El suceso es el segundo más mortífero hasta la fecha, por detrás del tiroteo en 2012 en la escuela Sandy Hook de Newton, ubicada en el estado de Connecticut. El ataque ejecutado por Adam Lanza, de 20 años, se saldó con 27 muertos.
MADRID, 25 May. (EUROPA PRESS).- El ataque ejecutado este martes por un joven de 18 años identificado por las autoridades como Salvador Ramos en una escuela de primaria en la ciudad tejana de Uvalde se suma a la larga lista de tiroteos en centros educativos de Estados Unidos, sin que las autoridades hayan logrado poner freno a esta problemática.
Ramos, de 18 años, irrumpió armado en la escuela primaria Robb, donde mató al menos a 21 personas, entre ellas 19 niños, si bien el balance de víctimas mortales podría aumentar en las próximas horas debido a que varios de los heridos permanecen ingresados en estado grave.
El tiroteo es el segundo más mortífero en un colegio en Estados Unidos, sólo por detrás del ejecutado el 14 de diciembre de 2012 en la escuela Sandy Hook de Newton, en el estado de Connecticut. El ataque ejecutado por Adam Lanza, de 20 años, se saldó con 27 muertos.
Lanza, que previamente había asesinado a su madre en su casa, mató a 21 niños de entre seis y siete años y a seis adultos, entre ellos cuatro profesores, el director y el psicólogo del centro. Posteriormente, se suicidó al ver llegar a la Policía al lugar.
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Sin embargo, el tiroteo que ha dejado más víctimas mortales en un centro educativo estadounidense tuvo lugar el 16 de abril de 2007 en Blacksburg, en el estado de Virginia, donde Seung Hui Cho, estudiante de Virginia Tech, mató a 32 compañeros y miembros de la facultad en dos ataques en el campus antes de suicidarse.
El suceso en Blacksburg superó así en número de víctimas al ataque ejecutado en agosto de 1966 por el estudiante y antiguo marine Charles Whitman, quien mató a 15 personas e hirió a 31 en la Universidad de Texas antes de morir a manos de la Policía. Previamente, había asesinado a su esposa y su madre.
Los incidentes de este tipo son relativamente frecuentes en el país norteamericano, si bien fue el registrado el 20 de abril de 1999 en el instituto Columbine de Colorado el que hizo saltar las alarmas debido al elevado número de muertos. En este caso, Eric Harris y Dylan Klebold, estudiantes del centro, mataron a doce estudiantes y un profesor.
El suceso, que en dicho momento se convirtió en el ataque contra un centro educativo más mortífero en la historia de Estados Unidos, desencadenó una oleada de sucesos por imitación y vinculó el nombre de Columbine con la problemática existente en el país con las armas y la facilitad de acceso a las mismas por parte incluso de menores de edad.
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El último ataque en Texas supera además en el listado de víctimas al tiroteo en febrero de 2018 en Parkland, en el estado de Florida, donde Nikolas Cruz mató a 17 personas en el interior del instituto Stoneman Douglas.
Cruz, de 19 años y que había sido expulsado del centro por su comportamiento, logró escapar de las instalaciones haciéndose pasar por un estudiante que huía del ataque y fue arrestado posteriormente en una zona residencial cercana.
Por otra parte, el ataque ejecutado en mayo de 2018 contra un instituto en Santa Fe, en Texas, se saldó con diez muertos. El responsable, identificado como Dimitrios Pagourtzis, era un estudiante del centro que fue detenido posteriormente por la Policía.
Entre otros incidentes violentos figuran el ataque en marzo de 2005 en un instituto de Red Lake, en Minesota, que se saldó con la muerte de cinco estudiantes, un profesor y un guardia seguridad. El tirador, Jeff Weise, había asesinado previamente a su abuelo y a la pareja de este último en su hogar.
