Con importantes elecciones en Colombia y Brasil, la variante hiper-contagiosa Ómicron, migración continua y tensiones ambientales y sociales, 2022 será un año complicado. ¿Qué panorama le espera a la región?
México, 18 de enero (OpenDemocracy).– El 2022 será un año con nuevos y viejos retos para Latinoamérica. A continuación un recuento de los principales desafíos que tendrá que enfrentar la región.
VACUNACIÓN Y VARIANTES
Con tres nuevas variantes de COVID-19 detectadas, Ómicron, Flurona y Deltacrón, la expansión de la pandemia de la COVID-19 este año continuará generando disrupción e incertidumbre.
En su informe anual «Balance Preliminar de las Economías 2021» la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), proyecta que Latinoamérica desacelerará su ritmo de crecimiento en 2022 a 2.1 por ciento luego de crecer 6.2 por ciento promedio el año pasado. Esta desaceleración se debe a un contexto de asimetrías entre los países desarrollados, emergentes y en desarrollo sobre la capacidad de implementar políticas fiscales, sociales, monetarias, de salud y vacunación para una recuperación sostenible de la crisis de la COVID-19.
En Latinoamérica y el Caribe, a 14 de enero de 2022 el país con más habitantes vacunados es Cuba (con 2.86 dosis por habitante), seguido de Chile (2.35) y Uruguay (2.04), según Statista. El país con menos vacunados es Haití con sólo 0.01 dosis por habitante. La vacunación es y seguirá siendo un reto durante 2022. Con la expansión de Ómicrón por la región, quedó claro que las vacunas son necesarias para disminuir los síntomas de la COVID-19 y para que no haya nuevas cuarentenas que afecten la economía.
Es importante resaltar que Suramérica es la región con más vacunados en el mundo, con el 63.3 por ciento del total de su población con pauta completa
Es importante resaltar que Suramérica, según cifras de Our World in Data, es la región con más vacunados en el mundo con el 63.3 por ciento del total de su población completamente vacunada; incluso por encima de Europa que ocupa el segundo lugar con un total de 60.7 por ciento. Aunque durante varios meses Suramérica no tuvo acceso a las vacunas, en comparación con otras regiones más desarrolladas, fue una región que avanzó a pasos agigantados desde el momento en que obtuvo la primera dosis, admitiendo vacunas procedentes de China y Rusia que le US o EU no han homologado aún a día de hoy.
Esto también puede explicarse porque es una región donde durante décadas han habido planes de inmunización exitosa frente a otras enfermedades como la meningitis, la viruela, el sarampión y la poliomielitis, lo que sentó las bases para una infraestructura necesaria para vacunar en masa y, además, creó una confianza hacia la vacunas que no existe en otras regiones.
A pesar de lo anterior, la región está lejos de superar la crisis sanitaria que persiste en todo el mundo. Aunque con un 63.3 por ciento la inmunización, la región supera la de otras regiones del planeta, la tasa está por debajo del umbral que la mayoría de científicos considera necesaria para lograr algo parecido a una inmunidad colectiva (por encima del 80 por ciento), aunque este concepto ha entrado en crisis con la variante Ómicron y su capacidad de infección de individuos vacunados o de reinfección de aquellos que ya tuvieron una vez alguna variante de coronavirus.
Así mismo, la cantidad de niños vacunados varía drásticamente de un país a otro. Otro problema es el tipo de vacunas que se han usado en la región. En países como Brasil y Uruguay, sobre todo en la fase inicial, se usaron los antídotos chinos Coronavac y Sinovac, que son fármacos que está comprobado que sí protegen contra el virus, pero que no generan confianza suficiente y todavía no están aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos, aunque la OMS sí las aprobó en Junio de 2021.
A la fecha, el mayor problema es el manejo de la nueva variante ómicron, que se contagia extremadamente rápido (con una ratio de 1:16), que ataca fácilmente a los ya vacunados, y que ya provoca miles de muertos diarios en todo el mundo. Además, la realidad es que no todos los habitantes de cada país podrán tener acceso a los refuerzos que se recomiendan para mejorar la inmunización frente a esta variante en un plazo razonable.
MIGRACIÓN EN AUMENTO
Otro reto regional será el manejo de las olas migratorias hacia y desde la región, que ponen bajo la lupa el actuar de cada gobierno y cómo evitarán situaciones como la xenofobia y aporofobia.
