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Rubén Martín

27/02/2022 - 12:04 am

“No buscamos culpables”

«Cada madre y padre que se encuentra en esta situación tiene el derecho de buscar a sus hijos de la forma y modo que le parezca más pertinente. Y tiene el derecho de exigir justicia o de renunciar a ella, por duro que parezca».

a Pesar De La Aprobación De Leyes En La Materia Y a Pesar De Que Se Ha Ido Conformando Un Sistema Nacional De Búsqueda Hasta Ahora El Estado Mexicano Ha Fallado a Las Casi 100 Mil Familias Que No Tienen a Un Hijo En Casa Y La Sociedad Mexicana Foto Gabriela Pérez Cuartoscuro

Nadie que no esté en su circunstancia podemos entender el dolor de una madre o padre que tienen un hijo desaparecido. El dolor y la angustia que no cesan y se reproducen día a día al no tener devuelta al hijo ausente. El dolor, como dicen miles de madres y padres, de no saber si sus hijos, comen, duermen, tienen frío o sufren en su cautiverio. O la angustia de no saber si lamentablemente ya están muertos.

Solo quienes viven esa dura experiencia conocen el dolor tan duro que implica no poder cerrar un duelo por un hijo ausente, justamente por su situación de que no se ignora su destino.

Desde esta dura experiencia surge uno de las expresiones más duras que se escuchan en madres y padres que tienen desaparecidos en estos tiempos de barbarie en México: “no buscamos culpables, no buscamos justicia”.

En su  incansable tarea por buscarlos, en muchas ocasiones los familiares de los desaparecidos lanzan este duro mensaje a quienes se llevaron u ordenaron la privación ilegal de sus hijos, el mensaje de que no se quiere que se les detenga, sancione o que paguen penas de cárcel. Lo único que desean es que les devuelvan a sus hijos o que les digan dónde están sus cuerpos, para regresarlos a casa o darles digna sepultura.

A comienzos de este año se hizo viral un video grabado donde se escucha a Cecilia Flores Armenta pedirles a los jefes de los cárteles de Sonora, Los Salazar y Rafael Caro Quintero, que no la amenacen y que le permitan hacer su labor de búsqueda en ese estado, donde ha sido amenazada de muerte por los sicarios de la región.

“Me amarraron de pies y de manos y me quitaron la posibilidad de seguir buscando a mi hijo y a todos los desaparecidos. Yo tengo necesidad de seguir buscando a mis hijos por lo cual me veo en la necesidad de pedirles a ustedes los jefes de los cárteles de Sonora,  Salazar y Caro Quintero y demás, que no nos maten, que no me desaparezcan, que no nos amenacen que nos dejen seguir buscando a nuestros hijos, que no buscamos culpables, que no buscamos justicia, lo único que queremos es traerlos de vuelta a casa”, se escucha decir a Cecilia Flores mientras muestra fotos de sus hijos, Alejandro Guadalupe Valenzuela Flores, desaparecido el 30 de octubre de 2015 y Marco Antonio, desaparecido el 4 de mayo de 2019.

Cecilia Flores es fundadora de Madres Buscadoras de Sonora, que la semana pasada acompañó a varios colectivos de Jalisco en trabajo de búsqueda en campo en distintos puntos, encontrando varios “positivos”: restos óseos en fosas clandestinas y en casas abandonadas en fraccionamientos de la periferia de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Justo en esos trabajos, otra integrante de este colectivo, repitió este mensaje donde se renuncia a la justicia: “Nosotros no buscamos culpables, no queremos justicia, queremos el descanso y buscar a nuestro retoño para darle cristiana sepultura para poder descansar también nosotros, es mucho eso pedirles, es lo único que pedimos nosotras como mamás”, declaró Aurelia Castillo, también integrante de Madres Buscadoras de Sonora.

Expresiones como éstas se repiten por cientos o miles por otras madres y padres en prácticamente todos los estados del país. El dolor, la angustia y probablemente la desesperación de que pasan los días y no tienen devuelta a sus hijos los lleva a pedir y hasta implorar a quienes se los llevaron, que se los regresen, y a cambio renuncian a castigar a quienes cometió uno de los crímenes más infames: la desaparición forzada.

Es un reclamo válido y plenamente justificado, sin duda. Cada madre y padre que se encuentra en esta situación tiene el derecho de buscar a sus hijos de la forma y modo que le parezca más pertinente. Y tiene el derecho de exigir justicia o de renunciar a ella, por duro que parezca.

Pero al mismo tiempo, esta postura nace en un contexto en el que se pierde la esperanza de que el Estado y sus agencias les devuelvan a sus hijos. Los familiares hacen lo que las leyes y las normas legales mandan: presentar denuncias, aportar pruebas y esperar que los funcionarios encargados de sus casos trabajen con éxito para devolverles a sus hijos. Pero esto no ocurre en la mayoría de los casos.

Por el contrario, la cifra oficial de personas desaparecidas sigue creciendo en todo el país hasta casi alcanzar los 100 mil desaparecidos (98 mil 345 hasta el sábado pasado) con los estados de Jalisco (15 mil 900), Tamaulipas (11 mil 898), y de México (10 mil 606) como las entidades con el mayor número de casos.

A pesar de la aprobación de leyes en la materia y a pesar de que se ha ido conformando un Sistema Nacional de Búsqueda, hasta ahora el Estado mexicano ha fallado a las casi 100 mil familias que no tienen a un hijo en casa y la sociedad mexicana. Lo más grave es que sigue existiendo una impunidad casi total en la persecución y castigo a quienes cometen este delito tan atroz.

Y en muchos casos la propia desaparición es cometida por las mismas fuerzas de Estado. La casi absoluta impunidad al llevar ante la justicia a unos pocos casos, la complicidad de agentes estatales y las desapariciones forzadas cometidas por brazos del Estado crean este contexto, este clima en el que las familias que tienen a un desaparecido renuncian a la justicia.

De modo que la resignación a pedir justicia, de parte de miles de madres y padres que no tienen a sus hijos, es otra manifestación más de la crisis humanitaria y guerra informal que estamos viviendo en México. No deberíamos conformarnos a vivir en una sociedad donde los padres de los desaparecidos se resignan a no tener justicia.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]
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