Los habitantes de Abasolo del Valle vivieron aterrados los últimos días de vida de «El Pelón». Algunos, bajo anonimato, cuentan que pese a la presencia de la Guardia Nacional y la Fuerza Civil en la zona, de vez en cuando se las ingeniaba para salir de su guarida para visitar el pueblo, pero ante todo, lo hacía para amenazar a sus pobladores.
Por Ignacio Carvajal
Playa Vicente, Veracruz, 2 de marzo (BlogExpediente).– Desde hace unos ocho meses, los 350 habitantes de Benito Juárez, la mayoría indígenas que hablan zapoteco, tenían la idea de que el demonio había bajado a la tierra y que había agarrado forma humana.
En realidad, se trataba de Reinaldo Patiño López, quien fue abatido el sábado pasado en un enfrentamiento con la Fuerza Civil.
Reinaldo Patiño le tenía coraje al pueblo de Benito Juárez. En toda la comarca que asolaba, desde Playa Vicente hasta María Lombardo, ese pueblo era el único en resistencia.
Los habitantes decidieron hacer público su alzamiento en armas contra la delincuencia en diciembre del 2019. Dieron nombres, fechas y lugares en donde los sicarios de Reinaldo Patiño habían cometido atropellos.
Señalaron lo que todos sabían: Mujeres violadas, cuerpos desmembrados, ranchos saqueados, hatos ganaderos que se robaron, así como docenas de desaparecidos. Eran solo algunos de los constantes delitos que los habitantes de Benito Juárez y los alrededores denunciaron después de que la comunidad se sumó a los municipios alineados en el esquema de autodefensas y guardias comunitarias.
Al correrse la noticia en medios de comunicación sobre la determinación de Benito Juárez, «El Pelón» de Abasolo del Valle les envió el mensaje claro y contundente de que se estaban equivocando y que se las iban a pagar.
Ante esa amenaza, los indígenas no pasaron una buena Navidad. Incluso, el año nuevo fue triste y desolado.
Más con las docenas de habitantes de ese pueblo, y de otros, que comenzaron a desplazarse ante el terror aplicado por «El Pelón» y su banda.
A principios del 2020, después de su pronunciamiento armado, la Policía Estatal y la Guardia Nacional reforzaron su presencia, y en uno de sus operativos, decomisaron una camioneta de 3 toneladas que presuntamente «El Pelón» estaba blindando y modificando para volverla artillada, y de una vez por todas atacar y exterminar a los habitantes de Benito Juárez.
El odio que les tenía no era para menos: en Benito Juárez le enseñaron el sabor de la derrota.
NOTA PERIÓDISTICA:
“Violento enfrentamiento: dos muertos”.
Sáb, 07/20/2019 – 10:01
“TUXTEPEC, Oaxaca.- Un sangriento enfrentamiento armado ocurrió en un predio, en jurisdicción de la comunidad de Benito Juárez, perteneciente al municipio de Santiago Sochiapan (Veracruz).
“El saldo que reportaron las autoridades fue de dos muertos, dos lesionados y dos desaparecidos.
“Los pobladores del lugar reportaron que escucharon un sinfín de detonaciones de armas de fuego, por lo que se encerraron en sus domicilios, para no ser alcanzados por una bala perdida.
“De inmediato, dieron parte a las corporaciones policiacas sobre estos sucesos.
“Se filtró que dos hombres, cuyos apelativos son «Chema» y «Pastor», fueron los que perdieron la vida en el supuesto enfrentamiento. Ellos eran originarios y vecinos del municipio de Playa Vicente.
“Corre la versión de que al menos otros dos varones sufrieron lesiones por impactos de proyectiles de armas de fuego, pero no se revelaron sus identidades.
“Trascendió que los hermanos Pedro y Alejandro V. están en calidad de desaparecidos, después de este enfrentamiento.
“Personal de la Fiscalía, habrían arribado al lugar para realizar las diligencias correspondientes, tomar conocimiento de los hechos y ordenar el levantamiento de los cadáveres.
“Los cuerpos sin vida serían trasladados al Servicio Médico Forense para las necropsias que ordena la ley”.
BATALLA DE BENITO JUÁREZ
Ocho horas antes de ese enfrentamiento reportado por medios de comunicación, Pedro Viveros Monje y Alejandro Viveros Castro, ganaderos de la región, habían sido privados de la libertad en Playa Vicente.
Los testigos indicaron que hombres fuertemente armados, se los habían llevado por la fuerza con rumbo desconocido. Desde entonces, no se sabe nada de ellos.
Los dos habían salido de Benito Juárez rumbo a Playa Vicente para una diligencia, y en el camino los emboscaron.
Los delincuentes que se los llevaron obtuvieron información de relevancia, que en el rancho de la familia Viveros había 600 novillos gordos listos para la venta. Un botín nada despreciable.
Sobre la madrugada, el grupo delictivo de «El Pelón» y unos 40 pistoleros, se desplazaron desde Playa a Benito Juárez para tratar de saquear el rancho de sus víctimas, y dar muerte al último hombre miembro de la familia Viveros.
