Fabrizio Mejía Madrid
07/07/2022 - 12:05 am
NXIVM y los LeBarón
Al igual que con la de Raniere, en los últimos años, más de diez mujeres que han abandonado la colonia LeBarón han escrito sus testimonios de los abusos que han vivido dentro de esas tierras que abarcan nueve por seis kilómetros de extensión.
La lectura del nuevo libro de la periodista Sally Denton, The Colony, sobre los LeBarón, me trajo una nueva mirada sobre esta comunidad religiosa que, hasta hace poco, parecía habitar la secrecía de sus recónditos lugares, en Sonora y Chihuahua. Me hizo pensar en el control sobre las mujeres y su relación con la mentalidad de guerra. De eso trata esta columna.
El libro de quien fuera directora de literatura de no-ficción en la Universidad de Nevada, becaria de la Fundación Guggenheim, y autora de nueve exitosas obras, ha sido recogido por la prensa mexicana para documentar las relaciones entre la comunidad mormona de los LeBarón y el Cártel de Sinaloa, en específico por el acuerdo de comprarles gasolina a cambio del uso de un muelle. El libro da cuenta, también, del origen cismático de los LeBarón que se separan de la iglesia de los mormones de Utah, porque sus dirigentes no estuvieron dispuestos a renunciar a tener más de una esposa, y a poder reproducirse con mujeres que pueden ser sus primas en primer grado. Una poligamia que no sólo es un principio teológico, sino la estructura de la dominación hacia las mujeres dentro de la secta religiosa. Por su historia, vemos pasar al terrateniente Luis Terrazas y a Porfirio Díaz recibiéndolos como empresarios del campo y a Pancho Villa expulsándolos, sólo para que regresen a partir de los años veintes del siglo pasado para pasar de dueños de nogales, a exportar nueces a China de sus 860 mil árboles, a acaparadores ilegales de pozos de agua.
Sally Denton nos cuenta sobre la relación de los LeBarón con la secta NXIVM de Keith Raniere, esa que tuvo en México autoridades tan poderosas como los hijos de los expresidentes Salinas, de la Madrid, y Fox, y de la hija del dueño de los diarios Reforma y El Norte, Alejandro Junco. La secta de Raniere fue, por supuesto, denunciada por la explotación sexual de mujeres e, incluso, por herrarlas con las iniciales de su líder. Al igual que con la de Raniere, en los últimos años, más de diez mujeres que han abandonado la colonia LeBarón han escrito sus testimonios de los abusos que han vivido dentro de esas tierras que abarcan nueve por seis kilómetros de extensión y donde actualmente viven más de cinco mil personas que tienen la doble nacionalidad. Pero ambas sectas están estrechamente vinculadas.
El 2 de mayo de 2009, cuando la guerra de Calderón ya había provocado que en México hubiera un asesinato cada hora, secuestran a Erick LeBarón. Desde Albany, Nueva York, Keith Raniere se pone en contacto con el vocero pastoral de la congregación, Benjamín, un hombre de 32 años, para ofrecerle ayuda. Para ese entonces, Raniere ya tenía acomodados en sus puestos de dirección tanto al hijo de Salinas, Emiliano, como a la hija de Junco, Rosa Laura. Su interés era filmarse a sí mismo ayudando a una familia mexicana a resolver un secuestro sin necesidad de pagar un rescate. Él y el cineasta Mark Vicente filmarían 700 horas en la Colonia LeBarón para hacer una película de propaganda de NXIVM que se llamaría “Encender un corazón”. Tras la liberación de Erick que, más tarde se sabría que había sido secuestrado por un primo, Raniere instruye a Benjamín para que cree una organización, SOS, “Sociedad Organizada Segura” en Chihuahua. La idea es que sus afiliados, que llegarían a ser cuatro mil 200, se conviertan en informantes de la policía. Imagínese la candidez.
