Fue el pasado 24 de febrero cuando el Gobierno de Rusia decidió invadir el territorio ucraniano para, según las palabras del Presidente Vladimir Putin, desmilitarizar al país. Sin embargo, el mundo no vio con buenos ojos el movimiento del Kremlin, por lo que se le han desplegado al menos una docena de sanciones comerciales con la intención de impactar a su economía.
Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).- Han pasado 12 días desde que inició la guerra de Rusia contra Ucrania y los estragos económicos se están haciendo notar cada vez con mayor fuerza. La primera evidencia de ello es la escalada de precios en los combustibles y en granos básicos, productos que ambas naciones exportan. A esto se suman las sanciones económicas desplegadas por occidente, que van dejando sin contratos posibles a Rusia.
Hasta ahora, los analistas esperan que la batalla rusa emprendida por el territorio exsoviético sea insostenible gracias a que su comercio se encuentra detenido y severamente afectado, provocando así que continuar con la invasión de Ucrania no sea costeable.
«Un guerra sin una economía fuerte que la respalde no es sostenible. El objetivo de las sanciones económicas financieras es privar al enemigo de los recursos económicos que necesita para mantener su economía funcionando y, a la vez, poder financiar la confrontación armada», se lee en una publicación de The Conversation.
En cuestión de días, Estados Unidos y sus aliados usaron la economía mundial como arma contra Rusia por su invasión de Ucrania, y pese a lo que ya ha causado, se espera que los efectos para su economía y finanzas sean todavía más devastadores.
De hecho, la altura de las medidas que ha tomado occidente son tan amenazantes contra la economía y política de Rusia que su Ministro de Exteriores amenazó con la posibilidad de una escalada nuclear del conflicto. «Una reacción desproporcionada a las sanciones financieras impuestas por los Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados. Pero que muestran el daño que causan las sanciones internacionales», recalca The Conversation.
El rublo se ha desplomado y la inflación va en aumento, lo que genera una nueva ansiedad entre los consumidores rusos. Hasta la mañana del 7 de marzo, la moneda rusa se depreció 11.16 por ciento, alcanzando una cotización histórica de 142.46 rublos por dólar, esto es una depreciación hasta el máximo de 89.52 por ciento en lo que va del 2022.
Además, en los primeros días de la invasión rusa se dio a conocer el índice inflacionario de la eurozona, el cual llegó hasta 5.8 por ciento, mostrando los primeros reflejos del conflicto bélico.
Desde gigantes del petróleo, firmas de mensajería y comunicaciones hasta fabricantes de vehículos se desprendieron estos días de sus activos o suspenden sus exportaciones hasta próximo aviso, lo que contribuye al aislamiento del régimen de Vladímir Putin. El congelamiento de bienes de los principales bancos rusos afecta todo el comercio de importación y exportación.
En ese sentido, Visa, Mastercard y American Express frenaron su relación con Rusia. También lo hicieron firmas como Apple y Nike, y grandes empresas de transporte de cargas como Maersk, cuyos amplios lazos comerciales con occidente están prácticamente interrumpidos. El retiro de las empresas extranjeras ha obligado al cierre de fábricas de automóviles en Rusia, y Boeing y Airbus han dejado de suministrar piezas y servicios a las aerolíneas rusas.
Con el despliegue de sanciones que las multinacionales han ejercido, ha quedado evidenciado que el tamaño de la economía rusa es menos de una décima parte del de la economía estadounidense -apenas la mitad de la de California- y los economistas creen que se reducirá aún más.
En general, las sanciones que hasta ahora se han aplicado a Rusia son las siguientes:
–Cierre al sistema financiero occidental. La prohibición de hacer o recibir transferencias internacionales a través del sistema de pagos globales SWIFT. Esta sanción impide a Rusia cobrar sus exportaciones de gas, petróleo, minerales y trigo, y pagar sus importaciones de otros bienes.
–Limitación de acceso a los bancos rusos a créditos internacionales. Esto lleva al encarecimiento de la deuda ya contraída y la deuda soberana rusa. Esta medida ha provocado una rápida depreciación del rublo (la moneda oficial rusa), que en una primera etapa cayó un 30 por ciento. Con la segunda ronda de sanciones la moneda cayó un 12 por ciento adicional.
