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Como sucedió cuando el Gobierno federal anunció la aplicación de la vacuna rusa Sputnik V a mexicanos, ahora se abre otra polémica por la posibilidad de que menores sean inoculados con la Abdala de Cuba. Los doctores Hector L. Frisbie y Jorge Ismael Castañeda Sánchez coinciden en que, más allá del tema político, deben presentarse públicamente pruebas suficientes de la efectividad y seguridad del fármaco.
El pasado 29 de diciembre, el grupo estatal de la industria biofarmacéutica de Cuba (BioCubaFarma) informó que su vacuna Abdala contra la COVID-19 comenzaría a administrarse en México tras haber sido aprobada por la Cofepris. De acuerdo con el organismo cubano, este biológico tiene una eficacia superior al 90 por ciento, aunque los datos no han sido contrastados por expertos externos independientes.
La vacuna Abdala fue aprobada por un panel de expertos en México para su uso de emergencia.
El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba es la compañía encargada de desarrollar el fármaco; son los mismos que hicieron la vacuna Abdala, una de las tres inoculaciones aplicadas en la Isla.
Cuba cuenta con tres vacunas propias, Soberana 02, Soberana Plus y Abdala, que sirvieron para una campaña masiva de aplicación en la isla y que se están exportando a Venezuela, Irán, Nicaragua y Vietnam.
Este fármaco, desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), está basado en la formulación de la proteína RBD (Dominio de Unión al Receptor), y utiliza el hidrógeno de aluminio como amplificador de la respuesta inmunológica.
Cuba es la única nación latinoamericana que desarrolló y produce vacunas propias contra COVID-19 y se encuentra en una campaña masiva de inmunización para los adultos.
Abdala es la primera vacuna de origen latinoamericano en ser avalada por el Comité. Además, compartió que se aprobó el cumplimiento de la vacuna en los requisitos de calidad, seguridad y eficacia, indispensables al considerar el producto.
Abdala es la primera, de las cinco fórmulas desarrolladas en Cuba, en ser clasificada como vacuna alcanzando una eficacia superior al 90 por ciento para combatir el virus del SARS-CoV-2, su esquema de administración es vía intramuscular de tres dosis en 28 días.
Venezuela se convirtió en el país en recibir el fármaco cubano con 92 por ciento de eficacia.
Una vez lograda esa autorización de la ONU, Cuba comenzará su administración masiva, que mantiene como objetivo inmunizar este año a toda la población (11.2 millones) y espera convertirse en el primer país del mundo en inmunizar a toda su población con vacunas propias.
Ambas son vacunas de subunidad basadas en el sitio de unión al receptor (RBD) de la proteína S del virus, aunque en el caso de Soberana 02 ese elemento se une al virus inactivado del tétanos para potenciar la respuesta inmune del organismo.
El nivel de eficacia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido para que las vacunas contra el SARS-CoV-2 sean consideradas como tales es del 50 por ciento.
Esta semana Cuba comenzó a inmunizar contra la COVID-19 con sus propios antígenos, Abdala y Soberana 02, los únicos desarrollados por un país latinoamericano.
El candidato vacunal Abdala, uno de los dos más avanzados que desarrolla Cuba, será administrado a partir de mañana, lunes, a 120 mil personas en tres provincias orientales de la isla.
De momento, los laboratorios estatales cubanos han comenzado la producción a gran escala de las cientos de miles dosis necesarias para llevar a cabo la última fase de ensayos de ambos candidatos, que ya probaron su seguridad durante la etapa previa y son desarrollados por el Instituto Finlay de Vacunas (Soberana) y el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (Abdala).