Juaritos Literario

Tu cabello es la frontera, otra autoproclamada “narconovela” llena de prejuicios sobre Ciudad Juárez

07/11/2020 - 12:01 am

“Basada en hechos reales” es la ambiciosa (y peligrosa) primicia bajo la cual se inscribe Tu cabello es la frontera, primera novela de J. Jesús Esquivel. Este, al igual que otros relatos que explotan los temas de la violencia, abona a la leyenda negra de Ciudad Juárez, lucrando con historias de dolor.

El lector juarense notará las discrepancias entre el espacio, los datos históricos y hasta el lenguaje local. Pero, ¿qué sucede con ese otro lector que busca conocer la ciudad a través de esta literatura? ¿Cómo estos textos contribuyen a la creación de estereotipos sobre esta ciudad y su gente?

Por Claudia Chacón Bustamante

Ciudad Juárez, Chihuahua, 7 de noviembre (JuaritosLiterario).- “Basada en hechos reales” es la ambiciosa (y peligrosa) primicia bajo la cual se inscribe Tu cabello es la frontera (Grijalbo, 2019), primera obra novelística de J. Jesús Esquivel, ya con otros libros bajo su haber como Los narcos gringos (2016) y La DEA en México (2013), además de una vasta carrera en el ámbito comunicativo nacional e internacional.

En una reciente presentación para la Feria de Libro de Chihuahua 2020, el autor, quien viajó en repetidas ocasiones a la frontera en su función de reportero, declaró «sentirse juarense» a partir de sufrir anímicamente lo que los juarenses durante la guerra contra el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón. También aclaró que la escritura de esta novela surgió como un escape de las limitaciones del relato periodístico.

La protagonista, Carolina, conoce las calles del centro de la ciudad cuando comienza a trabajar en una boutique. Su empleo le abre las puertas a un mundo desconocido, lleno de oportunidades, diversión, lucro y desenfreno apartado del ojo vigilante de sus padres. Ahí, observa cómo todos los habitantes del área confluyen en una red de comunicación, intercambio de favores e ilegalidad, un sistema del que pronto forma parte. Entre la avenida Juárez y sus enigmáticos callejones, encuentra una inesperada libertad que le guía a su inserción en el crimen local.

La trama sigue de forma paralela a Vicente, un joven periodista, durante el crecimiento de su vida laboral en un periódico de la Ciudad de México. Las vidas de ambos coinciden cuando ella sirve de fuente para una serie de reportajes que exhiben la podredumbre del gobierno mexicano. La pareja representa la dicotomía para expresar una mirada interna y una externa sobre la urbe.

Para articular la novela, el autor toma espacios reales y ubicables (el centro de la ciudad, la Chaveña, el puente internacional Lerdo, entre otros), sucesos que marcaron la historia de la ciudad (la masacre de Villas de Salvarcar, por ejemplo) e importantes figuras políticas (cuyos nombres a veces cambia y a veces no), después ensarta todos estos elementos en una línea de tiempo imaginaria.

Pese a que en la nota del autor indica el objetivo de “retratar por medio por medio de la ficción la vida de la frontera norte del país”, el Juárez de Esquivel no refiere un momento histórico preciso y evoca espacios que no generan concordancia ni con los eventos ni con otros sitios presentados simultáneamente; es decir, se percibe un deslinde del aspecto documental del periodismo y su compromiso con lo verificable.

La prostitución, el contrabando y los narcóticos formulan una constante en las descripciones de la vida nocturna juarense. Carolina y sus amigas acuden al Kentucky Bar, Las Fuentes, La Rueda y El Chapulín Colorado, entre otros, donde tratan por igual con movidos y empresarios.

La leyenda negra de la frontera como un espacio de clandestinidad en los confines de la moral es engrandecida con pasajes como “Sin alcohol, drogas y putas no existiría Juárez” y “¡Con dinero todo se puede! Es el lema más popular de Juárez”.

La suerte de las mujeres que residen este espacio recae en sus capacidades de relación con el sexo opuesto, sus cuerpos funcionan como moneda de cambio: “–¡Es la ley de esta pinche frontera! – gritó con rabia Roberto. –Con el perdón de usted, mamá, pero en Juárez la chavala que no estudia, o sale puta, o se hace amante de un viejo o de un narco, o desaparece; no hay de otra”.

La voz narrativa describe a los personajes femeninos con detalle: destaca las formas de sus curvas, el ancho de sus cinturas, el corto de las faldas y la profundidad del escote. El entorno genera sucesos determinantes para la vida de Carolina en relación con su cuerpo como el acoso callejero, relaciones abusivas, violación y una cirugía plástica en contra de su voluntad.

Además, hay un falso discurso moralizador cuando el narrador señala de pederasta al primer abusador de Carolina, ella tiene catorce años y este cuarenta y uno, ya que al mismo tiempo el hilo narrativo permite la hipersexualización del cuerpo de una adolescente dadas las descripciones que provee de su apariencia: “La hija consentida de don Beto era una tentación para cualquier hombre.” Hacia el final de la novela, la protagonista se erige como símbolo de resiliencia en un espacio hostil, pues ha logrado no solo sobrevivir sino también convertirse en una figura de poder.

En marzo de este año, durante una charla abierta llevada a cabo en Ciudad Juárez entre varios autores sobre literatura del norte, José Javier Villarreal sugirió la idea de que la literatura de esta área específica de México respondía a una invención del norte mismo (siguiendo la misma línea de La invención de América de Edmundo O’Gorman); una, creada desde el centro del país que genera una imagen exacerbada de los elementos característicos de la región (desierto, narcotráfico, violencia y migración) y que se convierte en el precedente de este espacio para los lectores del resto del país.

Pienso que Tu cabello es la frontera, al igual que otras novelas que explotan los temas de la violencia, aportan a una invención de Ciudad Juárez, engrandeciendo la leyenda negra y lucrando con historias de dolor que no les pertenecen. el lector juarense notará las discrepancias con el espacio, la historia y hasta la jerga, pero ¿qué sucede con ese otro lector que cree conocer la ciudad a través de esta literatura? ¿Cómo estos textos contribuyen a la creación de prejuicios y estereotipos que recaen sobre esta ciudad y su gente?

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Redacción/SinEmbargo
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