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Los hechos recientes demuestran que los criminales locales han perdido el respeto por la Iglesia; sin embargo, otros habrían buscado mantener la guerra «entre ellos» y evitar asesinatos que los pongan en alerta ante las autoridades.
A un costado de la Estela de Luz, condenaron el asesinato de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar, al interior del Santuario Comunitario de Cerocahui, Chihuahua.
El Fiscal General, a su vez, agregó que fue integrado al programa de protección a testigos protegidos y se encuentra bajo resguardo de la Fiscalía General del Estado, en donde se le ha brindado atención integral.
Distintas organizaciones religiosas emitieron su cambio de postura, luego de las críticas recibidas por parte del Presidente López Obrador y los dichos del Papa Francisco.
«Oremos juntos por la justicia y la reconciliación para la paz», declaró la Conferencia del Episcopado Mexicano en relación al reciente asesinato de dos sacerdotes jesuitas al interior de una iglesia en Chihuahua.
Afuera espera un perro solitario sentado entre las rocas aledañas a la casa. Una decena de gallinas caminan de un lado a otro por el patio resguardado por la misma sierra. Unos tanques azules de 200 litros quedaron en medio de las láminas del techo que alcanzaron a caer junto a ellos y un molino rojo de nixtamal, sostenido por troncos, se encuentra del otro lado.
El Obispo dijo que la ciudadanía hace bien en reconocer «esa dura realidad que nos golpea y salpica de sangre México, pierde más el que niega esa realidad y la tergiversa», y señaló a las autoridades que tienen una responsabilidad con la seguridad: «para eso tienen el poder y el uso de la fuerza».
Javier Ávila Aguirre, sacerdote jesuita, aseguró que «El Chueco» era conocido por la comunidad y por las autoridades, pero que había mucho miedo entre los pobladores por temor a las posibles represalias.
En la despedida de los religiosos, resonó una frase que resume la crítica no sólo de los jesuitas, sino de gran parte de la sociedad mexicana a la estrategia de seguridad del Gobierno: «Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos».
“Hoy corto cualquier diálogo con el Gobierno del estado de Chihuahua, hasta que no aparezcan estos jóvenes. Su madre clama por ellos. Ya pasaron ocho días. A mis hermanos Javier Campos y Joaquín Mora los encontraron en 72 horas y lo agradezco de corazón. Pero a estos muchachos, ¿por qué no? ¿Por qué no salió en la prensa? ¿Por qué no fue una bomba internacional como lo de los jesuitas? ¿Quieren colgarse la medallita de que son muy efectivos?”, agregó sobre el caso del homicidio de Raúl Osvaldo Berrellesa, de 22 años, a quien asesinaron enfrente de su esposa, secuestraron a su hermano y quemaron la casa.
Apenas el jueves pasado, la Iglesia católica de México pidió al Gobierno federal y al resto de autoridades revisar las estrategias de seguridad que «están fracasando” en el país y convocar a un diálogo nacional para emprender acciones “inteligentes e integrales” para conseguir la paz.
La comunidad jesuita pidió este sábado al Presidente Andrés Manuel López Obrador revisar su estrategia de seguridad durante la misa de cuerpo presente de los sacerdotes asesinados al interior de la iglesia del pueblo de Cerocahui, en el municipio de Urique, en Chihuahua.
La Conferencia de Episcopado Mexicano reconoció que no ha hecho «lo suficiente en la evangelización de los pueblos y que es necesario redoblar esfuerzos» para «concretar el proyecto de paz de Cristo».
En conferencia de prensa, Ricardo Mejía Berdeja, Subsecretario de Seguridad, informó que se solicitó el apoyo a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos para coadyuvar en la localización y detención de este sujeto.
La orden de la alerta migratoria emitida este miércoles fue por petición de la Fiscalía del Estado de Chihuahua por el presunto secuestro de cuatro personas más el asesinato de otras tres, incluyendo los padres jesuitas y un guía turístico al interior de una parroquia en Cerocahui, crímenes imputados a José «N», alias «El Chueco».
El grupo delictivo «Los Salazar», vinculado con el Cártel de Sinaloa, habría asesinado a un guía de turistas que intentó escapar dentro de la Parroquia San Francisco Javier, donde se encontraban los padres jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora y que intentaron auxiliar al hombre.