Desde los inicios de la pandemia, varios estudios han mostrado diferencias en cómo el virus afecta a hombres y mujeres.

Por César Fernández-de-las-Peñas
Profesor Catedrático de Fisioterapia, Universidad Rey Juan Carlos

María de la Luz Cuadrado Pérez
Catedrática de medicina, Universidad Complutense de Madrid

Madrid, 7 de marzo (The Conversation).- Tras dos años de pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 hemos aprendido muchas cosas sobre el virus y su forma de comportarse. Sin embargo, todavía quedan muchas incógnitas por descifrar, por lo que la investigación al respecto sigue a pie de cañón alrededor del mundo.

Uno de los aspectos que aún genera incertidumbre es el denominado COVID-19 persistente. Hasta la fecha, se han descrito más de 200 síntomas que se mantienen en determinadas personas y que podrían asociarse a esta enfermedad.

¿QUÉ SABEMOS HASTA AHORA DE ESTOS SÍNTOMAS?

Según un estudio reciente, basado en una revisión de artículos publicados en los últimos dos años, estos síntomas alcanzan a un 60 por ciento de los pacientes. Los más prevalentes son la fatiga y la disnea. Otros no prevalentes pero también comunes son la cefalea, la tos y la pérdida de olfato y del gusto.

Hasta el momento, la fisiopatología de COVID-19 persistente no se conoce por completo. En la actualidad, hay diversas hipótesis basadas en diferentes estudios que intentan completar ese conocimiento.

Hasta el momento, la fisiopatología de COVID-19 persistente no se conoce por completo. Foto: EFE

Por ejemplo, encontramos la hipótesis de la “réplica viral”, la de una posible respuesta inflamatoria o, incluso, una probable respuesta inmunitaria deficitaria.

Lo que sí sabemos con más seguridad es que la causa es multifactorial y está condicionada por la respuesta propia del sujeto infectado.

HOMBRES O MUJERES: ¿A QUIÉNES AFECTAN MÁS?

El estudio multicéntrico más grande llevado a cabo España, en el que participan la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos, ha analizado de forma específica las diferencias entre hombres y mujeres respecto a la presencia de síntomas durante la fase aguda y los síntomas poscovid-19.

Para llevar a cabo el estudio, se evaluaron aproximadamente 2 mil personas que habían estado ingresadas por esta enfermedad durante la primera ola de la pandemia, es decir, entre marzo y mayo de 2020, y que sobrevivieron a la fase grave.

Se efectuó mediante cuestionarios telefónicos meses más tarde de su alta en el hospital. De estos datos se extrajo, como veíamos anteriormente, que el 60 por ciento de los pacientes presentaban uno o varios síntomas poscovid-19 ocho meses después de la infección.

Lo que sorprendió es que el promedio de síntomas alcanzaba un 2.25 en mujeres y un 1.5 en hombres, lo que reporta una diferencia significativa. Es decir, las conclusiones revelaron que ellas presentan mayor número de síntomas a largo plazo que ellos.

El promedio de síntomas alcanzaba un 2.25 en mujeres y un 1.5 en hombres, lo que reporta una diferencia significativa. Foto: EFE

Dentro de estos, predominan la fatiga, la disnea (dificultad para respirar o falta de aire), la pérdida de pelo y el dolor. Curiosamente, no existieron tales diferencias en los síntomas presentados durante la infección.

La lista incluía, además, otras manifestaciones físicas para las que tampoco se encontraron diferencias entre hombres y mujeres durante la COVID-19 prolongada. Por ejemplo, la pérdida de olfato y gusto, las palpitaciones, la diarrea y la pérdida de memoria, entre otros.

El trabajo, publicado en Journal of Clinical Medicine, se ha realizado en cinco hospitales madrileños (Hospital Clínico San Carlos, Hospital Universitario Infanta Leonor, Hospital Universitario Fundación Alcorcón, Hospital Universitario de Fuenlabrada y Hospital Universitario Severo Ochoa).

¿POR QUÉ SE DAN TALES DIFERENCIAS?

Hasta la fecha, no estaba claro si el género era un factor relevante en la presencia de COVID-19 prolongada. Algunos trabajos ya habían encontrado una mayor permanencia de determinados síntomas en las mujeres con respecto a los varones, pero este es el primer estudio que ha buscado específicamente contestar a esta pregunta.

Existen múltiples teorías que podrían explicar estas diferencias de género. Primero, pura estadística: sabemos que hay un mayor número de mujeres que sobreviven a la infección por COVID-19 que de hombres. Por tanto, a mayor supervivencia, mayor probabilidad de síntomas persistentes.

Por otro lado, encontramos las diferencias biológicas entre sexos. Las mujeres presentan una respuesta inmune diferente a la de los hombres frente a la enfermedad debida a una posible influencia estrogénica.

Existen múltiples teorías que podrían explicar estas diferencias de género. Foto: Jesús Diges, EFE

Otra causa estaría relacionada con el hecho de que las mujeres presenten un mayor número de receptores ACE2, a los que el virus se acopla. También debemos considerar las diferencias en el plano emocional, ya que ellas presentan mayor nivel de ansiedad y peor calidad del sueño que los hombres tras superar la COVID-19, según explica el mismo estudio.

TRATAMIENTOS MÁS IGUALITARIOS CON ENFOQUE DE GÉNERO

El enfoque de género ha tomado mayor relevancia en la medicina occidental en los últimos años, aunque siempre se ha sabido que existían diferencias entre hombres y mujeres para numerosas patologías.

También sabemos que la atención médica es percibida de forma distinta según el género. Por eso, estas diferencias deben ser consideradas cuando un profesional sanitario atienda a una persona con síntomas de COVID-19 persistente.

Además, deberían considerarse estas peculiaridades para poder ofrecer una mayor eficacia y especificidad en los tratamientos futuros frente a dichos síntomas. No obstante, todavía queda un largo camino por recorrer. Para ello, la investigación mencionada continuará con un seguimiento de los pacientes durante, al menos, dos años más.

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