Claros y oscuros de la creación

La creatividad no adviene cuando las constricciones desaparecen. Cándidamente liberados de los condicionamientos, no devenimos creativos, devenimos repetidos. Foto: Shutterstock

La creatividad no adviene cuando las constricciones desaparecen. Cándidamente liberados de los condicionamientos, no devenimos creativos, devenimos repetidos. Foto: Shutterstock

La creatividad no es una fiesta. Es una conducta, una sostenida ética. No depende de que te sueltes nada, sino más bien de que te aprietes de una buena vez. No es un rapto, es un sistema. No aparece de pronto en cualquiera, sino que se construye trabajosamente en algunos. No es eminentemente genética –aunque algo pueda haber-, es sustancialmente simbólica. No depende de la conformación del creativo, sino de sus constitución; es el software, no el hardware de las personas. No puede existir –como casi nada-, si no estás bien alimentado; bien alimentado también de estímulos, es decir, de vida cultural abierta e intensa.

La creatividad -como la genialidad- no es un acto único en una persona cualquiera; es una consecuencia casi necesaria de unas personas particularmente desarrolladas, creativas y geniales. No se define por lo creado, sino por el creador. No digo que los geniales sean los elegidos; digo que los geniales son los que lo han conseguido. No alcanza con intentarlo; no nos cae en suerte; suele costar la vida entera. El creativo ha invertido mucho más que Bill Gates.

El mito del niño prodigio nos confunde, nos atrofia éticamente y es esencialmente falso, aún con excepciones. No se nace, se hace. Messi es un millón de veces mejor que yo jugando al futbol, pero tiene miles de horas más de esfuerzo y trabajo con la pelota que yo; lo mismo Borges con las letras y Picasso con los trazos. Nadie será Einstein apenas por vivir la vida de entrega y esfuerzo y foco y obsesión e ilusión y tesón de Einstein, pero no hay ni habrá Einstein posible sin esa vida de entrega… A Tarantino no se le ocurren las historias durmiendo ni Lasseter guiona en trance. Los dos trabajan más de lo que te imaginas y desechan más de lo que podamos pensar. Aún la intuición se trabaja por medio de arduos entrenamientos y test difíciles.

La creatividad no adviene cuando las constricciones desaparecen. Cándidamente liberados de los condicionamientos, no devenimos creativos, devenimos repetidos. La falta de impedimentos no garantiza la producción. Si no, todos los Duques serían Nobeles. Los ambientes creativos deben ser sistemas activos de construcción de estímulos y caminos; necesitan ser atmósferas intensas, tensas, calientes, apretadas y densas.

Si nos dejan, nada vendrá; necesitamos de ayuda, de guía y de retos. La vida del creativo suele ser tormentosa y ardua. No idealicemos. El genio fracasa mucho más de lo que acierta; y en general no siente que acierta ni cuando acierta; pone punto y aparte y va por lo que sigue. Nunca llega; lo suyo es buscar; y si siente que llega, en general se atrofia. Se realiza en el proceso y se justifica en el proceso. El Walter Bénjamin más preclaro se suicidó y con Van Gogh ya todos sabemos. Cuesta mucho trabajo innovar, quiero decir.

Las invenciones son partos, no adopciones. Lo que está por venir no existe y sorprende. Donde no cabe ya más nada, tu fundas un nuevo espacio. Y las reacciones suelen ser negativas, antes que cualquier otra cosa. ¿Y tú qué?; ¿y por qué?; ¿y para qué?; ¿y tienes pruebas?… Incomoda lo nuevo. Desestabiliza. Desestabiliza porque surge en el seno de lo establecido y desbanca los latifundios conceptuales; redefine los mapas políticos.

Las creaciones la tienen difícil porque ocupan espacio en este mundo, no en otro. Si fueran en el otro mundo, sería más fácil e inmensamente menos significativo. Cada vez que algo se inventa, con algo se está acabando. Es guerra. Todo ocurre en una trama dicotómica de tensiones binarias. Apenas Borges fue genial, la turba realista perdió sentido. Cuando Copérnico, entonces Ptolomeo… Siempre es así.