Antes de ir por los novillos, los pistoleros de «El Pelón» tomaron por asalto, con armas de grueso calibre, la propiedad donde dormía la familia del último hijo del Clan Viveros. Había mujeres y niños, incluso una bebé de pocos meses de nacida descansaban.
Cuando llegaron disparando contra la propiedad en cuestión, se les advirtió sobre la presencia de los niños y mujeres.
“A las mujeres las vamos a violar y a los niños los vamos a matar”, respondieron los maleantes y siguieron disparando.
Desde dentro de la propiedad que se alza antes del paso al rancho donde estaban los novillos, y donde dormía la familia, respondieron las agresiones, era un solo hombre, el hijo de Pedro Viveros. Al que buscaban para matarlo y evitar que cobrara venganza por lo hecho a su padre y hermano en horas previas.
Tiro a tiro, durante unos 30 minutos, el hombre hizo resistencia a los criminales, al poco tiempo sonaron las campanas del pueblo y otros pobladores, armados con rifles y pistolas, hicieron frente a la célula criminal.
En medio de la noche, ningún poblador de Benito Juárez tuvo bajas; de lado de los facinerosos, sí. No se sabe cuántas. Pero en el pueblo se dice que los cadáveres y sus heridos los recogieron y se los llevaron sin esperar a peritos de la Fiscalía.
Al son de la derrota, al grupo de «El Pelón» de Abasolo del Valle no le quedó de otra más que la retirada en medio de los gritos triunfales de los indígenas de Benito Juárez, que resistieron en su posición.
Fue en esa batalla donde ellos entendieron que debían defenderse de los criminales que los acechaban desde el municipio vecino de Playa Vicente, a unos 50 kilómetros rumbo a Tuxtepec.
HIEREN AL «PELÓN»
La misión parecía fácil. Entrar a matar a un hombre desarmado en medio de la noche. Sorprenderlo cuando estaba en la cama y regresar a la guarida. Llevaban las de ganar. ¿Quién en su sano juicio enfrentaría a unos 30 pistoleros que viajaban en un convoy equipado hasta con lanza granadas?
Pero las expectativas de los pistoleros que ese 24 de agosto de 2019 llegaron a asesinar a al abogado José Luis Gómez Nájera, en Villa Juanita (municipio de San Juan Evangelista), cambiaron completamente cuando se toparon con un pequeño grupo de elementos de la municipal, justamente cuando se retiraban de la escena donde quedó el cadáver del licenciado, en medio de la sangre y docenas de casquillos percutidos.
Confundidos porque no encontraban la salida, los pistoleros de «El Pelón» de Abasolo se toparon con dos patrullas de la municipal que estaban de planta en Villa Juanita, y se armó la balacera.
Los sicarios, contaron testigos de los hechos, lanzaron todo su poder de fuego en cuestión de segundos.
Parecía que iban a despedazar a los oficiales que buscaban refugio en las esquinas y en sus patrullas, estoicos, esperando el momento adecuado.
Los elementos de la municipal eran hechura del finado Mariano Rodríguez Pérez, jefe de la policía en San Juan Evangelista. Antes de ser asesinado por la espalda en Acayucan, dedicó gran parte de su tiempo a seleccionar a su personal. La mayoría de los reclutados fueron ex agentes de las fuerzas armadas. Contaban con entrenamiento y todos habían estado en balaceras contra criminales en el norte del país.
«El Pelón» y su grupo, que llegaron esa noche a dar de baja al abogado, no lo sabían, y en el pecado les llegó la penitencia.
Cuando el parque de los criminales se redujo, y cuando el encargado del lanza granadas no lo pudo accionar, los militares en retiro con uniformes de municipales se lanzaron contra ellos.
En algunos videos que circularon en redes sociales sobre esa noche se escucha el intercambio de disparos con cadencia moderada desde la trinchera de los genízaros que celebraban envalentonados, notando que los delincuentes comenzaban a escapar incluso dejando abandonadas las armas y las camionetas en las que se desplazaban.
“Hora sí, ·%&·%&, vengan, éntrenle”, se oye gritar a los policías celebrando el escape de «El Pelón» y sus huestes. Esa noche, no solo lo derrotaron, también resultó herido. La camioneta que usaba habitualmente, y que se aprecia en varias fotos que ellos mismos pusieron en circulación en redes sociales cuando tenían todo el poder, resultó decomisada ese día. Reportes extraoficiales indican que la abandonó llena de sangre.
DEL JARIPEO A LAS FOSAS CLANDESTINAS
Reinaldo Patiño López, hijo de Reinaldo Patiño Pérez y Belén López. Nació y se crió en Abasolo del Valle, la tercera localidad más importante en Playa Vicente, con unos 3 mil 500 habitantes.
Murió en el rancho “El Serrano”, muy cerca de su zona de confort, sobre uno de los caminos de terracería que tanto recorrió como chamaco cuidando el ganado de su familia y el de los adinerados del la región.
