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La falta de insumos básicos en la ciudad de Chernígov, cerca de Kiev, la capital de Ucrania, ha alertado a sus ciudadanos, quienes se mantienen ocultos en los refugios antibombas durante las noches; el agua está siendo racionada de a 10 litros por persona, mientras que los ataques rusos no paran.

Por Yuras Karmanau

LEÓPOLIS, Ucrania, 27 de marzo (AP).— Las noches las pasan bajo tierra protegidos de los ataques rusos que golpean hasta reducir a escombros su sitiada ciudad. Los días los destinan a buscar agua potable y a correr el riesgo de estar parados en la fila por la poca comida disponible mientras llueven obuses de artillería y bombas.

En el segundo mes de la invasión de Rusia, así transcurre la vida en Chernígov, una ciudad sitiada en el norte de Ucrania en donde la muerte está por todos lados.

Chernígov todavía no semeja el terrible sufrimiento humano de la arrasada ciudad sureña de Mariúpol. Pero también está bloqueada y es atacada a distancia por las fuerzas rusas. Los habitantes restantes de la ciudad temen perecer en la misma trampa macabra de masacres y destrucción ineludibles de explosiones, bombas y cadáveres que yacen abandonados en las calles.

“En los sótanos, por la noche, todo el mundo habla de una cosa: que Chernígov se convierta en la próxima Mariúpol”, dijo Ihar Kazmerchak, un profesor de lingüística de 38 años.

Kazmerchak conversó con The Associated Press por un celular que no dejaba de pitar indicando que la batería estaba baja. La ciudad está sin electricidad, agua corriente y calefacción. Las listas de medicamentos no disponibles en las farmacias crecen cada día.

Cientos de ucranianos refugiados sin electricidad, agua corriente y calefacción; además de que la lista de medicamentos crece cada vez más. Foto: Bernat Armangue, AP.

Kazmerchak inicia su día formado en largas filas para conseguir agua potable, racionada a 10 litros (2.5 galones) por persona. Las personas llegan con botellas y cubetas vacías para llenarlas cuando los camiones cisterna hacen sus rondas.

“La comida escasea, y el fuego de artillería y los bombardeos no paran”, dijo.

Acunada entre los ríos Desná y Dniéper, Chernígov se extiende en una de las carreteras principales que los soldados rusos recorrieron cuando invadieron desde Bielorrusia el 24 de febrero en lo que el Kremlin esperaba que fuera un ataque relámpago a la capital, Kiev, que está a sólo 147 kilómetros de distancia.

La paz de la ciudad se alteró, más de la mitad de sus 280 mil habitantes huyeron, según el alcalde, incapaz de asegurar cuándo volverán a ver su magnífica catedral con domo dorado y otros patrimonios culturales, o incluso si todavía estarán en pie cuando regresen. El alcalde, Vladyslav Atroshenko, calcula que el total de muertos en Chernígov a causa de la guerra ronda los cientos.

Las fuerzas rusas han bombardeado zonas residenciales en vuelo rasante con “clima totalmente despejado” y “están destruyendo deliberadamente infraestructuras civiles: escuelas, jardines de infantes, iglesias, edificios residenciales e incluso el estadio de fútbol”, manifestó en declaraciones a la televisión ucraniana.

El miércoles, bombas rusas destruyeron el principal puente de Chernígov sobre el río Desná, en la carretera que lleva a Kiev. El viernes, los proyectiles de artillería dejaron intransitable el resto del paso peatonal, cortando la última ruta posible para la salida de civiles y la entrada de alimentos y suministros médicos.

Refugiados de Chernígov que lograron salir de la cercada ciudad y llegar a Polonia esta semana, hablaron de una extensa y terrible destrucción, cuando las bombas arrasaron al menos dos escuelas en el centro de la ciudad y también fueron atacados el estadio, museos y muchas casas.

Dijeron que debido a la falta de servicios públicos, las personas beben agua del Desná y los ataques matan a personas mientras esperan en línea para conseguir comida, agregaron. Volodymyr Fedorovych, de 77 años, dijo que apenas logró escapar de una bomba que cayó en una fila para conseguir pan en la que instantes antes había estado formado. Añadió que la explosión mató a 16 personas y dejó a decenas lesionadas, arrancándoles brazos y piernas.

Tan intenso es el asedio que algunas de las personas atrapadas ni siquiera pueden reunir la fuerza para tener miedo, dijo Kamerchak.

“Casas devastadas, incendios, cadáveres en las calles, enormes bombas aéreas que no explotaron en patios, ya no sorprende a nadie”, dijo. “Las personas simplemente están cansadas de tener miedo y a veces ya ni bajan a a los sótanos”.

Ahora que la invasión se encuentra en su segundo mes, las fuerzas rusas al parecer se encuentran paralizadas en diversos frentes e incluso han perdido terreno capturado frente a los contraatques ucranianos, incluidos los alrededores de Kiev.

Los rusos han atacado la capital desde el aire pero no han capturado ni rodeado la ciudad. Funcionarios de defensa de Estados Unidos y Francia dijeron que las fuerzas rusas al parecer han asumido posiciones defensivas fuera de Kiev.

En momentos en que Rusia continúa atacando y rodeando poblaciones urbanas, desde Chernígov y Járkiv en el norte hasta Mariúpol en el sur, las autoridades ucranianas han desestimado las declaraciones del mando militar ruso según las cuales planean utilizar su fuerza restante para arrebatar el control ucraniano en la totalidad de la región del Donbás, en el este de Ucrania. La región ha estado parcialmente controlada desde 2014 por los separatistas a los que apoya Rusia.

“No podemos creer en las declaraciones de Moscú debido a su continua gran falta de verdad y mentiras”, dijo a la BBC Markian Lubkivskyi, asesor del ministro ucraniano de defensa. “Por eso estamos conscientes de que el objetivo de [el Presidente ruso Vladímir] Putin sigue siendo toda Ucrania”.

Ese escepticismo fue confirmado horas después cuando fuertes explosiones sacudieron Leópolis, una ciudad del oeste de Ucrania a unos 72 kilómetros de la frontera polaca, donde se han refugiado unas 200 mil personas ucranianas desplazadas.

El conflicto entre Rusia y Ucrania lleva un poco más de un mes desde que comenzó. Foto: Alisa Yakubovych, EFE/EPA

Entre ellas se contaba Olana Ukrainets, de 34 años, procedente de Járkiv.

“Cuando llegue a Leópolis estaba segura de que todas esas alarmas no tendrían consecuencias”, declaró Ukrainets a la AP desde un refugio antibombas después de las explosiones.

“A veces cuando las escuchaba en la noche, permanecía en la cama. Hoy cambié de parecer y debo esconderme cada vez… Ninguna de las ciudades ucranianas son seguras ahora”.

El ataque ocurrió durante la visita del Presidente Joe Biden a Polonia, que ha recibido a más refugiados ucranianos que cualquier otro país.

El Ministerio británico de defensa dijo el sábado no prever que los habitantes de las ciudades bombardeadas en Ucrania puedan tener un respiro pronto.