La creación es política y tiene costos políticos. Redistribuye lo que gobierna, es decir, tiene poder. Reescribe y define de nuevo las matrices de valor y sentido. Es como de locos, pero es así: cada tanto al mundo lo sustituimos por otro, y seguimos para adelante pero ya nada es igual. Hubo un crack; algunos avanzados que nos trazan otros caminos. Y corre sangre, sea en el terreno que sea.

Digo todo esto porque no nos ayuda ese aura ingenuo, cándido, naif y leve que acompaña a la creatividad y la tiene como secuestrada. Parece cosas de niños, de locos y de marginales en general; parece proceso de desintelectualización y ausencia total de cálculo y sistema; parece revelación del que está vacío y no realización del que está obsesionado; parece juego y parece fácil y no lo es. Ni debemos dejar que lo parezca. La perjudica esa careta púber.

A los innovadores tu los notas enseguida. No son los que dicen que lo son; son otros. En general no ostentan. ¡Presta atención! Mírales el seño, suelen estar fruncidos. Están profundizando, siempre. Pregúntales algo que no les interese, te parecerán idiotas; háblales de lo que les obsesiona y ya me contarás.

Pídeles que se apuren y te mandarán a la mierda. Trata de dominarlos… Notarás –si lo observas más agudamente- que no están conectados con todo; tienen una cierta lógica económica que los lleva a ocupar sus capacidades con las cosas que alimentan sus intencionalidades; tienden a no ocupar casi nada –ni la memoria ni los bolsillos- con lo que consideran superfluo, sea dinero o sea la lista del supermercado. Son concentrados y tienden a la concentración; siempre corren el riesgo de saturarse y muchos de ellos se saturan.

La creatividad muchas veces nos parece espontánea y nos confunde a todos. Parece tan leve, tan tiernamente fluida y etérea que nos da a entender que para lograrla nadie ha transpirado, ni sufrido, ni fracasado, ni errado, ni se le ha caído alguna lágrima luego de reír a carcajadas por varios minutos sin saber por qué; adopta la forma del don, cuando en realidad es una construcción. No sé por qué es así, pero la innovación se obstina en contarnos una falsa historia de solturas, transparencias, inspiraciones súbitas y revelaciones místicas.

No sé tampoco por qué lo hace. Sería más útil si nos avisara que por detrás ella tiene tiempos, sistematizaciones, rutinas, éticas, actitudes y atmósferas complejas, inestables, difíciles de implantar y dificilísimas de mantener; que no adviene si no se da un conjunto de conexiones improbables y de tiempos sincronizados; que no trae alegría de inmediato y que no es el placer el sentimiento predominante; que cuesta mucho tanto en el tiempo como en la toma de posición. Pero no. ¿Será que sabe que si no lo aprendemos por nosotros mismos las cosas no funcionarán? ¿Será que intuye que descubrirlo ya es un gran primer paso para lograrlo?

Antes era el “jogo bonito” y ahora se lo llama “tiki-taka”, pero es lo mismo: una manera de jugar al futbol que hace culto del dominio, elogio de la técnica y pone la estética antes que el resultado y aún así -o tal vez por eso- incluso acaba ganando. Es una manera que parece que proviniera de la libertad total y un poco de la ingenuidad (Garrincha fue el ícono), y cada día más nos enteramos de que muy por el contrario, es hija de un rigor incluso exagerado, de una obsesión casi enfermiza y de una intensidad poco compatible con la vida. “En dos o tres años ya has hecho todo lo que es posible.

En poco tiempo se agotan los mensajes a los jugadores. Son los ciclos. Llega la hora de construir nuevos enemigos”, declaraba hace unos días Pep Guardiola yéndose al Manchester City. La creatividad no se aguanta; la genialidad no es sustentable. El deseo también mata, como nos enseñaban en psicoanálisis.

La creatividad no es una fiesta, felizmente. No se arregla con alcohol ni otros brebajes del estilo; no obliga al sexo casual. Pero sí es la sistematización de una trasgresión conceptual. Es el elogio sostenido de la contracara. Es una conquista ardua; una tarea trabajosa, y encomiable.

Por eso si por acaso en tu vida o en tu trabajo la creatividad o la innovación andan por ahí, por favor préstales atención. No dejes que te vendan las falsas ni te dejes conformar sin las verdaderas. Concéntrate y búscalas. Yo estoy haciendo lo mismo.

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