La falta de autonomía económica de las mujeres mexicanas persiste por la exclusión laboral, la falta de ingresos, la precarización de sus condiciones laborales y por la inequitativa distribución de las labores domésticas y de cuidado. Todas las anteriores han existido a lo largo de la historia provocando marginación y discriminación contra las mujeres.
Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).– El número de mujeres que laboran en la actualidad es menor al registrado previo a la pandemia de COVID-19, lo cual ha provocado que las brechas de desigualdad laboral se acentúen, al mismo tiempo que muchas de ellas se ven nuevamente confinadas a realizar trabajos de limpieza en el hogar y cuidados no remunerados.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2021 las mujeres representaron el 52 por ciento de la población en México, con un total de 66.2 millones, pero sólo 45 de cada 100 mujeres en edad de trabajar en México fueron económicamente activas.
En ese sentido, los resultados más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) arrojaron que del total de la Población Económicamente Activa (PEA) -que fue de 58.8 millones de personas hasta el cuarto trimestre el 2021–, 23.2 millones eran mujeres, pero la encuesta contabilizó un total de 51.7 millones de mujeres de 15 años o más edad de trabajar, es decir que sólo 4 de cada 10 mujeres trabajan.
Si bien se incrementó el porcentaje de mujeres que trabaja en un 2.1 por ciento, en comparación con los datos de 2020, la cifra aún está por debajo de lo reportado en el mismo periodo de 2019, cuando se colocó en 45.4 por ciento. Y a pesar de que se está relativamente cerca de recuperar la cifras previas a la crisis sanitaria, también han vuelto las condiciones laborales precarias, los trabajos mal remunerados, sin seguridad social y sin contrato estable, como han consignado distintos reportes.
En comparación, 75 de cada 100 hombres eran económicamente activos hasta finales del año anterior, lo que es un total de 34.2 millones de personas de dicho género. Según la Población No Económicamente Activa (PNEA) –que agrupa a las personas que no participan en la actividad económica ni como ocupados ni como desocupados–, la tasa de hombres en este sector se ubicó en 11 millones (23.6 por ciento), en el caso de las la mujeres fue de 28.7 millones (55.3 por ciento), de las cuales sólo 4 millones 641 mil 897 mujeres dijeron estar disponibles (no buscan trabajo, pero si se les ofrece uno lo tomarían), lo cual refleja el comportamiento de la participación laboral y del confinamiento de las mujeres a las labores domésticas y de cuidado de las hijas e hijos.
En ese sentido, la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza recalcó que la recuperación no es pareja, y que las mujeres mexicanas tienen aún un déficit de más de un millón de trabajos respecto a la tendencia previa a la pandemia. La agrupación agregó que México tiene una de las tasas de participación laboral femenina más bajas, no sólo de los países miembros de la OCDE (sólo por debajo de México se ubica Turquía), sino de toda América Latina.
“Millones de mujeres carecen de ingreso propio y quienes trabajan perciben salarios que no son suficientes para superar el umbral de pobreza y trabajan sin seguridad social. Esa es la raíz económica de la desigualdad de género, que resta autonomía a las mujeres y crea condiciones de riesgo a situaciones de violencia, tanto en la calle como en las casas”, destacó Paulina Gutiérrez responsable de Articulación e Innovación de la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza en entrevista con SinEmbargo.
Debido a ello, muchas mujeres también han tenido que autoemplearse. La ENOE mostró que el porcentaje de hombres trabajadores subordinados y remunerados fue de 68.1 por ciento y el de mujeres de 67.3 por ciento en el cuarto trimestre de 2021; mientras que los hombres trabajadores por cuenta propia constituyen 22.6 por ciento de los ocupados y las mujeres 23.6 por ciento de las ocupadas, con ascensos anuales de 579 mil en los hombres y de 383 mil en las mujeres.
La especialista expuso además que a pesar de las cifras de las autoridades mexicanas, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dio a conocer que la tasa de desocupación de las mexicanas es de casi el doble que la de los hombres: 20 por ciento para ellas y 11 por ciento para ellos.
“En 2021 existió un déficit de empleo de 890 mil 863 desde el inicio de la crisis, y pese a la creación de empleos, David Kaplan ve que en los hombres hay un superavit de 249 mil 300 empleos, y para las mujeres un déficit de un millón 140 mil, entonces ahí se ve la desigualdad total”, enfatizó.
Mantener a las mujeres excluidas de las estructuras laborales, como impone el modelo patriarcal, reduce en casi la mitad el tamaño del mercado interno, frena el crecimiento económico, limita la recaudación fiscal y -sobre todo- representa una injusticia social grave al negarles los derechos humanos fundamentales: la salud y el trabajo, situación que les impide ejercer su autonomía y las pone en mayor riesgo frente a la violencia.
INCREMENTO EN TRABAJOS DE CUIDADOS
La pandemia de coronavirus ha provocado que las prácticas de trabajos del hogar y de cuidados no remunerados aumenten considerablemente en la región, afectando principalmente a mujeres, niñas y adolescentes, a quienes se les impone este tipo de laborales por creencias machistas y patriarcales que se perpetran debido a los roles de género.
De acuerdo con una encuesta del Instituto Nacional de las Mujeres (InMujeres), realizada en septiembre de 2021, la mayor carga del trabajo en el hogar es para las mujeres con respecto a los hombres: de una a 1.8 horas diarias más a las horas que ya le dedicaban a estas actividades.
En el promedio nacional, 33 por ciento de los hogares son encabezados por mujeres, pero el Instituto detalló que esto se debe a que la razón histórica sobre los roles y estereotipos de género han atribuido al hombre en el rol de autoridad familiar, y que en los la mayoría de los hogares donde se reconoce a una mujer como jefa de hogar se debe a que hay un estatus de divorcio, separación o ser viuda.
