En vísperas de dejar la diócesis Chilpancingo-Chilapa a la que llegó en 2015, Salvador Rangel Mendoza reveló a detalle diversas negociaciones con jefes de Los Ardillos, Los Rojos, Los Tlacos y el Cártel del Sur, entre otros.
Por Zacarías Cervantes
Chilpancingo, Guerrero, 16 de abril (ElSur).- Recibió amenazas de muerte y sostuvo negociaciones infructuosas ante el Gobierno para resolver algunas peticiones del crimen organizado, con cuyos líderes se reunió para pedirles la pacificación en sus zonas. Además, enfrentó cerrazón del Gobierno de Héctor Astudillo Flores, revela el obispo Salvador Rangel Mendoza, quien se retira, dice, con “sentimiento” contra la Gobernadora Evelyn Salgado Pineda, quien incumplió su promesa de recibirlo.
Pero en general, presume, por su trabajo hecho en la diócesis, se va “a gusto, contento y alegre”.
Rangel Mendoza entregará la diócesis Chilpancingo-Chilapa, que recibió el 18 de agosto de 2015, este 19 de abril a su sucesor José de Jesús González Hernández.
El polémico, controvertido y cuestionado obispo, informó en entrevista con El Sur la noche del jueves cómo deja la diócesis y a sus feligreses, de sus reuniones y de lo que negoció tanto con grupos delictivos como políticos, entre éstos con el de Rubén Figueroa Alcocer, así como a lo que se dedicará después de que deje la diócesis.
Todavía vestido con su túnica y crucifijo en el pecho, después de la celebración de la misa en la plaza Primer Congreso de Anáhuac, con motivo de la institución de la eucaristía del Jueves Santo, el ahora obispo emérito presume que se va satisfecho porque durante los seis años y 10 meses que estuvo al frente de la diócesis “hemos trabajado de día y de noche por pacificar la diócesis; me voy satisfecho porque hemos logrado la pacificación. Les puedo poner de ejemplo Chilapa y la sierra, y dentro de esta tarea hemos ayudado a mucha gente; a secuestrados y familiares de secuestrados. Yo creo que eso también es una satisfacción que me llevo”.
Pregunta (P): Fue un obispo polémico, tanto por sus diferendos con las autoridades como por su intervención ante los grupos delictivos, ¿o cómo se define usted?
Respuesta (R): Recuerde que yo soy un fraile franciscano y San Francisco decía: «Señor, hazme instrumento de tu paz; donde haya odio siembra amor, donde haya duda, fe, donde haya desesperanza, esperanza». Entonces, yo
en Guerrero vi el problema de la criminalidad y que muchos políticos estaban sostenidos por narcotraficantes y empecé a levantar la voz y, sobre todo, insistí en el diálogo, que teníamos que dialogar con esos señores (los grupos criminales).
Pero Rangel Mendoza reprocha que sobre todo en el gobierno pasado de Héctor Astudillo le decían: “Nosotros no queremos dialogar con los que están fuera de la ley. Entonces yo decía, ‘dónde los van a colocar. Incluso esos que están fuera de la ley, tienen su razón del por qué son así y valdría la pena escucharlos, por lo menos’”.
Refiere que eso fue lo que estuvo “chocando” a las autoridades estatales y que continuamente lo acusaron ante la Secretaría de Gobernación, pero asegura que no estaba cometiendo delito alguno; “simplemente como ciudadano estaba expresando mis ideas y estaba descubriendo algo que no querían ver los demás”.
Asegura que derivado de eso, ahora que ya se va, mucha gente le da las gracias y le dicen: “nosotros no podemos hablar, no podemos opinar y estamos de acuerdo con lo que usted dice y opina”.
Asegura que logró pacificar Chilapa y que Chilpancingo estuvo como cuatro años pacífico con base en el diálogo, “a base de gestiones, yo creo que si una cosa buena hemos hecho, es la pacificación a base del diálogo y acuerdos buenos”.
Recuerda el paro del servicio de transporte en la ruta Tlapa-Chilpancingo en 2017 cuando hubo una ola de ejecuciones de choferes e incendios de Urvan por el crimen organizado.
Refiere que entonces los concesionarios le pidieron que interviniera, “y yo tuve que hablar con esas personas (del crimen organizado) y me pidieron dos cosas: que ya no les mataran más indígenas y evitar la entrada de armamento a Chilapa. Si ustedes recuerdan (después) agarraron (decomisaron) tres arsenales en Chilapa, cosa que no quería admitir en el Gobierno, pero finalmente aceptaron que sí había un tráfico de armas ahí”.
