Autoridades preparan homenaje a José Luis Cuevas en el Palacio de Bellas Artes

“Aún tengo el trazo firme”, decía el año pasado José Luis Cuevas, el hombre que desarrolló una impresionante carrera artística como pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador, quien murió ayer a los 83 años. Este martes, partir de las 16:00 horas, se llevará a cabo un homenaje abierto al público en su honor en el Palacio de Bellas Artes.

Ciudad de México, 4 de julio (SinEmbargo/AP).- Este martes, a la 16:00 horas, se llevará a cabo un homenaje abierto al público en el Palacio de Bellas Artes al artista plástico mexicano José Luis Cuevas, quien falleció la tarde de ayer a los 83 años de edad.

Considerado el pilar de la Generación de la Ruptura, junto a artistas como Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Pedro Coronel y Fernando García Ponce; el también escritor nació el 26 de febrero de 1931 en la Ciudad de México.

Tras la muerte del pintor, el Presidente de la República Mexicana, Enrique Peña Nieto, dio su pésame a la familia del artista a través de su cuenta de Twitter: “Mi más sentido pésame a familiares, amigos y a la comunidad cultural por el fallecimiento de José Luis Cuevas” y en otros mensajes, reconoció a Cuevas como un “artista de México y el mundo” que será recordado “como sinónimo de libertad, creación y universalidad”.

María Cristina García, Secretaria de Cultura, también escribió en la red social: “Mi profundo pesar por el deceso de José Luis Cuevas, uno de nuestros máximos creadores plásticos del siglo XX. Mi pésame a sus deudos”.

Por su parte, el jefe capitalino, Miguel Ángel Mancera, escribió: “Lamento profundamente el fallecimiento del maestro José Luis Cuevas, pilar del arte mexicano, mis condolencias a familiares y amigos”

Entre los galardones que José Luis Cuevas recibió a lo largo de su vida se encuentra el Primer Premio Internacional de Dibujo, el Premio Internacional de Grabado, y el Premio Nacional de Bellas Artes.

También fu acreedor al doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Sinaloa en 1984, y Francia le otorgó la orden de Caballero de las Artes y de las Letras.

“Aún tengo el trazo firme”, decía el año pasado, el hombre que desarrolló una impresionante carrera artística como pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador, labor por la que ha obtenido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales.

Fue un autodidacta. Y fue un artista de la ruptura porque creció proponiendo algo distinto al poderoso Movimiento Muralista Mexicano, que llegó a la cúspide y desde allí tomó control de las artes mexicanas durante años, o décadas. Cuevas fue también parte de la escuela del neofigurativismo.

Su obra no estuvo exenta de polémica. Sus performances fueron considerados atrevidos en una generación de cambio. Pero Cuevas no sólo propuso: rompió tabúes y le hizo honor a las artes mexicanas, siempre en movimiento, siempre provocando. Su escultura, sus grabados, las esculturas reacomodaron al hombre para llevarlo a verse a sí mismo en la degradación.

Pablo Picasso llegó a comprar dos de sus dibujos y Diego Rivera fue uno de sus enemigos.

En 1957 publicó una serie de artículos que criticaban al muralismo mexicano, corriente que hasta ese entonces era el máximo orgullo en el arte del país y cuyos máximos exponentes eran Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Al ser parte de la Generación de la Ruptura, buscó nuevas formas de expresión artística y propugnó en contra de los artistas que hacían concesiones para vender su arte y la “Escuela Mexicana de Pintura”, ideas que plasmó en su manifiesto “Cortina de Nopal”.

“Creo firmemente que no puede progresarse si no hay inconformidad, si no se hastía uno de lo hecho y vuelve a empezar otro camino”, dice en el panfleto.

En 1960, The New York Times lo calificó como uno de los grandes dibujantes del mundo, comparándolo con Picasso.

Cuevas fue quien acuñó en 1967 el nombre de Zona Rosa para la sección en el centro de la ciudad donde se reunían los intelectuales y artistas de la época. En ella dibujó un “Mural efímero” en la parte alta de un edificio en la esquina de las calles de Londres y Génova en el que se mofaba de los ideales comunistas del muralismo. La obra luego fue destruida. Años más tarde, en 1995, realizó otro mural en la Zona Rosa, esta vez con talavera poblana.

Al final llegó a reconciliarse con los muralistas. De Orozco decía que era el pintor al que más admiró, de Siqueiros fue un gran amigo al pasar de los años y de Rivera reconoció que tenía algunas obras buenas.

Se le acusó de ser uno de los instigadores del movimiento estudiantil de 1968, que fue brutalmente reprimido por el gobierno mexicano. El clima político lo llevó a “autoexiliarse”, según la biografía de su sitio, para ir vivir a Francia en 1976. Regresó dos años después pero su casa fue ametrallada, por lo que volvió a Francia.

Ese mismo año la OEA le dedicó un homenaje continental y para 1979 regresó a México con una exposición titulada “José Luis Cuevas. El regreso de otro hijo pródigo”, en el Museo de Arte Moderno.

Cuevas se mantuvo fiel a su nacionalidad a través de su retrato de la dura realidad en México con un estilo cargado de imágenes precolombinas. Sus obras del aislamiento humano y el sufrimiento lo relacionan con el expresionismo.

Su obra está incluida en las colecciones del Museo de Arte Moderno en Nueva York y el Museo Hirshhorn de Washington.

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