Guanajuato es uno de los estados con mayor indicencia delictiva y con más víctimas de desaparición y fosas clandestinas reportadas.
Por Laura Villafaña
Irapuato, Gto, 10 de mayo (Zona Franca).– La ola de violencia marcó a madres de familia guanajuatenses, quienes este 10 de mayo, muy lejos de un festejo, abrazan el recuerdo de sus hijas o hijos que han sido asesinados, o en otro de los casos saldrán a las calles a luchar por su búsqueda, luego de su desaparición.
No han pasado ni dos años y en la entidad hay trece colectivos integrados por familias, en su mayoría mujeres. Se trata de mamás, cuyos hijos desaparecieron o fueron privados de su libertad. Su búsqueda, aseguraron, ha implicado desgaste emocional, físico y económico. Han perdido empleos y su patrimonio, pero persisten en un objetivo, hallarlos con o sin vida.
La Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) estima 19 personas no localizadas en Guanajuato, pero también dos mil 533 desaparecidos.
Una de estas víctimas de desaparición es el salmantino Daryl Gómez Martínez, quien solía preguntar cada que llamaba a su madre, Alma Lilia Martínez: “¿ubicación y deseos de la más hermosa del mundo?”.
Así lo hizo aquel 10 de mayo del 2017, relató Alma al señalar que este día de las madres le duele.
“Unas vamos a ir la Caravana Internacional, otras a buscar, a dividirnos y festejar así: con el pico y la pala buscando a nuestros hijos”.
Recordó que en su último festejo, Daryl la llevó a una plaza comercial de León, donde le compró una blusa.
«Es desconsolante ese día, antes era una fiesta y todo y ahora se vuelven de los momentos más solos, más tristes. Nos cambia bien feo todo, nos da un giro totalmente y ese dolor que nos deja la ausencia de nuestros hijos, lo sacamos con coraje, a veces con lágrimas, a veces con todo, pero una mamá es esto, somos las personas que quedamos más afectadas, yo sé que duele a las hermanas, a las esposas, pero yo creo que no hay palabras para decir lo que sentimos las madres ”.
Hoy cuatro años después, Alma se encuentra sola. El primero de mayo del 2018 a las 15:00 horas, Daryl fue privado de su libertad por un grupo de sujetos armados, que lo interceptaron en su negocio en Villagrán. Ahí se encontraba su hermano menor, quien derivado de esta situación, fue diagnosticado por ansiedad por lo que tuvo que ser canalizado e internado en León, para recibir asistencia médica.
Se llevaron a mi hijo y me desbarataron toda la vida, la familia por esa situación”.
A partir de ese momento, la vida de Alma cambió. La relación con su nuera, esposa de Daryl, se desgastó, por lo que actualmente no puede ver a sus nietos.
En su búsqueda perdió su patrimonio y con la pandemia por COVID- 19 terminó con el cierre de su negocio.
“Yo tenía mi gimnasio. Soy instructora y educadora física, me gustaba entrenar niñas en gimnasia olímpica, incluso otras actividades como jazz, ballet, todo lo básico; y a parte, pole sport. Me iba bien en mi gimnasio ya tenía 13 años, lo que pasa es que empecé a buscar a Daryl, yo le decía otra muchacha que me ayudara, le preparaba la clase en la noche y yo empecé a abandonarlo, no me llegue a parar ahí por tres meses”.
Alma recuerda que al mes de la desaparición de su hijo, las noches eran eternas, y con la luz del día salía a buscar a su hijo en las calles, entre bolsas negras que veía abandonadas en el bordo del río.
“Aquí la única que sufre es la mamá. Se siente un coraje adentro, un sentimiento reprimido de que le hicieron algo. Yo tenía una familia bonita, mi hijo en prepa iba a entrar a la universidad y el otro con sus negocios; ahora perdí mi patrimonio en la búsqueda de mi hijo”.
Alma dice que ahora no cuenta con dinero y lo poco que le queda lo invierte en su el colectivo «Salamanca: Unidos buscando desaparecidos» que ella misma fundó y del que refirió, la mayoría de sus integrantes son madres de familia.
“Somos capaces, me estoy preparando. Hemos salido a buscar y hemos hallado. Uno de mamá tiene que estar constantemente atendiendo, las mamás andamos para el perro, bien tronadas. Veo otra mamá como yo de chiflada, la veo y juzgo, pero le dan arranques a uno, es ese sentimiento, uno aprende aquí a aceptar el dolor de las otras mamás”.
«UNA MAMÁ SIEMPRE SALE A BUSCAR A SUS HIJOS»
Ellas se saben capaces de encontrar a sus hijos, pues independientemente del grado de escolaridad, se han preparado y capacitado para las búsquedas en vida o en campo. Así lo planteó la representante de ‘Una luz en mi camino’, Norma Patricia Barrón Núñez, al precisar que a excepción de dos esposas de desaparecidos, el resto de las mujeres que integran su colectivo son mamás.
Desde el pasado primero de junio del 2019, Norma busca a su hijo menor, Kevin Damián Martínez Barrón, de tan sólo 17 años de edad. El menor y su pareja, Juan Rodríguez Calconas, fueron privados de su libertad en el fraccionamiento Los Reyes. Y a partir de ese día, nada fue igual.
Este es el segundo año que en el día de las madres le falta Kevin y la tristeza le resta las ganas de festejar con sus otros dos hijos, con quien sabe habrá una comida.
“Es triste, está uno con sus otros hijos, pero finalmente falta nuestro hijo que está desaparecido, anteriormente hacíamos una comida, nos reunimos, todos felices, pero ahora hace uno una comida pero no tiene ganas de seguir festejando, me acuerdo de él”.
