Lluvia Karina Martínez Anduaga fue desaparecida el 14 de septiembre de 2020 en Tijuana, Baja California. Un hombre la privó de la libertad. Él ya fue identificado y se encuentra prófugo. Familiares de la víctima denunciaron que las autoridades de Baja California han actuado de manera negligente y omisa, lo que causó que su posible rescate no se lograra.
Ciudad de México, 22 de septiembre (SinEmbargo).– Lluvia Karina Martínez Anduaga, de 42 años, cumplió un año desaparecida en Tijuana, Baja California. Un año en que la familia, lejos de obtener ayuda por parte de las autoridades, ha padecido la revictimización, la omisión y negligencia de quienes llevan la investigación, misma que no ha tenido avances ni respuestas.
Para la familia de Lluvia, ella fue desaparecida dos veces: la primera por un hombre obsesivo que la mantenía en contra de su voluntad en una vivienda rentada y, la segunda, por la omisión de las autoridades que, a pesar de que la familia les pidió atender el reporte sobre el lugar donde presuntamente la tenían cautiva, no actuaron a tiempo, sino hasta un mes después. Para entonces, ella ya no estaba.
“Si el policía hubiera ido al lugar donde nos reportaron que estaba mi hermana, si tan sólo el policía nos hubiera hecho caso, quizá aquí estuviéramos con ella y no en esta desesperante situación […] Es una desesperación tan grande para toda la familia que por la negligencia de este agente no está aquí mi hermana”, dijo con la voz entrecortada Rocío Martínez Anduaga, su hermana.
Al lado de ella, Lizbeth, la hija mayor de Lluvia, añadió:
“Solamente queremos que mi mamá vuelva a estar con toda la familia. Lo único que queremos es tener una señal de ella porque estamos muy tristes, ya se cumplió un año y no tenemos respuesta de nadie, ni siquiera las autoridades, ellos no nos atienden».
Rocío y Lizbeth indicaron que ellas son las únicas que han hecho las labores de búsqueda e investigación, ya que las autoridades no han avanzado en el caso, ya ni siquiera les contestan las llamadas o mensajes y además les niegan ver o conocer el expediente, a pesar de que por Ley pueden tener acceso a la carpeta de investigación.
«SUS HIJOS ERAN TODO»
Lluvia Karina, la mayor de cuatro hermanos, era madre de dos jóvenes. Entre semana acudía a San Diego, California, donde trabajaba cuidando los hijos de una de sus hermanas. También trabajaba en la venta de articulos, ropa, zapatos que podía traer desde San Diego.
“Es una persona muy trabajadora; le encantaba decorar su casa; era una persona bien detallista”, comentó Rocío.
“Ella es una persona que siempre ayudaba a los demás; todas las personas que la conocen saben que ella daba todo por nosotros, sus hijos. Ella siempre estuvo al tanto de nosotros, nunca nos dejó solos», abundó Lizbeth.
Rocío vive frente a la casa de su madre, donde estaba viviendo Lluvia, pues a raíz de su divorcio, su expareja se había quedado con la casa que habían compartido.
El 14 de septiembre Rocío llegó a su hogar después de trabajar. Era medio día. Lluvia lavaba ropa, se vieron y comieron juntas. Posteriormente Rocío se fue a descansar, pues su turno es nocturno, según narró.
Cerca de las 5 de la tarde, Lluvia le avisó que iba a ir al centro de la ciudad para recoger “algunas cosas”.
“Yo le pregunté que si se iba a tardar y me dijo que no; que de hecho era rápido porque estaba lavando y tenía dos tinas pendientes por tender, que ella lo iba hacer”, platicó la mujer.
Transcurrió el tiempo y Lluvia no regresaba. Rocío le llamó a las 8 de la noche y su hermana le contestó que ya iba rumbo para su casa; pero pasaron las horas y no regresaba.
“Más tarde yo le volví a marcar, pero ya no me contestaba. Le envíe muchos mensajes, pero ya no los contestaba. Los mensajes entraban a su celular hasta las 02:39 de la madrugada; el último mensaje que apareció con doble palomita azul (de recibido y leído) fue a las 02:49 de la mañana. Yo le mandé otro mensaje a las 5 de la mañana, pero ya no le entró el mensaje”, narró.
Rocío esa madrugada tuvo que irse a trabajar, pero al salir a las 12 de la tarde del día siguiente se percató que su hermana no había regresado a su vivienda.
“Yo le marqué a mi sobrina y le dije que no contestaba su mamá, que no la hallaba y ya se ha hacía mucho tiempo sin tener razón de ella”.
«CON LA PENA, PERO TIENE QUE ESPERAR…”
Rocío, preocupada por no tener razón de su hermana y sin encontrarla con sus cercanos y amigos, acudió a la agencia del Ministerio Público en Baja California, para tratar de poner una denuncia por la desaparición. Tantas horas sin saber de ella no era normal.
No obstante, a la mujer no le permitieron interponer el reporte y le dijeron que tenía que esperar 72 horas para denunciar, a pesar de que ya existe un Protocolo de Búsqueda.
«Me dijeron que tenía que esperar 72 horas porque era una persona mayor de 42 años y que no se podía poner una denuncia. Yo les dije que ella nunca se pierde de un día para otro; pero me respondieron ‘con la pena, pero tiene que esperar’. Y yo no era la única persona queriendo poner una denuncia, había muchos más, pero no nos dejaban porque tenía que pasar las 72 horas. Yo les dije ‘y si en esas horas le pasa algo a mi hermana y ustedes no quieren hacer nada’. Y nomás se me dieron la vuelta y se fueron”, narró.
Mientras transcurrían los tres días para poder levantar el reporte, la familia se dedicó a buscarla en hospitales, Semefos, Cruz Roja, a la comandancia de policía y expandir la búsqueda con el circulo de conocidos, pero no tuvieron resultados.