Según el Plan de Respuesta 2022 de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), en 2022 habrá unos 8.9 millones de refugiados y emigrantes venezolanos en 17 países de América Latina y el Caribe, un aumento significativo comparado con 2021.
Para poder atender a esta ola migratoria, los 192 socios del Plan de Respuesta para Refugiados y Emigrantes (EMRP) solicitaron, en diciembre de 2021, hasta 1.790 millones de dólares para apoyar las necesidades de los migrantes venezolanos.
Para lograr que los migrantes encuentren puerto seguro en los países de acogida, un reto clave será avanzar con la regularización, documentación e integración de dichos migrantes.
Para lograr que los migrantes encuentren puerto seguro en los países de acogida, un reto clave será avanzar con la regularización, documentación e integración de dichos migrantes.
Según Eduardo Stein, representante especial conjunto del ACNUR y la OIM para los refugiados y emigrantes de Venezuela, «la mayoría de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela habrán pasado varios años en sus comunidades de acogida», por lo que sus necesidades «van más allá de las intervenciones inmediatas».
Por eso, facilitar la regularización y documentación y crear planes de integración sólidos es una necesidad que tendrán que enfrentar los gobiernos latinos en 2022.
Otra cara de la migración es la de los Latinos que salen desde Nicaragua, Honduras y El Salvador hacia Estados Unidos. Según proyecciones del RMRP, si las condiciones socioeconómicas de estos países se mantienen, el flujo migratorio crecerá en 2022 y durante los siguientes 18 años. Además, según datos del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, los bajos ingresos seguirán, lo que hará que muchas más personas busquen migrar hacia Estados Unidos.
Según el Ministerio de Salud de El Salvador y los institutos Nacionales de Estadística de Honduras y Guatemala, alrededor del 50 por ciento de la población que emigra de estos países hacia otros países está entre los 18 y 29 años, seguida por la población entre los 30 y 44 años, situación que es grave ya que son los grupos de edad con mayor posibilidad de trabajo en sus países de origen.
La realidad es que, por décadas, el crecimiento de Centroamérica no ha sido suficiente para incrementar el nivel de vida de sus habitantes, lo que ha hecho que muchas personas migren a Estados Unidos y envíen remesas a sus países de origen, lo que hace que el problema se perpetúe. Si a eso se le suma la crisis de la COVID-19 y la violencia estructural, la situación es invivible. La recesión económica que trajo la COVID-19 hizo que el PIB per cápita de Honduras retrocediera el equivalente a siete años, mientras que en El Salvador y Guatemala el retroceso equivale a cinco y tres años, respectivamente.
En 2022 se espera que comience a llegar una inversión extranjera importante a estos tres países, siguiendo un plan norteamericano, con el que sus gobiernos buscarán detener las olas migratorias masivas de los últimos dos años.
NATURALEZA DEVASTADA
Con el comienzo de un nuevo año el mundo sigue lidiando con desafíos ambientales monumentales. Entre éstos está combatir contra la deforestación, cumplir los compromisos adquiridos en la COP26 y proteger efectivamente a los líderes ambientales de cada país.
Estos son los retos ambientales de algunos países de la región en 2022:
En Colombia, los mayores retos serán bajar su tasa de deforestación anual, lograr proteger a los líderes ambientales, puesto que es el país con más líderes ambientales asesinados cada año, y proteger los resguardos indígenas y las áreas protegidas que están bajo amenaza. En Ecuador, con el nuevo Gobierno de Lasso, se esperan que se incrementen las tensiones ante la luz verde a la explotación minera y petrolera. La pesca ilegal y la deforestación son problemas añadidos.
En Chile la urgencia en 2022 será resolver la situación de proyectos controversiales, como el Domigna, y lograr una transición energética. La redacción de una “eco-constitución” está en marcha y es una apuesta innovadora para toda la región que habrá que seguir de cerca. Asimismo, el país que gobernará el recién elegido candidato progresista Gabriel Boric tendrá que enfrentar una grave sequía que afecta a toda la zona centro del país.
En Argentina, el reto ambiental más grave será la falta de presupuesto, la ausencia de un plan de descarbonización para 2050 y la urgente necesidad de protección de bosques y humedales mientras el Gobierno se muestra incapaz de contener las gigantescas explotaciones de hidrocarburos, de soja y de carne de vacuno, fuente de divisas en un país quebrado. En Bolivia se necesitará una mejor gestión de áreas protegidas, así como un plan para enfrentar la sequía y las invasiones de reservas nacionales y subnacionales que afectan a las comunidades y a los ecosistemas.