Recuerda que Kevin era cariñoso, le regalaba flores, chocolates o le enviaba tarjetas.
“Siempre era el abrazo, estar conmigo y ahora no, no tenemos eso. Era el más chiquito, finalmente mis otros dos hijos ya se habían juntado, uno se había casado y el otro vivía en unión libre con su pareja y Kevin era el que me quedaba, él y mi pareja, siempre estábamos juntos y de repente se van los dos y se queda uno sola”.
Para Norma Barrón no hay reclamo de justicia, pues precisó, en desaparición de personas, es poco clara.
“Es más la angustia y la desesperación de saber de ellos es más grande que la justicia, es vaga y ya uno no busca justicia, sino saber de nuestros familiares, que eso es malo porque como víctimas estamos consintiendo que se vulnere el derecho a la verdad y lo cambiamos por el hecho de saber de ellos”.
Al igual que otras madres que buscan a sus hijos, precisó también que su situación económica cambió.
“Si trabajamos no nos da tiempo de irlos a buscar, de investigar, de saber qué pasó con ellos, desde que amanece uno, se pregunta, dónde estarán ellos, qué estará pasando, cómo están viviendo, si están muertos o están vivos, con miedo y angustia cuando vemos el estado en el que se encuentran las personas que hallamos en las búsquedas de campo, empezamos a reflexionar que en ese hoyo, a veces queremos que sea nuestro familiar, pero también nos da miedo, son sentimientos encontrados, uno ya no tiene paz”.
Refirió es difícil que una madre de familia cuente con empleo, dado que no hay permisos para asistir un par de veces a la semana, cuando ellas tienen que movilizar su búsqueda en campo, asistir a la Fiscalía General del Estado (FGE), a la Procuraduría de Derechos Humanos, o a las reuniones de los colectivos.
“No podemos estar en un trabajo estable porque nos quita tiempo y sin embargo, en mi caso, llevo mi trabajo muy lenta, pero trató de sacar, ya uno se quita el sentido de comprar esto, uno ya solo quiere sacar lo necesario para la torta y el refresco, o poderse ir a buscar, nos dan de comer en la Comisión Estatal, pero por lo menos para taxi, o el camión o el agua para tomar, de todas maneras es un gasto y yo hasta Guanajuato, es gasolina, a veces el carro no funciona y me tengo que ir en el transporte, es algo muy que te desestabiliza económicamente, moralmente y psicológicamente, estoy como anestesiada, la vida pasa pero no encontró sentido y se quitan las ganas de vivir”.
La activista y madre de Kevin, envió un mensaje a las mamás, que atraviesan por la misma situación:
“Yo les diría a las mamás que sigamos adelante, nuestros hijos confían en nosotros, son a las únicas que tienen de toda la familia, una mamá siempre es la que sale al frente a buscar, ahora si que es la guerrera y no desistamos, que presionemos a quien se tenga que presionar, que sigamos uniéndonos en fuerza, en inteligencia, que salgamos juntas, sé que el dolor es grande pero no nos ganamos nada con estar en la casa, sino que salgamos a buscarlos y no dejarlos solos, en el momento que más nos ocupan, no los dejemos a su suerte, quitémonos el miedo”.
JUSTICIA PARA NADIA, PIDE SU MAMÁ
Otras mamás tienen un reclamo: justicia, pues sus hijos o hijas fueron víctimas de homicidio dolosos. Es el caso de Blanca Martínez, quien el 8 de marzo del 2019 recibió la peor noticia que pudo haber escuchado: su hija, Nadia Rodríguez Saro Martínez, fue asesinada.
Ha pasado un año y dos meses del crimen y su caso no ha sido esclarecido.
“Justicia para Nadia es lo que continúo pidiendo, que se esclarezca lo que paso, es injusto mi hija no merecía morir de esa forma, no hay un por qué”.
El 10 de mayo del 2018 fue el último día de las madres con Nadia, quien le regaló flores.
“Tenía el detalle de comprarme un regalo, un presente, ella siempre me hizo sentir muy amada, no solo el 10 de mayo, todos los días, cada que tenía oportunidad. Ella era así de convivir con toda la familia, compró juegos de mesa, siempre quiso que todos conviviéramos, aquel día me hizo un desayuno especial”.
Sin embargo, un año después y a dos meses de su muerte, Blanca señala que fue triste.
“Para todos fue una pérdida, pero para mí como madre, yo perdí algo más que una hija, a través de ella, veía las cosas de otra forma, si había problemas era positiva, de darle solución a las cosas y continuidad. Ella en la casa era alegría, ponía música, hacía de comer, me regalaba masajes, me daba mi abrazo”.
Ahora Blanca es quien lleva los detalles a su hija, a quién le hizo un lugar especial junto a la chimenea de su casa.
Dijo que son muchas las madres que han perdido a sus hijos e hijas.
“Hay madres que han perdido hasta dos hijos, les pediría que tengan fe, se pierde fe en la autoridad, no te sientes segura si sales a la calle, comiendo, si sales a comer, temes por tu seguridad e integridad, pero no por ello no vas a salir, tienen que hacer tu vida. Sé que es una realidad cruda”.
“Cuando traes un hijo al mundo pasas por dolores físicos fuertes pero hay un milagro de vida frente a tu ojos, está tu niña sonriendo, la cuidas y sientes que es un regalo que proteges y jamás te imaginas que a esa pequeña niña le van a meter ocho tiros en su cabeza, es algo muy crudo. Yo tengo a mi hija viva en el jardín, en su recámara, en las flores”.