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Botanas mexicanas, saludables e innovadoras, creadas por estudiantes

viernes, septiembre 9th, 2016

Nopal, amaranto, semillas de girasol, avena, todo eso en una barra funcional, que además de saludable, tienen detrás un desarrollo sustentable y materias primas económicas, que derivarían en un precio bajo al público.

Por Israel Pérez Valencia

Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).– Como resultado del Programa Intensivo de Ingeniería para la Innovación del Centro Académico de Desarrollo e Innovación de Productos (Caidep), de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), estudiantes de las carreras de química en alimentos y gastronomía desarrollaron una línea de productos cuyo objetivo principal es promover una alimentación más saludable para niños y jóvenes.

Se trata de un trabajo interdisciplinario donde el factor de innovación consistió en la utilización de ingredientes como el nopal (Opuntia ficus-indica), amaranto (Amaranthus), semillas de girasol (Helianthus annuus), entre otros, en fórmulas que no solo aportaran elementos nutrimentales de valor, sino que además conservaran propiedades organolépticas —color, sabor y textura— de interés para los consumidores.

NOPAL Y AMARANTO EN UNA BOTANA

Foto: Conacyt

Foto: Conacyt

Con el objetivo de ofrecer una alternativa más atractiva para los jóvenes respecto al consumo de nopal, los estudiantes Laura Montserrat Ávalos Esparza, Mario Haziel Hernández Ramos, María Guadalupe Guerrero Pérez, Dante Iván Agatón Lombera y Adriana Guerrero Bautista crearon “Nops”, botana elaborada con nopal deshidratado combinada con harina de amaranto.

La estudiante Laura Montserrat Ávalos Esparza explicó que el objetivo de este producto fue ofrecer una alternativa a los productos elaborados con nopal que ya se encuentran en el mercado, en especial para los consumidores con padecimientos como hipertensión, diabetes y aquellos con enfermedad celiaca o con deficiencias de calcio.

“Nosotros decidimos dar un giro más interesante; las botanas de nopal que se encuentran en el mercado usualmente les agregan harina de maíz. Al buscar ofrecer algo más saludable, utilizamos harina de amaranto que es uno de los cereales que contiene mayor cantidad de aminoácidos, proteínas y lisina, además de que es óptima para personas con enfermedad celiaca. Por otra parte, el nopal ofrece elementos como el calcio y es rico en fibra; nuestro producto contiene 10 gramos de fibra por porción, además de que tiene propiedades hipoglucemiantes, lo que lo hace ideal para personas con diabetes u obesidad”, abundó.

BARRAS DE SEMILLAS NUTRACÉUTICAS 

Foto: Conacyt

Foto: Conacyt

Para explorar nuevas fórmulas en el contexto de las barras nutracéuticas, los estudiantes María Fernanda Ruiz Villaseñor y Josué Mendoza Meneses, de las carreras de químico en alimentos y gastronomía, respectivamente, crearon “Vital”, una barra elaborada a base de diferentes ingredientes como amaranto, avena (Avena sativa), almendra (Prunus dulcis), cacahuate (Arachis hypogaea), canela (Cinnamomum verum), así como semillas de girasol y calabaza (Cucurbita maxima), con una cobertura de chocolate

En ese sentido, la estudiante de química en alimentos de la UAQ, María Fernanda Ruiz Villaseñor, señaló que uno de los objetivos del producto es convertirse en una opción de consumo para estudiantes de educación básica y nivel universitario, que pudiera reemplazar los bocadillos de alto valor calórico que suelen consumir.

“Por sus ingredientes, la barra contiene proteínas, está pensada para que los alumnos puedan saciar el hambre por un tiempo, es una buena opción para complementar su desayuno o comida en general, como para que no tengan hambre y puedan tener más rendimiento escolar. Queremos estandarizarla en ocho gramos de proteína por barra; para encontrar el equilibro en el aporte calórico le adicionamos avena para bajar los contenidos de ácidos grasos y hacerla más competitiva”.

ALTERNATIVA DE DESARROLLO SUSTENTABLE

Foto: Conacyt

Foto: Conacyt

Con el objetivo de ofrecer el mayor aporte proteico en un alimento de fácil preparación, la estudiante de la carrera de ingeniería química en alimentos, Pamela Miranda Pérez, desarrolló “Wofel”, alternativa de waffles elaborados con harinas de avena y amaranto adicionados con proteína de soya (Glycine max).

