Una de las fortalezas de esta producción dirigida por Alan Estrada y protagonizada por Fernanda Castillo, Gustavo Egelhaaf y César Enriquez está en ser un musical fuera de lo común que curiosamente puede cautivar incluso a quienes no gustan de este género; además de las actuaciones de sus protagonistas y el buen equipo que conforman.
Ciudad de México, 20 de marzo (SinEmbargo).- Cada uno vive el amor de manera diferente, cada relación es distinta, a veces el amor se vive de manera intensa, como una montaña rusa; otras veces se siente de manera tranquila, equilibrada, pero si hay algo en lo que todos pueden coincidir es en haber tenido en algún momento le corazón roto y Siete Veces Adiós lo sabe.
La puesta en escena Siete Veces Adiós, creada por Alan Estrada, Jannette Chao, Vince Miranda y Salvador Suárez; es un musical diferente, fuera de lo común, al que incluso se le podría cuestionar sí es realmente un musical, ya que la costumbre es que los actores principales canten y que esas canciones vayan formando parte casi casi de los diálogos, acá no es así, en el escenario hay una banda con grandes cantantes que con su voz y talento en los instrumentos crean piezas que tocan a cada asistente, y se puede decir que sí, esto también es un musical porque tanto la música como la historia se unen en un gran viaje.
Una de las fortalezas de esta producción dirigida por Alan Estrada y protagonizada por Fernanda Castillo, Gustavo Egelhaaf y César Enriquez, radica precisamente en ser un musical atípico, hay quienes disfrutan de los musicales y hay quienes los evitan a toda costa, Siete Veces Adiós es para todos, en especial para aquellos que no gustan de los musicales, encontraran canciones que seguramente terminarán tarareando esas que dan melodía a los momentos más importantes en la relación de «Ella» y de «Él», ese soundtrack de un corazón roto.
Otro punto a destacar son las actuaciones de sus protagonistas, Fernanda Castillo y Gustavo Egelhaaf tienen una química que funciona muy bien en el escenario, sus interpretaciones llevan a reflexionar acerca de cómo es que todos vemos las cosas de manera distinta a pesar de vivir lo mismo. César Enriquez da vida a «Lamore», la personificación del amor, el guía y la unión entre la música y la historia; resulta muy agradable verlo en escena con su versatilidad para arrancar algunas sonrisas y también para cuestionar.
Cada detalle está muy bien cuidado, desde la escenografía y cómo resolvieron de manera muy acertada el tener a la banda ahí junto a los protagonistas, hasta el vestuario que también nos cuenta en qué momento de la relación esta la pareja. Un punto tal vez no tan a favor es que podría caer en lugares comunes, pero sus creadores manejan bien esta situación ya que termina en crear una conexión con el publico.
Siete Veces Adiós es un viaje lleno de emociones que toca el corazón, que conmueve, que lleva a cuestionarse y a recordar que en el amor vale la pena arriesgarse.