Rafa Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara en los ochenta, permaneció preso durante 28 años en un reclusorio de Jalisco hasta ser liberado en agosto de 2013 por fallas al debido proceso durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Ciudad de México, 15 de julio (SinEmbargo).- Cuando Rafael Caro Quintero era adolescente, su padre murió. Junto con su madre, tenía que alimentar a sus hermanos menores en una ranchería de la sierra de Badiraguato, Sinaloa, donde todos sembraban mariguana y amapola para subsistir. Así empezó todo. De vivir en pobreza, a volverse uno de los narcotraficantes más poderosos de la década de los ochenta y uno de los criminales más buscados por Estados Unidos hasta este día.
Luego de permanecer prófugo de la justicia desde 2013, elementos de las fuerzas armadas detuvieron en Sinaloa este viernes a Caro Quintero, uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara (luego cártel de Sinaloa), por quien la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) ofrecía una recompensa por 20 millones de dólares.
La DEA lo tiene fichado por el secuestro y asesinato del agente Enrique «Kiki» Camarena en 1985, y por otros crímenes relacionados con el tráfico de mariguana y cocaína, y por delincuencia organizada junto con Miguel Ángel Félix Gallardo «El Jefe de Jefes» y Ernesto Fonseca Carrillo «El Neto», aunque él ha negado haber participado en su tortura y homicidio.
«El narco de narcos» fue uno de los principales capos en los años ochenta y de los primeros en enviar droga a gran escala hacia Estados Unidos. Luego de nacer el 3 de octubre de 1952 en una ranchería de Badiraguato, Sinaloa, cuna de los grandes capos mexicanos como Joaquín «El Chapo» Guzmán, amasó una gran fortuna y autos Grand Marquis al grado de ofrecer, según se dice, pagar la deuda externa del país para que lo dejaran seguir operando.
Sin embargo, en abril de 1985 fue detenido en Costa Rica, donde estaría con la sobrina del entonces Gobernador de Jalisco. Se le registraron 500 millones de dólares. Las autoridades lo tenían bajo la lupa por el asesinato de Camarena y del piloto mexicano Alfredo Zavala. Ambos fueron secuestrados por sicarios el 7 de febrero de 1985 en Guadalajara, el principal centro de operaciones del cártel.
En marzo de ese año sus cuerpos fueron hallados en un rancho de Michoacán con señales de tortura a la par de que las autoridades de la DEA habían destruido un sembradío de mariguana en los Búfalos de Caro Quintero.
Rafa Caro Quintero permaneció encarcelado durante 28 años en el penal de Almoloya, Estado de México, en Puente Grande y desde 2010 en un reclusorio preventivo de Jalisco hasta ser liberado en agosto de 2013 después de que un juzgado desechara varias causas en su contra por fallas al debido proceso durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
El Gobierno de Estados Unidos pidió su extradición y días después la entonces Procuraduría General de la República (PGR) obtuvo dos órdenes de aprehensión en su contra para extraditarlo y para que estuviera 12 años más en prisión.
Era tarde, ya se había fugado. Primero fue a visitar a su madre que estaba enferma y, cuando ya estaban las órdenes de detención, ya estaba moviéndose entre varios puntos. El Gobierno de México lo acusaba de haberse reincorporado al narcotráfico y desatar una guerra contra el Cártel de Sinaloa con ayuda de los Beltrán Leyva.
Deseaba que lo dejaran en paz a él y a su familia. Pero este viernes, fue detenido en una operación conjunta entre la Secretaría de Marina y Fiscalía General de la República (FGR) en inmediaciones de la comunidad de San Simón del municipio de Choix, Sinaloa, estado donde comenzó todo.