“Surgió la necesidad de crear esos productos que fueran rápidos de preparar pero que a la vez tuvieran las propiedades de los alimentos primarios. Estos waffles además de ser elaborados con harina de avena y amaranto, cereales que son ricos en proteínas, se utilizó también proteína de soya, es decir, por cada porción individual se estaría consumiendo entre 17 y 18 gramos, lo que puede hacer del producto un desayuno muy completo”.

La investigadora en tecnología de alimentos adscrita a la Facultad de Química de la UAQ y asesora de los equipos, Marcela Gaytán Martínez, apuntó que estos proyectos fueron apoyados por el Caidep en equipo y asesoría en cuestiones de formulación de los productos, aditivos, conservadores y empaque.

“Nosotros trabajamos con ellos tanto en la parte tecnológica como en la cuestión nutrimental, lo que pretendimos fue usar materias primas que tuvieran un beneficio a la salud ya comprobado, como es el caso de la avena, que es un alimento reconocido por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, como un cereal nutracéutico; también usamos el nopal porque, además de ser un alimento ancestral en México, tiene muchos beneficios para la salud que apenas se están reconociendo. Todas estas materias primas son relativamente económicas, lo que representará costos accesibles para el consumidor a diferencia de productos parecidos que se encuentran en el mercado”.

Gaytán Martínez destacó que los equipos de trabajo contaron con la asesoría de investigadores de la UAQ, como la especialista Guadalupe Dorantes Aspeitia en el área de gastronomía, así como la docente de diseño industrial, Patricia Castillo García, para las cuestiones del empaque indicado para cada producto.

Proyecto Palafito: la vivienda ancestral como respuesta a las inclemencias del clima

domingo, abril 17th, 2016

A través del trabajo en equipo de científicos y habitantes de la costa yucateca, los afectados por huracanes e inundaciones encontraron una opción para evitar sufrir la pérdida de su patriomonio cada temporada inspirados en los sencillos palafitos.

Palafito después de Isidoro. Foto: María Teresa Castillo Burguete

Palafito después de Isidoro. Foto: María Teresa Castillo Burguete

Ciudad de México 17 de abril (SinEmbargo).- Volver a lo básico es a veces la mejor opción, o por lo menos es lo que vieron el equipo del doctor Federico Dickinson Bannack y los habitantes de una comunidad de Yucatán, al tratar de resolver el problema de inundaciones y pérdida de bienes debido a los fenómenos meteorológicos que azotan la zona. ¿Por qué no volver al modelo del palafito?

Un palafito es una vivienda que se construye elevada sobre pilares o estacas y que usualmente se encuentra sobre el agua o a orilla del mar. Y ha sido a lo largo de cientos de años, una alternativa confiable para las personas que viven en las costas.

Dickinson, miembro del Departamento de Ecología Humana en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), unidad Mérida, se puso como reto diseñar y construir viviendas basadas en palafitos resistentes a huracanes y a las condiciones climáticas de la región que alcanzaran una vida útil de 100 años.

De acuerdo con la Agencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) el Proyecto Palafito nació en 1990 cuando el doctor en Ciencias Naturales inició una investigación en conjunto con los habitantes de San Crisanto, en Yucatán, para identificar los problemas que los aquejaban y al final, lograr una mejora en las condiciones de vida a mediano y largo plazo.

La investigación tuvo varias etapas, primero una fase de evaluación del estado socioeconómico y de salud de la población. Segundo, la identificación de los problemas por parte del grupo de científicos. Después de esto, le siguió un paso muy importante: evaluar si los habitantes reconocían o percibían los mismos problemas que el grupo de expertos.

En medio del proyecto los huracanes “Ópalo” y “Roxana” azotaron las costas yucatecas e inundaron dicho municipio. “Este es un problema que afecta a las poblaciones costeras de Yucatán, sobre todo a los habitantes locales, porque ellos rellenan la ciénaga que está al sur de los puertos y sobre esa zona de relleno construyen sus casas. Entonces cuando hay huracanes esas zonas se inundan y las familias pierden enseres domésticos, ropa, tienen que evacuar y, desde luego, sus casas se estropean; es un problema grande”, dijo el investigador a Conacyt.

Fue entonces que una de las ciudadanas sugirió la idea de retomar los palafitos, el equipo la evaluó y se tomó como una solución viable.

Para continuar con la idea de un equipo multidisciplinario en el que los afectados participaban activamente, se les capacitó en temas de fisicoquímica, ingeniería, arquitectura y ecología.