No lo dijo pero el grupo al que se le atribuyó la violencia contra el transporte público fue al de Los Ardillos.
Agrega que igual se metió “en ciertos problemas” con el Cártel de la Sierra (encabezado por Onésimo Marquina Chapa, El Necho) cuando en noviembre del 2018 desplazaron a pueblos de Chichihualco.
“Me interpretaron mal ellos, dijeron que yo estaba apoyando a los de abajo (Al Cartel del Sur que encabezaba Isaac Navarrete Celis). No, yo estaba apoyando a los desplazados porque tenían derecho de regresar a sus tierras. Dije que no era justo que les hayan robado casas y animales. Eso se da entre los narcotraficantes, cuando atacan agarran todas las propiedades, entonces contra ellos estuve protestando, y, claro, molestó al Gobierno, a algunos políticos, molestó a algunas personas, pero yo lo hice con toda conciencia”.
Menciona que actualmente todavía le dicen que no se debe meter en política. “No es política, es ayudar al prójimo, sea como sea, quien sea, yo siempre les he apoyado. Esto no es meternos en política, además, soy mexicano, soy ciudadano y tengo el derecho a opinar. Cuando predico el evangelio, predico el evangelio; cuando hablo de cosas sociales, tenemos el derecho de hacerlo también”.
P: Fue acusado por algunos grupos de que no era imparcial, que hablaba con algunos y declaraba en contra de otros.
R: Concretamente el señor José Díaz Navarro (presidente del Colectivo Siempre Vivos de Chilapa). Él también ha estado apoyando al grupo de Alcozacán, al grupo de Rincón de Chautla (dónde opera la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de los Pueblos Fundadores). Todos conocen al profesor José Díaz Navarro en Chilapa. Saben que sus dos hermanos se dedicaban al narcotráfico.
Fueron asesinados. Entonces cree que soy enemigo de él. No, de ninguna manera. Yo, simplemente, no estoy de acuerdo porque ahí todavía tenemos pendientes algunos desaparecidos, no se sabe dónde están”.
“Me acusa que yo soy vocero de Los Ardillos (el grupo delictivo que opera en la zona). No soy vocero de Los Ardillos. Yo simplemente he dicho que el modelo de Los Ardillos lo habrían de adoptar otros grupos. Usted váyase a Petaquillas, a Mochitlán, a Colotlipa, súbale toda la Montaña, Tixtla, incluso Chilapa, y hoy día ahí no hay secuestros, no cobran derecho de piso, todavía no tenemos descuartizados.
Es el modelo que yo digo que debieran seguir otros grupos delincuenciales, y en ese sentido yo respeto a esos señores Ardillos. ¿Y José Díaz Navarro qué ha hecho de bueno? Platiquen, pregunten de él, para los de Chilapa es un narcotraficante y sus hermanos también fueron narcotraficantes. Además, él apoya a un partido político”, acusa, sin mencionar a cual.
P: También lo denunció la UPOEG y el grupo de la Sierra.
R: Sí, de la UPOEG siempre me he opuesto a la ley que se quiere aprobar para apoyar a estos grupos comunitarios. Yo he dicho que debemos poner atención porque muchos de los grupos comunitarios están ligados a los sicarios, a los cárteles de Guerrero. Entonces yo digo que dándoles la aprobación oficial vamos a darles oficialidad a los grupos delincuenciales.
“Yo soy amigo de Bruno Plácido (dirigente de la UPOEG) pero opino eso, que no se le debiera dar ciudadanía, sino que se fijaran qué grupos van a aceptar”.
En el caso del grupo de la sierra, aclara que tuvo “desavenencias” porque, primero, el jefe de los policías comunitarios Humberto Moreno, lo amenazó de que lo iban a encarcelar y a reeducar, “después tomó las mismas palabras ese señor Salvador Alanís. Pero es la misma historia; porque yo apoyé a los desplazados de Filo de Caballos, Los Morros, La Laguna, pero yo simplemente decía que (los desplazados) tenían derecho a regresar a su tierra y cuando los desplazaron a Chichihualco los apoyamos, pero yo a ellos ningún mal les he hecho.
