Algunos de los motivos recurrentes que señalaron para abandonar el trabajo sexual fueron la discriminación, la edad y la violencia.
Un 64.1 por ciento de las personas que ejercen el trabajo sexual han sufrido violencia o discriminación por su empleo, es decir 6 de cada 10. De este porcentaje, las mujeres trans perciben mayor discriminación o violencia que las mujeres cis (76.9 por ciento contra 48.2 por ciento). En la mayoría de los casos (69.2 por ciento) fue violentada o discriminada por clientes, seguido de los transeúntes (51.9 por ciento), compañeras de trabajo (45.5 por ciento) y vecinos (33.3 por ciento).
El Copred recalcó que hay más de un contexto, dinámicas y factores que ponen a las personas trabajadoras sexuales en riesgo de sufrir violencia, y enlistó las siguientes:
-Extorsión económica.
-Negación o privación de alimentos u otros artículos esenciales.
-Detenciones arbitrarias, sometida a registros corporales invasivos o ser arrestados por parte de la policía.
-Arresto o encarcelamiento, centros de detención y centros de rehabilitación de forma arbitraria y sin el correspondiente proceso.
-Amenaza de arresto.
-Negación o privación del acceso a los servicios de salud.
-Ser objeto de procedimientos de salud coercitivos, incluyendo pruebas obligatorias del VIH e ITS, la esterilización, entre otros.
-Degradación o humillación pública.
-Violencia en el lugar de trabajo. Puede incluir la violencia por parte de los clientes u otras personas compañeras de trabajo y en establecimientos donde se ejerce el trabajo sexual (por ejemplo, bares u hoteles).
-Violencia por parte de la pareja o miembros de la familia, ya que la estigmatización del trabajo sexual puede llevar a la pareja o a los miembros de la familia a pensar que es aceptable utilizar a violencia para «castigar».
-Violencia en espacios públicos
-Violencia por parte de grupos de delincuentes, paramilitares, extremistas religiosos, entre otros.
-Violencia por parte de personal militar, policías de frontera, funcionarios de prisiones y, en mayor medida, por parte de la policía.
«La criminalización y las leyes penales contra el trabajo sexual a menudo sirven para encubrir diversos tipos de violencia. En específico, la violencia por parte de los representantes del Estado compromete el acceso de las personas trabajadoras sexuales a la justicia y a la protección policial, y se transmite la idea de que la violencia no es sólo aceptable, sino también socialmente deseable». se lee en el informe.
El Copred insistió en que la vulnerabilidad de las personas trabajadoras sexuales a la violencia puede agravarse por un acceso incierto a los servicios o la falta de control sobre las condiciones de trabajo asociadas con el trabajo sexual. Al mismo tiempo, la violencia o el temor a sufrirla puede impedir a las personas trabajadoras sexuales el acceso a los servicios de reducción de daños, la prevención, el tratamiento y la atención relacionados con el VIH, a los servicios de salud y otros servicios sociales, así como a los servicios dirigidos a la prevención y respuesta a la violencia.
«Mientras no exista un reconocimiento del trabajo sexual como tal, asociado a un cambio cultural que promueva la eliminación de estigmas hacia las personas trabajadoras sexuales y genere conciencia en torno a que se trata de poblaciones en situación de vulnerabilidad y personas en igualdad de condiciones para acceder a todos sus derechos, las PERTS seguirán viviendo diferentes violencias y criminalización por parte de diversos sectores de la sociedad. Dignificarles, reconocerles y garantizar el ejercicio de sus derechos es una tarea y responsabilidad conjunta», expuso la directora del Copred.
DATOS GENERALES SOBRE EL TRABAJO SEXUAL EN CDMX
En la capital del país, el trabajo sexual se ubicó en 12 de las 16 alcaldías; las demarcaciones en las que “no se localizaron zonas de trabajo sexual” son: Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Milpa Alta y Magdalena Contreras. De acuerdo con el informe de Copred, más del 50 por ciento del trabajo sexual se identificó en la Alcaldía Cuauhtémoc (37 por ciento) e Iztapalapa (29 por ciento).
En lo que va de la pandemia de coronavirus, el 64.5 por ciento de las personas trabajadoras sexuales han obtenido condones por medio de organizaciones de la sociedad civil, mientras que un 31.3 por ciento los adquirieron en farmacias y un 30 por ciento los consiguió de forma gratuita de la Clínica Condesa.
Sólo un 39.9 por ciento de las trabajadoras sexuales no pudieron obtener acceso a pruebas rápidas de detección de VIH e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Del 69.1 por ciento que sí accedió a éstas, cuatro de cada 10 tuvieron acceso a estas pruebas rápidas de detección de VIH por medio de organizaciones de la sociedad civil, mientras que tres de cada 10 accedieron por medio de alguna institución de salud pública, ya sea Clínica Condesa o Centro de Salud.
Solo cuatro de cada 10 trabajadoras sexuales (41.5 por ciento) tiene la seguridad de que el trabajo sexual no es ilegal en la Ciudad de México. También 9 de cada 10 personas que ejercen este tipo de trabajo consideran necesario el reconocimiento del trabajo sexual como tal, ya que con ello podrían tener acceso a la salud, la ventaja de no ser violentadas/discriminadas por la policía.
Valeria González Cervantes
Es feminista y Comunicóloga por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México. Tiene una gran afición por la lectura de ficción. Comenzó su carrera en La Hora Nacional.
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