Veracruz cuenta con leyendas muy famosas y otras no tan conocidas, en esta ocasión compartimos la leyenda de La Mulata de Córdoba, una historia que forma parte del folclor mexicano.
Ciudad de México, 28 de noviembre (SinEmbargo).- Veracruz fue el primer lugar del país en el que se asentaron los españoles, su cultura es una muestra del mestizaje que se dio en México y que contribuye a la riqueza y al folclor de este país y de la entidad veracruzana. Sus calles guardan historia y leyendas que han pasado de generación en generación, una de ellas es la de La Mulata de Córdoba, tal vez de las leyendas más conocidas que sigue maravillando a quien la escucha o lee.
Se cuenta que hace muchos años, en la época de la Inquisición vivía en Córdoba una hermosa mujer mulata a quien llamaban Soledad. En aquellos años, el mestizaje era motivo de rechazo, por lo que era señalada y sufría de ataques e injusticias. A pesar de esto, su gran belleza siempre resaltaba y era envidiada por las mujeres; al poco tiempo comenzaron los rumores de que la bella mujer practicaba brujería. Los habitantes del pueblo contaban que durante la noche, una luz intensa salía por las ventanas de la casa en la que vivía la mulata, además de escuchar una música extraña y misteriosa.
La oleada de rumores era tal que las autoridades del Santo Oficio y los vecinos comenzaron a espiarla con el fin de mostrar y comprobar que la mulata practicaba magia negra, sin embargo, quedaban desilusionados cuando observaban que Soledad no hacía más que ir a misa, esto calmaba un poco las sospechas en su contra.
Se dice que el Alcalde de Córdoba quedó cautivado por la belleza de la mujer por lo que le confesó su amor y le prometió una gran fortuna a cambio de que fuera su esposa; la respuesta de Soledad fue «no» y el hombre sintió tal rabia y despecho que la acusó de haberle dado una pócima para hacerle perder la razón, además la denunció ante el Santo Oficio para que la condenaran a la hoguera.
Después de las acusaciones, el Alcalde acudió con sus asistentes, policías y autoridades, a la casa de la mulata y en nombre de la Santa Inquisición derribaron su puerta para capturarla, ella intentó resistirse pero fue rodeada y llevada hasta las mazmorras de San Juan de Ulúa, lugar donde permaneció encerrada en espera de su castigo.
Las autoridades eclesiásticas declararon a la mujer culpable de practicar magia negra y la sentenciaron a ser quemada con leña verde en presencia de los ciudadanos. Una noche antes de morir, Soledad dibujó en la pared de su celda un magnífico barco, cuando el guardia fue por ella, quedó cautivado con el dibujo ya que contaba con detalles muy bien definidos de una nave lista para una gran travesía en alta mar. La mujer le preguntó al carcelero: “¿Qué es lo que le falta a esta embarcación?”, él respondió que andar, “¡Pues mira cómo anda!” contestó ella y subió las escalerillas del barco, mismo en el que desapareció.