La lectura de Semillas de Identidad II. Nueve tesoros de México es absolutamente crucial para el público en general y, sobre todo, para aquellos que están involucrados directamente en el sistema alimentario mexicano, como funcionarios públicos, activistas, productores y agencias de cooperación internacional.
Por Lisa Grabinsky
Ciudad de México, 16 de mayo (SinEmbargo).- La biodiversidad de México ha tenido una gran influencia sobre la gastronomía a nivel mundial. Es por ello que la Revista Artes de México dedicó los números 122 y 123 a destacar los tesoros culinarios que México heredó al mundo a partir del intercambio colombino. Si bien el primer tomo de Semillas de Identidad. 31 alimentos que México dio al mundo tiene como objetivo presentar un panorama general de 31 cultivos mayoritariamente originarios, sus usos y su influencia a nivel global, el segundo ahonda en los nueve productos que continúan teniendo una gran relevancia económica, política y cultural en México y en el mundo.
Este segundo tomo se inaugura con textos sobre el maíz, el pináculo de la cultura alimentaria mesoamericana y un cultivo que requiere de conocimiento ancestral para aprovechar al máximo sus propiedades medicinales, nutricionales y rituales. Dulce María Espinosa de la Mora y Elena Lazos Chavero hacen una exploración de la historia de la explotación del maíz a la par de su domesticación, difusión y manipulación. Extraer el maíz de un contexto social, cultural y geográfico por el interés de explotar sus usos económicos —desde su comercio y consumo excluyendo a la nixtamalización por parte de la población Europea en el siglo XVI hasta las variantes genéticamente modificadas producidas en monocultivo y a escala masiva en la actualidad—, conlleva a graves consecuencias para las comunidades campesinas y para la salud individual, el medio ambiente y la soberanía alimentaria.
Asimismo, textos como el de Alfonso Delgado Salinas sobre el frijol y el de Mauricio Sánchez Álvarez sobre el cacao exploran la renuencia de los colonizadores por incorporar estos productos sin los cuales hoy en día no podríamos concebir la gastronomía europea. Esto conllevó a una estigmatización de aquellos que lo consumían y una subsecuente consolidación de la desigual relación de poderes entre las poblaciones nativas de las Américas y los colonizadores europeos.
En un mismo enfoque de alimentación, cultura y justicia social y medioambiental, el lector es invitado a reflexionar sobre los procesos actuales de producción del guajolote y el jitomate a nivel mundial a través de los escritos de Edelmira Linares, Robert Bye y Raúl Valadez Azúa. Finalmente, Miriam Bertran Vilà cierra este particular número de la Revista Artes de México desarrollando la idea del proceso de “modernización alimentaria” por el que las dietas mexicanas están pasando como consecuencia de la creciente globalización, de procesos de producción derivadas de la mal llamada Revolución Verde y del libre comercio.
Actualmente, las dietas en México se encuentran en un momento de tensión. Por una parte, el modelo hegemónico de producción alimentaria nos presenta una variedad de ingredientes, tecnologías y productos industrializados novedosos para nuestro contexto y que prometen ser “la comida del futuro”. A la par, la necesidad por conservar especies vegetales y animales nativas junto con sus técnicas ancestrales de producción ha llegado a un punto que va mucho más allá de la preservación de la identidad gastronómica de México.
La lectura de Semillas de Identidad II. Nueve tesoros de México es absolutamente crucial para el público en general y, sobre todo, para aquellos que están involucrados directamente en el sistema alimentario mexicano, como funcionarios públicos, activistas, productores y agencias de cooperación internacional. No sólo rescata elementos del bagaje cultural mexicano que exaltan el valor más allá del económico (por ejemplo cuentos tradicionales y representaciones artísticas), sino que también nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar los ingredientes típicos y sus técnicas de producción para la justicia social, la soberanía alimentaria y el medio ambiente, especialmente en un contexto de cambio climático y crisis económica derivada de la pandemia por COVID-19.