Para julio de ese mismo 2009, Benjamín da discursos en un mitin en la capital del estado, junto con algo llamado el Inlak-ech, una asociación financiada por Emiliano Salinas. La idea es promover ante el Congreso local desregular la libre compra de armas con la justificación de la autodefensa. Se dice un movimiento por la paz, pero su demanda es la pistolización de las familias mexicanas, al menos de la LeBarón. Una semana después de la movilización, unas camionetas con encapuchados llegan a la colonia exigiendo que les entreguen el arsenal que, dicen, hay ahí. Luis Widmar y Benjamín LeBarón son ejecutados de cuatro tiros en el camino Casas Grandes-Flores Magón. Su ejecutor, Carlos Butcheiret, era primo del padre de Benjamín, Joel, y dijo que había sido por una traición en un negocio que tenían en Estados Unidos. No obstante, el fatal desenlace de la propuesta de pistolizar la colonia LeBarón, el líder de NXIVM no tiene miedo al éxito y convence al hermano menor de la víctima, Julián, que siga con SOS. Su primo, Alex, ya estaba trabajando en el Gobierno de César Duarte para legislar sobre la liberación de armas de fuego al menos para su Colonia. En espera de que la legislación cambiara, las tierras de los LeBarón se fueron convirtiendo en una fortaleza que, según sus propias autoridades, utilizaba protocolos del ejército norteamericano en Irak, con una milicia propia, armada hasta con armas calibre .50 y rifles de asalto. A tal grado llevaron su defensa que el 9 de octubre de 2009, recibieron a balazos a una patrulla del ejército y asesinaron a un soldado. En plena consonancia con la militarización de la colonia LeBarón, Julián, el nuevo vocero de la SOS de NXIVM y Raniere, se reúne con la caravana de Javier Sicilia, el poeta de los besos a Felipe Calderón. Según esta enigmática ideología pacificadora se podía estar, al mismo tiempo, no odiando a los criminales y exigiendo la libre portación de armas de alto calibre. El movimiento de Emiliano Salinas financió estos actos y a la familia de Julián LeBarón para que se dedicara a recorrer el país. Sicilia conseguiría que una Fundación Angélica de Santa Fe le financiara su propio documental, llamado “El poeta”.
Keith Raniere voló decenas de veces en el avión privado de las herederas del whiskey canadiense Seagram’s, las Bronfman, a la colonia LeBarón. Se fascinó con la estructura de dominación patriarcal que usaba el matrimonio con distintas mujeres como una forma de control social. Según se describe en el libro, a Raniere le interesó especialmente la idea de que eran los varones los encargados de “esparcir su semilla” y las mujeres de cuidarla. Más tarde enseñaría a las mujeres de su secta en Estados Unidos que “la feminidad era el sometimiento y la docilidad”, que usadas como moneda de cambio estrechaban los lazos de autoridad y poder entre los varones. Era la enseñanza del estilo de vida de la poligamia de la colonia LeBarón. Embarazar a las concubinas era una forma de que no pudieran fugarse de la colonia, pues afuera no tenían protección legal alguna. En este esquema del fundamentalismo mormónico, las mujeres podían ser tomadas desde los 12 años y embarazarse cada año hasta cumplir cuarenta. El vínculo entre las distintas esposas de un mismo varón cautivó a Raniere.
En 2015, NXVIM ya tiene una estructura de 102 mujeres llamada DOS, basada en la idea que vio en la colonia LeBarón de la sororidad entre hermanas-esposas para satisfacer las órdenes de un patriarca. Las mujeres ingresaban por invitación a un programa que se presentaba como dirigido por sus compañeras de élite pero que, en realidad, era para prepararlas para tener sexo e hijos con Raniere. Según el líder de la secta, las mujeres eran seres ultra emocionales, no podían cumplir sus promesas, y abrazaban el papel de víctimas.
