El culto al jaguar se desarrolló a lo largo de Mesoamérica. Sahagún oyó hablar a los mexicas de él y de sus virtudes y poderes en el siglo XVI, pero éstos ya estaban muy presentes en las remotas culturas de los olmecas, teotihuacanos, zapotecas y mixtecas. Es un animal muy venerado por sus tremendas cualidades de fuerza, astucia y nobleza.
Por Margarita de Orellana
Ciudad de México, 26 de septiembre (SinEmbargo).- En Artes de México, siempre hemos pensado, de manera tenaz y poderosa, que la naturaleza es cultura. La forma en la que hemos representado, usado y venerado nuestro entorno natural, en la que nos hemos enfrentado a sus misterios y sus retos es fundamental porque nos ha dado cohesión y nos ha ayudado a vivir. Por eso, desde hace años, algunos de los temas recurrentes de nuestras ediciones monográficas pertenecen a la flora y la fauna de este país. Hemos abordado tanto a los insectos como al venado, así como a las plantas emblemáticas ligadas de forma orgánica a diferentes aspectos de nuestra cultura como el maíz, el nopal, el maguey o el cacao.
Cada uno de estos temas ha sido tratado de forma transversal, nunca como se espera comúnmente encontrarlos. Buscamos aspectos insospechados que no se ven a primera vista; éstos los vamos descubriendo a medida que nuestros autores nos revelan lo que puede causar asombro y generar más preguntas. Buscamos la riqueza de significados y formas que ameritan ser compartidas con nuestros lectores, acostumbrados ya a la introducción de temas maravillosos sobre nuestra cultura.
Si el venado de nuestro número 117 era poseedor de atributos y poderes sobrenaturales tanto en tiempos anteriores a la Conquista como en los actuales, el jaguar gozó y goza de un prestigio semejante, aunque inigualable. El culto al jaguar se desarrolló a lo largo de Mesoamérica. Sahagún oyó hablar a los mexicas de él y de sus virtudes y poderes en el siglo XVI, pero éstos ya estaban muy presentes en las remotas culturas de los olmecas, teotihuacanos, zapotecas y mixtecas. Es un animal muy venerado por sus tremendas cualidades de fuerza, astucia y nobleza. También es asociado con la oscuridad, la lluvia y lo terrible. Guilhem Olivier, coordinador de esta edición, nos dice cómo guerreros y hechiceros se identificaban con el felino para emular sus poderes, y cómo hoy, en diversas comunidades indígenas, conserva su capacidad de dar poder a los chamanes. Los autores de primera línea que ha convocado añaden dimensiones peculiares a la diversidad cultural que el jaguar encarna en las piedras más antiguas.
La selva de ideas históricas y contemporáneas en la que vive hoy el jaguar, patrimonio natural y cultural en peligro de extinción, es aún una noche apasionante que siempre requiere ser descifrada paso a paso y con extrema delicadeza de interpretación. Los ensayos que componen esta edición nos guían en esa necesaria expedición nocturna. El jaguar se deja ver de manera excepcional, como excepcionales son las obras de arte que a lo largo de los años nos permiten el ritual de su avistamiento, como dicen quienes hoy día se preocupan de su sobrevivencia. Escultura, pintura, fotografía, poesía, cerámica, códices mesoamericanos, leídos de múltiples maneras por nuestros autores, nos recuerdan su importancia y lo insólito de su presencia en nuestro mundo.
La veneración por el jaguar en otros tiempos nos habla de vínculos con la naturaleza que hoy hemos olvidado y que, en nombre del progreso, con frecuencia desconocemos en nuestro afán de destrucción. Este legado vivo puede desaparecer si no aprendemos a apreciarlo y a respetarlo. Conocer, admirar y comprender es el primer paso para revertir nuestra indiferencia.