Cuando se le pregunta por qué se reunía para dialogar con unos grupos, mientras cuestionaba a otros. Rangel Mendoza asegura que buscó el diálogo con todos. “Incluso fuimos amigos del señor Necho (líder del grupo de Los Tlacos o Cártel de la Sierra); le hice algunos favores, antes dialogábamos, pero creo que quienes metieron cizaña fueron Humberto Moreno y Salvador Alanís.
P: ¿Por qué?
R: Porque yo decía que los comunitarios eran sicarios, y eso para mí es una realidad. Ellos dijeron que no, que eran comunitarios, pero que le pregunten a la gente, que le pregunten a los demás, a ver quién tiene la razón.
LAS CONDICIONES PARA LA PAZ
P: Una vez dijo en su homilía que algún día revelaría cuál fue su estrategia para pacificar algunas zonas. Ha dicho que con el diálogo. Pero, ¿ qué negocia?, ¿cómo le hace para localizar a esta gente, o ellos lo buscaban?
R: Yo los buscaba. Vamos a decir, el grupo de Chichihualco (de Isaac Navarrete Celis), me pidieron tres cosas: medicinas para la sierra porque salieron los médicos y dejaron las clínicas solas allá arriba.
Entonces, hace cinco años hablé con Médicos Sin Fronteras y eran los que estaban atendiendo allá arriba, pedían medicinas y se las facilitó. Estaban pidiendo una escuela superior en Yextla o en Chichihualco y hablé con el (entonces) rector (de la UAG) Javier Saldaña, pero después se enfermó de Covid y ya no pudimos hacer eso.
“Hay otras cosas que no puedo decir, pero se logró la paz durante casi cuatro años, hasta que fueron desplazados y entró otra vez el grupo de Los Tlacos y Los Jaleacos, entonces otra vez se volvió a convulsionar Chilpancingo”.
Revela que en el caso de Chilapa “fue una cosa muy sencilla, que ahí le hablaron gentes del PRI, entre ellos don Rubén Figueroa Alcocer y otros personajes: “Me dijeron que ellos apoyarían para la paz si yo lograba que apoyaran al PRI en Chilapa y Hueycantenango (en las elecciones del 2018), y les dije que sí”.
Recuerda que entonces había dos grupos delictivos (Los Rojos y Los Ardillos) “y tuve que hablar con un grupo: que si ellos apoyaban al partido del PRI íbamos a lograr la paz y la tranquilidad. Y sí, ganó ese partido, incluso los diputados ganaron ahí. Fuimos respaldados incluso desde México, yo estuve en Palacio Nacional, desde allá nos apoyaron para pacificar estas tierras”.
P: ¿Hizo campaña por el PRI? Violó la ley.
R: No, yo no hice ninguna campaña. Yo simplemente les dije a los jefes que si apoyaban ellos al partido, nos prometían pacificar. La otra condición es que les iban a ayudar con caminos, carreteras, clínicas, escuelas y creo que de parte del PRI pusieron mucha atención allá y se les cumplió esa promesa. Pero yo hacer campaña por un partido de ninguna manera, no puedo como clérigo, como sacerdote no podría hacerlo.
“Yo simplemente servía de lazo, de diálogo. Nada Más”.
Reconoce que otro con el que se reunió fue con Ranulfo Zagal Maldonado, «El Rany», integrante de una célula de La Familia Michoacana en Taxco, quien está preso desde noviembre del 2020.
“Dialogué con ellos, y les pedí que ya no mataran a tanta gente dentro de las ciudades”. Cuenta que, incluso, tiene un correo de voz en el que habla “un señor de por allá arriba” que dice (al parecer a su gente): “Yo le prometí a mi amigo Chava (Salvador Rangel) que no íbamos a matar gente dentro de la ciudad”.
Para el obispo, “esto también vale y es positivo que le hayamos hecho la lucha a pacificar. No soy la gran cosa y ni me quiero meter en problemas, ni que ustedes me metan. Además, le estoy hablando de lo que se puede decir, hay muchas cosas que no se pueden decir, pero gracias a eso se pacificó”.
Cuenta que en una segunda entrevista, «El Rany» quería explicarle que no fue su grupo el que asesinó a los padres Germain Muñiz e Iván Añorve en febrero del 2018.
“Él me dijo que ese día estuvo en Temixco en un jaripeo, que hay videos y pruebas, que además no se podía meter a Juliantla (donde estuvieron los padres) porque ahí lo cubre el grupo de Iguala.