En Perú, el reto será entender por qué aumentaron los asesinatos de líderes indígenas, la implementación del Acuerdo de Escazú y el impacto de la construcción de nuevas carreteras, la falta de titulación de tierras, y la presión deforestadora de la minería ilegal y de los cultivos ilícitos de coca, que se han incrementado exponencialmente en los últimos tiempos. En México el reto es, también, la apuesta gubernamental por los hidrocarburos, la falta de presupuesto para el sector ambiental, el abandono a las comunidades ambientales y la violencia contra líderes ambientales.
En Venezuela, el Gobierno Maduro tendrá que responder por la contaminación del Lago Maracaibo debido a constantes derrames petroleros, la tasa creciente de deforestación y el abandono de áreas protegidas, mientras que la minería ilegal de oro en el bajo Orinoco está causando importantes estragos ambientales por culpa del mercurio.
Finalmente en Brasil, el gigante de la región, Bolsonaro y su Gobierno tendrán responder a las promesas hechas en Glasgow y definir cómo disminuir la deforestación, algo que en el país se pone en duda de que esté ni siquiera en los planes de una administración volcada en la explotación del amazonas sin límite.
También está pendiente el diálogo con las comunidades indígenas pero a día de hoy es evidente que, a través de nuevas leyes, el Gobierno está buscando quitarle sus territorios ancestrales para entregarlos a nuevos proyectos extractivos. La esperanza de 2022 es que no renueve su mandato y el nuevo Gobierno empiece la reconstrucción de todo lo destruido.
Latinoamérica tendrá un 2022 movido en materia ambiental, y tendrá que resolver temas urgentes de verdadera voluntad política y de presupuesto para poder atender los gigantescos problemas ambientales de una región acosada por el extractivismo sin freno.
CRISIS SOCIAL Y ECONÓMICA
El mismo informe de la CEPAL mencionado más arriba señala que 2022 será un año de incertidumbre para la región por varias razones: persistencia sobre la evolución de la pandemia, baja inversión debido a la crisis económica y recuperación lenta del empleo.
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, señaló que «la desaceleración esperada de la región en 2022, junto a los problemas estructurales de baja inversión y productividad, pobreza y desigualdad requieren que reforzar el crecimiento sea un elemento central de las políticas, al tiempo que se atiendan las presiones inflacionarias y riesgos macrofinancieros».
En materia de empleo, durante el 2021 se recuperó a una menor velocidad que la actividad económica: un 30 por ciento de los empleos perdidos en 2020 aún no se recuperaban en 2021.
La desigualdad entre hombres y mujeres se acentuó, lo que se reflejó en la sobrecarga del cuidado sobre las mujeres y menor dinamismo de sectores que concentran el empleo femenino.
La desigualdad entre hombres y mujeres se acentuó, lo que se reflejó en la sobrecarga del cuidado sobre las mujeres y menor dinamismo de sectores que concentran el empleo femenino. Por eso, para 2022 la CEPAL proyecta una tasa de desocupación del 11.5 por ciento para las mujeres, levemente inferior a la de 11.8 por ciento de 2021, pero muy superior a la de 9.5 por ciento de 2019. Para los hombres se proyecta una desocupación del 8.0 por ciento, muy por encima del 6.8 por ciento de 2019.
Otro tema preocupante para la estabilidad social de la región es el alza de precios de los productos y servicios. En 2021 se registraron presiones inflacionarias en la mayoría de los países latinoamericanos que se espera sigan en 2022. Los bancos centrales de la región anticipan que los niveles de inflación se mantendrán por encima del rango meta establecido, aunque podrán tener una tendencia a converger a finales de 2022 o comienzos de 2023. Así, el precio de los alimentos y de la energía seguirán subiendo en cada país.
“Panorama convulsionado” parece ser el concepto que describe la perspectiva de Latinoamérica para 2022. Con profundas deudas sociales y ambientales y un panorama económico en crisis, acentuado por la pandemia, la región deberá hacer esfuerzos conjuntos para estabilizar la situación si no quiere vivir otra ola de masivas protestas de unos ciudadanos que ya llegan muy agotados a este incierto 2022 que ahora empieza.