Quienes lo conocieron, lo describen como un tipo de pocas palabras. Serio, meditabundo, que siempre estaba dispuesto a actuar.
Hijo de una familia de escasos recursos, no tuvo oportunidades de salir adelante. Los que lo vieron, cuentan que siempre tuvo tendencias a ganarse el dinero fácil.
Sin embargo, también cuentan de él que era jinete de toros en jaripeo, uno de los mejores de la zona. Los videos con sus hazañas abundan en la red social Youtube.
En uno de ellos se le mira intentar domar a una bestia cebú llamada «El Candidato», pero «El Pelón» cae y se rompe una pierna.
Sus biógrafos cuentan que en ese momento el mundo se le vino abajo, pues ya no podía ganarse la vida de esa manera.
Hasta antes de ser criminal, además de organizar jaripeos y montadas de toros, patrocinaba peleas de gallos, carreras de caballo, y estaba pendiente de cuanta fiesta de pueblo hubiera para llevarles diversión al estilo más salvaje.
Lesionado tras haber caído del toro, renqueando cuando daba frío, tomó el camino del ducto de la refinería de Minatitlán, y se metió de huachicolero, eso mismo lo llevó a militar en los grupos de la delincuencia que reconocieron el lado despiadado que llevaba dentro, y le entregaron todo el poder para controlar Playa Vicente con un grupo de pistoleros.
Su leyenda comienza a crecer desde finales del 2017, contada especialmente por víctimas de sus atrocidades, sobre todo los ganaderos.
En las uniones ganaderas de esa zona, tenía informantes que le daban los datos de los compradores de animales que hacían negocios grandes con la venta de animales de corral. Su ambición se atizaba más si el trato era de uno, dos o más camiones llenos de animales.
Esos informantes le dieron el dato de la venta que tenía pactada Raul Ramírez Vallejo de 52 años, con Eneas Pérez Castillo.
Una vez que Raúl Ramírez Vallejo pesó los animales, y recibió el pago, fue interceptado por los pistoleros en la gasolinera ubicada en la desviación a Tuxtepec, cuando se dirigía a entregarlos. El comprador de ganado, así como su hijo y un trabajador, resultaron sustraídos. Les taparon los ojos con capuchas y se los llevaron desde mediados del 2019.
Además del dinero y los animales, la banda de «El Pelón» se llevó el camión donde los transportaban y una camioneta de redilas nueva.
Otro de los crímenes que se le atribuye es la masacre de una familia de Misael López Pérez, de 53 años, en Abasolo del Valle, el 19 de febrero pasado, en pleno operativo de las autoridades para detenerlo.
Misael López, su esposa, y sus dos hijos, resultaron acribillados por los pistoleros de «El Pelón» presuntamente porque el jefe de la banda sospechaba que el comprador de animales pasaba información a las autoridades para dar con su paradero. Motivos tenía.
Dos años atrás, cuando se iniciaba en el mundo del crimen, «El Pelón» habría dado muerte a una persona muy allegada a Misael López, y éste lo sabía.
Un detalle desató su furia contra Misael López: la captura, a manos de la Fuerza Civil, de Deysi Montes Lezama, esposa y madre de los hijos de Patiño López, quien resultó presa hora después de una manifestación violenta enviada por el grupo «Los Piñas» contra la comandancia de la Policía Federal, para denunciar abusos de la Fuerza Civil.
Los habitantes de Abasolo del Valle vivieron aterrados los últimos días de vida de «El Pelón». Algunos, bajo anonimato, cuentan que pese a la presencia de la Guardia Nacional y la Fuerza Civil en la zona, de vez en cuando se las ingeniaba para salir de su guarida para visitar el pueblo, pero ante todo, lo hacía para amenazar a sus pobladores.
Lanzaba maldiciones y amenazas a diestra y siniestra. Los últimos días de su vida los pasó aislado y en la más profunda crisis de desconfianza, pues creía que cualquiera lo iba a traicionar para cobrarse alguna afrenta.
Son numerosos los vecinos de Abasolo del Valle, y de otros poblados colindantes, quienes tuvieron que desplazarse, dejar sus casas, ranchos y propiedades, ante las amenazas del grupo que comandaba Reinaldo Patiño.
Una de ellas, a la distancia, envía un mensaje de júbilo al haberse enterado de su muerte.
“Muchos estamos muy contentos, pero faltan sus primos y su papá, esos también estaban metidos en la violencia, y hicieron mucho mal al pueblo, si no caen esos, nadie va regresar”.
A saber: Primitivo Patiño, Sebero Patilo, Gabriel Patiño, Lencho Patiño, y el papá del difunto, Reinaldo Patiño.
Y otra preocupación: “El Pelón» tiene un hijo, ha de tener como 10 años. Y a ése, ya él lo había en enseñado a manejar las armas, ya disparaba. Él lo estaba entrenado, ese va crecer con las ideas del papá, lo bueno sería que el DIF de los quite o la Marina y que le den terapia a ese niño para que no sea malo”.