De la Colonia LeBarón, Raniere se llevó a once adolescentes. Iban a enseñarles español a los hijos de los ricos de Nueva York en las escuelas de pre-kínder llamadas Rainbow Cultural Gardens, donde los bebés aprenderían hasta nueve idiomas distintos. Por una módica colegiatura de 120 mil dólares al año, los bebés de la élite neoyorquina podrían presumir que sus hijos pertenecían a la secta de emprendimiento y superación personal del que decía que, con la energía de su mente, desactivaba los radares de velocidad de la policía. Las chicas de la Colonia LeBarón eran niñeras, pero se les llamaba “Especialistas Multidisciplinarias”, otra de las enigmáticas mezclas de esta historia.
En el 2016, las chicas de entre 13 y 17 años, fueron alojadas en el sótano de la casa de Rosa Laura Junco, la hija del dueño del Reforma y El Norte. Ya en el juicio contra Raniere, la Fiscal Moira Kim Penza se refirió a las niñas de LeBarón. Dijo: “Las niñas LeBarón fueron escogidas específicamente porque, habiendo sido criadas en una secta polígama, eran más vulnerables a las enseñanzas de Raniere sobre la sexualidad, incluido que es natural que las mujeres sean monógamas y que los hombres tengan más de una pareja, una filosofía que sirvió a las preferencias sexuales de Raniere”. Las chicas de LeBarón fueron usadas como “delegadas” para cuidar a un grupo de mujeres de Nuevo León que estaban cautivas contra su voluntad. Eran más bien carceleras de sus propias compañeras de secta. En el juicio, India Oxenberg, describió así el trabajo de estas mexicanas: “Estaban encargadas de que las mujeres en cautiverio no consumieran más de 500 calorías diarias, un régimen de hambruna, porque a Raniere le gustaban ultradelgadas”.
El 7 de julio de 2016, en Galeana, Nuevo León, Mark Vicente hizo la premier de su película sobre Raniere en la Colonia LeBarón. Se la dedicaron a Benjamín, que había muerto en una campaña de promoción de las ideas de NXIVM. Después de 120 exhibiciones, el FBI lanzó una orden de aprehensión contra Raniere que huyó a Puerto Vallarta, donde fue detenido y deportado sin trámite judicial alguno, el 26 de marzo de 2018. Hasta la fecha la prensa mexicana no ha investigado de quién era la casa en donde se escondía, pero probablemente tiene los signos de esta historia: política, abuso sexual, y sectas religiosas.
Además del patriarcado, el libro de Denton también habla de la mentalidad de guerra. Se refiere a la disputa por el poder dentro de la iglesia polígama de la colonia LeBarón. Sucedió entre dos hermanos, Joel y Ervil, que llevaron a la vida real algo que los mormones fundamentalistas llaman “la expiación por sangre”, y que viene de una interpretación insólita del relato de Abel y Caín. Consiste en señalar a alguien cuyos pecados son tan graves que la sangre de Cristo no puede purgar o purificar. Entonces, se impone la sangre del propio pecador. El 20 de agosto de 1972, Ervil asesinó a su hermano Joel y separó a los LeBarón para siempre: una parte se hizo vengativa, reivindicó el supremacismo blanco, y se dedicó a establecer una red de tráfico de drogas y armas entre México y Estados Unidos. La otra parte, se quedó en su Colonia fortificada, temerosa de la existencia de una lista de ejecutables. Como en una mafia, una vez muerto Ervil, no se terminó la matanza que llegó a eliminar a cincuenta fieles. Siguió con su hijo, Heber desde el Rancho La Joya, en Sonora, que afinó los detalles del tráfico ilegal por la frontera.
Pero hacia 1974, Ervil tuvo una revelación: que el ejército norteamericano invadiera México “porque la libertad y la justicia estaban siendo violadas por las corruptas autoridades mexicanas”. Sus palabras todavía se escuchan en los pronunciamientos de los LeBarón, apenas en estos días. Pero también resuenan en los clamores de Lorenzo Córdova y Amparo Casar ante el Embajador estadunidense en México, pidiendo una intervención contra un Gobierno al que, por las urnas, jamás pudieron derrotar.
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