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Óscar de la Borbolla

23/11/2015 - 12:00 am

Detenerse para avanzar

Uno ve y considera que ya ha mirado lo suficiente, que observar es un esfuerzo que la mayoría de las cosas no merece. Uno no observa, no escudriña, no escruta. Uno va por ahí sin siquiera fijarse pues pasa la vista como un plumero por la superficie de las cosas y le basta con eso, […]

La Pregunta Más Urgente Es qué No Vemos a Causa De La Prisa Que Traemos Foto Tomada De Internet
La Pregunta Más Urgente Es qué No Vemos a Causa De La Prisa Que Traemos Foto Tomada De Internet

Uno ve y considera que ya ha mirado lo suficiente, que observar es un esfuerzo que la mayoría de las cosas no merece. Uno no observa, no escudriña, no escruta. Uno va por ahí sin siquiera fijarse pues pasa la vista como un plumero por la superficie de las cosas y le basta con eso, lo da por bien visto. Detenerse a contemplar es aburrido, para qué más si uno ya se lo sabe. Se vive con prisa, con prisa por pasar a otra cosa, "avidez de novedades", la llamaba Heidegger hace más de medio siglo; ¿qué nombre le pondría hoy a esta carrera frenética de ir a lo siguiente y a lo siguiente, por estar en el ultimísimo gritó de la moda, por buscar datos y datos en internet, información concisa y novísima a propósito de todo?

Yo no sé si la rapidez sea buena para ahorrarse las molestias de un viaje engorroso que se sufriría más si en vez de pasar pronto se demorase; pero lo que sí sé es que cuando vemos de prisa cancelamos nuestra posibilidad de descubrir, de aprender y, por supuesto, de saborear, de darnos el tiempo para disfrutar. Sé que la velocidad es el antídoto más potente contra el conocimiento, la manera más eficaz para impedirnos generar conocimientos.

La evidencia que confirma la aseveración anterior me ha ocurrido a mí mismo: hace más de cuarenta años que, por primera vez, leí y pensé la sencillísima sentencia de Heráclito que dice: "La admiración (thauma) es el origen de la filosofía". Lo que entendí entonces me sigue resultando válido: cuando miramos el mundo llevamos tanto tiempo acostumbrados a él que nos resulta consabido y, por eso, sólo cuando lo miramos de cerca (ad-miramos) es que descubrimos algo inquietante en él y esta extrañeza es la que nos mueve a filosofar.

Leí dicho fragmento, lo entendí y de inmediato -paradójicamente- lo di por consabido, pues, una vez explicado me resultó obvio y creí que eso era cuánto había encerrado en él. Hoy, sin embargo, me percato de que sólo había logrado descifrar una minúscula parte de su enorme enseñanza.

"La admiración es el origen de la filosofía" encierra la gran clave de la generación del conocimiento, el thauma es, de hecho, el camino que ha posibilitado todos los conocimientos que el ser humano ha conquistado y que no son sino el fruto de no haber pasado por alto un pequeño indicio, un leve síntoma, eso que por haber estado ahí regularmente no se nota.

El ejemplo emblemático de ad-mirar donde los demás no miran nada es la anécdota que cuenta el origen del Principio de Arquímedes. Es muy sabido que este matemático andaba preocupado por descubrir el modo cómo distinguir una corona de oro de una corona falsa y se metió en la tina a darse un baño. Cualquiera habría pasado por alto que al entrar en el agua el nivel de ésta sube, ¿qué de especial tiene que un cuerpo al sumergirse en el agua ocupe un lugar y el agua de la tina se desborde?; pero Arquímedes se admiró: "Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, recibe un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del fluido que desaloja." Y gracias a ello pudo resolver si la corona era o no de oro, pues la identificación del metal depende del peso.

Cuenta la leyenda que Arquímedes salió desnudo a la calle gritando: "Lo he encontrado" (que en griego se dice "eureka"). Y así como él todos los que han encontrado algo ha sido por ver cuidadosamente, por ad-mirar. Otro ejemplo de gran elocuencia es el del físico Wilhem C. Röntgen, a quien debemos los Rayos X; trabajaba en la más completa oscuridad con radiación electromagnética buscando comprobar una hipótesis (que no comprobó), cuando notó un punto insignificante de luz en el laboratorio, pensó que no habían cerrado bien las cortinas, pero al acercarse descubrió que no es que hubiese un hueco por donde entraba la luz, sino que el letrero que señalaba la salida brillaba. Al descubrir el material fosforescente del letrero estaba en la pista directa hacia el descubrimiento de los Rayos X. Por esos mismos días, otro físico, Frederick Smith de la Universidad de Oxford, también trabajaba con radiación electromagnética en la más completa oscuridad y también noto que unas placas fotográficas que estaban en su laboratorio se iluminaban, pero lo único que se le ocurrió fue retirarlas. Rötengen ganó el Nobel de Física en 1901 y Smith la mención en este texto, pues me sirve para subrayar la importancia de la ad-miración.

Los ejemplos de este corte son prácticamente infinitos y por ello la pregunta más urgente es ¿qué no vemos a causa de la prisa que traemos? ¿De qué nos perdemos por considerar que ante nosotros todo es consabido? Y en segundo lugar, ¿qué podrán descubrir quiénes ven sin mirar, sin observar, sin escrutar, aquellos que se contentan con el dato fácil que arroja la web y ya tienen prisa por buscar otro dato? Y una última pregunta: ¿la educación hoy despierta la atención, la concentración, la ad-miración en los educandos?

Tw @oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."
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