Author image

Óscar de la Borbolla

31/08/2015 - 12:00 am

¿Por qué la filosofía?

Hay afirmaciones que parecen universalmente válidas y que se nos imponen por su aparente evidencia. Una de ellas -que hoy recorre las redes sociales- se atribuye a Einstein y va convenciendo de su mensaje a quienes la leen: "Hacer lo mismo y esperar distintos resultados es la clave de la imbecilidad humana". Cuando la leí […]

Hay afirmaciones que parecen universalmente válidas y que se nos imponen por su aparente evidencia. Una de ellas -que hoy recorre las redes sociales- se atribuye a Einstein y va convenciendo de su mensaje a quienes la leen: "Hacer lo mismo y esperar distintos resultados es la clave de la imbecilidad humana". Cuando la leí me tomó desprevenido y me hizo gracia. Quedé deslumbrado por su claridad y concisión. Qué aforismo más afortunado, me dije.

En seguida, hice memoria de algunos de mis actos, obviamente de mis actos repetitivos, y me sentí mal conmigo mismo. A nadie le gusta pensar que es un imbécil, pues yo, como muchos, no solo hago siempre lo mismo frente a algunos problemas, sino que incluso, también como muchos, ceñido a un férreo recorrido que podría considerarse un ritual, los ejecuto en la más rígida secuencia y retrocedo esperando que ocurra el milagro de la novedad: Y OCURRE.

 Image

Todos los días, me siento a la misma mesa de la mismo cafetería, pido un exprés, prendo un cigarro, pongo las manos sobre el teclado y ahí surge la ocurrencia. Es más, si mi mesa está ocupada o si no coloco la taza del café exactamente a 10 centímetros de mi mano derecha e infinidad de detalles obsesivos más, no me sale nada de las manos y, en cambio, si acato puntualmente mi ritual cada día escribo cosas distintas.

Sin embargo la sentencia de Einstein (en fin, concédanme que es de Einstein, no he podido confirmarlo) se levanta ante mí como una verdad incontrovertible: es un imbécil aquel que hace lo mismo y espera distintos resultados.

Los contraejemplos al apotegma einsteiniano podrían acumularse: desde el caso de un encendedor al que accionó una y otra vez hasta que por fin la flama enciende, pasando por la frase del galán que aborda a las mujeres en un bar con la misma fórmula ridícula de "¿No nos conocemos de otro lado?, hasta el rarísimo, pero no imposible, caso de quien compra siempre el mismo número de la lotería y un día se vuelve millonario.

Los contraejemplos abundan; pero la frase de Einstein sigue igual de persuasiva. ¿Qué ocurre? Pues sencillamente que dicha afirmación es verdadera, pero no en el complejo mundo real, sino en el mundo formal o en el campo de los experimentos donde se controlan todas las variables, pues efectivamente al nivel del mar no puede elevarse la temperatura a los cien grados centígrados y esperar que el agua se congele o se entibie o estalle: el agua a esa temperatura y bajo esa presión hierve.

Pero en la vida real aunque en apariencia hagamos lo mismo el universo donde actuamos siempre es distinto y nadie puede hacer lo mismo porque nunca está actuando en el mismo escenario. La verdad no la tiene el dicho de Einstein, sino el memorabilísimo fragmento de Heráclito que dice: "Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río".

¿Por qué la filosofía? Porque la filosofía, más allá de ser una disciplina académica que se cultiva en las escuelas y que organiza discursos inexpugnables por el estilo abstruso en el que es presentada, consiste en pensar para aclarar asuntos de la vida de todos. Sufrimos, elegimos, nos paralizamos o nos echamos a correr espantados a causa de ideas que tomamos como válidas y que no lo son, que son tan sólo espejismos de la verdad que nos han persuadido porque no las hemos pensado lo suficiente.

Pensar es un ejercicio divertido de liberación. Y por eso los invito a mi ciclo de conferencias que empezaré la próxima semana en el Péndulo de la Roma. Encararé seis asuntos en buena medida urgentes y vitales en sendas conferencias. Los temas son: la Identidad y el problema de la memoria, la Felicidad y sus obstáculos, el Suicidio y las opiniones, el Amor y sus grados, la Envidia y otros pecados y, finalmente, si el Mal es solo humano.

 Image

Twitter:@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."
en Sinembargo al Aire

Lo dice el Reportero

Opinión

más leídas

más leídas