Cuando la familia logró poner el reporte, tuvo que padecer de la criminalización y la revictimización con un agente del Ministerio Público que al tomar la declaración aludió que su familiar pudiera “andar en malos pasos” o que quizá “se había ido con el novio”.
«Cuando fuimos poner el reporte, una familiar de uno de mis cuñados que trabaja ahí, nos dijo que nos iban a poner al agente más eficiente, pero el supuesto agente eficiente no ha hecho nada; el señor cuando nos tomó la declaración nos dijo que si ella ‘no andaba en malos pasos o en algo mal’ y aunque yo le dije que no eso no tenía nada que ver, él me insistió en que la familia siempre dice que no (que no andan en algo malo), ‘pero eso es lo que sucede o que se van con el novio’. El señor del MP siempre buscaba la manera o nos decía algo para justificar o insinuar que ella era la que se había ido”.
PUDIERON RESCATARLA…
A los tres días de la desaparición, una llamada anónima alertó sobre el paradero de Lluvia, quien se encontraba privada ilegalmente de la libertad.
«En esa llamada nos dijeron que habían visto a mi hermana en la colonia Valle Verde y nos dieron la dirección. Yo le marqué al agente del MP y le pasé la dirección diciendo que ahí podría estar mi hermana y me dijo: ‘Ah, okey’. Quedamos que él iba a ir también”.
Rocío acudió a la vivienda, que en la parte posterior tenía unos departamentos o cuartos en renta. La mujer que la atendió comenzó actuar de manera sospechosa y a la defensiva cuando la familiar le preguntó por su hermana. La dueña del inmueble agresivamente les impidió el acceso. El agente del MP, a quien se le solicitó apoyo, no acudió al lugar hasta un mes después; pero a Lluvia ya se la habían llevado del lugar.
“El agente ministerial —cuando finalmente fue después de un mes— me mandó un mensaje que decía: ‘la señora dijo que sí estaba tu hermana ahí, que la tenían a la fuerza, pero que como fuiste tú no te dijo nada’. También me dijo que como él era autoridad y le enseñó la placa, la señora le confesó y le dijo que a ella la tenían agarrada en ese cuarto, que había una cadena para que no se escapara”, narró Rocío.
Llena de impotencia y desesperación, la hermana de la víctima reclamó al elemento de la FGE de Baja California.
“La vida de mi hermana estaba ahí. Él no nos estaba haciendo un favor, era su trabajo. Como autoridad debió ir. Si él hubiera ido el día que yo le dije, aquí tuviéramos a mi hermana y no estuviéramos en esta situación”, reiteró la entrevistada.
Martínez Anduaga enfatizó que, aunque el ministerial hubiera atendido el llamado días después incluso una semana, la historia hubiera sido distinta, destacó Rocío, debido a que en la declaración que posteriormente rindió la dueña de la vivienda en mención, dijo que el hombre que tenía a Lluvia en cautiverio la sacó de la vivienda hasta el 30 de octubre y al día siguiente pidió el depósito de la renta.
Rocío explicó que, a lo largo de un año, las autoridades no han brindado la atención requerida, no avanzan en la investigación y cuando la familia pide información sobre las diligencias, no les responden algo claro.
«Tampoco nos deja ver la carpeta de investigación. Hace una semana le dije que necesitaba el expediente, pero él me dijo que no me podía enseñar nada hasta que tenga resuelto el caso. Le dije que estoy en mi derecho de ver el expediente, pero él me dijo que no, que hasta que el caso esté resuelto”, platicó.
Y añadió: «Cuando vamos a la Fiscalía, ahora con lo del COVID, es mucho menos nos atienden y no nos reciben, nos dicen que no están trabajando, que no hay nadie, pero nosotros escuchamos que ellos están tomando café a risa y risa, pero no nos dejan entrar”, ejemplificó.
La familia, amigos y allegados, con el apoyo del colectivo de familiares de personas desaparecidas, son quienes han realizado las indagatorias, búsqueda de pistas y rastros para tratar de dar con el paradero de Lluvia.
EL LLAMADO DE AYUDA
Mantener un número privado publicado activamente en redes para recibir información es como anzuelo para los extorsionadores.
Rocío y Lizbeth lo saben perfectamente. Han sido incontables las ocasiones en que varios delincuentes han tratado de extorsionarlas aprovechándose de su dolor, sin embargo, la familia de Lluvia mantiene un número de contacto en redes con la esperanza que alguien llame para que les brinden información que ayude a dar con el paradero de ella o de su agresor, quien se encuentra prófugo.
“Yo no dejaré de buscarla, cueste lo que me cueste. Le pedimos a la gente que se tienten el corazón y nos den una señal. Nosotros no queremos hacer nada, sólo la queremos a ella de regreso. Ella no le hace daño a nadie, no somos malas personas. Sólo pedimos una señal, queremos saber que está bien. Que tengan un poco de compasión a nosotros y ella, no le hacemos daño a nadie, no es un caso más. Es un caso más, un día más para ellos, pero para nosotros no lo es”, dijo Rocío.
Lizbeth, hija de Lluvia, pide a la sociedad que anote el número y vea a detalla la fotografía de su madre, pues su exhorto y clamor es que, si tienen información de ella, se contacte y ayude con su búsqueda.
«Yo quiero decirle a la persona que se la llevó que por favor se tiente el corazón. No sabe el dolor que está dejando, que por favor la deje ir; no vamos a hacer nada en contra de él, ni de nadie, pero que la regrese, sólo queremos estar con ella, que regrese. Y a las personas que nos leen, les pedimos que nos ayuden a difundir su imagen y cualquier persona que la vea pueda identificarla y hablarnos”, dijo la joven.