PERO LA VIOLENCIA SIGUE
De paso, Salvador Rangel dice que no se ha logrado saber quién mató a los dos sacerdotes, y reprocha que no ha habido respuesta de parte de las autoridades, “todavía estamos esperando, pero yo veo difícil que se vayan a aclarar las cosas”.
P: Recientemente reconoció que en Chilpancingo, la Sierra y la Zona Norte no se logró pacificar, que sigue la violencia, pero también en Chilapa recientemente regresó la violencia. ¿No siente usted que hizo un trabajo infructuoso porque al momento de que ya se va resurge la violencia?
R: Le digo: con una vida que hayamos salvado se justifica mi trabajo. Simplemente eso, y se salvaron muchas.
“Le voy a decir cuál es el problema real; están distribuyendo las drogas Ice y China White que están fabricando acá, entonces, están asesinando a aquellos que están distribuyendo esas drogas. Yo sé que se les advierte, pero no entienden. Los muertitos que ha habido últimamente en Chilapa no son por el rebrote de la violencia, es contra aquellos que han vendido la droga”.
Asegura que en Chilapa “salvó” recientemente a cuatro muchachos y a un arquitecto, a quienes iban a ejecutar (no dijo que grupo) pero que “su delito” fue vender ese tipo de droga.
“Yo sé perfectamente que ese es el problema. ¿Y qué está haciendo el Gobierno para que no introduzcan esa droga en Chilpancingo?”, cuestiona.
Asegura que en el periodo que estaba en Chilpancingo el grupo de Chichihualco de Isaac Navarrete, “el pleito era por eso, él estaba luchando contra los que vendían la droga dura y a mí se me hace justa esa lucha. Él me decía: yo no quiero que sigan matando a la gente, pero lo sacaron, se fue y siguen vendiendo la droga dura.
P: Por sus intervenciones en estos casos, más allá de la advertencia de la Policía Comunitaria de Tlacotepec de que será detenido y reeducado, ¿ha recibido alguna otra amenaza de grupos delictivos?.
R: Sí, estoy amenazado, pero yo sigo adelante simplemente.
P: ¿Por quién está amenazado?.
R: No le puedo decir. Es muy peligroso para mí.
P: ¿Amenaza de muerte?.
R: Amenaza de muerte.
DIFERENCIAS CON EL GOBIERNO
P: ¿Con sus relaciones con el Gobierno cómo le va?
R: Ustedes saben que yo no me pude entender con Héctor Astudillo, y sobre todo con el Secretario de Gobierno Florencio Salazar. Nunca pudimos congeniar con ellos y me acusaban de que yo difamaba a Guerrero, y pues no. Yo creo que la mala fama que agarró Guerrero fue después del caso de los ayotzinapos (sic) por el caso Iguala, y el de (la masacre) de Aguas Blancas.
“Actualmente también hay una negativa para hablar conmigo de parte de las autoridades que son de Morena”, reprocha.
P: ¿Qué es lo que impide dialogar con las autoridades? No pudo dialogar con Héctor Astudillo y ahora con
la Gobernadora Evelyn Salgado.
R: Yo quería hablar con ellos, desde el tiempo de Astudillo. El Rany está encerrado en Almoloya, cerca de Toluca. Él es un hombre alto y delgado que se está tullendo por el frío, entonces les estoy pidiendo que se le cambie de cárcel. Incluso hay una orden de una Jueza para cambiarlo y yo le mandé esa orden a Astudillo y no aceptó.
Refiere: “lo mismo les quiero decir a los de ahora, pero no se dejan, a cambio tenemos la promesa de pacificar la zona Norte. Ustedes saben que los hijos del Rany son los que andan haciendo los desórdenes allá, en la Norte.
Revela que apenas hace un mes platicó con la familia del Rany. Le preguntaron si “va a haber algo o no va a haber algo”. “Y les contesté que hasta ahorita no tengo nada, que le estoy haciendo la lucha, y me advirtieron que si no hay nada ‘vamos a continuar con lo nuestro’”.
El prelado advierte que, por eso todavía se están conteniendo, “pero no me quieren hacer caso”. Rangel Mendoza aclara que para asuntos personales como éste, solamente en el de Rany intervino ante las autoridades, pero que no ha tenido respuesta.
P: ¿Con la Gobernadora nunca pudo platicar, para nada?