Paulina Gutiérrez agregó que hay casi 14 millones de mujeres que están en edad disponibles para trabajar, pero que ni siquiera pueden salir a buscar trabajo debido a que se encuentran confinadas a labores domésticas y trabajos de cuidado, y que de hecho, el 95 por ciento de quienes no se encuentran disponibles para trabajar por estar realizando dichas tareas son mujeres.
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres y las niñas representaban el 71 por ciento de las víctimas de esclavitud moderna, lo cual se ve fortalecido debido al trabajo del hogar y de cuidados no remunerado, que se ha agravado con la pandemia de COVID-19.
El estudio sobre la esclavitud moderna señaló que en el trabajo forzoso del sector privado, un total de 9.2 millones, un 57.6 por ciento, de mujeres se ven afectadas por dicha situación, mientras que para los hombres la cifra es menor, con 6.8 millones, es decir, un 42.4 por ciento. Además, a estimación de la OIT apuntó que la mayor proporción de trabajo forzoso se ubicó en trabajadores domésticos (24 por ciento), seguido de los sectores de la construcción (18 por ciento), la manufactura (15 por ciento), y la agricultura y la pesca (11 por ciento).
Los altos índices de participación de las mujeres en los trabajos del hogar y cuidados no remunerados provocan no sólo que las mujeres sean dependientes económicamente, sino que tampoco les deja tiempo libre para la realización profesional o de actividades recreativas.
“Hay una exigencia unánime de todo el movimiento feminista que señala que es necesario un sistema nacional de cuidados, donde se libere a las mujeres de tener la responsabilidad de ejercer estos trabajos. Un sistema nacional de cuidados que, además de garantizar el derecho al cuidado de cualquier persona, dejen que sea una decisión el hecho de que las mujeres puedan hacer estas labores, y que además tengan tiempo para otras acciones, para ejercer su tiempo libre”, apuntó la especialista de Acción Ciudadana.
Aunado a la pandemia de coronavirus, el Gobierno federal anunció que cancelará el programa de escuelas de tiempo completo –aunque la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, dio a conocer la tarde del 4 de marzo que éstas sí continuarán funcionando en la capital– debido a que los recursos se destinaran ahora a la obtención de productos sanitarios básicos para la pandemia de COVID-19.
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Paulina Gutiérrez enfatizó que esto representa un retroceso en la lucha por los derechos de las mujeres, ya que era un beneficio con el que contaba alrededor de 3.6 millones de familias y que permitía que las madres participaran activamente en la economía familiar.
BRECHA SALARIAL POR GÉNERO
Para aquellos trabajadores subordinados, independientemente de la educación, el ingreso promedio a nivel nacional de un hombre se ubica en los 22 mil 618 pesos, mientras que para una mujer es de 14 mil 860 pesos, salario menor al ingreso más bajo a nivel nacional, que es de Chiapas y se ubica en 19 mil 452 pesos.
Datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) mostraron que en el cuarto trimestre de 2021, el ingreso laboral real promedio de la población ocupada a nivel nacional fue de 6 mil 284.85 al mes. Los hombres ocupados reportaron un ingreso laboral mensual de 6 mil 835.84 pesos, pero las mujeres sólo de 5 mil 447.65 pesos. «En términos relativos, a finales de 2021 el ingreso de los hombres ocupados fue aproximadamente 1.3 veces el de las mujeres», subrayó el Consejo.
“Si bien se han logrados avances, a nivel mundial la brecha entre los ingresos esperados tanto de hombres y mujeres a lo largo de su vida es de 172 billones de dólares, es decir, casi dos veces el Producto Interno Bruto (PIB) anual del mundo”, señaló Mari Pangestu, Directora Gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial.
Las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) exponen que la brecha salarial de género está arraigada en desigualdades sistémicas, ya que por un lado son las mujeres las que tienen los más altos índices de trabajo informal, lo que las orilla a aceptar salarios bajos y sin beneficios sociales. En esa línea, la representante de la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza insistió en que ahora que se ha acelerado la recuperación de empleos, las mujeres tienen salarios menos dignos, y sobre todo, han sacrificado las prestaciones esenciales, como la seguridad social, para obtener ingresos para sus familias.
Sumado a eso están las labores de trabajo y cuidados domésticos que les quitan horas diarias, y que agregadas a las horas laborales remuneradas, las deja sin tiempo de recreación. La desventaja por la maternidad es otro motivo, ya que “a las madres trabajadoras se les paga menos que a las mujeres que no son madres, y la disparidad aumenta a medida que aumenta el número de hijas o hijos que tiene una mujer”, agrega la ONU.
También está la imposición de los roles de género que “alejan a las mujeres de las ocupaciones que tradicionalmente han sido dominadas por los hombres y las empujan hacia los trabajos relacionados con el cuidado, que generalmente son considerados ‘no calificados’ o de ‘habilidades blandas’”.
El techo salarial más alto que una mujer puede alcanzar es entre los 50 y 59 años, con un ingreso de 19 mil 595 pesos. Para un hombre, su techo salarial lo alcanza a los 40 y 49 años, con un ingreso de 31 mil 034 pesos.
Otro factor que se analiza es el de los ingresos por número de hijos y la historia es la misma, ya que aún sin hijos, el salario de la mujer es menor; para ella son 14 mil 286 pesos y para los hombres, 20 mil 359 pesos. Lo que ocurre con los datos de los hijos es que mientras que un hombre tiene más hijos, su salario es mayor, contrario a lo que ocurre con las mujeres; entre más hijos, menor salario.
De acuerdo con el último censo de vivienda (2020), 11 millones 474 mil 983 hogares en México tienen como jefa de familia a una mujer, es decir, 33 de cada 100.
-Con información de Daniela Barragán