Tomás Calvillo Unna
16/09/2020 - 12:05 am
La nación horadada: el patíbulo de la razón
La guerra ya inició, el coronavirus es uno de sus frentes más de cien mil vidas va a cobrar amén de la destrucción económica que provoca.
Para Enrique Krauze, quien me honra con su amistad y con quien en ocasiones hemos discutido y polemizado sin estar de acuerdo; apreciando siempre su agudeza y reflexiones. No se olvida su importante respaldo al doctor Salvador Nava durante sus últimas batallas, como nombró aquella gesta el admirado periodista Alejandro Caballero. Algunas líneas de Enrique Krauze estuvieron en las palabras del doctor Nava en la Plaza de Fundadores de la ciudad de San Luis Potosí, donde miles cantamos el Nabbuco de Verdi en versión del potosino Pablo Alderete en los momentos más decisivos de una lucha democrática, que subrayó la pluralidad y riqueza regional de nuestro querido México.
Para el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, solidario de naturaleza, sereno, tenaz y patriota como pocos.
Cuando se ignora la complejidad no tarda la realidad
en mostrarnos los fogonazos del infierno.
Los esquemas, léase ideologías simplificadas,
sirven para aproximarse,
pero no ayudan a entender
a profundidad la condición humana
y su experiencia sociológica.
El vaciamiento de la palabra
es uno de los primeros extravíos,
reducida a calificativos
oprimen a los sujetos
y distorsionan cualquier posibilidad
de construir una oración coherente
que permita la acción del verbo.
La narración se convierte
en un cascarón sin sustancia
y tarde o temprano se desmorona.
La estructura básica es sencilla, no simple,
la lupa hasta el microscopio atómico,
así como el telescopio y el mismo Hubble,
se requieren, en esas sutilezas
que los sonidos y las palabras
(la ciencia de la entonación)
nos enseñan.
Un clásico diría qué hay una armonía innata
que se debe descubrir en las cosas de la vida,
hoy en día se hablaría del orden oculto del caos.
Sin duda, la política no se da tiempo
para indagar en todo ello,
esta atrapada en ideas fijas
que le permiten expresarse
y al menos por un tiempo corto
creer que se domina el escenario;
su ilusión común y cruel es desear la trascendencia
cuando los vientos caprichosos de la historia
suelen en segundos desmoronar los sueños
y poner al mundo de cabeza:
la noche se vuelve día,
el día una habitación de las tinieblas.
Los anhelos de la política
se convierten en pesadillas,
cuando el enojo y el odio
(esos mellizos del fuego de la sangre)
enceguecen a los actores y sus personajes;
Marionetas de Kali en el imaginario mítico,
sin saberlo siquiera, comienzan a deambular
deslumbrados del poder
extravían el tono de la propia voz
y asemejan la caída bíblica del Ángel
y su vasta orfandad que los estruja.
(La construcción del enemigo.
es uno de las asignaturas pendientes
de la sociología política en Mexico)
Convertida la multitud, una de ellas, en jueces
las sentencias se atropellan cada hora
y desde los más alto de la pirámide
y hasta su misma base,
el fractal de la acusación se multiplica.
La guerra ya inició,
el coronavirus es uno de sus frentes
más de cien mil vidas va a cobrar
amén de la destrucción económica que provoca;
la clase política atrapada en sus complicidades con el crimen
no encuentra ni siquiera una puerta de emergencia,
prefiere apostar a su inmolación
desde la misma cúspide del Templo,
los escribanos y tribunos leen sus sentencias
y condenan al exilio a todos aquellos
que ignoran los nuevos tiempos;
el gulag mexicano es delineado
desde el imperio de los sets y de algunas de sus letras:
ya no más secuaces…
el camino es solo para los puros y los santos…
la herejía se persigue con las armas del insulto
y la dulce venganza que se propaga
como una nueva virtud cívica
que al menos permite conocer
que los dioses si existen
y saben castigar a los pecadores,
a los que ignoran el poder del confesionario,
y la ganancia del arrepentimiento.
Los guiones ahí están, sus productores,
sus escenificaciones y las disputas de los mismos;
episodios de una nación erosionada
por su incapacidad de edificar
los fundamentos de la democracia:
el diálogo crítico que exprese
la dinámica de su riqueza y pluralidad
y los ritmos de la misma:
el respeto profundo al ser humano,
a sus comunidades, a su complejidad.
Que lejos de aquella brújula lingüística:
un mundo donde quepan muchos mundos;
Y se trata de la misma nación toda
esa alma común del imaginario
cuyos desparecidos, mujeres y hombres,
advierten en el dolor de su ausencia,
de la infamia que llevamos todos.
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