R: No, nunca. Yo tengo ese sentimiento contra la Gobernadora, cuando era candidata ella fue a visitarme y yo le dije: “mire, una cosa que hizo el Gobierno de Astudillo fue reducir la Subsecretaría de Asuntos Religiosos a una oficina y se cortó la relación entre la iglesia y el Estado”.
“Ella me prometió por escrito, tengo la promesa, que entrando iba a restablecer la Subsecretaría de Asuntos Religiosos y hasta ahorita no lo han hecho. Ese es mi sentimiento. Ella me lo prometió, pero yo no sé qué la esté deteniendo”.
Cuenta que actualmente hay un encargado de una oficina, “pero yo no sé ni quien sea, además, los obispos no le tienen confianza. Estamos proponiendo a alguien pero no nos hicieron caso”.
P: ¿Se va con resentimiento contra las autoridades?
R: Para nada, yo no soy resentido. Simplemente hice mi trabajo y punto.
Asegura que se va con la conciencia tranquila, “porque hice lo que mi conciencia me dictaba, y no estuve sentado, ni me hice para un lado, siempre seguí adelante y ojalá que esto sirva. Me han hecho muchos homenajes desde Taxco a Acapulco y me agradecen eso, la obra pacificadora que se ha hecho en esta tierra”.
P: Al dejar la diócesis, ¿cuál es su recomendación a las autoridades?
R: Que haya este acercamiento, porque Guerrero es un estado muy religioso, siempre les he dicho que la riqueza de un pueblo es la fe, las tradiciones, y entre ellos la familia, pero ahí está la tendencia de atacar la familia, aprobando el aborto y matrimonios del mismo sexo. Yo digo que si atacan la fe de la gente, la gente sencilla que votó por ellos, por Morena, se les van a echar encima. Para gobernar un pueblo necesitan la fe.
“Si quieren gobernar bien Guerrero, tienen que contar con la fe de la gente y hasta hoy día, en quienes tiene más confianza la gente son los sacerdotes, el obispo, porque somos la gente que nunca los ha abandonado y traicionado».
También dice que en los seis años y 10 meses que trabajó aquí, aumentó mucho la fraternidad entre los sacerdotes y que estos aumentaron en número de 110 a 159.
Presume que, además, logró el seguro de salud para los sacerdotes, pues no tenían “y hoy ya lo tenemos, varios sacerdotes nos enfermamos de COVID-19 y creo que (el seguro) ha sido una cosa positiva”.
Asegura que deja una diócesis “caminando, que está unida y eso me gusta mucho, que los sacerdotes son muy buenos sacerdotes, trabajadores y, claro, es lo que le vamos a dejar al nuevo obispo José de Jesús González”.
Añade que deja, además, la Casa del Peregrino, a un lado del Hospital Raymundo Abarca Alarcón de Chilpancingo para albergar a las familias de los pacientes.
“Vemos que mucha gente lleva sus enfermitos al hospital pero no tienen dónde vivir, dónde comer o dormir, dónde calentar su comida. Ya tenemos tres meses funcionando y hay un sacerdote directamente atendiéndolos”.
Cuenta que en la parte social la diócesis también está ayudando a los familiares de los desaparecidos a través de un grupo encabezado por el padre Filiberto Velásquez Florencio (director del Centro de Derechos Humanos de las Víctimas de la Violencia, Minerva Bello), quien, además, atiende casos de presos.
P: ¿Qué va a pasar con Salvador Rangel después del 19 de abril?
R: Me pienso retirar a Cuernavaca, ahí voy a vivir, no me pienso despegar de Guerrero tampoco, en lo que yo pueda ayudar ahí voy a estar. Allá me voy a dedicar a un barrio marginal, un barrio de los más olvidados, en la periferia. Ahí voy a trabajar, simplemente porque yo creo que cuando llevamos esto dentro, no importa el lugar, y como dicen por ahí, cuando se es perico donde quiera es verde.
P: ¿En qué va a consistir su trabajo?
R: Voy a ser un simple sacerdote, atender a la gente, confesarla, celebrar allá.
Se le pregunta por su estado de ánimo y responde: “Estoy a gusto, estoy contento, estoy alegre, porque a veces lo más difícil en el papel como obispo es guardar el orden y la disciplina en el clero, en los seminaristas, en los catequistas, en la gente y esto se ha logrado”.