Familiares exigen justicia por Roberto, desaparecido en Veracruz hace ya 4 cuatro años

La familia de Roberto Carlos Casso pasó una amarga navidad en el año 2011…que se ha prolongado hasta la fecha. Nadie sabe de su paradero y, ahora, la familia teme que en un movimiento desaparezcan pistas que ayuden a dar con su paradero.

Roberto Carlos Casso. Foto: Blog Expediente

Roberto Carlos Casso. Foto: Blog Expediente

Por Ignacio Carvajal 

Ciudad de México, 13 de marzo (SinEmbargo/BlogExpediente).- Esa Nochebuena. Los ricos platillos, el ponche y las botellas de vino para el brindis se quedaron esperando. Los regalos tampoco fueron entregados. No lo han sido desde entonces para la familia del profesor Roberto Carlos Casso Castro, de 41 años.

Ese 24 de diciembre de 2011, Roberto Carlos Casso era esperado en su casa paternal, en Huatusco. Viajaría del puerto de Veracruz, en donde trabajaba como maestro en Bachilleres, acompañado de su novia, a la que iba a presentar; con la que se hablaba de planes serios. Pero algo sucedió entre Cardel y Tamarindo, sobre la autopista Veracruz-Xalapa, que la pareja nunca llegó a la cena navideña. Sus familiares, al día siguiente, comenzaron una actividad que no interrumpen desde hace cinco años: buscarlo.

Mentor del Colegio de Bachilleres de Veracruz, sus compañeros interrumpieron las vacaciones de Navidad para protestar por su ausencia por voluntad de otros.

Con todo y los regaños por parte de las autoridades educativas de Veracruz para acallar las protestas, las hubo y los mentores marcharon por el primer cuadro de la ciudad bajo amenaza. Uno de ellos hacía falta, pero no fueron tomados en cuenta.

Defendían a su compañero ante los comentarios que buscaban incriminarle, él es un hombre de trabajo, maestro, da todo en la clase, y además, en Huatusco es dueño de varias tiendas dedicadas a la venta de productos deportivos.

La pareja conformada por Roberto Carlos y la joven Cyntia Vecendio Delgado se borró del mapa. También la camioneta de lujo en la que viajaban de Veracruz a Huatusco. Seguirían una ruta por la autopista Veracruz-Xalapa, hasta Cardel, y de allí buscarían la salida a Conejos para tomar a Huatusco.

Al paso del tiempo todo apunta a que fueron víctimas de Jesús Daniel Vargas Ramírez, “El Popeye”, un sicario de Los Zetas que operaba en la plaza de Cardel en las fechas que el maestro y su novia resultaron desaparecidos.

“El Popeye” murió abatido en un operativo de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) el 20 de diciembre en Chichicaxtle, a unos kilómetros de Tamarindo, el punto en el cual presuntamente desapareció el maestro y su novia después de ser interceptado por unas camionetas de lujo.

Y el Popeye perdió la vida a manos de los elementos de la Ley que en ese entonces coordinaba el subdelegado de la SSP en la región, Marcos Conde, preso por desaparición forzada de cinco jóvenes de Playa Vicente. Lo mataron cuando regresaba de su restaurante de mariscos favoritos. Murió con la panza llena.

Las autoridades veracruzanas en estos cinco años no han conseguido ni una pista sobre el paradero del mentor. Lo poco o mucho avanzado en el caso ha sido por fuerza de la familia, que logró incluso averiguar que los maleantes, después de atrapar al maestro, usaron sus tarjetas en cajeros de Cardel. En las imágenes logradas por la familia se aprecia a dos sujetos acompañados de dos mujeres sacando dinero de un cajero en la zona urbana de Cardel.

También consiguieron pistas sobre los corralones y moteles en los que posiblemente estaría guardada la camioneta de desaparecido, pero las autoridades en su momento no actuaron. Ahora el gobierno de Veracruz quiere rematar los coches atorados en los corralones, la familia del mentor teme que en ese movimiento desaparezcan pistas que ayuden a dar con su paradero.

El caso ya está en manos de la Procuraduría General de la República (PGR), en donde se ofrece una recompensa por información útil para encontrarlos.

Los familiares del mentor, desde entonces, buscan en cualquier sitio donde creen que hay fosas. Está organizados en un colectivo en la búsqueda de sus hijos y se han capacitado para usar varillas, picos, palas y machetes para buscar fosas. Seguirán este camino hasta encontrar el paradero de la pareja aunque esto no les sane la herida que les causa cada navidad que pasa sin ellos.

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