2002: LA PRUEBA DE AGUA

Uno de los primeros palafitos (2001). Foto Archivos del Laboratorio de Somatología, Cinvestav-Mérida

Uno de los primeros palafitos (2001). Foto Archivos del Laboratorio de Somatología, Cinvestav-Mérida

A finales de 2001 se entregaron dos palafitos construidos con diferentes materiales para ponerlos a prueba, “parece un proceso muy lento para construir dos casitas, pero esto implica trabajar con los usuarios en la comunidad, respetando sus tiempos y los ritmos de vida. Esto a veces es difícil que lo entiendan las agencias financieras, pero en este caso sí lo logramos”, explicó Federico Dickinson, quien consiguió fondos del Conacyt, el gobierno estatal y distintas empresas privadas.

Sin embargo, su gran prueba fue en 2002 cuando el huracán “Isidoro” entró a la Península de Yucatán. Y la pasaron.

“Fue la ‘prueba de agua’ y el resultado fue espectacular… Ninguno de los palafitos sufrió daño, a excepción de una tapa de tinaco que se voló en uno de ellos y un chorrito de agua que se coló por una de las ventanas del otro”, comentó el investigador a la agencia.

Tras una evaluación de daños, expertos en física concluyeron que las construcciones eran perfectamente habitables y una buena opción de vivienda, a diferencia de muchas otras casas del mismo poblado que se deterioraron incluso hasta la pérdida total.

Federico Dickinson, que además es maestro en antropología, resaltó la importancia de la fortaleza estructural y la resistencia de estas construcciones, pero también la seguridad y tranquilidad que brindaría a sus habitantes.

UNA CASA QUE DURE 100 AÑOS

Elaboración de elementos constructivos. Foto: Archivos del Laboratorio de Somatología, Cinvestav-Mérida

Elaboración de elementos constructivos. Foto: Archivos del Laboratorio de Somatología, Cinvestav-Mérida

Con el diseño aprobado, el equipo tuvo que buscar materiales que además de no ser tan caros y se pudieran industrializar, contribuyeran los menos posible a generar un impacto en la huella de carbono, por eso decidieron hacerlos de concreto en lugar de madera, como se pueden ver en otras partes del mundo.

Otro de los grandes retos que tuvo el diseño fue alcanzar los criterios de durabilidad propuestos por el equipo. “Según reglamentos, la vida de servicio de las estructuras es de 30 años, pero cada vez hay una evolución a que en vez de 30 sean 100 años de vida de servicio y nosotros nos propusimos esa meta”, dijo a la Agencia Conacyt Pedro Castro Borges, encargado del análisis de las características físicas y químicas en el proyecto Palafito.

El equipo de trabajo de Pedro Castro busca seguir el proyecto con el objetivo de abaratar los costos del palafito, pues al principio tuvieron un costo de 250 mil pesos. Como explicó el investigador, “todo prototipo sale caro y la cuestión no es que el prototipo se vuelva caro, sino que a una casa normal se le está añadiendo una subestructura que antes no tenía y que la vuelve cara. Es un cambio de paradigma, pero que a cambio de eso se obtiene una estructura resistente y duradera en beneficio del usuario y en beneficio del planeta”.

El matemático Elías Micha es nombrado como coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación

jueves, marzo 31st, 2016

El matemático Elías Micha Zaga coadyudará en la evaluación y diseño de las políticas públicas orientadas al fortalecimiento de la capacidades científicas, tecnológicas y de innovación de país.

Elías Micha Zaga es nombrado como Coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación. Foto: Especial

Elías Micha Zaga es nombrado como Coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación. Foto: Especial

Ciudad de México, 1 de abril (SinEmbargo).- El Presidente Enrique Peña Nieto nombró a Elías Micha Zaga como coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación, dentro de la Coordinación General de Política y Gobierno de la presidencia.

A través de un comunicado se informó del nombramiento de Micha zaga, quien es matemático de formación y cuenta con un doctorado por la Universidad de Oxford en Gran Bretaña. Además, fue profesor de la Universidad de Washington y del Vassar College en Nueva York.

Se destaca que Micha es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, de la Sociedad Matemática Mexicana, de la Academia Mexicana de Ciencias, y de la American Mathematical Society; así como investigador titular con licencia del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional.

Respecto a cargos públicos, el matemático se desempeñó como director del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (CONACYT).

Con este nuevo nombramiento coadyudará en la evaluación y diseño de las políticas públicas orientadas al fortalecimiento de la capacidades científicas, tecnológicas y de innovación de país.