En 1967, a sus 30 años, Alberto Baillères heredó de su padre el emporio empresarial, recibió concesiones mineras y se ubicó en el podio de los más ricos del país. Ahora, es su segundo hijo, Alejandro Baillères, quien hereda la riqueza como tercera generación. Baillères Gual es también fanático de la tauromaquia como su papá, y director de las principales empresas.
Ciudad de México, 2 de mayo (SinEmbargo).– A sus 89 años, y en medio de una pandemia, el cuarto empresario más rico de México decidió jubilarse. Alberto Baillères González, como en su momento lo hizo su padre, pasará la batuta del imperio de Grupo Bal a uno de los siete hijos que tuvo con su esposa Teresa Gual: Alejandro Baillères Gual, quien se preveía como su sucesor al estar en el Consejo Administrativo de las principales empresas.
Apenas a mediados de abril, la revista Forbes reveló que la fortuna acumulada por los negocios mineros, tienda departamental y de seguros de Baillères asciende a 10 mil 480 millones de dólares, 63.8 por ciento más que los seis mil 400 millones de dólares que poseía en 2020.
El Grupo Bal, del que el llamado «Rey Midas» será presidente honorario, abarca al Palacio de Hierro, las minas Peñoles, los seguros Grupo Nacional Provincial (GNP) y la afore Profuturo.
Por el cierre de tiendas departamentales durante la contingencia, El Palacio de Hierro tuvo una caída de 26 por ciento en sus ingresos anuales frente al 2019. El incremento vino del sector minero, declarada una actividad esencial incluso en la etapa más cruda del Semáforo Rojo.
La minera Peñoles, líder en producción de plata, reportó un incremento en sus ventas del 30.5 por ciento durante el cierre de 2020, debido a los mejores precios promedio en la producción de metales, además de mejores volúmenes vendidos de plata, plomo y zinc, observó Forbes.
Al lado de Carlos Slim Helú, Germán Larrea y Ricardo Salinas Pliego; Alberto Baillères integra el grupo de los hombres más ricos de México. Su perfil siempre fue discreto. “Amante de las sombras”, fue el epíteto que le puso la periodista Blanche Petrich, una de sus biógrafas. Nació en la Ciudad de México, pero su ascendencia se encuentra en Guanajuato. Su familia poseía haciendas de ganado desde principios del XIX.
Otro elemento biográfico común en esos cuatro empresarios es el beneficio que obtuvieron de las privatizaciones realizadas en el Gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
Pero en realidad, la fortuna de Baillères se disparó entre 2000 y 2012, cuando el poder lo ocuparon equipos provenientes del Partido Acción Nacional. En ese periodo, la Secretaría de Economía (SE) de los Gobiernos panistas de Vicente Fox Quesada (2000-2006) y Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) le otorgó 28 millones 792 mil hectáreas con vigencia hasta 2056 y 2062, de acuerdo con la Dirección General de Minas (DGM).
En 2012, recibió la Medalla Belisario Domínguez, el mayor honor que otorga el Senado de la República, en medio de cuestionamientos. Para el otorgamiento de la presea fue reconocido su emprendimiento empresarial por la generación de riqueza y empleos.
«Siempre he sostenido que la riqueza material es un medio, no un fin. Y cuando esta riqueza se invierte en el país, se transforma en un instrumento social que beneficia a todos», dijo emocionado Baillères frente al Presidente Enrique Peña Nieto en noviembre de 2015, cuando obtuvo la Medalla Belisario Domínguez, máxima condecoración que el Senado de la República otorga a los ciudadanos más eminentes.
«En mi vida, tengo dos grandes amores. Mi familia y nuestro México», dijo el también aficionado a la tauromaquia, una práctica catalogada por algunas organizaciones como de crueldad animal.
Ese mismo 2015, la organización PODER reveló que Grupo Bal aumentó diez veces su valor en cinco décadas, gracias a los beneficios que el empresario recibió del Gobierno federal vía concesiones mineras.
“Baillères ha demostrado habilidad para explotar y administrar la riqueza en las más de dos millones de hectáreas en concesiones, sobre todo de oro y plata, que desde los años 60 le ha concedido el Gobierno”, acusó.
En mayo de 2015 una mina de Penmont, explotada por empresas de Baillères, derramó cianuro en Caborca, Sonora y diez años antes la minera Sabinas de Industrias Peñoles derramó sustancias con metales pesados y químicos al arroyo El Canutillo en el municipio de Sombrerete, Zacatecas, y en Ascención, Chihuahua, campesinos y ejidatarios acusaron a la Minera Bismark -subsidiaria de Peñoles- de sobreexplotar los mantos freáticos y contaminar los pozos que abastecen a las comunidades aledañas.
LA RIQUEZA HEREDADA
Su padre, Raúl Baillères Chávez, perteneció a una generación de empresarios posrevolucionarios. Dejó su natal Silao, Guanajuato, en 1914 a los 19 años para migrar a la Ciudad de México en busca de mejores oportunidades.
En 1967, Raúl falleció y dejó un grupo de 15 empresas entre mineras, aseguradoras, bancos, una inmobiliaria, una fábrica de malta, una empresa refresquera, una compañía de químicos y una tienda departamental.
Además, legó la creación del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuna de los tecnócratas como José Antonio Meade Kuribreña y Luis Videgaray Caso, exsecretarios también presentes en la entrega de la Medalla Belisario Domínguez en el Senado hace seis años.
«Mi generación de empresarios continuó, emprendosa y entusiasta, con la obra de nuestros antecesores. Participamos de la mano de nuestros obreros y colaboradores en la construcción de industrias, instituciones financieras, establecimientos comerciales y de servicio e incorporamos nuevas tecnologías», destacó Baillères en su discurso.
Economista graduado del ITAM en 1957 con Mención Honorífica, el empresario Baillères comenzó a trabajar en el Banco de Comercio, ingresó a la Cervecería Moctezuma como vendedor y posteriormente fue director de Palacio de Hierro. Hasta la fecha apoya con becas a su alma máter.
Cuando tenía 27 años quería ir a estudiar su posgrado al extranjero, pero murió su hermano mayor Raúl y asumió la Dirección General de la cervecera Moctezuma. Tres años después, asumió a los 30 años la presidencia del grupo empresarial luego de la muerte de su padre.
«Me volví –evocó Baillères– casi invisible para mis amigos y para la sociedad, porque me di cuenta de que necesitaba de toda mi energía para estar con mi familia y dirigir la empresa. Casi no hubo tiempo para hacer cualquier otra cosa».
En la década de los 60 vendió la Cervecería Moctezuma y la refresquera Peñafiel, fusionó la aseguradora GNP y convirtió a Industrias Peñoles en una de las principales productoras de oro, plata y plomo en México y Latinoamérica.
En 2021, ahora es su segundo hijo, Alejandro Baillères, quien hereda la riqueza como tercera generación. Baillères Gual, también fanático de la tauromaquia, ha presidido las mineras Peñoles y Fresnillo. Estuvo casado con Sofía Aspe, interiorista por cinco años y tienen dos hijos. No es común verlo en eventos públicos con sus hijos, pero disfruta de la Fórmula 1.
-Con información de Linaloe Flores