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En 2020 los Centros de Integración Juvenil en México registraron un aumento de casos de abuso de metanfetaminas en todo el país y por encima de drogas como el alcohol, la cocaína y la marihuana.

Por Parker Asmann

Ciudad de México, 20 julio (InSight Crime).- Los Estados Unidos vieron un número récord de muertes por sobredosis de drogas el año pasado, impulsadas en parte por dos poderosas drogas sintéticas producidas en masa en México y luego contrabandeadas a través de la frontera.

Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos registraron 93 mil 331 muertes por sobredosis en 2020, según datos preliminares publicados por la agencia de salud pública. El devastador recuento marcó un aumento de casi 30 por ciento de las 72 mil 151 muertes registradas en 2019.

Las muertes por sobredosis de drogas en los Estados Unidos han aumentado constantemente durante décadas, impulsadas por un aumento masivo del consumo de opioides.

Después de una breve caída en las muertes en 2018, continuaron en su trayectoria ascendente en 2019 y luego aumentaron en 2020. Nuevamente los opioides representaron la abrumadora mayoría (75 por ciento) de las muertes en el último año, seguidas de los opioides sintéticos (62 por ciento), en especial el fentanilo de fabricación ilegal, y estimulantes como las metanfetaminas (26 por ciento).

Los decomisos de ese tipo de drogas que contribuyen a la crisis de muertes por sobredosis, reportados por el Servicio estadounidense de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) también presentan un incremento. En el año fiscal de 2020, entre octubre y septiembre, la CBP incautó más de cuatro mil 776 libras de fentanilo, 70 por ciento más que el año anterior. Pero en lo corrido del año fiscal de 2021, los agentes llevan confiscada más de dos veces esa cantidad.

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Los decomisos de metanfetaminas también aumentaron más de 100 por ciento entre 2018 y 2020, según datos de la CBP. En los últimos años, ha habido una explosión de la oferta y el consumo de esta sustancia en todo el territorio estadounidense, lo que convierte al país en la capital mundial del consumo de metanfetaminas.

ANÁLISIS DE INSIGHT CRIME

Frente a la exacerbación de los ya altos niveles de consumo de estupefacientes en Estados Unidos, por causa de la pandemia de COVID-19 y de otros factores, como la inestabilidad económica y el aislamiento social, las organizaciones criminales al sur de la frontera en México aumentaron la producción para responder al aumento y el cambio de la demanda estadounidense.

“Con base en nuestra investigación, la producción de narcóticos en México no se vio afectada a largo plazo por el COVID-19 de la manera como en un inicio muchos pensaron que ocurriría”, declaró Cecilia Farfán Méndez, experta en crimen organizado y jefa de los programas de Investigación en Seguridad para el Centro de Estudios estadounidense-mexicanos de la Universidad de California, San Diego.

La producción de drogas sintéticas en México parece ir en aumento. En 2020, se incautó más de una tonelada de fentanilo en México, casi 500 por ciento más que en 2019, pues los grupos narcotraficantes usan “laboratorios clandestinos y métodos de procesamiento más sofisticados” para la producción, como lo señala la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) en su Balance de la Amenaza Nacional por causa de las Drogas de 2020.

La producción de metanfetaminas también exhibe un incremento, con la incursión de las organizaciones criminales mexicanas en nuevos mercados y el tráfico de mayores volúmenes. Tanto que se han convertido en los “productores y proveedores principales” de metanfetaminas, de amplia oferta en Estados Unidos, como afirma la DEA, con la pureza y potencia de la droga rondando el 97 por ciento.

La fabricación de metanfetamina despegó en México después de que el Gobierno de Estados Unidos reprimió la venta de precursores químicos necesarios para fabricar la droga, incluyendo pseudoefedrina y efedrina, que se utilizan en medicamentos para el resfriado de venta libre. Esto creó un problema en la distribución al por menor para los grupos criminales mexicanos a lo cual respondieron creando redes sofisticadas que mueven toneladas de la droga al otro lado de la frontera en grandes volúmenes, lo que empeora el problema aún más, según Sanho Tree, experto en política de drogas para el Instituto de Estudios de Políticos (Institute for Policy Studies, IPS).

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Y con el desplazamiento cada vez mayor de la heroína como opioide dominante en el mercado estadounidense de narcóticos, los grupos criminales mexicanos simplemente se han adaptado, redoblando la producción, mientras por otro lado recortan el mercado doméstico de opio destruyendo el sustento de las poblaciones rurales, que tienen pocas alternativas de subsistencia.

“Hoy en día en México estamos ante la evolución lógica del mercado de las drogas, donde los actores criminales hacen lo que a ellos les conviene”, señaló Tree en entrevista con InSight Crime.

Este incremento de la producción para responder a los cambios en la demanda de narcóticos en Estados Unidos también tiene efectos colaterales en México.

“En los últimos años, el consumo de estupefacientes ha crecido en México”, observó Farfán Méndez. “No está en los niveles que vemos en Estados Unidos, pero hay más consumidores que en años anteriores”.

El consumo doméstico de estupefacientes se ha expandido más allá de las sustancias de uso común, como la mariguana y la cocaína. El consumo de fentanilo no se ha extendido para provocar el pánico que causó en Estados Unidos, pero los Centros de Integración Juvenil (CIJ), dirigidos por la sociedad civil en México, reportaron que las metanfetaminas iban camino a situarse como la sustancia cuyo abuso requiere mayor atención en sus centros en todo el país en 2020, por encima del alcohol, la cocaína y la mariguana.

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Para contener la actual epidemia en Estados Unidos y evitar una posible crisis por sobredosis de drogas en México, los expertos hacen énfasis en la necesidad de tomar distancia de estrategias punitivas para tratar el abuso de drogas y propender más por considerar el problema como un tema de salud pública.

“No podemos seguir persiguiendo la producción de drogas por todo el planeta”, puntualizó Tree.

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