–Presión a las empresas rusas en los mercados bursátiles internacionales. Esa medida ha provocado la caída del valor en bolsa de bancos y empresas rusas. En ese sentido, se ha observado un desplome en el valor de las cotizaciones de hasta el 40 por ciento.
–Paralización de los activos del Banco de Rusia y de bancos públicos y privados. También se han impuesto sanciones contra líderes políticos y un número importante de oligarcas rusos. La acción afecta el patrimonio de la élite política y económica rusa y, por consiguiente, al apoyo interno a la invasión.
–Prohibición de movilidad a las aerolíneas rusas. Restricciones al uso del espacio aéreo de la Unión Europea por aeronaves comerciales rusas, así como a aviones privados de la cúpula política y económica de Rusia. Estas medidas estrangulan la conectividad aérea del país, fundamental en un mundo globalizado.
La economía de Rusia es de cerca de 1.5 billones de dólares, lo que representa tan sólo el 7 por ciento del PIB de los Estados Unidos. Por otra parte, la Unión Europea tiene un PIB conjunto de poco más de 15 billones de dólares entre sus 27 miembros, y el del Reino Unido es de 2.7 billones de dólares.
«En la nueva realidad bélica, las sanciones económico-financieras son mucho más rápidas y efectivas que las armas convencionales a la hora de causar daño al enemigo», escribe The Conversation.
Lo que parece ahora una posible válvula de escape para las exportaciones rusas es China, cuya creciente economía necesita recursos naturales. Sin embargo, el gigante asiático se ha mostrado con predisposición a apoyar al Presidente ruso Vladimir Putin, a pesar de abstenerse en una votación de las Naciones Unidas para condenar la incursión rusa en Ucrania.
No está claro qué rumbo tomará la situación ni que otras consecuencias inesperadas puede haber. Si bien las sanciones no siempre son cumplidas, nunca hubo tantos castigos a una potencia mundial adoptados con tanta velocidad y coordinación.
¿PUEDE PRODUCIRSE LA «CIBERGUERRA»?
La invasión de Ucrania podría convertirse en el primer conflicto en el que Internet constituye un espacio más de la contienda.
Como primer punto ya se observa una intensificación en las campañas de desinformación y propaganda de los diferentes agentes involucrados. La información que se maneja estos días sobre la invasión debe ser revisada con cautela y con doble chequeo de las fuentes de las que procede, ya que puede contribuirse a la difusión noticias falsas.
Además, muchos gobiernos y empresas están alertando sobre un posible riesgo de sufrir ciberataques en todos los países, lo que ha llevado al incremento en el nivel de seguridad con medidas de protección y detección adicionales. Pese a lo que se pensaba en un inicio, la ola de ciberataques a infraestructuras críticas ucranianas (como centrales nucleares o eléctricas, potabilizadoras y depuradoras de aguas, centros de distribución de gas, antenas y torres de comunicaciones, ferrocarriles) no se ha producido todavía. En cambio, el ejército ruso sí ha bombardeado estas instalaciones y usado medios convencionales para inutilizarlas que recurrir a sofisticados ciberataques.
Eso sí, es posible que en algún momento decidan pasar a utilizar ciberataques (por ejemplo, para incomunicar ciudades, impedir la movilidad de los ciudadanos o dejarles sin agua o energía) para minimizar el grado de destrucción física del país y no tener tanto trabajo de reconstrucción cuando todo pase.
También parece probable que el Gobierno ruso decida en algún momento extender la contienda por medios cibernéticos hacia agentes que, hasta ahora, por motivos puramente geográficos, están teniendo menos protagonismo.
Hay que recordar que la invasión de Ucrania tiene que ver no sólo con la relación entre Rusia, Ucrania y Europa, sino también con Estados Unidos. La única manera de involucrar a este país directamente en el conflicto y de contraatacar, por ejemplo, por las sanciones económicas impuestas, será lanzar ciberataques que tengan impactos económicos directos o indirectos de similar magnitud. Por ejemplo, atacando a bancos y otras infraestructuras críticas o grandes empresas.
Este tipo de represalias, obviamente, también se tomarían contra países europeos y de su esfera. Y podrían realizarse directamente desde fuerzas del Estado o desde grupos afines que ya han mostrado su apoyo a la “causa rusa” (algunas de las mayores mafias del cibercrimen actuales son mayoritariamente rusas y apoyan a Putin).
-Con información de The Conversation y AP