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En un suceso posterior, Christoher Harper-Mercer, de 26 años, mató a ocho estudiantes y un profesor en un ataque ejecutado en octubre de 2015 contra un colegio de Roseburg, en Oregón, tras lo que se suicidó después de un tiroteo con las fuerzas de seguridad desplegadas en el lugar.
También por debajo de las diez víctimas mortales figuran los ataques de octubre de 2006 en Nickle Mines, Pensilvania, donde Charles Carl Roberts IV secuestró y tiroteó a diez niñas amish, matando a cinco de ellas, antes de suicidarse.
Asimismo, Kevin Neal, de 43 años, empotró en noviembre de 2014 su vehículo contra una escuela de primaria en Rancho Tehama, en el estado de California, antes de abrir fuego en el interior del centro y matar a cinco adultos y suicidarse durante la persecución policial posterior.
FALTA DE AVANCES EN LA ÚLTIMA DÉCADA
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El ataque en la escuela Robb supone así un reflejo de los pocos avances logrados por las autoridades estadounidenses en la década que ha pasado desde la matanza en Sandy Hook y tiene lugar además menos de dos semanas después de que un joven de 18 años seguidor de teorías supremacistas asesinara a diez afroamericanos en un supermercado en Buffalo, Nueva York.
De hecho, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos alertaron en abril de que las armas de fuego se habían convertido en el primer factor de muerte para los niños y adolescentes de el país norteamericano, por delante ya de los accidentes de coche.
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan a partir de datos de los CDC, que recoge cifras de 2020, concluyó que 45 mil 222 personas murieron ese año en incidentes armados, incluidos unos cuatro mil 300 menores de 19 años, lo que refleja un aumento interanual del 29.5 por ciento, más del doble del incremento relativo entre la población general.
Por su parte, la base de datos administrada por el grupo de investigación sin fines de lucro Gun Violence Archive, recoge que más de 23 mil personas, incluidos aproximadamente mil 650 niños y adolescentes, han muerto o resultado heridas debido a incidentes relacionados con armas en Estados Unidos este año.
En este sentido, el expresidente Barack Obama ha recalcado que «casi diez años después de Sandy Hook y diez días después de Buffalo, el país está paralizado, no por el terror, sino por un lobby de las armas y un partido político –en referencia a los republicanos– que no han mostrado voluntad alguna de actuar de alguna forma para ayudar a evitar este tipo de tragedias».
«Ya se debió haber llevado alguna acción, cualquier tipo de acción. Es otra tragedia, una más tranquila, pero no menos trágica, para familias que tienen que esperar otro día», ha señalado en su cuenta en Twitter, antes de reconocer que las familias en el país «están preocupados por lo que pueda pasar mañana cuando dejen a sus hijos en la escuela, les lleven a comprar o en cualquier otro espacio público».
El actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, ha reseñado que «es hora de actuar» para regular las armas de fuego. «¿Cuándo, en el nombre de Dios, vamos a hacer frente al lobby de las armas?», se ha preguntado, tras afirmar que «está harto y cansado» de que «hermosos, inocentes y estudiantes de segundo, tercer y cuarto grado» vean morir a sus amigos «como si estuviesen en un campo de batalla».
«Este tipo de tiroteos masivos rara vez ocurren en otras partes del mundo. ¿Por qué estamos dispuestos a vivir con esta carnicería? ¿Por qué seguimos dejando que esto suceda?», ha cuestionado, al tiempo que ha reseñado que «es hora de convertir el dolor en acción».
En esta línea, el arzobispo de San Antonio, Gustavo Garcia-Siller, ha pedido a las autoridades que trabajen con la población para poner freno a esta situación, que ha descrito como «una carga demasiado pesada». «Estas masacres no pueden ser consideradas como la nueva normalidad», ha criticado.
«La Iglesia Católica aboga de forma consistente por la protección de todas las vidas y estos tiroteos masivos son el asuntos más urgente sobre el que todos en la sociedad deben actuar, tanto los líderes electos como los ciudadanos», ha zanjado, según ha recogido la cadena de televisión estadounidense CNN.