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La carne, como dicta el proverbio, busca a la carne. Inusitadas tribulaciones suceden en el trasfondo de las relaciones humanas… Estas son las ideas que planto en cualquier parte para saber donde estás, José.
Me la paso mirando las fotografías que aún no he borrado. Siempre apareces sonriendo y yo siempre con ese gesto de incertidumbre. Como si antes de ese click, ambos supiéramos qué pasaría con nuestro futuro.
Digamos que esa fue nuestra historia. No me importa si el recuerdo me contradice de manera disruptiva. A veces mi memoria es una cabrona que me tatúa los fracasos en la frente…
El gobernador del banco central añadió que mantiene conversaciones con la proveedora para que pueda mantener la operación de amena ininterrumpida y en términos adecuados.
Siento como si me hubieran cortado las alas. No quisiera llamarte tristeza, pero tengo tantas ganas de pronunciarte que te llamaría y te llamaría y te llamaría. Me estoy haciendo amigo íntimo de esa voz en el contestador, al fin y al cabo tiene voz de no haber cogido en mucho tiempo.
Amaneció gris y triste como suele suceder cuando despunta el invierno; a través del smog y las nubes de aquel clima único del universo capitalino, que amenaza con llover y hacerse río, y arrastrarlo todo con sus vientos frenéticos…
“La falla que se presentó durante algunos minutos se ha solucionado. Nuestros servicios se están estabilizando paulatinamente”, apuntó.
Ella es dueña de un par de ojos grandes y profundos como los lagos de Noruega, casi no sonríe pero, cuando lo hace, su boca parece un puñado de perlas. Se llama Daniela y cuando se enfada se da mordiscos en el labio inferior; mide uno setenta y tres, pesa setenta kilos y podría tener cincuenta orgasmos seguidos, claro, si yo fuera una máquina o por lo menos aguantara llegar al segundo.
He visto una y mil veces al futuro repetirse en su afán caleidoscópico, y en cada una de ellas, me he encontrado tu cara insinuada otras mil por las cosas del mundo: entre las piedras que suben hasta el puente de Chimalistac; entre los rostros de extraños cuando se aglomeran multitudes; en el zumbido de los coches cuando cruzo Insurgentes y no quiero fijarme hacia un lado o hacia el otro; en el llanto, sobre todo en el llanto…
El mundo está a punto de estallar en mil pedazos y yo jamás, en mi jodida vida, he sido capaz de armar un rompecabezas. Ni siquiera cuando era niño. Porque cuando era chico, me sentía un niño rudo. A los siete años, podía escupir a dos metros de distancia y les alzaba la falda a las niñas de la primaria. No tenía tiempo para poner piezas en su lugar.
Jugábamos a esconder cosas, como dos chiquillos que ya han terminado de hacer tarea; o al menos eso han dicho. Y ahora juegan. Tú escondes la sonrisa, al principio me cuesta trabajo encontrarla pero la descubro, ahí; escondida detrás de esa mueca simpática que no me deja verla enteramente, pero que tampoco es capaz de ocultarla por completo.
Ante ustedes, el monstruo que dice “te amo” con los labios cerrados. El trapecista de las medias de red, lleno de cicatrices. ¡Pasen y vean al hombre bala entre sus piernas!
Buen chico, hora de practicar ese piaffé que tanto te cuesta. Él comenzó a mover sus fuertes patas color marrón en pequeños saltos intercalados; era un trote tan cerrado que apenas se desplazaba unos pocos centímetros.
Acércate lo necesario para que la necesidad se multiplique, pero no tanto como para empezar a disminuir el deseo. El amor no solo debe de estar en los cuerpos también en el espacio que los separa. Que el aire que respiras te sepa ella, de un modo tan profundo que tengas la sensación de estar besándola, pero sin el beso.
Hoy he ido con Nora a esa tienda del Centro donde los maniquíes besan sin pudor a la anorexia. Después de trece vestidos, he pensado seriamente que lo que mejor le quedaba era la piel, pero he guardado silencio. Al final se ha decidido por uno de flores, como si estuviéramos en primavera.
Miedo predilecto a las 3 de la mañana, miedo a crecer, miedo a no ser yo